PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3369 ~ Domingo 25 de Junio de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Cuando
nuestro corazón no está habitado por un amor fuerte o una fe firme, fácilmente
queda nuestra vida a merced de nuestros miedos. A veces es el miedo a perder
prestigio, seguridad, comodidad o bienestar lo que nos detiene al tomar las
decisiones. No nos atrevemos a arriesgar nuestra posición social, nuestro
dinero o nuestra pequeña felicidad.
Otras
veces nos paraliza el miedo a no ser acogidos. Nos atemoriza la posibilidad de
quedarnos solos, sin la amistad o el amor de las personas. Tener que
enfrentarnos a la vida diaria sin la compañía cercana de nadie.
La
fe confiada en Dios, llena el corazón del creyente de fuerza para vivir con más
generosidad y de manera más arriesgada. Es la confianza viva en el Padre la que
le ayuda a superar cobardías y miedos para defender con más audacia y libertad
el reino de Dios y su justicia.
Cuando
un creyente escucha de verdad en su corazón las palabras de Jesús: «No tengáis
miedo», no se siente invitado a eludir sus compromisos, sino alentado por la
fuerza de Dios para enfrentarse a ellos.
© José Antonio Pagola
¡Buenos
días!
Señor,
cómo quisiera…
Te invito a gustar un
himno y perfumar tu oración de esta mañana con sus delicados versos que rezuman
nostalgia de Dios y deseo de amarlo más a él y a los hermanos. Es agradable la
musicalidad de sus rimas que evocan arpegios de arpas y cítaras.
Señor,
cómo quisiera en cada aurora aprisionar el día,
y ser
tu primavera en gracia y alegría, y crecer en tu amor más todavía.
Ya
despierta la vida con su canción de ruidos inhumanos;
y tu
amor me convida a levantar mis manos y a acariciarte en todos mis hermanos.
Hoy
elevo mi canto con toda la ternura de mi boca,
al que
es tres veces santo, a ti que eres mi Roca en quien mi vida toda desemboca.
Cuantas más veces releas
en actitud de oración esta y semejantes composiciones poéticas, más descubrirás
la riqueza de su denso contenido y el fervor de su emoción religiosa. Es una
buena ayuda para tu encuentro personal con el Señor. Pienso que podrá serte
útil.
*
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres. Pues
no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de
saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que
oís al oído, proclamadlo desde los terrados.
»Y
no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más
bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No
se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra
sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los
cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis
más que muchos pajarillos.
»Porque
todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por
él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los
hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos». (Mt 10,26-33)
Comentario:
Hoy,
después de elegir a los doce, Jesús los envía a predicar y los instruye. Les
advierte acerca de la persecución que posiblemente sufrirán y les aconseja cuál
debe ser su actitud: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar
el alma; temed más bien a aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en
la gehenna» (Mt 10,28). El relato de este domingo desarrolla el tema de la
persecución por Cristo con un estilo que recuerda la última Bienaventuranza del
Sermón de la Montaña (cf. Mt 5,11).
El
discurso de Jesús es paradójico: por un lado dice dos veces “no temáis”, y nos
presenta un Padre providente que tiene solicitud incluso por los pajarillos del
campo; pero por otra parte, no nos dice que este Padre nos ahorre las
contrariedades, más bien lo contrario: si somos seguidores suyos, muy
posiblemente tendremos la misma suerte que Él y los demás profetas. ¿Cómo
entender esto, pues? La protección de Dios es su capacidad de dar vida a
nuestra persona (nuestra alma), y proporcionarle felicidad incluso en las
tribulaciones y persecuciones. Él es quien puede darnos la alegría de su Reino
que proviene de una vida profunda, experimentable ya ahora y que es prenda de
vida eterna: «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también
me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32).
Confiar
en que Dios estará junto a nosotros en los momentos difíciles nos da valentía
para anunciar las palabras de Jesús a plena luz, y nos da la energía capaz de
obrar el bien, para que por medio de nuestras obras la gente pueda dar gloria
al Padre celestial. Nos enseña san Anselmo: «Hacedlo todo por Dios y por
aquella feliz y eterna vida que nuestro Salvador se digna concederos en el
cielo».
Rev. D. Pere OLIVA i March (Sant Feliu de Torelló,
Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“La
fe y la razón son como dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva
hacia la contemplación de la verdad […] La fe madura se manifiesta en opciones
personales claras, convencidas, valientes […]
A Cristo, Hijo elegido del Eterno Padre, es preciso prestar fe absoluta
y obediencia total […] Quien se acerca a Jesús con el corazón libre de
prejuicios puede llegar sin grandes dificultades a la fe, porque es el mismo
Jesús quien en primer lugar lo ha visto y la ha amado”
Predicación del Evangelio
¡No tengáis miedo!
¡Este
domingo el tema dominante del Evangelio es que Cristo nos libera del miedo!
Como las enfermedades, los miedos pueden ser agudos o crónicos. Los miedos
agudos son determinados por una situación de peligro extraordinario. Si estoy a
punto de ser atropellado por un coche, o empiezo a notar que la tierra se mueve
bajo mis pies por un terremoto, se trata de temores agudos. Como surgen de
improviso y sin preaviso, así desaparecen con el cese del peligro, dejando si
acaso sólo un mal recuerdo. No dependen de nosotros y son naturales. Más
peligrosos son los miedos crónicos, los que viven con nosotros, que llevamos
desde el nacimiento o de la infancia, que se convierten en parte de nuestro ser
y a los cuales acabamos a veces hasta encariñándonos.
El
miedo no es un mal en sí mismo. Frecuentemente es la ocasión para revelar un
valor y una fuerza insospechados. Sólo quien conoce el temor sabe qué es el
valor. Se transforma verdaderamente en un mal que consume y no deja vivir
cuando, en vez de estímulo para reaccionar y resorte para la acción, pasa a ser
excusa para la inacción, algo que paraliza. Cuando se transforma en ansia:
Jesús dio un nombre a las ansias más comunes del hombre: «¿Qué vamos a comer?
¿Qué vamos a beber? ¿Con qué vamos a vestirnos?» (Mt 6,31). El ansia se ha
convertido en la enfermedad del siglo y es una de las causas principales de la
multiplicación de los infartos.
Vivimos
en el ansia, ¡y así es como no vivimos! La ansiedad es el miedo irracional de
un objeto desconocido. Temer siempre, de todo, esperarse sistemáticamente lo
peor y vivir siempre en una palpitación. Si el peligro no existe, el ansia lo
inventa; si existe lo agiganta. La persona ansiosa sufre siempre los males dos
veces: primero en la previsión y después en la realidad. Lo que Jesús en el
Evangelio condena no es tanto el simple temor o la justa solicitud por el
mañana, sino precisamente este ansia y esta inquietud. «No os preocupéis»,
dice, «del mañana. Cada día tiene bastante con su propio mal».
Pero
dejemos de describir nuestros miedos de distinto tipo e intentemos en cambio
ver cuál es el remedio que el Evangelio nos ofrece para vencer nuestros
temores. El remedio se resume en una palabra: confianza en Dios, creer en la
providencia y en el amor del Padre celeste. La verdadera raíz de todos los
temores es el de encontrarse solo. Ese continuo miedo del niño a ser
abandonado.
Y
Jesús nos asegura justamente esto: que no seremos abandonados. «Si mi madre y
mi padre me abandonan, el Señor me acogerá», dice un Salmo (27,10). Aunque
todos nos abandonaran, él no. Su amor es más fuerte que todo.
No
podemos sin embargo dejar el tema del miedo en este punto. Resultaría poco
próximo a la realidad. Jesús quiere liberarnos de los temores y nos libera
siempre. Pero Él no tiene un solo modo para hacerlo; tiene dos: o nos quita el
miedo del corazón o nos ayuda a vivirlo de manera nueva, más libremente,
haciendo de ello una ocasión de gracia para nosotros y para los demás. Él mismo
quiso hacer esa experiencia. En el Huerto de los Olivos está escrito que
«comenzó a experimentar tristeza y angustia». El texto original sugiere hasta
la idea de un terror solitario, como de quien se siente aislado del consorcio
humano, en una soledad inmensa. Y la quiso experimentar precisamente para
redimir también este aspecto de la condición humana. Desde aquel día, vivido en
unión con Él, el miedo, especialmente el de la muerte, tienen el poder de
levantarnos en vez de deprimirnos, de hacernos más atentos a los demás, más
comprensivos; en una palabra, más humanos.
© P. Raniero Cantalamessa
Mes del Sagrado Corazón de Jesús
Día 25: La presencia de Jesús
Escucha
las exhortaciones de Jesús: "Cuando hagáis limosna recordad que el Padre
ve en lo escondido; que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Cuando
reces, entra en la habitación y cierra la puerta pues el Padre ve en lo
secreto. Cuando ayunes, tu ayuno no se manifestará a los hombres, pero tu Padre
celestial ve todo a tu alrededor... dentro de ti. También las mínimas cosas
escondidas a los hombres no se esconden de su divina mirada. Nadie puede
penetrar en los secretos de tu corazón. Dios, sí. Cuando crees que estás solo
hay siempre un ojo que ve tus acciones, un oído que siente tus palabras, una
mano que escribe tus pensamientos. ¡Dios te ve!
Del Web Católico de Javier
Nuevo vídeo y artículo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Hay
nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes
acceder en la dirección:
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Cuba, nuestra amiga Dania quiere agradecer a Dios por el feliz término de una
maestría de su hija Liliana, que
examinó la semana pasada obteniendo el máximo de puntuación y felicitaciones.
Los cinco minutos de María
Junio 25
¡Con
cuánta frecuencia se reuniría María con los Apóstoles, antes que éstos se
dispersaran para evangelizar al mundo!
Ella,
la dulce Madre de la Iglesia y Maestra de los Apóstoles, los amaba a todos y
deseaba en su corazón ser útil a todos, darles un mensaje puro de conformidad
con las palabras de su Hijo.
Los
apóstoles de hoy, no menos que los de ayer, deben acudir a María para conseguir
la luz de la Palabra y el esfuerzo para su gesta evangelizadora.
Santa María que recibiste el Mensaje de Vida
enséñanos a manifestarlo a todo el mundo.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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