PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3356 ~ Lunes 12 de Junio de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
la primavera de 1916, en Fátima (Portugal), el ángel llamó a un acercamiento
íntimo con la Santa Trinidad: «Santísima Trinidad Padre, Hijo y Espíritu
Santo, yo os adoro profundamente.»
La
Hermana Lucía, una de las tres videntes de la Virgen de Fátima comenta:
«Cuando
cortamos una fruta, una naranja, por ejemplo, primero le quitamos la cáscara
que enseguida tiramos; luego, le sacamos las pepitas que pueden ser sembradas,
y finalmente, nos guardamos la pulpa que nos alimenta. De manera que en una
sola unidad, en este caso, en una naranja, encontramos tres cosas distintas
cada una con una finalidad distinta. [...] Entonces, ¿por qué nos sorprende que
en un solo Dios haya tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo?
Las
Sagradas Escrituras evocan el misterio de la Santísima Trinidad, cuando san
Lucas relata el misterio de la Encarnación. [...] Respondiendo a una dificultad
de Maria, el ángel le dice: « El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y será
llamado Hijo de Dios.» (Lc 1, 35)
Tomado
de María de Nazaret
¡Buenos días!
Dos amigos y un oso
La
amistad es la capacidad de preocuparse por una persona hasta el punto de sufrir
cuando ella sufre y de sentir su alegría cuando esta llega. La amistad es estar
dispuesto a dar sin pensar en recibir nada a cambio, a prestar tu apoyo cuando
el otro está débil, a darle tu sonrisa cuando él ha perdido la suya.
Dos amigos iban juntos por un mismo camino. De pronto
se les apareció un oso. Uno se subió en seguida a un árbol, ocultándose muy
bien. El otro, menos ágil, sólo pudo tirarse al suelo y contener la respiración
para fingirse muerto. El oso se le acercó y lo olió por todas partes,
abandonándolo luego, convencido de que se trataba de un cadáver. Cuando el
animal estuvo bien lejos, el hombre que había estado escondido en el árbol bajó
y le preguntó a su amigo qué le había dicho el oso. – Que en adelante no vaya
jamás con amigos que me dejen solo ante el peligro. (Esopo).
Un
amigo es alguien que se interesa por todo lo que haces y piensas. A él acudes
en los buenos y en los malos tiempos. Comprende todo lo que haces. Te dice la
verdad sobre ti mismo. Se niega a escuchar habladurías sobre ti. Un amigo es
alguien que te apoya siempre especialmente en las situaciones difíciles.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos
se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos
de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y
os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos;
pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros». (Mt 5,1-12)
Comentario:
Hoy,
con la proclamación de las Bienaventuranzas, Jesús nos hace notar que a menudo
somos unos desmemoriados y actuamos como los niños, pues el juego nos hace
perder el recuerdo. Jesús temía que la gran cantidad de “buenas noticias” que
nos ha comunicado —es decir, de palabras, gestos y silencios— se diluyera en
nuestros pecados y preocupaciones. ¿Recordáis, en la parábola del sembrador, la
imagen del grano de trigo ahogado en las espinas? Por eso san Mateo engarza las
Bienaventuranzas como unos principios fundamentales, para que no las olvidemos
nunca. Son un compendio de la Nueva Ley presentada por Jesús, como unos puntos
básicos que nos ayudan a vivir cristianamente.
Las
Bienaventuranzas están destinadas a todo el mundo. El Maestro no sólo enseña a
los discípulos que le rodean, ni excluye a ninguna clase de personas, sino que
presenta un mensaje universal. Ahora bien, puntualiza las disposiciones que
debemos tener y la conducta moral que nos pide. Aunque la salvación definitiva
no se da en este mundo, sino en el otro, mientras vivimos en la tierra debemos
cambiar de mentalidad y transformar nuestra valoración de las cosas. Debemos
acostumbrarnos a ver el rostro del Cristo que llora en los que lloran, en los
que quieren vivir desprendidos de palabra y de hechos, en los mansos de
corazón, en los que fomentan las ansias de santidad, en los que han tomado una
“determinada determinación”, como decía santa Teresa de Jesús, para ser
sembradores de paz y alegría.
Las
Bienaventuranzas son el perfume del Señor participando en la historia humana.
También en la tuya y en la mía. Los dos últimos versículos incorporan la
presencia de la Cruz, ya que invitan a la alegría cuando las cosas se ponen feas
humanamente hablando por causa de Jesús y del Evangelio. Y es que, cuando la
coherencia de la vida cristiana sea firme, entonces, fácilmente vendrá la
persecución de mil maneras distintas, entre dificultades y contrariedades
inesperadas. El texto de san Mateo es rotundo: entonces «alegraos y regocijaos,
porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,12).
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch (Salt, Girona, España)
Santoral Católico:
San León III
Papa
San
León III, papa del año 795 al año 816. Era romano, de joven había ingresado en
el clero y fue elegido papa cuando murió Adriano I. Aunque elegido por
unanimidad, pronto tuvo que afrontar y sufrir la oposición de una parte de
Roma, que intentó incluso asesinarlo, por lo que tuvo que huir. Coronó como
emperador romano a Carlomagno, rey de los francos. Combatió con firmeza la
herejía del adopcionismo español, que enseñaba que Cristo, en cuanto hombre,
era sólo hijo adoptivo de Dios. El año 809 introdujo en el Credo la fórmula
«qui ex Patre Filioque procedit» (que procede del Padre y del Hijo) relativa al
Espíritu Santo. Murió en Roma el año 816 y fue sepultado en San Pedro.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
"Nada
te ata excepto tus pensamientos
nada
te limita excepto tu miedo
nada
te controla excepto tus creencias".
Marianne Williamson
Tema del día:
La Virgen y el Rosario
Mientras
Santo Domingo predicaba el Rosario cerca de Carcasona, le presentaron un
albigense poseído del demonio. Lo exorcizó el Santo en presencia de una gran
muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil hombres. Los
demonios que poseían a este infeliz fueron obligados a responder, a pesar suyo,
a las preguntas del Santo y confesaron:
1.
Que eran quince mil los que poseían el cuerpo de aquel miserable, porque habían
atacado los quince misterios del Rosario.
2.
Que con el Rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo
el infierno y que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que
arrebataba con la devoción del Rosario.
3.
Revelaron, además, muchos otros particulares.
Santo
Domingo arrojó su Rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los
santos del cielo, a quién temían más y a quién debían amar más los mortales.
A
esta pregunta los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos que la
mayor parte de los oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los
espíritus malignos, para no responder, comenzaron a llorar y lamentarse en
forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los presentes empezaron
también a llorar movidos por natural compasión. Y decían en voz dolorida por la
boca del poseso: “¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos
no hacerte daño! Tú que tienes compasión de los pecadores y miserables… ¡Ten
piedad de nosotros! ¡Mira cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar
nuestras penas? ¡Conténtate con las que ya padecemos! ¡Misericordia!
¡Misericordia! ¡Misericordia!”
El
Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les
respondió que no dejaría de atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus
preguntas. Dijéronle los demonios que responderían, pero en secreto y al oído,
no ante todo el mundo. Insistió el Santo, y les ordenó que hablaran en voz
alta. Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra.
Entonces, el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta
plegaria: “¡Oh excelentísima Virgen María! ¡Por virtud de tu salterio y
Rosario, ordena a estos enemigos del género humano que respondan a mi
pregunta!” Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y
boca del poseso. Los presentes temblaron de espanto, pero ninguno sufrió daño.
Los diablos gritaron entonces: “Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo
y los méritos de su Santísima Madre y de todos los santos, que nos permitas
salir de este cuerpo sin decir palabra. Los ángeles, cuando tú lo quieras, te
lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más: ¡Ten piedad de
nosotros!”
“¡Infelices
sois e indignos de ser oídos!”, respondió Santo Domingo. Y, arrodillándose,
elevó esta plegaria a la Santísima Virgen: “Madre dignísima de la Sabiduría, te
ruego en favor del pueblo aquí presente –instruido ya sobre la forma de recitar
bien la salutación angélica–. ¡Obliga a estos enemigos tuyos a confesar
públicamente aquí la plena y auténtica verdad al respecto!”
Había
apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen
rodeada de multitud de ángeles que con una varilla de oro en la mano golpeaba
al poseso y le decía: “¡Responde a Domingo, mi servidor!” Nótese que nadie veía
ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo Domingo.
Entonces
los demonios comenzaron a gritar:
“¡Oh
enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a
atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los
pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos
obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de
nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de
las tinieblas!
¡Oíd,
pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus
siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de
nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras
redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados
a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros. Un
solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las
oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los
bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores.
Tened
también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían
condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión.
¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a
nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a
la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!
Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión –obligados por la violencia
que nos hacen–, que nadie que persevere en el rezo del Rosario se condenará.
Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los
pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos.”
Entonces,
Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todos los asistentes muy lenta y devotamente.
Y a cada avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!– salía del cuerpo del
poseso gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos. Cuando
salieron todos los demonios y el hereje quedó completamente liberado, la
Santísima Virgen dio su bendición –aunque invisiblemente– a todo el pueblo, que
con ello experimentó sensiblemente gran alegría.
Este
milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron hasta
ingresar en la Cofradía del Santo Rosario.
© (De “El Secreto del Rosario”, San Luis María
Grignion de Montfort) Sitio Santísima Virgen
Mes del Sagrado Corazón de Jesús
Día 12: La confesión
El
Corazón de Jesús es un corazón de padre y como el padre está siempre dispuesto
a perdonar las culpas del hijo; el Corazón de Jesús quiere hallar el medio con
el que tú puedas encontrar siempre el perdón de tus pecados.
Le
presentaron a Jesús 10 leprosos y Él les dijo: "Id a presentaros a los
sacerdotes". Ellos obedecieron y fueron curados. Jesús quiere así
prepararnos con el sacramento de la Penitencia que instituyó cuando dijo a sus
discípulos: "Recibid el espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados
les serán perdonados; a quienes se los retengáis les serán retenidos".
El
mismo Concilio de Trento llama a la confesión,
segunda tabla de salvación después del naufragio. ¿Y tú no la estimas?
Del Web Católico de Javier
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas
Almas del Purgatorio.
Los cinco minutos de María
Junio 12
“En
ti, patrona y mediadora nuestra ante el Señor de quien eres Madre, en quien el
género humano pone toda su alegría, sólo en ti encuentra su refugio el género
humano, sólo por ti espera ser defendido.
He
aquí que yo también vengo a ti con un alma ferviente, pues no me atrevo a
acercarme a tu Hijo, e imploro tu ayuda para obtener mi salvación.
Tú
que eres compañera, tú que eres la Madre del Dios de misericordia, ten piedad
de tu servidor” (San Efrén).
Santa María, auxilio de los cristianos, en ti hemos
puesto toda nuestra confianza.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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