PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3256 ~ Lunes 30 de Enero de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
En
estos días estamos viviendo la tragedia de los incendios de bosques en Chile,
con sus secuelas de destrucción y muerte. También en la zona pampeana de
Argentina hay incendios fuera de control. Y cuando vemos tanta devastación por
acción de estas fuerzas naturales fuera de control, es inevitable que sentimos
una profunda tristeza y agobio.
Llevemos
ahora el pensamiento al plano espiritual y veamos que la vida divina renueva la
tierra después de incendios, terremotos o inundaciones. Nueva vida surge de
entre las cenizas y los escombros. Del mismo modo, Dios nos renueva y sana sin
importar la apariencia.
No
importa lo que suceda en el mundo externo, debemos saber que existe una vida
eterna, inmutable y perfecta. Al calmar nuestros pensamientos, dejar ir
nuestros temores y despejar nuestro corazón, abrimos el fluir de la curación que
siempre está disponible. Ésta fluye libremente en nuestro cuerpo y mente
gracias a la Fuente infinita de vida y no es limitada por el mundo físico. Esta
vida es la verdad de nuestro ser y así la aceptamos.
¡Buenos días!
El pino sin infancia
“El
presente es tan efímero que no le atribuyes ningún valor. Y es, sin embargo, el
único que está en tu poder, y tu vida no es más que un conjunto de momentos
presentes. El hombre inquieto arrastra consigo su pasado e intenta agarrar el
futuro al mismo tiempo que el presente. Si quieres triunfar en la vida vive
plenamente, uno tras otro, cada momento presente” (M. Quoist).
Había una vez un pino que, desde pequeño, soñó con
ser grande. Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros. Le habían dicho
que, desde arriba, la vista era maravillosa. Sus amigos le señalaban distintas
bellezas naturales, pequeñas plantas, flores, insectos, grandes animales y
hasta personas, pero no lo atraían; iba creciendo y lo único que le interesaba
era ser muy alto. Al llegar a la estatura deseada, disfrutó de un panorama
espectacular. Cuando conversaban sus amigos, escuchaba cosas extrañas para él:
chicos jugando a la pelota, perros que corrían, abejitas que se posaban en las
flores, y muchos comentarios sobre seres que no llegaba a ver desde allá
arriba. Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras
esperaba llegar bien alto. El futuro es para soñar; el presente, para vivirlo y
gozarlo.
“Piensas
siempre que la vida es para mañana: mañana haré, mañana tendré, mañana seré…
¿Por qué esperar al mañana para vivir? Un día no tendrás mañana y no habrás
vivido” (M. Quoist). Repite una y otra vez la consigna: «Este es el día que
hizo el Señor; me regocijaré y alegraré en él» (S 118).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región
de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los
sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien
nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le
habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado
los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los
sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de
lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo
contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me
atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque
somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la
región.
Había
allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron:
«Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces
los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos
mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la
gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al
endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano
juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo
ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que
se alejara de su término.
Y
al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él.
Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y
cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él
se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con
él, y todos quedaban maravillados. (Mc 5,1-20)
Comentario:
Hoy
encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de
uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser
una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les
hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara
de su territorio.
La
actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de
ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la
curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos
proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es
de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo
era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los
montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).
Nosotros
tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y
desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo,
el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene
asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden
parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la
precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro
lado.
Jesús
siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los
poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en
nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el
egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El
egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que
le rodean».
* Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans,
Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Jacinta Mariscotti
Terciaria Franciscana
Nació
en Vignanello, cerca de Viterbo (Italia), en 1585, de familia noble. Sus padres
la enviaron a las clarisas, que pronto abandonó. A los 20 años ingresó en el
monasterio de las Franciscanas de la Tercera Orden Regular de Viterbo. Tanto en
el siglo como en el claustro llevó una vida ligera y disipada hasta que, a los
treinta años y a raíz de una grave enfermedad, se convirtió del todo al Señor.
A partir de entonces llevó una vida de gran austeridad y penitencia, y se afanó
en obras de caridad; fundó cofradías para la adoración de la Eucaristía y para
atender a los pobres, enfermos y ancianos. Dios adornó su intensa oración y
contemplación con carismas extraordinarios. Murió en Viterbo el 30 de enero de
1640.
Oración: Oh Dios, que nos has dejado en santa Jacinta
un ejemplo vivo de mortificación y amor a ti, concédenos, por su intercesión,
reconocer nuestros pecados, llorarlos y permanecer en tu amistad. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
"El Corazón de una mujer, debe estar tan envuelto
en Dios,
que un hombre tenga que buscarlo a "ÉL"
primero,
para después encontrarla a ella"
Tema del día:
5 caminos cristianos para perdonar
El
padre Ed Broom, un sacerdote Oblato de la Virgen María y un reconocido autor de
libros de espiritualidad en Estados Unidos, ha escrito en su blog “cinco breves
y concretas sugerencias que podrán ayudarnos en el camino del perdón y la
misericordia”.
1. Ruega por la Gracia.
Perdonar
a nuestros enemigos, orar por ellos y amarlos, va mucho más allá de nuestra
naturaleza humana caída. Necesitamos –desesperadamente- las abundantes gracias
de Dios. San Agustín decía que todos somos mendigos ante Dios. Por lo tanto,
debemos pedir la gracia de perdonar cuando somos puestos a prueba. ¡Dios no nos
la negará!
2. Perdona inmediatamente.
Cuando
estamos ofendidos, a menudo el diablo trabaja en nosotros de inmediato
fomentando en nuestra mente pensamientos de venganza diametralmente opuestos a
la enseñanza de Jesús. Debemos resistirlos y rechazarlos tan pronto como nos
damos cuenta de ellos. Por lo tanto, si respondemos a la gracia de la
misericordia de Dios y perdonamos de inmediato, existe una buena posibilidad de
que la victoria sea nuestra. En suma, hay que ser rápidos para rechazar los
pensamientos vengativos ¡y aún más rápidos para perdonar!
3. Humildad.
Otra
arma espiritual eficaz que tenemos en nuestro arsenal es la de la humildad. ¿Cómo?
De este modo: si el perdón resulta laborioso y casi imposible, entonces
recuerda tu peor pecado o tu pecado más embarazoso y el hecho de que Dios te
perdonó esto tan pronto como rogaste Su misericordia y perdón. Lo más probable
es que la ofensa que se te dirigió haya sido mínima en comparación con tu
pecado más grave o embarazoso. ¡Esto puede ser una herramienta muy poderosa
para abrir tu corazón a la misericordia y al perdón!
4. Misericordia es un camino de ida y vuelta.
Recuerda
que recibir la misericordia de Dios no es una camino sin salida, sino más bien
una calle de dos vías. ¿En qué sentido? Jesús dijo: “Sed misericordiosos como
su Padre Celestial es misericordioso”. Por lo tanto, si queremos experimentar
la misericordia infinita de Dios en nuestras vidas, debemos extender nuestra
mano de perdón hacia aquellos que nos han ofendido. El Padrenuestro nos enseña
la misma lección: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que
nos ofenden”. Santa Faustina Kowalska en el Diario de la Divina Misericordia en
mi alma, afirma, inequívocamente, que el mayor atributo o virtud en Dios es Su
Misericordia infinita. Los seguidores de Jesús deben practicar esta sublime
pero muy exigente virtud. La misericordia es el amor de Dios que perdona al pecador.
Decidir perdonar a nuestros enemigos es una clara señal de la victoria de la
Gracia y misericordia de Dios en nuestras vidas.
5. Jesús dio su sangre en la cruz por ti.
Posiblemente
la fuerza motivadora más convincente para obligarnos a perdonar a los que nos
ofenden sea la serena pero seria contemplación de Jesús colgando de la cruz,
derramando cada gota de Su Preciosísima Sangre para salvar a toda la humanidad,
pero en particular mi alma inmortal. Después de ser herido y tal vez no
dispuesto a perdonar, levanta tus ojos para contemplar a Jesús, mientras Él
cuelga de la cruz. Recuerda lo que ya ha pasado: salivazos, azotes, corona de
espinas, negado por Pedro, traicionado por Judas, condenado siendo totalmente
inocente, clavado en la cruz y derramando cada gota de Su Preciosa Sangre. Y lo
primero que pide es: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!”.
Escuchando, contemplando y meditando este pasaje de su amarga pasión, se tendrá
la herramienta más eficiente para romper el más endurecido corazón, que,
aparentemente, era incapaz de perdonar.
©
Jaime Septién (Aleteia)
Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios
del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para
tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales
sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Meditación
El
alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo
evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y
concentración durante un rato.
Entonces,
le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos
trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el
cuadro había cambiado notablemente.
El
alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre
a sublime.
Casi
con reverencia le dijo al maestro:
-
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado
tanto el cuadro?
-
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si
lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los
grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos
pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se
abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles
que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas
las relaciones -familia, matrimonio, noviazgo o amistad- se basan en detalles.
Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí
que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales el Monte
Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos
cuando sabes que está enfermo.
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por las siguientes intenciones: por el eterno descanso de Manuel F.; por la salud de Beatrice L. F., para que se recupere
pronto; por la salud de Cristina L. F.,
para que terminen sus problemas de riñón; por la recuperación de Pepe C. S. que está internado con
neumonía y problemas gástricos. Todos son de México.
Pedimos
oración por la salud de Kaleb, de 3
años de edad, con leucemia. Y también rezamos por Rebeca, de 100 años de edad, con fractura de cadera. También son
personas de México.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Enero 30
Nuestra
Madre celestial tiene un Corazón inmensamente bueno y compasivo, un Corazón
maternal.
Como
madre que es, entiende muy bien a sus hijos, sabe que somos débiles y pecadores
y por eso comprende nuestras caídas y nuestras limitaciones. Cuando nos ve
caídos, nos mira con compasión y misericordia.
Nuestra
Madre celestial sufre cuando nos ve sufrir a nosotros; sufre más cuando ve que
nosotros no sabemos sufrir y perdemos el valor del sufrimiento.
¿Tenemos
suficiente confianza en el Corazón maternal de María? ¿Es fuerte el lazo de
amor que nos une a nuestra Madre del cielo?
María, fortalece nuestra confianza y ayúdanos a
reconocernos como hijos amados por Dios.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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