domingo, 20 de noviembre de 2016

Pequeñas Semillitas 3191

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3191 ~ Domingo 20 de Noviembre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La solemnidad de Cristo Rey, en cuanto a su institución, es bastante reciente. La estableció el Papa Pío XI en 1925 en respuesta a los regímenes políticos ateos y totalitarios que negaban los derechos de Dios y de la Iglesia. El clima del que nació la solemnidad es, por ejemplo, el de la revolución mexicana, cuando muchos cristianos afrontaron la muerte gritando hasta el último aliento: «Viva Cristo Rey». Pero si la institución de la fiesta es reciente, no así su contenido y su idea central, que es en cambio antiquísima y nace, se puede decir, con el cristianismo. La frase «Cristo reina» tiene su equivalente en la profesión de fe: «Jesús es el Señor», que ocupa un puesto central en la predicación de los apóstoles.
Durante el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae y al que nos conduce.
Inicialmente esta fiesta se celebraba el último domingo de octubre. Desde 1970 la Solemnidad de Cristo Rey se celebra el último domingo del año litúrgico, al cual cierra, es decir el quinto domingo anterior a la Navidad (25 de diciembre). Por lo tanto, su fecha varía u oscila entre los días 20 y 26 de noviembre.

¡Buenos días! 

Roble o calabaza
Los años juveniles son para adquirir conocimientos y desarrollar capacidades. Por lo tanto valora el tiempo de formación en que pones la base de tu futuro. Persevera en el esfuerzo escolar, estudia con responsabilidad, y capacítate en una especialidad. Así podrás afrontar victoriosamente las exigencias de la vida laboral.

Un padre fue a inscribir a su hijo en una bien conocida universidad. Al leer el plan de estudios de la institución, preguntó al Director: "¿Tiene que tomar todos estos cursos mi hijo? ¿No puede usted reducirlos un poco? Él quiere terminar pronto". Y el Director respondió: "Por supuesto que puede tomar un curso corto, pero todo depende de lo que él quiera llegar a ser. Cuando Dios quiere hacer un roble, lo hace en veinte años; pero, en cambio, solo necesita dos meses para hacer una calabaza".

Prepárate para los desafíos del futuro Empieza afrontando las dificultades de cada día como una invaluable oportunidad para desarrollar las habilidades necesarias y así esperar tranquilo las pruebas que vendrán. Un proverbio chino dice: “Excava el pozo antes de que tengas sed”. Sabio y prudente consejo.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». También los soldados se burlaban de Él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!». Había encima de él una inscripción: «Éste es el Rey de los judíos».
Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso». (Lc 23,35-43)

Comentario:
Hoy, el Evangelio nos hace elevar los ojos hacia la cruz donde Cristo agoniza en el Calvario. Ahí vemos al Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Y, encima de todo hay un letrero en el que se lee: «Éste es el Rey de los judíos» (Lc 23,38). Este que sufre horrorosamente y que está tan desfigurado en su rostro, ¿es el Rey? ¿Es posible? Lo comprende perfectamente el buen ladrón, uno de los dos ajusticiados a un lado y otro de Jesús. Le dice con fe suplicante: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23,42). La respuesta de Jesús es consoladora y cierta: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).
Sí, confesemos que Jesús es Rey. “Rey” con mayúscula. Nadie estará nunca a la altura de su realeza. El Reino de Jesús no es de este mundo. Es un Reino en el que se entra por la conversión cristiana. Un Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz. Un Reino que sale de la Sangre y el agua que brotaron del costado de Jesucristo.
El Reino de Dios fue un tema primordial en la predicación del Señor. No cesaba de invitar a todos a entrar en él. Un día, en el Sermón de la montaña, proclamó bienaventurados a los pobres en el espíritu, porque ellos son los que poseerán el Reino.
Orígenes, comentando la sentencia de Jesús «El Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21), explica que quien suplica que el Reino de Dios venga, lo pide rectamente de aquel Reino de Dios que tiene dentro de él, para que nazca, fructifique y madure. Añade que «el Reino de Dios que hay dentro de nosotros, si avanzamos continuamente, llegará a su plenitud cuando se haya cumplido aquello que dice el Apóstol: que Cristo, una vez sometidos quienes le son enemigos, pondrá el Reino en manos de Dios el Padre, y así Dios será todo en todos». El escritor exhorta a que digamos siempre «Sea santificado tu nombre, venga a nosotros tu Reino».
Vivamos ya ahora el Reino con la santidad, y demos testimonio de él con la caridad que autentifica a la fe y a la esperanza.
* Rev. D. Joan GUITERAS i Vilanova (Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II 
“Contemplemos a Jesús, el Hijo eterno de Dios, nuestro Salvador, que con la encarnación se hizo en cierto modo ‘consanguíneo’ de todo hombre. Su amor es tan vasto como el mundo. De su mirada de amor nadie queda excluido… Debemos contemplar el rostro de Cristo vislumbrando en sus ojos los ‘rasgos’ del Padre y dejándonos envolver en el amor del Espíritu… Contemplar el Rostro de Cristo es condición indispensable para poder reflejarlo después en la vida”

Predicación del Evangelio
Este es el rey de los judíos
El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.

Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.

El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella".

¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?
José Antonio Pagola

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Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

El autor de esta página (Felipe) agradece a Dios, a la Virgen de Lourdes, y a las personas que rezaron, ya que todos sus estudios médicos han concluido y los resultados de los mismo han sido favorables.

Los cinco minutos de Dios
Noviembre 20
Si abrimos la Biblia en su primera página, encontramos aquella afirmación sobre el origen del hombre: “Dios sopló en su nariz un aliento de vida”.
Eso es el hombre, nada más que eso, pero nada menos que eso: un aliento de Dios, un algo de Dios, algo vital como es el aliento.
El hombre lleva en sí un poco del calor de Dios, de ese calor que es fecundo y que da vida.
Pero si es calor de Dios, ¿por qué no se convierte en llama que encienda cuanto se halle alrededor suyo? Si es calor de Dios, ¿por qué va esparciendo frío en sus relaciones, frío de resentimientos, frío de hostilidades, frío de egoísmo?
No está llamado a ser témpano sino fuego; donde hay témpanos, hay frío; donde hay frío, no hay vida. En cambio donde hay fuego, hay calor, y donde hay calor surge en el acto la vida.
“Tú les diste tu buen Espíritu para que supieran discernir… Ellos clamaban a ti; tú los escuchabas desde el cielo; y por tu gran misericordia los salvaste… Tú fuiste paciente con ellos durante muchos años; les advertiste con tu Espíritu… por tu inmensa ternura, no los has abandonado, porque eres un Dios compasivo y misericordioso” (Neh 9,20-31)
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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