miércoles, 16 de noviembre de 2016

Pequeñas Semillitas 3187

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3187 ~ Miércoles 16 de Noviembre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Sea cual sea el desafío al que debo enfrentarme, no necesito hacerlo solo.  No tengo por qué estar solo ante cualquier prueba; pues Dios es una presencia amorosa que está siempre conmigo.
Si alguna vez me siento apartado de la presencia de Dios; digo en voz alta o en silencio: "Ahora Dios está conmigo".  Afirmo esta verdad una y otra vez hasta que comienzo a sentir la amorosa presencia de Dios.  Afirmo esta verdad hasta que me invade una nueva comprensión de mi unidad con Dios.
Recuerdo que no estoy solo en este momento ni lo estaré jamás.  En las cumbres o en las honduras de las experiencias vitales, Dios está conmigo.
Dios está conmigo en todo momento y en todo lugar. Dondequiera que yo esté, allí estará Dios. Dondequiera que vaya, Dios irá conmigo.
Haga lo que haga, Dios trabaja conmigo para lograr grandes cosas.

¡Buenos días!

Los ciegos y el elefante
Isaac Newton,  calificado como el científico más grande de todos los tiempos, y su obra como la culminación de la Revolución Científica, afirmó: “Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”. Otro sabio, después de haber vivido 80 años, dejó esta inscripción en su tumba: “He aprendido al menos a no ignorar mi propia ignorancia”.

En cierta ocasión un príncipe oriental, quiso dar una lección inolvidable a sus súbditos. Presentó ante la multitud reunida un enorme elefante. Aparecieron luego unos ciegos que, sin conocer la presencia del animal, fueron conducidos a tocarlo en diversas partes del cuerpo. Luego el príncipe preguntó a cada uno qué había palpado. El que había tocado las piernas dijo que era el tronco arrugado de un árbol. El que había tocado la trompa, una gruesa rama nudosa. El que había tocado la cola, una serpiente desconocida. Y así por el estilo. Se pusieron a discutir entre sí, pero el monarca los interrumpió, diciendo: Lo sucedido aquí les hace ver que de las grandes cosas conocemos muy poco y erróneamente, y de Dios…  casi nada.

Dios es infinitamente más grande que la creación que sacó de la nada. Para conocer algo, la mente sube a él observando el mundo sensible que nos rodea. Poco a poco descubrimos sus perfecciones: es eterno, inmutable, santo, bondadoso, sapientísimo, grande y poderoso, etc. Los místicos llegan a él por el amor. Pero es inagotable.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús estaba cerca de Jerusalén y añadió una parábola, pues los que le acompañaban creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: ‘Negociad hasta que vuelva’. Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: ‘No queremos que ése reine sobre nosotros’.
»Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: ‘Señor, tu mina ha producido diez minas’. Le respondió: ‘¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades’. Vino el segundo y dijo: ‘Tu mina, Señor, ha producido cinco minas’. Dijo a éste: ‘Ponte tú también al mando de cinco ciudades’. Vino el otro y dijo: ‘Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste’. Dícele: ‘Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses’.
»Y dijo a los presentes: ‘Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas’. Dijéronle: ‘Señor, tiene ya diez minas’. ‘Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí’». Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén. (Lc 19,11-28)

Comentario:
Hoy, el Evangelio nos propone la parábola de las minas: una cantidad de dinero que aquel noble repartió entre sus siervos, antes de marchar de viaje. Primero, fijémonos en la ocasión que provoca la parábola de Jesús. Él iba “subiendo” a Jerusalén, donde le esperaba la pasión y la consiguiente resurrección. Los discípulos «creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro» (Lc 19,11). Es en estas circunstancias cuando Jesús propone esta parábola. Con ella, Jesús nos enseña que hemos de hacer rendir los dones y cualidades que Él nos ha dado, mejor dicho, que nos ha dejado a cada uno. No son “nuestros” de manera que podamos hacer con ellos lo que queramos. Él nos los ha dejado para que los hagamos rendir. Quienes han hecho rendir las minas —más o menos— son alabados y premiados por su Señor. Es el siervo perezoso, que guardó el dinero en un pañuelo sin hacerlo rendir, el que es reprendido y condenado.
El cristiano, pues, ha de esperar —¡claro está!— el regreso de su Señor, Jesús. Pero con dos condiciones, si se quiere que el encuentro sea amistoso. La primera es que aleje la curiosidad malsana de querer saber la hora de la solemne y victoriosa vuelta del Señor. Vendrá, dice en otro lugar, cuando menos lo pensemos. ¡Fuera, por tanto, especulaciones sobre esto! Esperamos con esperanza, pero en una espera confiada sin malsana curiosidad. La segunda es que no perdamos el tiempo. La espera del encuentro y del final gozoso no puede ser excusa para no tomarnos en serio el momento presente. Precisamente, porque la alegría y el gozo del encuentro final será tanto mejor cuanto mayor sea la aportación que cada uno haya hecho por la causa del reino en la vida presente.
No falta, tampoco aquí, la grave advertencia de Jesús a los que se rebelan contra Él: «Aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí» (Lc 19,27).
* P. Pere SUÑER i Puig SJ (Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Margarita de Escocia
Reina
Margarita era hija del rey San Eduardo. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, quien al reparar en las cualidades de la joven, se casó con ella, convirtiéndose en Reina de Escocia. Durante su reinado, se dedicó ardorosamente a las labores caritativas, especialmente con los más necesitados y pobres.
Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir a los pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.
Hizo numerosas donaciones que permitieron la construcción de conventos y templos, y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las parroquias. A sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos, y puso bastante esmero y énfasis en conseguir sacerdotes fervorosos y preparados para las parroquias.
Santa Margarita falleció el 16 de noviembre del año 1093. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.
© Aciprensa 

San Roque de Santa Cruz
Y compañeros mártires
 
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Santa Gertrudis
Mística
 
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Pensamiento del día

“Valor es lo que se necesita
para levantarse y hablar,
pero también es lo que se requiere
para sentarse y escuchar”
-Winston Churchill-

Temas Médicos:
Depresión… ¿qué caminos seguir?
Vivimos un ritmo de actividades y de exigencias en una sociedad que tiene prisa por obtener resultados y éxito. En un mercado de trabajo altamente competitivo y desafiante, las enfermedades surgen en el ambiente profesional y preocupan a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto.

Una de las enfermedades que llaman la atención, en este escenario, es la depresión. Considerada una de las enfermedades que han crecido de forma exponencial en los últimos años, la depresión tiene características propias y no debe ser confundida con un estado de tristeza.

Podemos pensar en la tristeza como un sentimiento que nos lleva a un proceso de reflexión, de estar quietos; sentimiento manifestado por la pérdida de alguien, por algo relacionado con el trabajo, por la decepción con alguien o la frustración de expectativas irrealizadas.

La gran diferencia es que una persona triste logra mantener su rutina diaria, su cuidado personal y hasta experimentar alegrías que surjan en ese periodo. Como hecho pasajero, ese sentimiento puede ser identificado en su origen, es decir, logramos descubrir el motivo por el cual estamos tristes.

Señales aparentes de depresión:

Cuando hablamos de depresión, las señales aparentes de desmotivación, desinterés, tristeza persistente, falta de deseo de cuidar de sí y de dar seguimiento a las actividades cotidianas, así como la sensación de ver el mundo “gris”, sin color y sin motivación, se vuelven más prolongados.

En esos casos, la intervención médica se vuelve necesaria, así como el apoyo psicológico para que la persona pueda reestructurar sus pensamientos y descubrir su forma de lidiar con la enfermedad y con la vida. Sabemos también que la espiritualidad además tiene un papel importante en la superación de cualquier enfermedad, incluso la depresión.

No olvidemos que, muchas veces, en nuestra familia, en la sociedad y entre nuestros amigos aún existe dificultad en comprender la situación por la cual una persona deprimida está pasando. También para el deprimido no es una tarea fácil aceptar la enfermedad y el tratamiento.

Lo más importante es que los tratamientos existen, y creer en la superación y en la mejoría es un paso esencial tanto para el paciente como para aquellos que conviven con él.

Los cuadros depresivos pueden durar algunos meses o ser más persistentes; en ambos casos, los enfermos pueden contar con ayuda especializada, a fin de que las sensaciones causadas por el cuadro puedan minimizarse y se obtenga una mayor calidad de vida.

Por más difícil que sea o por mayor que sea la vergüenza o el sentimiento que te esté impidiendo dar pasos para curarte, no dejes de buscar ayuda.

Un amigo, un familiar, ese médico que ya conoce un poco tu salud pueden ser los primeros a quienes pidas ayuda cuando te des cuenta de que ese cuadro de tristeza está tardando un poco más en pasar, dando señales de que va más allá de lo habitual.
© Canção Nova

El rincón del lector
Desde hace años hemos tenido esta sección llamada “El rincón del lector” destinada a dar cabida a los mensajes, opiniones y comentarios de las personas que leen Pequeñas Semillitas, que han podido expresarse libre y respetuosamente. Ahora, con nuestra presencia en Facebook, la posibilidad de manifestarse es mucho más abierta, directa y permanente.
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el bienestar físico, psíquico y espiritual de María del Pilar, de Córdoba, Argentina, y para que el Señor atienda sus intenciones particulares.

Pedimos oración para Gladyz R. que vive en New Jersey (USA) y hoy será sometida a una operación de by-pass gástrico, rogando a Dios nuestro Señor y la Virgen Santísima para que su operación y recuperación sea exitosa, que el Señor guie las manos de los médicos que la operen y logre salir del sobrepeso que está poniendo en peligro su salud.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de Dios
Noviembre 16
Hoy quiero entonar el salmo del agua cristalina y fugaz.
“Quiero ser como el agua, que sirve gozosa a los hijos de Dios. Quiero ser como el agua que calma la sed del sediento, sin fijarse si es hombre de ciencia, de poca cultura, de blanco o de color negro.
Quiero ser como el agua, que es de todos y todos la poseen, la beben, la gustan, la utilizan; a todos refresca, los limpia y fecunda.
Quiero ser como el agua que canta sonora sus silbos brillantes y desliza sus hilos por peñas y arroyos, llevando la vida, el frescor y la alegre canción”.
Eso ha de ser mi vida: agua. Agua que limpia los cuerpos y lustra las almas con luz bautismal.
Y agua que fecunda y da vida, la vida de gracia que el buen Dios nos da.
Por el bautismo… el hombre se incorpora realmente a Cristo crucificado y glorioso, y se regenera para el consorcio de la vida divina, según las palabras del Apóstol: “En el bautismo fueron sepultados con Él, y con Él resucitaron,  por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos” (Col 2,12).
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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