PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3184 ~ Domingo 13 de Noviembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Estamos
prácticamente a fin del año litúrgico. El domingo próximo será la fiesta de
Cristo Rey para así terminar de contemplar en un año la vida y mensajes de
Jesús. Hoy, como todos los años, nos trae la Iglesia mensajes sobre el fin.
El
discípulo de Cristo siempre tiene que estar alerta y saber que vendrán muchas
dificultades. Pero las palabras de Jesús son de ánimo y de esperanza. Dios
nunca abandona el mundo a las fuerzas del mal. La actitud del cristiano debe
ser el estar siempre alerta para no dejarnos engañar por falsas propagandas y
confusas ideologías. La experiencia de la historia nos dice que de la
persecución contra la Iglesia se engendra más vida. Y nos dice que cuando se
despoja a la Iglesia de privilegios y ventajas, que se pueden llamar
“legítimas”, se suele sentir más de cerca la presencia de Jesús, que vivió pobre
e indefenso.
La
historia nos dice que cuando la Iglesia aparece desprotegida y aun dificultada
o perseguida, ha tenido mayor fortaleza, libertad real, creatividad y aun
credibilidad en su acción evangelizadora. Hoy también se habla de obstáculos y
sufrimientos que acompañan el testimonio del cristiano, pero también de la
recompensa final que espera a quienes perseveran en la fe hasta el final. “No
se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza”. Jesús no quiere atemorizarnos
con anuncios catastróficos, sino que quiere mover nuestras conciencias para que
cambiemos. Nos invita a la reflexión y a la cordura. Todavía no es el fin. Pero
es que además el fin de la historia es el comienzo de algo distinto mucho
mejor.
Contra
la Iglesia siempre ha habido y sigue habiendo momentos de grandes
persecuciones, que parecen como el final; pero siempre sigue presente, si es
firme su fidelidad a Cristo. La vida callada, pero llena de amor, es como un
martirio o testimonio a los ojos de Dios. Terminamos pidiendo, como en la
primera oración de la misa: “Concédenos vivir siempre alegres en tu servicio”.
P.
Silverio Velasco
¡Buenos días!
Zapatazo en plena cara
La
oración humilde y confiada es el poder que Dios pone en tus manos para que,
como un niño sencillo, pidas todo lo que necesitas. Pero no debes suplicarle
con una oración agitada, como si quisieras exigirle el cumplimiento de tus
deseos. A Dios hay que dejarle ser Dios y actuar con plena libertad. Él te ama,
y sabe lo que más te conviene.
Una vez un paisano del Padre Pío tenía un fuertísimo
dolor de muelas. Como el dolor no lo dejaba tranquilo su esposa le dijo: “¿Por
qué no rezas al Padre Pío para que te quite el dolor de muelas? Mira, allí está
su foto, rézale”. El hombre se enojó y gritó furibundo: “¿Con el dolor que
tengo quieres que rece?”. Y agarró un zapato y lo lanzó con todas sus fuerzas
contra el cuadro del P. Pío. Algunos meses más tarde su esposa lo convenció de
irse a confesar con el P. Pío. Se arrodilló en el confesionario del Padre y,
luego de decir todos los pecados que se acordaba, el Padre le dijo: “¿Qué más
recuerdas?” “Nada más”, contestó el hombre. “¿Nada más? ¿Y qué hay del zapatazo
que me diste en plena cara?”
¡Qué
dones admirables concedió el Señor al P. Pío, su humilde servidor! Horas y
horas pasaba confesando, mientras una fila interminable esperaba con paciencia.
Aprovecha, hermano/a, este gran sacramento que te dará paz, consuelo espiritual
y gracias especiales para vencer la fuerza del mal y del pecado que hay en
nosotros.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de
bellas piedras y ofrendas votivas, Él dijo: «Esto que veis, llegarán días en
que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».
Le
preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas
estas cosas están para ocurrir?». Él dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque
vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está
cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os
aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no
es inmediato».
Entonces
les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá
grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas,
y grandes señales del cielo. Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os
perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y
gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio.
Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré
una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos
vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y
amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de
mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra
perseverancia salvaréis vuestras almas». (Lc 21,5-19)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio nos habla de la última venida del Hijo del hombre. Se acerca el
final del año litúrgico y la Iglesia nos presenta la parusía, y al mismo tiempo
quiere que pensemos en nuestras postrimerías: muerte, juicio, infierno o cielo.
El fin de un viaje condiciona su realización. Si quieres ir al infierno, te
podrás comportar de una manera determinada de acuerdo con el término de tu
viaje. Si escoges el cielo, habrás de ser coherente con la Gloria que quieres
conquistar. Siempre, libremente. Al infierno no va nadie por la fuerza; ni al
cielo, tampoco. Dios es justo y da a cada uno lo que se ha ganado, ni más ni
menos. No castiga ni premia arbitrariamente, movido por simpatías o antipatías.
Respeta nuestra libertad. Sin embargo, hay que tener presente que al salir de
este mundo la libertad ya no podrá escoger. El árbol permanecerá tendido por el
lado en que haya caído.
«Morir
en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de
Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y
libre elección» (Catecismo de la Iglesia n. 1033).
¿Te
imaginas la grandiosidad del espectáculo? Los hombres y las mujeres de todas
las razas y de todos los tiempos, con nuestro cuerpo resucitado y nuestra alma
compareceremos delante de Jesucristo, que presidirá el acto con gran poder y
majestad. Vendrá a juzgarnos en presencia de todo el mundo. Si la entrada no
fuera gratuita, valdría la pena... Entonces se sabrá la verdad de todos
nuestros actos interiores y exteriores. Entonces veremos de quién son los
dineros, los hijos, los libros, los proyectos y las demás cosas: «No quedará
piedra sobre piedra que no sea derruida» (Lc 21,6). Día de alegría y de gloria
para unos; día de tristeza y de vergüenza para otros. Lo que no quieras que aparezca
públicamente, ahora te es posible eliminarlo con una confesión bien hecha. No
puedes improvisar un acto tan solemne y comprometedor. Jesús nos lo advierte:
«Mirad, no os dejéis engañar» (Lc 21,8). ¿Estás preparado ahora?
* Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona,
España)
Palabras de San Juan Pablo II
«
[Estamos en] el mes dedicado a la Virgen, tan querido para la piedad popular.
[...] Ojalá que sea por doquier un mes de intensa oración con María. Este es el
deseo que de corazón formulo para cada uno de vosotros, amadísimos hermanos y
hermanas, a la vez que os recomiendo una vez más el rezo diario del Santo
Rosario. Se trata de una oración sencilla, aparentemente repetitiva, pero
sumamente útil para penetrar en los misterios de Cristo y de su Madre, que es
también Madre nuestra. Al mismo tiempo, es un modo de orar que la Iglesia sabe
que agrada a la Virgen. Se nos invita a recurrir a esta plegaria también en los
momentos más difíciles de nuestra peregrinación en la tierra.»
Predicación del Evangelio
Ocasión de dar testimonio
Los
profundos cambios socioculturales que se están produciendo en nuestros días y
la crisis religiosa que sacude las raíces del cristianismo en occidente, nos
han de urgir más que nunca a buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos
para leer y vivir estos tiempos de manera lúcida y responsable.
Llamada
al realismo. En ningún momento augura Jesús a sus seguidores un camino fácil de
éxito y gloria. Al contrario, les da a entender que su larga historia estará
llena de dificultades y luchas. Es contrario al espíritu de Jesús cultivar el
triunfalismo o alimentar la nostalgia de grandezas. Este camino que a nosotros
nos parece extrañamente duro es el más acorde a una Iglesia fiel a su Señor.
No
a la ingenuidad. En momentos de crisis, desconcierto y confusión no es extraño
que se escuchen mensajes y revelaciones proponiendo caminos nuevos de
salvación. Éstas son las consignas de Jesús. En primer lugar, «que nadie os
engañe»: no caer en la ingenuidad de dar crédito a mensajes ajenos al
evangelio, ni fuera ni dentro de la Iglesia. Por tanto, «no vayáis tras ellos»:
No seguir a quienes nos separan de Jesucristo, único fundamento y origen de
nuestra fe.
Centrarnos
en lo esencial. Cada generación cristiana tiene sus propios problemas,
dificultades y búsquedas. No hemos de perder la calma, sino asumir nuestra
propia responsabilidad. No se nos pide nada que esté por encima de nuestras
fuerzas. Contamos con la ayuda del mismo Jesús: «Yo os daré palabras y
sabiduría»… Incluso en un ambiente hostil de rechazo o desafecto, podemos
practicar el evangelio y vivir con sensatez cristiana.
La
hora del testimonio. Los tiempos difíciles no han de ser tiempos para los lamentos,
la nostalgia o el desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o
la dimisión. La idea de Jesús es otra: en tiempos difíciles «tendréis ocasión
de dar testimonio». Es ahora precisamente cuando hemos de reavivar entre
nosotros la llamada a ser testigos humildes pero convincentes de Jesús, de su
mensaje y de su proyecto.
Paciencia.
Ésta es la exhortación de Jesús para momentos duros: «Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas». El término original puede ser traducido indistintamente
como "paciencia" o "perseverancia". Entre los cristianos
hablamos poco de la paciencia, pero la necesitamos más que nunca. Es el momento
de cultivar un estilo de vida cristiana, paciente y tenaz, que nos ayude a
responder a nuevas situaciones y retos sin perder la paz ni la lucidez.
© José Antonio Pagola
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Córdoba, Argentina, damos gracias a Dios y a las personas que rezaron por la
pequeña Rocío Ayleen, que ha salido muy bien de la intervención quirúrgica
por un tumor cerebral, y seguimos rezando por su completa recuperación.
Desde Buenos Aires,
Argentina, Elsita agradece las oraciones hechas en favor de su hija María de los Ángeles, que gracias a
Dios ya está sana. Nos sumamos al agradecimiento.
El
autor de esta página -Felipe- agradece a Dios y a tantas personas que han rezado por su
salud. "Doy gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su
amor" (Sal 118)
"Pequeñas
Semillitas" por e-mail
Si lo deseas puedes
recibir todos los días "Pequeñas
Semillitas" por correo, más el agregado de un powerpoint. Las
suscripciones son totalmente gratis y solo tienes que solicitarlas escribiendo
a Rocío (moderadora del grupo) a: peque.semillitas.3@gmail.com con el título:
“Suscripción a Pequeñas Semillitas”.
Si ya estás suscripto y
quieres cancelar tu suscripción debes escribir a la misma dirección con el
título: “Baja”.
Los cinco minutos de Dios
Noviembre 13
El
hombre no puede vivir sin fe; tiene que creer en algo y en alguien; de otro
modo, se ahoga en sí mismo.
Pero,
antes que nada, debe creer en Dios. Te ofrezco la sabida oración de la Fe:
"Creo,
aunque todo te oculte a mi fe. Creo, aunque todo me grite que no. Porque he
basado mi fe en un Dios inmutable, en un Dios que no cambia, en un Dios que es
amor.
Creo,
aunque todo parezca morir. Creo, aunque ya no quisiera vivir, porque he fundado
mi vida en palabras sinceras, en palabras de amigo, en palabra de Dios.
Creo,
aunque todo subleve mi ser. Creo, aunque sienta muy solo el dolor. Porque un
cristiano que tiene al Señor por amigo, no vacila en la duda, se mantiene en la
fe.
Creo,
aunque veo a los hombres matar. Creo, aunque veo a los niños llorar. Porque
aprendí con certeza que Él sale al encuentro, en las horas más duras, con su
amor y su luz.
Creo,
pero aumenta mi fe"
“Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la
gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio del Espíritu;
que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede a
todos gusto en creer y aceptar la verdad” (DV 5)
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.