PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3175 ~ Martes 1 de Noviembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
celebra la Iglesia la Fiesta de Todos
los Santos. Esta palabra “santo” en la Biblia se aplicaba sólo a Dios, pues
significa: sagrado o separado. Pero luego se fue diciendo de todo lo que se
acercaba más a Dios. Así ya san Pablo llama santos a los cristianos por el
hecho de estar unidos a Dios por el bautismo. Después ya sólo se aplicó a
aquellas personas que por su comportamiento están más cerca de Dios.
Especialmente los mártires que, por su muerte gloriosa, se unen para siempre
con Dios.
Todos
estamos llamados a la santidad. Nos lo ha dicho muchas veces la Iglesia. De una
manera especial lo recalcó el concilio Vaticano II. No es que haya que tener
una vida externa diferente a los demás, aunque la verdad es que hay situaciones
que ayudan y hay situaciones que pueden estorbar. Tenemos que esforzarnos por
conseguir siempre ser mejores y tender a un ideal grande. No es fácil, pero
tampoco es imposible. Para ello Jesucristo nos enseñó el camino. El principal
es la caridad. Sin amor no puede haber verdadera vida cristiana: Amor dirigido
hacia Dios, que es nuestro Padre y nos acompaña, amor que se expresa
especialmente en la oración, y amor hacia los demás, porque todos somos
hermanos.
¡Buenos días!
Vidas ejemplares
Hoy
celebramos en un solo día a todos los santos del Cielo. Te hago una propuesta
que puede significar mucho para ti: ¿por qué no te propones leer al menos la
vida de un santo por año? Con esta variante: si no eres aficionado a la
lectura, proponte ver al menos en DVD la película de un santo/a: ellos han
imitado a Jesús siguiendo con amor sus ejemplos de vida.
Son entretenidas, interesantes y, con frecuencia,
impresionantes, porque son historias verdaderas de vidas humanas
extraordinarias. Mueven a la admiración por el testimonio de una vida santa.
Animan a imitar sus ejemplos, presentándolos accesibles también al lector. Nos
revelan la presencia de Dios, de su amor y de su poder en la vida de hermanos
nuestros. Leer la vida de un santo suele ser tanto o más eficaz que unos buenos
ejercicios espirituales. Además, crean una comunión de sentimientos entre el
santo y su admirador, que fortalecen las buenas decisiones. Te interpelan y te
ves urgido a preguntarte como San Agustín: “Si éste y aquél lo pudieron, ¿por
qué yo no lo podré también?”
Entre
los santos hay personas de todas las profesiones, tareas y situaciones humanas.
Hay sabios doctores y mendigos analfabetos, hay débiles mujeres y valientes
soldados, hay reyes y labriegos, hay personas siempre fieles a Dios y pecadores
que, desde sus vicios, se elevaron a gran santidad. Es enriquecedor y alentador
conocer a Cristo en sus santos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque
de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien,
y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos». (Mt 5,1-12a)
Comentario:
Hoy
celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que
resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos,
desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad:
son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita:
«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8).
Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza
no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos
une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une
con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo.
El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no
veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la
unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del
amor fraterno.
Por
esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que,
anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y
esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres,
procurando imitar el amor de Cristo.
Los
santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a
lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en
ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados
seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa
será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes
de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que
Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su
fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49).
Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la
alegría y a la fiesta.
* Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de
Lleida (Lleida, España)
Santoral Católico:
Solemnidad de Todos los Santos
La
Iglesia celebra esta solemnidad en honor de todos los santos, o sea, de todos
los fieles que murieron en Cristo y con Él han sido ya glorificados en el
cielo. Esta fiesta nos recuerda, pues, los méritos de todos los cristianos, de
cualquier lengua, raza, condición y nación, que están ya en la casa del Padre,
aunque no hayan sido canonizados ni beatificados; nos invita a pedirles su
ayuda e intercesión ante el Señor; y nos estimula a seguir su ejemplo, múltiple
y variado, en nuestra vida cristiana.
Oración: Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado
celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los santos, concédenos, por
esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu
perdón. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
“Espíritu
Santo, inspíranos, para que pensemos santamente.
Espíritu
Santo, incítanos, para que obremos santamente.
Espíritu
Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas.
Espíritu
Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas.
Espíritu
Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas”
San
Agustín
Biblioteca de archivos
Recuerda
que en la página (blog) de "Pequeñas Semillitas" y también en
"Juan Pablo II inolvidable", en la columna lateral derecha, hay un
enlace con la misma imagen que ves arriba de este escrito, desde donde se
ingresa a la Biblioteca de archivos. Ingresando allí encontrarás una selección
de los mejores artículos publicados en “Pequeñas Semillitas” que podrás leer o
descargar a tu computadora.
Entre
los archivos de texto (pdf) están en forma completa los documentos papales:
"Lumen Fidei", "Evangelii Gaudium", "Misericordiae Vultus" y "Laudato Si". También está el Diario
de Santa Faustina y hay enlaces para ver películas con la vida de grandes
santos de la Iglesia.
Biblioteca
de archivos: http://pequesemillitas.wix.com/bibliotecadearchivos
Tema del día:
Oración por la Santidad de la vida
Creo
en ti, Señor, pero ayúdame a creer con firmeza;
espero
en ti, pero ayúdame a esperar sin desconfianza;
te
amo, Señor, pero ayúdame a demostrarte que te quiero;
estoy
arrepentido, pero ayúdame a no volver a ofenderte.
Te
adoro, Señor, porque eres mi creador
y
te anhelo porque eres mi fin:
te
alabo, porque no te cansas de hacerme el bien
y
me refugio en ti, porque eres mi protector.
Que
tu sabiduría, Señor, me dirija y tu justicia me reprima;
que
tu misericordia me consuele y tu poder me defienda.
Te
ofrezco, Señor, mis pensamientos, ayúdame a pensar en ti;
te
ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de ti;
te
ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad;
te
ofrezco mis penas, ayúdame a sufrir por ti.
Todo
aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo,
precisamente
porque lo quieres tú, como tú lo quieras
y
durante todo el tiempo que lo quieras.
Te
pido, Señor, que ilumines mi entendimiento,
que
fortalezcas mi voluntad, que purifiques mi corazón
y
santifiques mi espíritu.
Hazme
llorar, Señor, mis pecados, rechazar las tentaciones,
vencer
mis inclinaciones al mal y cultivar las virtudes.
Dame
tu gracia, Señor, para amarte y olvidarme de mí,
para
buscar el bien de mi prójimo sin tenerle miedo al mundo.
Dame
tu gracia para ser obediente con mis superiores,
comprensivo
con mis inferiores, solícito con mis amigos
y
generoso con mis enemigos.
Ayúdame,
Señor, a superar con austeridad el placer,
con
generosidad la avaricia, con amabilidad la ira,
con
fervor la tibieza.
Que
sepa yo tener prudencia, Señor, al aconsejar,
valor
en los peligros, paciencia en las dificultades,
sencillez
en los éxitos.
Concédeme,
Señor, atención al orar,
sobriedad
al comer, responsabilidad en mi trabajo
y
firmeza en mis propósitos.
Ayúdame
a conservar la pureza del alma,
a
ser modesto en mis actitudes,
ejemplar
en mi trato con el prójimo
y
verdaderamente cristiano en mi conducta.
Concédeme
tu ayuda para dominar mis instintos,
para
fomentar en mí, tu vida de gracia,
para
cumplir tus mandamientos y obtener mi salvación.
Enséñame,
Señor, a comprender la pequeñez de lo terreno,
la
grandeza de lo divino, la brevedad de esta vida
y
la eternidad de la futura.
Concédeme,
Señor, una buena preparación para la muerte
y un santo temor al juicio, para librarme del
infierno y obtener tu gloria.
Por
Cristo nuestro Señor. Amén.
Clemente
XI
(Papa
1700-1721)
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la
unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de
los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por el eterno descanso del alma de Mauro
C., 39 años, de la provincia de Córdoba, Argentina, que falleció por cáncer
y ahora ya está en la presencia del Padre celestial.
Pedimos
oración para Gabriela, de Mendoza,
Argentina, operada de cáncer de mama, rogando a la Santísima Virgen que la
acompañe en la curación de esta enfermedad.
Pedimos
oración para Aidée G., de Colombia, a
quien se le ha practicado la extracción de un tumor del ojo derecho y se ha
sometido a examen patológico. Pedimos al Señor abunde en bendiciones y que con
la intercesión de nuestra Señora de Lourdes y de Santa Lucía, todo salga bien y
que el examen tenga resultados negativos para eventual cáncer.
Pedimos
oración por Claudia M., de 55 años,
de Buenos Aires, Argentina, a la que están estudiando por una importante mancha
en pulmón, rogando a Jesús que los exámenes descarten cualquier enfermedad
maligna y pueda recuperarse pronto.
Pedimos oración para la niña Antonia, de 6 años, que vive en
Colombia, que está manifestando trastornos de conducta, por lo que rogamos a
Dios que la ilumine y serene su espíritu, haciendo de ella una pequeña dócil y
encaminada por los caminos de buena educación que su familia le brinda.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Noviembre 1
Hubo
un gran hombre, de apellido Carducci, de fuertes pasiones y de indomable
carácter. Espíritu ardiente, no conoció las medias tintas.
No
tuvo formación religiosa; por eso fue ateo y dedicó no pocos esfuerzos a
combatir la idea de Dios. Para él, Dios era un mito; pero un mito pernicioso,
que por eso había que combatir, a fin de desterrarlo del corazón del hombre.
Pero
un día Carducci salió a pasear a la playa y en un rapto de muda contemplación
frente a la inmensidad del mar rompió su gran silencio con este grito:
"¡Creo en Dios!"
La
serena majestad de aquella inmensidad de agua arrancó de Carducci lo que tenía
escondido y acallado en su conciencia.
Es
que en los grandes silencios del hombre siempre aparece Dios.
“Otros ni siquiera se plantean la cuestión de la
existencia de Dios porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y
no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religioso” (GS 19). La
inquietud de Dios, el hambre de Dios, esto es algo que, pese al ateísmo
moderno, siente el hombre en todos sus niveles. Es que Dios es el oxígeno para
los pulmones de la vida.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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