jueves, 3 de noviembre de 2016

Pequeñas Semillitas 3177

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3177 ~ Jueves 3 de Noviembre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
A través de su vida y sus escritos, Teresa de Lisieux, Santa Teresita, sin duda puede ayudarnos a prepararnos para el Cielo. El purgatorio existe, es un periodo de purificación antes de entrar al Paraíso. No obstante, el Señor prefiere que vayamos directamente al Cielo sin pasar por el purgatorio. Así que para agradar a Dios, debemos esforzarnos por ir directamente al cielo.
De hecho, el secreto de Teresa está en la caridad hacia Jesús y hacia nuestros hermanos y en la confianza del amor de Dios. Si amamos tanto como podamos desde la tierra, sin rechazar ningún pequeño acto de caridad, podremos ir al Cielo rápidamente.
La vocación de Santa Teresita es la de “pasar al Cielo haciendo el bien en la Tierra”. Así que, ¿por qué no intentar amar más desde esta vida terrenal? Viviendo la caridad de forma concreta desde hoy mismo, según nuestras posibilidades, nos prepararemos para ir directamente junto a Dios nuestro Padre.

¡Buenos días!

Entrega generosa
El hombre aferrado a situaciones, personas o cosas vive entre delirios, minimiza o sobrevalora los sucesos y las cosas según sus deseos y temores. No ve las cosas como son, sino que las reviste de sus pensamientos y las ve a la luz de sus ficciones. Por eso, su vida es una existencia fragmentaria, ansiosa e infeliz (I. Larrañaga).

Una vez un joven fue al desierto a vivir con los monjes. Se presentó a san Antonio y le pidió un consejo de salvación, añadiendo que había vendido todos sus bienes y distribuido el dinero a los pobres. Sólo se había reservado pocas cosas para subsistir. El abad Antonio lo mandó a la ciudad a vender lo que tenía y con el dinero comprar carne, que debía traer atada a su cuerpo en el viaje de regreso. Al volver se presentó al santo con la ropa hecha jirones y el cuerpo mordido y lastimado. “Padre, mire el costo de su orden: ¡los perros y gavilanes casi acaban conmigo!”. “Recuerda esta lección: -dijo el santo- para seguir a Jesús debes dejarlo todo. Si te reservas algo, eso arruinará tu vida”.

Para que un buque mercante amarrado a un dique pueda surcar los mares, necesita soltar todas las maromas. Para que el hombre pueda navegar por los mares de la libertad necesita soltar los deseos apropiadores. Hay que luchar con pasión en la vida,  pero también con paz, sin permitir que las cosas te esclavicen. (Id)
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos».
Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». (Lc 15,1-10)

Comentario:
Hoy, el evangelista de la misericordia de Dios nos expone dos parábolas de Jesús que iluminan la conducta divina hacia los pecadores que regresan al buen camino. Con la imagen tan humana de la alegría, nos revela la bondad de Dios que se complace en el retorno de quien se había alejado del pecado. Es como un volver a la casa del Padre (como dirá más explícitamente en Lc 15,11-32). El Señor no vino a condenar el mundo, sino a salvarlo (cf. Jn 3,17), y lo hizo acogiendo a los pecadores que con plena confianza «se acercaban a Jesús para oírle» (Lc 15,1), ya que Él les curaba el alma como un médico cura el cuerpo de los enfermos (cf. Mt 9,12). Los fariseos se tenían por buenos y no sentían necesidad del médico, y es por ellos —dice el evangelista— que Jesús propuso las parábolas que hoy leemos.
Si nosotros nos sentimos espiritualmente enfermos, Jesús nos atenderá y se alegrará de que acudamos a Él. Si, en cambio, como los orgullosos fariseos pensásemos que no nos es necesario pedir perdón, el Médico divino no podría obrar en nosotros. Sentirnos pecadores lo hemos de hacer cada vez que recitamos el Padrenuestro, ya que en él decimos «perdona nuestras ofensas...». ¡Y cuánto hemos de agradecerle que lo haga! ¡Cuánto agradecimiento también hemos de sentir por el sacramento de la reconciliación que ha puesto a nuestro alcance tan compasivamente! Que la soberbia no nos lo haga menospreciar. San Agustín nos dice que Jesucristo, Dios Hombre, nos dio ejemplo de humildad para curarnos del “tumor” de la soberbia, «ya que gran miseria es el hombre soberbio, pero más grande misericordia es Dios humilde».
Digamos todavía que la lección que Jesús da a los fariseos es ejemplar también para nosotros; no podemos alejar de nosotros a los pecadores. El Señor quiere que nos amemos como Él nos ha amado (cf. Jn 13,34) y hemos de sentir gran gozo cuando podamos llevar una oveja errante al redil o recobrar una moneda perdida.
* Rev. D. Francesc NICOLAU i Pous (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Martín de Porres
Religioso dominico peruano 
Nació en Lima (Perú) el año 1579, de un funcionario real español, Juan de Porres, y de una joven de origen africano, Ana Velázquez, que no se casaron: Martín era mulato e hijo ilegítimo, lo que le causó muchas dificultades. Fue educado cristianamente por su madre y aprendió de joven el oficio de barbero-cirujano. En 1603 fue admitido en la Orden de los dominicos como hermano converso, después de vivir ocho años en el convento como donado. Desde el principio se le confió el oficio de enfermero que ejerció, con gran competencia y mayor caridad, en favor de los frailes y de los numerosos pobres que acudían al convento; además instituyó varias obras caritativas. Supo conjugar la incesante actividad asistencial con el recogimiento de un contemplativo. Llevó una vida de mortificación y de humildad, y tuvo una gran devoción a la Eucaristía. Murió en Lima el 3 de noviembre de 1639.
Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a san Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano    

Palabras del Papa Francisco
"¡Hoy es tiempo de misión y tiempo de coraje! […] Coraje para reforzar los pasos vacilantes, de retomar el gusto el ‘gastarse’ por el Evangelio, de adquirir confianza en la fuerza que la misión lleva consigo.  […] Tener coraje no significa tener garantía de éxito. Se nos pide el coraje para luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no necesariamente para convertir. Todavía más: Nos es pedido el coraje para ser alternativos al mundo, pero sin ser agresivos o polemistas. Se nos pide la valentía para abrirnos a todos, sin disminuir nunca el carácter absoluto y la singularidad de Cristo, único salvador de todo. También se nos pide valentía para resistir a la incredulidad, sin ser arrogantes".

Tema del día:
El arte de saber callarse
La reciente encíclica del papa Francisco, Amoris Laetitia (la alegría del amor), quizás sujeta a controversia, ha dejado huella, muy en especial una sección del “Capítulo cuarto: El amor en el matrimonio”, que ofrece una exégesis edificante sobre la Primera Carta de Pablo a los Corintios, un texto que, precisamente, se lee a menudo durante las misas de la celebración del matrimonio.

“El amor todo lo disculpa”
Pero en el texto, la reflexión sobrepasa el contexto del matrimonio. Es ante todo un tema de misericordia. El amor que celebra san Pablo como una virtud suprema y perdurable es un amor destinado a ser un patrón aplicable a todas las relaciones humanas. Por este motivo me impactó tanto la reflexión del papa en relación a la frase “el amor todo lo disculpa” (Amoris Laetitia, párrafos 112-113): “En primer lugar se dice que todo lo disculpa. Se diferencia de «no tiene en cuenta el mal», porque este término tiene que ver con el uso de la lengua; puede significar «guardar silencio» sobre lo malo que puede haber en otra persona. (…) En la defensa de la ley divina nunca debemos olvidarnos de esta exigencia del amor”.

No avivar el fuego
La sugerencia en este Año Jubileo de morderse la lengua como muestra de misericordia no es una simple opción, sino más bien una “exigencia del amor”. Muy a menudo, más de lo que me gustaría admitir, dar muestra de nuestro amor equivale a callarse. No es nada nuevo. En la carta de Santiago Apóstol, se habla sin ambages del poder destructor de un discurso irrespetuoso y pérfido, que reinaba por entonces en el seno de las primeras comunidades cristianas: “La lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas.  ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida” (Santiago 3: 5-6).

Hoy en día podríamos añadir a la lengua de la descripción de Santiago nuestros propios dedos que teclean o nuestros pulgares que golpetean para enviar mensajes. Son igualmente capaces de provocar o avivar un fuego y de destilar malicia en nuestras vidas.

En ciertas situaciones, mejor callarse…
Aquí hay varias situaciones en las que yo misma tengo que practicar mi misericordia y aprender a morderme la lengua (y otras situaciones en las que me arrepiento no haberme callado):

- Cuando tengo que decir la última palabra. Bien sea una pequeña riña familiar sobre a quién le toca hacer una tarea o bien un debate político en Internet, lo cierto es que rara vez sé cuándo parar. Pero en esto del amor y la misericordia no hay un marcador donde se vayan contando puntos (si no, ¿hasta dónde llegaríamos los pecadores?). Nadie (y nadie es nadie) tiene siempre el 100 por cien de la razón, y las cosas sobre las que debatimos rara vez son realmente significativas. No existe el calificativo de ‘buen perdedor’ por accidente; el que pierde y mantiene la compostura hace gala de gracia y bondad.

- Cuando me entero de un cotilleo jugoso. El papa Francisco califica el entusiasmo por el chismorreo como una “alegría oscura”, sobre todo cuando concierne a alguien que no nos gusta demasiado. Tengo que confesar que hablar sobre chismes me tienta tanto como el chocolate negro. Pero efectivamente, hablar mal de las personas o divulgar falsos rumores es como arrojar una cerilla encendida sobre campo seco. Una célebre anécdota relata que san Felipe Neri, aconsejando a un hombre que gustaba mucho del alcahueteo, le presentó la analogía de rajar una almohada de plumón en pleno vendaval y luego intentar recuperar todas las plumas esparcidas por doquier. Es tan imposible como imposible es medir las consecuencias de nuestros cotilleos. Morderse la lengua chismosa supone también no escuchar ni leer los chismorreos que me rodean.

- Cuando me siento más lista que los demás. Me crie en ese tipo de familia irlandesa donde el amor se expresa a través del sarcasmo. Con cada provocación maliciosa nos endurecíamos como el hierro se endurece en acero. Mi ingenio tiene un toque ácido, aunque sin maldad, pero que me ha pasado factura en mis relaciones con los demás. En la comedia shakespiriana “Mucho ruido y pocas nueces”, los amantes pendencieros se consumen mutuamente a golpe de burla. “¡Oh Dios!”, exclama Benedicto (muy versado siempre en el arte del sarcasmo) en relación a Beatriz: “He aquí, señor, un plato que no es de mi gusto: no puedo tragar a esta señora Lengua”. Puede que sea demasiado tarde para mí como para no comer de ese plato, pero sí puedo tratar de negarme a probar el sarcasmo diariamente con todas las salsas que encuentre.

- Cuando lo que intento es ayudar a los demás, ¡caray! Es una trampa en la que muchos de nosotros caemos: nos precipitamos a responder al silencio o la tristeza o la necesidad de los demás con una riada de consejos que nadie nos ha pedido. Sin embargo, en la mayor parte de las situaciones de este tipo, la verdadera ayuda consiste en callarse y escuchar, ser una presencia receptiva, silenciosa y misericordiosa. En vez de esto, a menudo respondo en Internet con hipervínculos a webs de medicina, sugiero un psicoanalista aficionado o (aún peor), cuento anécdotas sobre mi vida para explicar que mi experiencia es mucho peor. Todas estas respuestas son una falta de respeto hacia la persona que a la que intentaba ayudar. Tal vez no me vendría mal tener una notita en mi despacho que me recordara callarme y rezar. Sí, yo, ahora mismo.

Durante este año de la misericordia, y espero que también después, voy a intentar estar más atenta y morderme la lengua cuando sea necesario, por el amor misericordioso. ¿Rezaríais conmigo por este propósito? Sí, ahora mismo.
© Joanne Mc Portland (Aleteia)  

Mensaje de María Reina de la Paz 
Mensaje de María Reina de la Paz del 2 de noviembre de 2016

“Queridos hijos, para mi Corazón materno, es una gran alegría venir y manifestarme a vosotros. Esto es un regalo de mi Hijo para vosotros y para los que vendrán.
Como Madre os invito: amad a mi Hijo por encima de todo. Para que podáis amarlo con todo el corazón debéis conocerlo; y lo conoceréis por medio de la oración. Orad con el corazón y con sentimiento. Orar significa pensar en Su amor y en Su sacrificio. Orar significa amar, dar, sufrir y ofrecer. Hijos míos, os invito a ser apóstoles del amor y de la oración. Hijos míos, este es un tiempo de vigilia. En esta vigilia os invito al amor, a la oración y a la confianza.
Mi Corazón materno desea que, cuando mi Hijo mire en vuestros corazones, vea en ellos confianza y amor incondicionales. El amor unido de mis apóstoles vivirá, vencerá y desenmascarará el mal. Hijos míos, yo fui el cáliz del Hombre-Dios, fui instrumento de Dios, y por eso, apóstoles míos, os invito a que seáis cáliz del amor puro y sincero de mi Hijo. Os invito a ser un instrumento para que, quienes no han conocido el amor de Dios y nunca han amado, comprendan, acepten y se salven. ¡Os doy las gracias!”

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Luis María C., de Argentina, fallecido de manera imprevista hace un par de días.

Pedimos oración para Diana B., de Córdoba, Argentina, internada en UTI en muy grave estado. Que Dios Misericordioso le conceda lo mejor según sea Su Santa Voluntad.

Pedimos oración por Carlos Augusto C. D., de 33 años, que es de Venezuela, pero ahora está en Boston para consulta por alteraciones severas en la visión.

Pedimos oración para Carola A. C., 73 años, de Lima, Perú, con tratamiento intensivo de quimioterapia, pidiendo a Jesús que pueda tolerar los efectos secundarios, se fortalezca y sea curada.

Pedimos oración por Rosa L., 45 años, colombiana radicada en Canadá, enferma de insuficiencia renal, con mucho edema y falta de fuerzas. También problemas cardíacos y pulmonares. Que el Espíritu Santo ilumine a los médicos para orientar de la mejor manera el tratamiento adecuado.

Pedimos oración para Robert O., 69 años, de Canadá, que tuvo cáncer de faringe y esófago y está con molestias secundarias (acidez, hipo, reflujo). También oramos por su esposa Kelley con dolores articulares en caderas. Que la Virgen de Lourdes interceda ante Jesús por ellos para obtener su curación.

Pedimos oración por los estudios médicos de Espe y Violeta, hermanas, residentes en Miami, USA, para que los resultados sean favorables.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de Dios
Noviembre 3
La vida es distinta si se proyecta sobre ella un rayo de alegría.
Has de ser alegre y optimista, sin dejarte desorientar o amargar por tantas injusticias como ves en la vida.
¿No será que Dios tiene sobre ti el proyecto de que el mundo se sienta un poco mejor porque tú contribuyas a elevarlo?
No seas como aquellos que siempre están criticando y lamentando que el mundo de hoy va mal, que la sociedad no es una sociedad auténtica, pero ellos nunca hacen nada para que eso no suceda.
Has de ser como el agua cantarina del arroyuelo, que, mientras va derramando humedad y vegetación, se desliza cantando su salmodia de fecundidad.
No mires solo los horizontes oscuros; aun cuando una pena muy honda muerda tu espíritu, lleva la frente bien alta, los ojos llenos de luz, la sonrisa en los labios, la paz en el corazón.
“Cuídense de las murmuraciones inútiles y preserven sus lenguas de la maledicencia, porque la palabra más secreta no se pronuncia en vano y la boca mentirosa da muerte al alma” (Sab 1,11). “Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones…” (Flp 2, 14). Se habla mucho de críticas constructivas, pero ¡Es ten fácil ver la destrucción y somos tan ciegos para descubrir la construcción!
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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