lunes, 14 de noviembre de 2016

Pequeñas Semillitas 3185

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 11 - Número 3185 ~ Lunes 14 de Noviembre de 2016
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Marcelo Candia (1916-1983) era un industrial milanés, que vendió todas sus posesiones y se fue al Brasil, a la diócesis de Macapá, a gastar todo su dinero en la construcción de hospitales, leprosarios, escuelas para enfermeras, centros de asistencia médica y un Carmelo para que oraran las religiosas por el mundo entero. Él mismo se dedicó a trabajar por los más pobres. Pero un cáncer al hígado lo hizo volver a Italia y, en un mes, el Señor se lo llevó. Ahora está ya comenzada su causa de beatificación.
Durante sus últimos días en la tierra, decía: “He construido, organizado y ayudado mucho a los pobres, pero ahora el Señor me ha dado la cosa más elevada: el sufrimiento. El amor más grande que el Señor me ha manifestado ha sido, dándome el sufrimiento para asemejarme a Él y entregarme a Él de todo corazón. Jesús me hizo comprender que no es suficiente trabajar por el reino de Dios, que no es suficiente rezar. Más importante es aceptar con humildad y disponibilidad todo lo que el Señor nos envíe. Sólo en el sufrimiento podemos comprender plenamente el amor de Dios. Ésta ha sido la experiencia más bella que he recibido. Por eso, os digo: No rechacéis el dolor, que no podéis superar y que los médicos no pueden curar. Ofrecedlo al Señor. Vuestro sufrimiento, tiene un gran poder de salvación para la humanidad. No lo desperdiciéis”.

¡Buenos días!

En tiempo de enfermedad
Los infortunios y enfermedades traen siempre algún valioso mensaje que puedes aprovechar con sabiduría. Pero hay que reflexionar con calma para atesorar la experiencia que dejan, porque las desgracias descubren al alma luces que en la prosperidad no llegas a percibir.

Señor tú conoces mi existencia, conoces mi dolor. Has visto mis ojos llorar, mi rostro triste, mi cuerpo doliente y mi alma atribulada. Seguiré tus pasos, Señor, porque “tu yugo es suave y tu carga es ligera”. Hazme comprender tus sufrimientos, tu amor hacia los hombres. Sé que estoy cumpliendo en mi vida lo que falta a tu dolorosa pasión. Ayúdame a sufrir, con paz y alegría, sin quejarme. Ayúdame a sufrir con amor. Te pido por todos los que sufren, los pobres, los que no reciben ni siquiera un poco de cariño. Señor, sé que transformarás en rosas todas mis espinas, sé que todo, también el dolor, lo dispones para el bien de los que te aman. Te amo Jesús mío. Amén.

La lección más importante que puedes aprender en tu vida no es que en el mundo hay dolor, sino que depende de ti sacar provecho de él, pues se te ha permitido cambiarlo en gozo (R. Tagore). He leído: Tus dolores son como astillas de la cruz de Cristo. No está bien que adorando esa cruz, maldigas sus astillas.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». Él dijo: «¡Señor, que vea!». Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios. (Lc 18,35-43)

Comentario:
Hoy, el ciego Bartimeo (cf. Mc 10,46) nos provee toda una lección de fe, manifestada con franca sencillez ante Cristo. ¡Cuántas veces nos iría bien repetir la misma exclamación de Bartimeo!: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» (Lc 18,37). ¡Es tan provechoso para nuestra alma sentirnos indigentes! El hecho es que lo somos y que, desgraciadamente, pocas veces lo reconocemos de verdad. Y..., claro está: hacemos el ridículo. Así nos lo advierte san Pablo: «¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7).
A Bartimeo no le da vergüenza sentirse así. En no pocas ocasiones, la sociedad, la cultura de lo que es “políticamente correcto”, querrán hacernos callar: con Bartimeo no lo consiguieron. Él no se “arrugó”. A pesar de que «le increpaban para que se callara, (...) él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’» (Lc 18,39). ¡Qué maravilla! Da ganas de decir: —Gracias, Bartimeo, por este ejemplo.
Y vale la pena hacerlo como él, porque Jesús escucha. ¡Y escucha siempre!, por más jaleo que algunos organicen a nuestro alrededor. La confianza sencilla —sin miramientos— de Bartimeo desarma a Jesús y le roba el corazón: «Mandó que se lo trajeran y (...) le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» (Lc 18,40-41). Delante de tanta fe, ¡Jesús no se anda con rodeos! Y... Bartimeo tampoco: «¡Señor, que vea!» (Lc 18,41). Dicho y hecho: «Ve. Tu fe te ha salvado» (Lc 18,42). Resulta que «la fe, si es fuerte, defiende toda la casa» (San Ambrosio), es decir, lo puede todo.
Él lo es todo; Él nos lo da todo. Entonces, ¿qué otra cosa podemos hacer ante Él, sino darle una respuesta de fe? Y esta “respuesta de fe” equivale a “dejarse encontrar” por este Dios que —movido por su afecto de Padre— nos busca desde siempre. Dios no se nos impone, pero pasa frecuentemente muy cerca de nosotros: aprendamos la lección de Bartimeo y... ¡no lo dejemos pasar de largo!
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San José Pignatelli
Restaurador de los Jesuitas
De familia italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Ingresó a la comunidad jesuita y empezó a trabajar en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños y a los presos. En 1767 la masonería mundial estableció un acuerdo para pedir a todos los gobernantes que expulsaran de sus países a los padres Jesuitas. El rey Carlos III de España obedeció las órdenes masónicas y expulsó de territorio español y de sus colonias respectivas a todos los jesuitas. El Padre José Pignatelli y su hermano por pertenecer a una familia aristocrática recibieron la oferta de poder quedarse en España pero con la condición de renunciar a su vocación jesuita; los hermanos no aceptaron y prefirieron el destierro en la Isla de Córcega. Sin embargo, los franceses invadieron la isla, y ambos también fueron expulsados del lugar. En 1774 Clemente XIV por petición de los reyes españoles emitió un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús; como resultado del decreto, aproximadamente 23 mil jesuitas fueron obligados a abandonar sus respectivos conventos y monasterios. San José Pignatelli junto con sus demás compañeros obedecieron humildemente y durante los 20 años siguientes soportaron pacientemente sufrimientos y humillaciones. Más adelante, el santo con permiso del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia y con la ayuda de ellos empezó a organizar a los jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia para su formación y preparación. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así la comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera a paso lento y en secreto. El santo oraba y trabajaba sin descanso por conseguir que su Comunidad volviera a renacer, y en 1804 logró con gran alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la congregación. Al poco tiempo y con las generosas ayudas que le enviaban sus familiares logró restablecer conventos jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña. A pocos meses de conseguir la aprobación Pontificia y así restablecer la Compañía de Jesús, el Padre José falleció en 1811. Tres años después, libre del destierro de Napoleón, el Papa Pío XI retorna a Roma y decretó instituida la Compañía de Jesús en el mundo.
© Directorio Franciscano    

Pensamiento del día

“Quien no comete errores
es un ser que no sabe vivir,
es un ser estancado en la vida.
Sólo quien intenta ser mejor,
vivir mejor y aprender más,
comete errores.
De cada error se saca una positiva lección,
cada error es una enseñanza que nos permita avanzar”
(Norman V. Peale)

Historias:
El sudario doblado
¿Por qué Jesús dobla el Sudario de lino después de su Resurrección?

El Evangelio de Juan (20:7) nos dice que el Sudario, que se le colocó sobre el rostro a Jesús, no estaba echado a un lado junto con las vendas.

La Biblia dedica un verso entero para decirnos que el Sudario fue bien doblado, y que se colocó en un lugar aparte (quizás en donde estuvo tendido).

El domingo por la mañana, cuando todavía estaba obscuro, María Magdalena fue al sepulcro y encontró que la piedra había sido removida de la entrada.

Ella corrió y encontró a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba. Ella dijo: "¡Se han llevado el cuerpo del Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto!".

Pedro y el otro discípulo corrieron a la tumba para ver. El otro discípulo corrió y llegó antes que Pedro. Se detuvo, miró dentro del sepulcro y vio las vendas en el suelo, pero no entró.

Luego llegó Simón Pedro y entró. También notó las vendas en el suelo, mientras que la tela que había cubierto la cara de Jesús estaba doblada y situada a un lado.

¿Era importante eso? ¡Por supuesto! ¿Es, ahora, realmente importante? ¡Claro que sí!

Para comprender el significado de la servilleta doblada, hay que entender un poco acerca de la tradición hebrea en esos días.

La servilleta doblada tenía que ver con el Maestro y el Siervo, y cada niño judío conocía esta tradición.

Cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el Maestro, se aseguraba de ponerla exactamente de la manera en que el Maestro quería.

La mesa estaba decorada a la perfección, y luego el criado iba a esperar, fuera de la vista, hasta que el Maestro había terminado de comer. El siervo no se atrevía a tocar la mesa, hasta que el Maestro hubiera terminado.

Ahora bien, si el Maestro había terminado de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos, la boca, y la barba, y hacía un nudo la servilleta y la lanzaba sobre la mesa.

El siervo entonces sabía que era el momento para limpiar la mesa. Porque en aquellos días, la servilleta arrugada quería decir, "he terminado".

Pero si el Maestro se levantaba de la mesa, doblaba la servilleta y la ponía junto a su plato, el siervo no se atrevería a tocar la mesa, porque la servilleta doblada significaba... "¡VOLVERÉ!"

¡Qué increíble! ¡Qué bello! Cristo dejó un mensaje en su tumba para decir que volverá...
© Catolicidad

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir el power point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para que el Señor atienda las necesidades particulares de Germán G. L., lector de esta página y que vive en Colombia.

Pedimos oración por protección física y espiritual para Brian Axel Augusto, de Argentina, para que el Espíritu Santo lo ilumine y lo dirija por los mejores caminos para su vida personal y familiar. Que María Santísima lo tome entre sus brazos y lo proteja de todo mal.

Pedimos oración por la salud de María V. de M., de la provincia de la provincia de Santa Fe, Argentina, para que el buen Jesús la ayude a sobrellevar con valentía y estoicismo las cruces de sus enfermedades como buena cristiana que es.

Pedimos oración por Ángela C., de San Juan, Argentina, que hoy será operada de un tumor benigno en la cabeza, rogando a Dios Misericordioso que todo salga de la mejor manera y tenga una rápida recuperación.

Siempre tenemos presente en nuestras oraciones a Marina R., de Andalucía, España, una querida amiga de esta página, con enfermedad oncológica y diversas complicaciones. Que la Santísima Virgen de Lourdes la acompañe siempre, le dé mucha paz y la fortalezca en la fe.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de Dios
Noviembre 14
La vida está llena de secretos.
Hoy han nacido unos, y otros se despidieron de la vida; unos cerraron sus ojos, y otros los abrieron a la luz.
Hoy han reído y gozado muchos, mientras otros sufrieron a gritos o en silencio; todo está mezclado en este mundo; penas y glorias; guerra y paz.
Pero no todo pasa; no es todo como el ave, que no deja ni el rastro de sus alas en el aire.
Hay algo que no pasa; son las obras que cada uno de nosotros realiza; sean ellas buenas o malas, quedan en nuestro recuerdo, en lo profundo de la conciencia, en la presencia de Dios.
Y de cada una de esas cosas deberemos dar cuentas al Creador, para nuestra vergüenza o para nuestro consuelo.
Dicen que la mortaja no tiene bolsillos; pero es que las obras no nos siguen en la mortaja sino en nuestra conciencia.
“La fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el pecado” (GS 18). “No busques la muerte viviendo extraviadamente; ni se atraigan la ruina con las obras de sus manos; porque no fue Dios quien ha hecho la muerte, ni se complace en la perdición de los vivientes…” (Sab 1,12-13)
* P. Alfonso Milagro

Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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