PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1767 ~ Jueves
26 de Julio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
La felicidad no tiene contrapuesto porque nunca se
pierde. Puede estar oscurecida, pero nunca se va porque tú eres felicidad. La felicidad
es tu esencia, tu estado natural y, por ello, cuando algo se interpone, la
oscurece, y sufres por miedo a perderla. Te sientes mal, porque ansías aquello
que eres. Es el apego a las cosas que crees que te proporcionan felicidad lo
que te hace sufrir. No has de apegarte a ninguna cosa, ni a ninguna persona, ni
aun a tu madre, porque el apego es miedo, y el miedo es un impedimento para
amar. El responsable de tus enfados eres tú, pues aunque el otro haya provocado
el conflicto, el apego y no el conflicto es lo que te hace sufrir. Es el miedo
a la imagen que el otro haya podido hacer de ti, miedo a perder su amor, miedo
a tener que reconocer que es una imagen la que dices amar, y miedo a que la
imagen de ti, la que tú sueñas que él tenga de ti, se rompa. Todo tiempo es un
impedimento para que al amor surja. Y el miedo no es algo innato sino
aprendido.
El miedo es provocado por lo que no existe. Tienes miedo
porque te sientes amenazado por algo que ha registrado la memoria. Todo hecho
que has vivido con angustias, por unas ideas que te metieron, queda registrado
dentro de ti, y sale como alarma en cada situación que te lo recuerda. No es la
nueva situación la que le llena de inseguridad, sino el recuerdo de otras
situaciones que te contaron o que has vivido anteriormente con una angustia que
no has sabido resolver. Si despiertas a esto, y puedes observarlo claramente,
recordando su origen, el miedo no se volverá a producir, porque eliminarás el
recuerdo.
Anthony de Mello
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, acercándose los discípulos dijeron a
Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a
vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a
ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene,
aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo
no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de
Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.
Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y
sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su
corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’.
»¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros
oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver
lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo
oyeron».
(Mt 13,10-17)
Comentario
Hoy, recordamos la "alabanza" dirigida por
Jesús a quienes se agrupaban junto a Él: «¡dichosos vuestros ojos, porque ven,
y vuestros oídos, porque oyen!» (Mt 13,16). Y nos preguntamos: ¿Van dirigidas
también a nosotros estas palabras de Jesús, o son únicamente para quienes lo
vieron y escucharon directamente? Parece que los dichosos son ellos, pues
tuvieron la suerte de convivir con Jesús, de permanecer física y sensiblemente
a su lado. Mientras que nosotros nos contaríamos más bien entre los justos y
profetas -¡sin ser justos ni profetas!- que habríamos querido ver y oír.
No olvidemos, sin embargo, que el Señor se refiere a los
justos y profetas anteriores a su venida, a su revelación: «Os aseguro que
muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron»
(Mt 13,17). Con Él llega la plenitud de los tiempos, y nosotros estamos en esta
plenitud, estamos ya en el tiempo de Cristo, en el tiempo de la salvación. Es
verdad que no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, pero sí le hemos conocido
y le conocemos. Y no hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí que
hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da,
aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con
la verdad y, por eso, nos da la felicidad y la alegría.
Agradezcamos nuestra fe cristiana, estemos contentos de
ella. Intentemos que nuestro trato con Jesús sea cercano y no lejano, tal como
le trataban aquellos discípulos que estaban junto a Él, que le vieron y oyeron.
No miremos a Jesús yendo del presente al pasado, sino del presente al presente,
estemos realmente en su tiempo, un tiempo que no acaba. La oración -hablar con
Dios- y la Eucaristía -recibirle- nos aseguran esta proximidad con Él y nos
hacen realmente dichosos al mirarlo con ojos y oídos de fe. «Recibe, pues, la
imagen de Dios que perdiste por tus malas obras» (San Agustín).
Rev. D. Manel MALLOL Pratginestós (Terrassa, Barcelona,
España)
Santoral Católico:
San Joaquín y Santa Ana
Abuelos de Jesús
Una antigua tradición, datada ya en el siglo II, atribuye
los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece
para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La
devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y
veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios.
La antífona de la misa de hoy dice: "Alabemos a
Joaquin y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los
pueblos".
La madre de nuestra Señora, la Virgen María, nació en
Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa
"gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada nos dice de la
santa. Todo lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio
apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con
un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su
nombre significa "el hombre a quien Dios levanta", y, según san
Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de
David.
Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían sus
rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia, otra
al templo y la tercera a los más necesitados.
Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan
ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso
y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el
saludo. En el templo, Joaquín oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar
en la casa de Dios.
Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener
con penitencias y oraciones la ansiada paternidad. Ana intensificó sus ruegos,
implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las
Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo orado
tanto al Señor, fue escuchada, y así llegó su hijo Samuel, quien más tarde
sería un gran profeta.
Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante
oración con el advenimiento de una hija singular, María. Esta niña, que había
sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre de
Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
Desde los primeros tiempos de la Iglesia ambos fueron
honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde
se levantaron templos bajo su advocación.
Aunque el culto de la madre de la santísima Virgen María
se había difundido en Occidente, especialmente desde el siglo XlI, su fiesta
comenzó a celebrarse en el siglo siguiente
Fuente: Catholic.net
La frase de hoy
"Todo cabe en lo breve.
Pequeño es el niño y encierra al hombre;
estrecho es el cerebro y cobija al pensamiento;
no es el ojo más que un punto y abarca leguas"
Alejandro Dumas
Tema del día:
Siete buenos consejos
1.- Muévete:
Mueve tu casa, tu cama, tu cuerpo. Camina, sal por las montañas, sal de la
rutina del trabajo, las relaciones y los patrones de vida. Cambia tu
perspectiva. Acércate a aquellas personas con las que puedas ser auténtico y
nutran tus sueños más locos. No necesitas mover montañas, trasladar una pequeña
piedra puede hacer maravillas.
2.- Toca: Toca
todo lo que amas. Da abrazos en la panadería, en el parque, en las puertas de
toda la ciudad. Besa a la gente en la mejilla. Acaricia a tu gato o tu perro un
poco más. Saborea la sensación de un pañuelo de seda, de una pieza de madera,
de las diferentes texturas. El musgo, las cortezas, las rocas y el agua.
Mientras más lo hagas te sentirás más a gusto con el placer de tocar.
3.- Escucha:
Siéntate en silencio y observa cuanto hay allí para ser escuchado. Escucha a la
gente, lo que realmente están diciendo. Escucha hasta la última nota de cada
canción. Escucha tu voz interna, esa que solo escuchas cuando la confusión de
cada día disminuye. Oye el susurro de las hojas, el llamado de las ranas, el
crujido de la madera ardiendo en tu chimenea. Escucha con tu corazón y siempre
escucha aquello que nunca es hablado.
4.- Siente: El
dolor, experimenta el gozo, hasta que sientas que vas a evaporarte. Permítete
reír hasta que te duela, siente el amor desde lo más profundo de tu corazón.
Ríndete a la vida. Enójate y expresa tu furia, si es el caso, pero hazlo a
solas. Si no sientes de verdad, no estás vivo.
5.- Confía: Tú
sabes lo que necesitas saber. Detén tus dudas. Aquella cosquilla interna es tu
más alta verdad y ella te servirá del mejor modo. Te arrepientes cuando
desconoces o niegas tu intuición. Ten esto en cuenta: Finalmente, tú y sólo tú
sabes lo que es mejor para ti. Si consumes, sin darte cuenta, todo tu día pintando,
eso es lo que debes hacer. Si te encanta caminar al lado del océano, encuentra
la forma de llegar allí. Si no confías completamente en ti, te conviertes en
moho.
6.- Reúnete:
Con los hombres y mujeres que amas. Toma el té acompañado, camina en compañía
por el bosque, conversa y habla, lee en voz alta para otros. Celebra que tu
cabello, tu piel, tu cuerpo y tus historias son diferentes a las de los otros y
a su vez son completamente parecidas. Cocina y come en compañía.
7.- Recibe:
Por una vez, deja de dar y dar y dar a todos menos a ti mismo. Acepta los
cumplidos con gracia. La voz que necesitas oír, el abrazo, ese momento para
conversar, la comida en tu mesa, el dinero que necesitas, siempre serán
suministrados. Ábrete a recibir, abre tus manos para que sean llenadas con
abundancia. Recibe todas las cosas buenas que mereces y recuerda mostrar
gratitud por tu vida.
Mensaje de María Reina de la
Paz
Mensaje de María Reina de la Paz del 25 de julio de 2012
¡Queridos hijos!
Hoy os invito al bien. Sed portadores de la paz y de la
bondad en este mundo. Orad para que Dios os dé fuerza a fin de que en vuestro
corazón y en vuestra vida, reinen siempre la esperanza y el orgullo de ser
hijos de Dios y portadores de su esperanza, en este mundo que está sin alegría
en el corazón y sin futuro, porque no tiene el corazón abierto a Dios, su
salvación. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!
Oración
Virgen María, Reina de la Paz, nos encomendamos a ti,
sabiendo que somos las niñas y los niños de tus ojos. Danos un corazón dócil, humilde
y obediente como el tuyo, para que Dios pueda bendecirnos en todo; y cúbrenos,
Madre, con tu manto, haciéndonos invisibles e inmunes a todo mal.
Pensamientos sanadores
Regresa con frecuencia a tu núcleo interior
Cuando sientas que la ansiedad o el nerviosismo comienzan
a afectar la paz profunda que debería habitar en ti, es necesario que retornes
a tu núcleo interior y que te adentres hacia el foco más íntimo de tu propio
ser, para encontrarte allí con Dios y contigo mismo.
Esos serán momentos ricos para revisar las emociones y
distinguir las positivas de las negativas; será un tiempo para mirar con los
ojos del Señor las prioridades y pedir al Espíritu Santo que te conceda
recuperar el orden interior y exterior que proceden de él.
Por eso no nos
desanimamos; aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo, nuestro hombre
interior se va renovando día a día. Nuestra angustia, que es leve y pasajera,
nos prepara una gloria eterna que supera toda medida. Porque no tenemos puesta
la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles; lo que se ve es
transitorio, lo que no se ve es eterno. 2 Corintios 4, 16-18.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Graciela Inés R., que vive en Santa
Fe, Argentina, afectada de problemas en la columna, para que el Señor le
conceda la forma más eficaz y simple de tratarse sin tener que llegar a
cirugía.
Pedimos oración por Mariano, 24 años, de Lomas de Zamora,
Buenos Aires, Argentina, que es padre de familia y bombero voluntario y ha
sufrido un episodio cerebro vascular del que se está recuperando, para que el
Señor le conceda la gracia de la total curación.
Seguimos rezando por la salud de Mariana Z., de Rosario,
Argentina, que ha sido operada de urgencia por una infección interna y ahora
tiene por delante un período de recuperación en el que rogamos sea protegida
por la Santísima Virgen hasta que esté definitivamente sana por la gracia de
Dios.
Pedimos oración por Silvia V. que vive en México y está
afectada de un tumor maligno, rogando al Señor Jesús que le conceda la gracia
de cuararse.
Pedimos oración por Patricia M. que vive en Córdoba,
Argentina, tiene 30 años y está internada en terapia intensiva por un cuadro
cerebro vascular. La ponemos en las manos de María para su protección.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
Ofrecimiento para sacerdotes
y religiosas
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para
sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas"
por e-mail: Si desean recibir el power
point y los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días
de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o
demás trabajos sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a pequesemillitas@gmail.com
Solo deben indicar claramente su nombre, su correo
electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
"Intimidad Divina"
Llamados a la esperanza
“Cada uno debe caminar sin vacilación por el camino de la
fe viva, que engendra la esperanza y obra por la caridad” (LG 41). Tal es el
dinamismo de la vida cristiana, toda ella basada en las virtudes teologales. De
la fe viva nace la esperanza. La fe no sólo da al hombre la certeza de la
existencia de Dios, sino le asegura que Dios es bondad, belleza, sabiduría,
providencia y amor infinito que quiere darse a él como su bien, su posesión
infinita y felicidad eterna. La esperanza corresponde a una vocación precisa
debida a la liberalidad de Dios: “Una es la esperanza a la que habéis sido
llamados” (Ef 4, 4), dice San Pablo, la esperanza de la posesión inicial de
Dios, aquí en la tierra, mediante la gracia y las virtudes teologales, y la de
su posesión plena y eterna en la bienaventuranza del cielo. Todo cristiano es
un llamado a la esperanza teologal que tiene a Dios por objeto, y es habilitado
por esa virtud para la conquista de ese altísimo fin.
La salvación, la felicidad eterna, la posesión eterna de
Dios, son objeto de esperanza, precisamente porque no están aún en nuestra
mano. Como lo que se ve no es objeto de la fe, así tampoco puede ser objeto de
la esperanza lo que se posee. El movimiento de la esperanza –aun de la puramente
humana– se hace tanto más intenso cuanto menos se posee y cuanto menos se
satisface uno en lo que tiene. “La esperanza siempre es de lo que no se posee
–dice San Juan de la Cruz–, porque si se poseyese, ya no sería esperanza” (S
II, 6,3). El hombre poseedor de bienes terrenos y de las comodidades y placeres
que ellos ofrecen, queda cerrado a la esperanza ultraterrena… La pobreza de
espíritu y la humildad son el terreno fértil en que se desarrolla la semilla
preciosa de la esperanza teologal.
La Sagrada Escritura está llena del grito de la esperanza
que sube del corazón de los “pobres de Yahvé”; “Yo, desdichado y pobre; oh
Dios, ven presto a mi, Tú mi socorro y mi libertador” (Sl 70, 6). “¿Quién hay
para mí en el cielo? Estando contigo no
hallo gusto ya en la tierra. Mi carne y mi corazón se consumen. ¡Roca de
mi corazón, mi porción, Dios por siempre!” (Sl 73, 25-26). Esperar en las
virtudes o capacidades propias, esperar en los hombres, en las riquezas o en
los recursos terrenos es cosa engañosa y sin consistencia; solamente Dios, que
ha encendido en el hombre el anhelo de una felicidad infinita, “responde a las
aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia
plenamente con solos los elementos terrenos” (GS 41).
Dios mío, desde la
eternidad y en la eternidad, tu bienaventuranza consiste en el conocimiento de
ti mismo, ese conocimiento que es exclusivo tuyo… ¿Qué soy yo, Dios mío, para
que quieras hacer consistir mi felicidad en lo mismo que consiste la tuya?,
¿para que me concedas no sólo contemplarte, sino participar en tu gozo?
Prepárame a él, Señor, enséñame a sentir sed de él. Dios mío, ¿podré verte un
día? ¿Qué visión comparar a la visión de ti? ¿Veré yo el manantial de la gracia
que me ilumina, me fortalece y me consuela? Si vengo a ti, si he sido creado
por ti, si vivo en ti, pueda yo, Señor, tornar a ti y permanecer contigo para
siempre. (J. H. Newman, Madurez cristiana)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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