PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1763 ~ Domingo
22 de Julio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Jesús se dirige en barca con sus discípulos hacia un
lugar tranquilo y retirado. La intención de Jesús queda frustrada. La gente se
da cuenta hacia dónde van y se adelanta corriendo por la orilla. Cuando llegan
al lugar, se encuentran con una multitud llegada de todas las aldeas vecinas.
¿Cómo reaccionará Jesús?
Lo primero que destaca el evangelista es la mirada de
Jesús. No se enoja porque han interrumpido sus planes. Los mira detenidamente y
se conmueve. A Jesús nunca le molesta la gente. Desde esa mirada Jesús descubre
la necesidad más profunda de aquellas personas: "están como ovejas sin
pastor".
Movido por su compasión, Jesús "comienza a
enseñarles con calma". Sin prisas, se dedica pacientemente a enseñarles la
Buena Noticia de Dios y el proyecto humanizador del Reino. No lo hace por
obligación. No piensa en sí mismo. Les comunica la Palabra de Dios, conmovido
por la necesidad que tienen de un pastor.
En la Iglesia hemos de aprender a mirar a la gente como
la miraba Jesús: captando el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el
abandono que sufren muchos y muchas. La compasión no brota de la atención a las
normas o del recuerdo de nuestras obligaciones. Se despierta en nosotros cuando
miramos atentamente a los que sufren.
José Antonio Pagola
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, los Apóstoles se reunieron con Jesús y
le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces,
les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar
un poco». Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni
para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les
vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de
todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha
gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen
pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
(Mc 6,30-34)
Comentario
Hoy, el Evangelio nos invita a descubrir la importancia
de descansar en el Señor. Los Apóstoles regresaban de la misión que Jesús les
había dado. Habían expulsado demonios, curado enfermos y predicado el
Evangelio. Estaban cansados y Jesús les dice «venid también vosotros aparte, a
un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31).
Una de las tentaciones a las que puede sucumbir cualquier
cristiano es la de querer hacer muchas cosas descuidando el trato con el Señor.
El Catecismo recuerda que, a la hora de hacer oración, uno de los peligros más
grandes es pensar que hay otras cosas más urgentes y, de esa forma, se acaba
descuidando el trato con Dios. Por eso, Jesús, a sus Apóstoles, que han
trabajado mucho, que están agotados y eufóricos porque todo les ha ido bien,
les dice que tienen que descansar. Y, señala el Evangelio «se fueron en la
barca, aparte, a un lugar solitario» (Mc 6,32). Para poder rezar bien se
necesitan, al menos dos cosas: la primera es estar con Jesús, porque es la
persona con la que vamos a hablar. Asegurarnos de que estamos con Él. Por eso
todo rato de oración empieza, generalmente, y es lo más difícil, con un acto de
presencia de Dios. Tomar conciencia de que estamos con Él. Y la segunda es la
necesaria soledad. Si queremos hablar con alguien, tener una conversación
íntima y profunda, escogemos la soledad.
San Pedro Julián Eymard recomendaba descansar en Jesús
después de comulgar. Y advertía del peligro de llenar la acción de gracias con
muchas palabras dichas de memoria. Decía, que después de recibir el Cuerpo de
Cristo, lo mejor era estar un rato en silencio, para reponer fuerzas y dejando
que Jesús nos hable en el silencio de nuestro corazón. A veces, mejor que
explicarle a Él nuestros proyectos es conveniente que Jesús nos instruya y
anime.
Rev. D. David AMADO i Fernández (Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa María Magdalena
Discípula del Señor
Su nombre era María, que significa "preferida por
Dios", y era natural de Magdala en Galilea; de ahí su sobrenombre de
Magdalena. Magdala, ciudad a la orilla del Mar de Galilea, o Lago de
Tiberiades.
Jesús, al dar su Espíritu a sus apóstoles, les dijo que
perdonasen los pecados conforme se lo habían visto a Él hacer: y la liturgia
nos recuerda hoy un ejemplo, que será siempre famoso, de la misericordia del
Salvador con los que se duelen de sus pasados extravíos.
María, hermana de Marta y Lázaro, era pública pecadora,
hasta que tocada un día por la gracia, vino a rendirse a los pies del
Señor. “No te acerques a mí, porque
estoy puro”, le dirían los soberbios; pero el Señor, al contrario, la recibe y
perdona. Por eso Jesús, “acoge bondadoso la ofrenda de sus servicios”, y le
ofrece para siempre un sitial de honor en su corte real. La contrición
transforma su amor. “Por haber amado mucho, se le perdonan muchos pecados”.
Movido por sus ruegos resucita Jesús a Lázaro, su hermano, y cuando Jesús es
crucificado, le asiste, más muerta que viva; preguntando, como la esposa de los
Cantares, a dónde han puesto su esposo Divino, Cristo la llama por su propio
nombre, y mándale llevar a los discípulos la nueva de su Resurrección.
A imitación de la gran Santa María Magdalena, vengamos en
espíritu de amor y de compunción, a ofrecer a Jesús, presente en la santa Misa,
el tesoro de nuestras alabanzas. Hagámosle compañía, como las dos hermanas
Marta y María; adornemos su altar, con ese recio espíritu de fe que no teme el
escándalo farisaico, con todo el esplendor que conviene a la casa de Dios.
Imitémosla sobre todo en su acendrado amor a Jesús, seguros de que haciéndolo
así, lograremos la remisión entera de nuestras pasadas culpas, elevándonos,
desde el fondo de nuestra miseria a la sima de la santidad. Al que busca a Dios
con gemidos, pronto le abre la puerta de su misericordia y de sus ricos
tesoros.
Cuatro menciones
en los Evangelios:
1) Los siete
demonios. Lo primero que dice el Evangelio acerca de esta mujer, es que
Jesús sacó de ella siete demonios (Lc 8,2), lo cual es un favor grandísimo,
porque una persona poseída por siete espíritus inmundos tiene que haber sido
impresionantemente infeliz. Esta gran liberación obrada por Jesús debió dejar
en Magdalena una gratitud profundísima.
Nuestro Señor decía que cuando una persona logra echar
lejos a un mal espíritu, este se va y consigue otros siete espíritus peores que
él y la atacan y así su segundo estado llega a ser peor que el primero (Lc
11,24). Eso le pudo suceder a Magdalena. Y que enorme paz habrá experimentado
cuando Cristo alejó de su alma estos molestos espíritus.
A nosotros nos consuela esta intervención del Salvador,
porque a nuestra alma la atacan también siete espíritus dañosísimos: el
orgullo, la avaricia, la ira, la gula, la impureza o lujuria, envidia, la
pereza y quizás varios más. ¿Quién puede decir que el espíritu del orgullo no
le ataca día por día? ¿Habrá alguien que pueda gloriarse de que el mal espíritu
de la impureza no le ha atacado y no le va a atacar ferozmente? Y lo mismo
podemos afirmar de los demás.
Pero hay una verdad consoladora: Y es que los espíritus
inmundos cuando veían o escuchaban a Jesús empezaban a temblar y salían huyendo.
¿Por qué no pedirle frecuentemente a Cristo que con su inmenso poder aleje de
nuestra alma todo mal espíritu? El milagro que hizo en favor de la Magdalena,
puede y quiere seguirlo haciendo cada día en favor de todos nosotros.
2) Se dedicó a
servirle con sus bienes. Amor con amor se paga. Es lo que hizo la
Magdalena. Ya que Jesús le hizo un gran favor al librarla de los malos
espíritus, ella se dedicó a hacerle pequeños pero numerosos favores. Se unió al
grupo de las santas mujeres que colaboraban con Jesús y sus discípulos (Juana,
Susana y otras). San Lucas cuenta que estas mujeres habían sido liberadas por
Jesús de malos espíritus o de enfermedades y que se dedicaban a servirle con
sus bienes (Lc 8,3). Lavaban la ropa, preparaban los alimentos; quizás cuidaban
a los niños mientras los mayores escuchaban al Señor; ayudaban a catequizar
niños, ancianos y mujeres, etc...
3) Junto a la cruz.
La tercera vez que el Evangelio nombra a Magdalena es para decir que estuvo
junto a la cruz, cuando murió Jesús. La ausencia de hombres amigos junto a la
cruz del Redentor fue escandalosa. Sencillamente no se atrevieron a aparecer
por ahí. No era nada fácil declararse amigo de un condenado a muerte. El único
que estuvo junto a Él fue Juan. En cambio las mujeres se mostraron mucho más
valerosas en esa hora trágica y fatal. Y una de ellas fue Magdalena.
San Mateo (Mt 27,55), San Marcos (Mc 15, 40) y San Juan
(Jn 19, 25) afirman que junto a la cruz de Jesús estaba la Magdalena. En las
imágenes religiosas de todo el mundo los artistas han pintado a María Magdalena
junto a María, la Madre de Jesús, cerca de la cruz del Redentor agonizante,
como un detalle de gratitud a Jesús.
4) Jesús
resucitado y la Magdalena. Uno de los datos más consoladores del Evangelio
es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que habían sido
pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y Magdalena. Como para animarnos a
todos los pecadores, con la esperanza de que si nos arrepentimos y corregimos
lograremos volver a ser buenos amigos de Cristo.
Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue
el domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. San
Juan lo narra de la siguiente manera:
"Estaba María Magdalena llorando fuera, junto al
sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le dicen: - ¿Mujer,
por qué lloras? - Ella les responde: - Porque se han llevado a mi Señor, y no
sé donde lo han puesto.
Dicho esto se volvió y vio que Jesús estaba ahí, pero no
sabía que era Jesús.
Le dice Jesús: - ¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el encargado de aquella finca le
dijo: - Señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has puesto, yo me lo
llevaré.
Jesús le dice: '¡María!'
Ella lo reconoce y le dice: '¡Oh Maestro!' (y se lanzó a
besarle los pies).
Le dijo Jesús: - Suéltame, porque todavía no he subido al
Padre. Vete donde los hermanos y diles: 'Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi
Dios a vuestro Dios'.
Fue María Magdalena y les dijo a los discípulos: - He
visto al Señor, y me ha dicho esto y esto." (Jn. 27, 11).
Esta mujer tuvo el honor de ser la encargada de comunicar
la noticia de la resurrección de Jesús.
Fuente: EWTN
Nota de redacción:
No hay criterio unánime en cuanto a que María Magdalena
sea la misma María, hermana de Marta y hermana de Lázaro. Se pueden leer más
argumentaciones en uno y otro sentido haciendo clic acá.
Palabras del Beato Juan Pablo
II
“No se preocupen tanto por ‘evangelizar’,
preocúpense por ‘cristificarse’ :
ya que así evangelizarán
por su mera presencia y ejemplo”
Beato Juan Pablo II
Tema del día:
Ansiaban escucharlo
El domingo pasado veíamos cómo Jesús envía a sus
apóstoles a predicar de dos en dos por aquellos pueblos cercanos. Hoy
consideramos la vuelta. Vuelven contentos por la labor realizada. Han visto
cómo los demonios se alejaban, especialmente por la conversión de muchos a
quienes predicaban lo que ellos habían aprendido de las enseñanzas de Jesús.
Pero también estaban cansados. Jesús, lleno siempre de bondad y misericordia
les propone tener unas vacaciones. Para ello suben a la barca para pasar a la
otra orilla, que era lugar más solitario a fin de poder examinar y evaluar todo
lo que habían realizado en aquellos días de predicación.
Las vacaciones son muy buenas o, como podemos decir de
todas las cosas de la tierra, pueden ser buenas, como también pueden
desvirtuarse. Desgraciadamente hay cristianos que en tiempo de vacaciones se
apartan de las cosas de Dios, porque se entregan al desenfreno y quizá a los
vicios. Decía el papa Juan Pablo II que las vacaciones sirven para “redescubrir
los auténticos valores del espíritu”. Lo que pasa, decía, es que muchas veces
“se quema el espíritu por la disipación y la simple diversión”. Pero, decía: “pueden
convertirse en una ocasión propicia para volver a dar aliento a la vida
interior”. Así que buena es una sana recreación y esparcimiento, pero dejando
espacio para la oración, las buenas lecturas, sin olvidar la participación en
los sacramentos, especialmente la Eucaristía en el día del Señor.
El caso es que la gente, que ansiaba escuchar la palabra
de Jesús, cuando les vio marcharse en la barca, se fueron deprisa por la
orilla, y cuando llegó Jesús con los apóstoles, vio que había una gran multitud
deseando escucharle. Se terminaron las vacaciones. A veces encontramos personas
que o nunca pueden tener vacaciones por sus ocupaciones como pasa con muchas
familias pobres, o no quieren tenerlas, como pasa con personas religiosas muy
entregadas a su vida de convento o a labores apostólicas. De todas las maneras
podemos considerar, como vacaciones necesarias para todos, los momentos que
debemos tener de oración y tranquilidad con Dios, como Jesús que se solía
retirar solo a orar. La misa del domingo podemos aceptarla como un pequeño
retiro con Jesús para revisar nuestra vida. Mucho más si tenemos oportunidad
para otros retiros especiales, como pueden ser encuentros eclesiales.
Jesús se compadeció de la gente porque les vio “como
ovejas sin pastor”. Hoy en la primera lectura el profeta Jeremías, de parte de
Dios, se queja de los malos pastores o guías espirituales en el pueblo de
Israel y promete que Dios enviará un pastor de verdad que nos guiará por los
caminos rectos. Una oveja sin pastor no es oveja libre sino descarriada, que va
sin saber a dónde ir y está expuesta al asalto de cualquier alimaña. Así pasa
con muchos que se creen libres, pero están desorientados. No encuentran el
sentido de su vida y cada vez ven más problemas sin soluciones. Debemos tener un
verdadero pastor, que no sea un hombre como nosotros. Por eso Dios mismo se
hizo como nosotros, para enseñarnos el camino, de modo que nosotros, sin perder
la libertad, aceptemos el camino recto del amor y las bienaventuranzas.
Jesús actúa como un verdadero pastor. No pierde la calma,
sino que “con calma” se pone a predicar. No nos dice san Marcos qué es lo que
predicaría. Cuando es así, se supone que principalmente expondría el “Reino de
los cielos”, como dice al principio de su evangelio, Reino que ya se da aquí al
aceptar el amor de nuestro Padre Dios y al realizar ese amor en la concordia y
hermandad entre todos nosotros.
En la Iglesia es necesaria la formación de “pequeños
grupos”, pero también la dedicación a la multitud. A veces es difícil el equilibrio
y puede haber tensiones y problemas. Jesús predicaba a la multitud, pero muchas
veces se reunía a solas con los discípulos, porque les tenía que enseñar más
profundamente lo que hablaba para todos. Así nosotros aprovechemos lo que es
para todos y los encuentros más íntimos.
P. Silverio Velasco (España)
Nuevo video
Hay un nuevo video subido a este blog.
Para verlo tienes que ir al final de la página.
Pensamientos sanadores
Pide al Señor la disciplina en tu vida espiritual
Cierta disciplina, orden y obediencia, en la vida
espiritual resultan de gran ayuda para seguir adelantando en el camino de las
cosas del Señor.
En la mayoría de los casos no le damos a Dios la
oportunidad de hablarnos, porque no sabemos permanecer quietos y escuchar; no
le permitimos a Dios recargar nuestras energías y fuerza espiritual, porque no
apartamos un tiempo para esperar en él.
¿Cómo podremos asumir las cargas de la vida si no tenemos
contacto con que el que es el Señor de toda la vida?
¿Cómo podremos hacer la obra de Dios, a menos que sea con
la fuerza que Dios da? ¿Cómo podremos
recibir esas fuerzas si no buscamos en tranquilidad y a solas la
presencia de Dios?
Cuando un silencio
apacible envolvía todas las cosas y la noche había llegado a la mitad de su
rápida carrera, tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono
real. Sabiduría 18, 14
Nunca nos olvidemos de
agradecer
Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por
las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Nuestra querida amiga Pipi (María del Pilar), de Córdoba,
Argentina, agradece al Señor por el feliz nacimiento de su nuevo nieto: Tomás.
Desde México llega un agradecimiento a la Virgen de
Guadalupe por la excelente evolución de la bebita Mía Fernanda que ya está muy
bien en su casa.
Desde Austria agradecen al Sagrado Corazón de Jesús y a
la Santísima Virgen por la milagrosa recuperación pos operatoria de Reinaldo,
que tuvo una cirugía de urgencia y de alto riesgo por obstrucción intestinal.
Desde República Dominicana, agradecen al Señor por el
éxito de la operación de la niña Kamila V. B. Gracias Señor Jesús, gracias
Divino Niño, gracias Madre Santísima.
Llega también un agradecimiento por las oraciones hechas
en favor de José Alfredo, de Perú, que fue operado de un tumor en un ojo que
resultó benigno. Damos gracias a Dios y a nuestra Santa Madre la Virgen María.
De los primeros días del mes tenemos algunos
agradecimientos que no llegamos a publicar antes y que son: por la recuperación
de Oreste M. que tuvo un infarto y ya salió del hospital; por el feliz
nacimiento de Francisca María, en Rosario, Argentina, luego de un embarazo
complicado; y por la recuperación de la salud de nuestro lector Enrique G. S.
cuyas plegarias y las nuestras fueron atendidas en el cielo.
"Intimidad Divina"
Domingo XVI del Tiempo Ordinario
El tema de Dios-pastor y, por lo tanto, del
Mesías-pastor, tan querido en el Antiguo Testamento, retorna con frecuencia en
la Liturgia. El Evangelio (Mc 6, 30-34) bosqueja en síntesis la actividad de
Jesús pastor. Sus primeros cuidados son para los apóstoles, porción elegida de
su grey, que reúne en torno a sí después de las fatigas de su primera misión.
“Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco” (ib 30). Es
imposible un apostolado fecundo sin estas pausas reparadoras junto al Maestro,
destinadas a tomar nuevas fuerzas, no sólo físicas sino espirituales. Pausa de
oración y de atención interior para profundizar la palabra del Señor y
encarnarla cada vez mejor en la propia vida.
El Evangelio presenta luego la actividad intensa de Jesús
en favor del pueblo que se le estrecha en torno sin dejarle un momento de
respiro. “Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo
ni para comer” (ib 31). Y cuando el Señor parte en la barca en busca de un poco
de soledad, la gente lo alcanza y hasta se le adelanta, de modo que al
desembarcar se encuentra de nuevo oprimido por la multitud. Ante este
espectáculo –nota San Marcos–, “le dio lástima de ellos, porque andaban como
ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma” (ib 34).
Olvidado de sí, Jesús se da totalmente al cuidado del
rebaño que el Padre le ha confiado, ahora para adoctrinarlo como un día en la
cruz para redimirlo. Es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas y enseña a
los que le representan a hacer otro tanto. Si solamente los obispos y
sacerdotes son los pastores oficiales del pueblo de Dios, también participan de
ese oficio, aunque de forma más modesta e indirecta, cuantos ocupan un puesto
de responsabilidad en la familia, en la escuela o en la sociedad. Para cumplir
su misión, necesitan todos ellos poner sus ojos en Jesús y amoldarse a él.
Buen Pastor, tú
solo eres necesario. Tú sabes lo que necesitamos y nos lo concedes en el
momento que quieres; danos a tus pobres ovejas el pasto que necesitamos en cada
momento; ora consuelas para impedir el desánimo, ora dejas sentir el
desbarajuste al alma para producir humildad que es verdad. Estamos en buenas
manos. Tu corazón no cesa de velar por nosotros; nos amas infinitamente, nos
ves de continuo y eres omnipotente. Preparas nuestra eternidad feliz con los
medios que tú sabes, haciéndonos trabajar penosamente cuando nosotros, niños
pequeños, querríamos descansar. (C. de Foucauld, Carta)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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