PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 7 - Número 1766 ~
Miércoles 25 de Julio de 2012
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Probablemente no hay mejor modo de echar un vistazo al
futuro que observar la cara de los niños.
Los niños que juegan hoy a mis pies o en mi barrio crecerán hasta ser
los curadores del mundo. Y en el fondo
de mi corazón sé que, cualquiera sea la obra que estos niños elijan para su
vida, siempre serán hijos muy amados de Dios.
¿Puedo acaso hacer algo mejor por mi familia, mi
vecindario y mi mundo que ocuparme de los niños? Ya sea madre, abuela, maestra u otra
encargada del cuidado de niños, rezo por ellos con fe y con amor incondicional.
Les brindo el tipo de atención que les permita desarrollar las habilidades que
Dios les dio, tan amable y bellamente como la rosa despliega sus pétalos a la
vida de todos.
Ofrezco mis plegarias, mi atención y mi amor a los niños
del mundo.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos
de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué
quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu
derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que
pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos».
Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no
es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi
Padre».
Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos
hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las
dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha
de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre
vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros,
será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a
ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».
(Mt 20,20-28)
Comentario
Hoy, en el fragmento del Evangelio de San Mateo
encontramos múltiples enseñanzas. Me limitaré a subrayar una, la que se refiere
al absoluto dominio de Dios sobre la historia: tanto la de todos los hombres en
su conjunto (la humanidad), como la de todos y cada uno de los grupos humanos
(en nuestro caso, por ejemplo, el grupo familiar de los Zebedeos), como la de
cada persona individual. Por esto, Jesús les dice claramente: «No sabéis lo que
pedís» (Mt 20,22).
Se sentarán a la derecha de Jesucristo aquellos para
quienes su Padre lo haya destinado: «Sentarse a mi derecha o mi izquierda no es
cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre»
(Mt 20,23). Así de claro, tal como suena. Precisamente decimos en español: «No
se mueve la hoja en el árbol sin la voluntad del Señor». Y así es porque Dios
es Dios. Digámoslo también a la inversa: si no fuera así, Dios no sería Dios.
Ante este hecho, que se sobrepone ineludiblemente a todo
condicionamiento humano, a los hombres sólo nos queda, en un principio, la
aceptación y la adoración (porque Dios se nos ha revelado como el Absoluto); la
confianza y el amor mientras caminamos (porque Dios se nos ha revelado, a la
vez, como Padre); y al final... al final, lo más grande y definitivo: sentarnos
junto a Jesús (a su derecha o a su izquierda, cuestión secundaria en último
término).
El enigma de la elección y la predestinación divinas sólo
se resuelve, por nuestra parte, con la confianza. Vale más un miligramo de
confianza depositada en el corazón de Dios que todo el peso del universo
presionando sobre nuestro pobre platillo de la balanza. De hecho, «Santiago
vivió poco tiempo, pues ya en un principio le movía un gran ardor: despreció
todas las cosas humanas y ascendió a una cima tan inefable que murió
inmediatamente» (San Juan Crisóstomo).
Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Santiago el Mayor
Apóstol de Cristo - Patrono
de España
Santiago es uno de los doce Apóstoles de Jesús; hijo de
Zebedeo. El y su hermano Juan fueron llamados por Jesús mientras estaban
arreglando sus redes de pescar en el lago Genesaret. Recibieron de Cristo el
nombre "Boanerges", significando hijos del trueno, por su
impetuosidad.
En los evangelios se relata que Santiago tuvo que ver con
el milagro de la hija de Jairo. Fue uno de los tres Apóstoles testigos de la
Transfiguración y luego Jesús le invitó, también con Pedro y Juan, a compartir
más de cerca Su oración en el Monte de los Olivos.
Los Hechos de los Apóstoles relatan que éstos se
dispersaron por todo el mundo para llevar la Buena Nueva. Según una antigua
tradición, Santiago el Mayor se fue a España. Primero a Galicia, donde
estableció una comunidad cristiana, y luego a la cuidad romana de Cesar
Augusto, hoy conocida como Zaragoza. La Leyenda Aurea de Jacobus de Voragine
nos cuenta que las enseñanzas del Apóstol no fueron aceptadas y solo siete
personas se convirtieron al Cristianismo. Estos eran conocidos como los
"Siete Convertidos de Zaragoza". Las cosas cambiaron cuando la Virgen
Santísima se apareció al Apóstol en esa ciudad, aparición conocida como la
Virgen del Pilar. Desde entonces la intercesión de la Virgen hizo que se
abrieran extraordinariamente los corazones a la evangelización de España.
En los Hechos de los Apóstoles descubrimos fue el primer
apóstol martirizado. Murió asesinado por el rey Herodes Agripa I, el 25 de
marzo de 41 (día en que la liturgia actual celebra La Anunciación). Según una
leyenda, su acusador se arrepintió antes que mataran a Santiago por lo que
también fue decapitado. Santiago es conocido como "el Mayor",
distinguiéndolo del otro Apóstol, Santiago el Menor.
La tradición también relata que los discípulos de
Santiago recogieron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia (extremo norte-oeste
de España). Sus restos mortales están en la basílica edificada en su honor en
Santiago de Compostela. En España, Santiago es el más conocido y querido de
todos los santos. En América hay numerosas ciudades dedicadas al Apóstol en
Chile, República Dominicana, Ecuador, Cuba y otros países.
Apóstol Santiago:
pídele a Jesús que seamos muchos, muchos, los que como tú, nos dediquemos con
toda valentía y generosidad a propagar por el mundo la religión de Cristo.
Fuente: Catholic.net
Grandes sacerdotes:
Padre Cayetano Bruno sdb
Hoy iniciamos una serie nueva dentro de “Pequeñas
Semillitas”, con la intención de difundir y exaltar las historias de grandes
sacerdotes cuyas vidas y obras han sido verdaderas gracias concedidas por Dios
a la Iglesia Católica. Esta serie, que titularemos “Grandes sacerdotes”, se
publicará periódicamente, a medida que tengamos material, para lo cual se
invita a los lectores a que envíen biografías (con foto) de sacerdotes que
conozcan y que consideren que puedan reunir virtudes especiales como para ser
mencionados en esta sección que hoy iniciamos.
El ilustre padre Bruno nació en la ciudad de Córdoba el
23 de julio de 1912, en el seno de un hogar de inmigrantes italianos conformado
por sus padres Gaetano y Epifanía Bruno y otros siete hermanos.
Bautizado en la parroquia del Pilar y confirmado en el
Colegio Salesiano “San Pío X” de la misma ciudad, hizo allí el ciclo primario.
Ingresó al aspirantado Vignaud de su provincia natal en 1924, haciendo
profesión perpetua en 1933.
Estudiante de Teología y Filosofía del Instituto Villada,
se ordenó en la iglesia cordobesa de María Auxiliadora el 29 en noviembre de
1936 y al año siguiente viajó a Roma para estudiar Derecho Canónico en la
Pontificia Universidad Lateranense de esa ciudad.
Catequista y profesor de Derecho y Liturgia en el
Instituto Teológico Internacional Villada del que había sido alumno, en 1953 se
hizo cargo de la cátedra de Derecho Canónico en la Universidad Salesiana de
Turín, de la que fue decano en 1957 cuando aquella se trasladó a Roma.
De regreso en la Argentina pasó a integrar la Editorial
Salesiana Don Bosco, que publicaría la mayoría de sus trabajos.
Efectuó varios viajes de investigación para consultar
archivos en el exterior, especialmente en Roma, a la que se trasladó en 1978 y
1982, siendo asiduo consultor del “Archivo Secreto del Vaticano” abierto por S.
S. Juan Pablo II.
En 1975 el padre Bruno fue incorporado como miembro de
número a la Academia Nacional de la Historia y ese mismo año pasó a integrar también
la Junta de Historia Eclesiástica. En 1978 recibió el premio “Consagración
Nacional” por la amplia difusión de su obra.
Historiador e investigador fecundo, el padre Bruno sacó a
la luz trabajos de notable trascendencia, dieciocho de los cuales fueron
publicados por Ediciones Didascalia entre 1991 y 2000, dedicadas a la acción
evangelizadora de la Iglesia Católica en tierras de Hispanoamérica. Sus libros
más importantes fueron: Bases y concordato entre la Santa Sede y la Argentina
(1947), La Virgen Generala. Estudio fundamental (1954), Para una reforma
católica de la Constitución Argentina (1956), Historia Argentina (1976), Las
florecillas de San Francisco Solano (1976), Las florecillas de San Martín de
Porres (1981), Historia de las manifestaciones de la Virgen, Los salesianos y
las Hijas de María Auxiliadora en la Argentina (1981), La religiosidad del
General San Martín (1978), Iglesia y Estado en las Indias (póstumo) y su
monumental Historia de la Iglesia en la Argentina, doce tomos editados por los
salesianos en 1981.
Si a ellos agregamos sus estudios especializados, es de
observar que estamos frente a un eminente erudito que mereció haber tenido una
trascendencia universal, digno de ser comparada con los célebres Teodoro
Mommsen o Ludwig Von Pastor.
El Padre Cayetano Bruno no solo ha prestigiado a las
letras nacionales. Fue uno de los artífices de la nación culta y civilizada que
hizo del nuestro uno de los pueblos más elevados del continente. Pero sobre
todo fue un ejemplar galardón de la Iglesia Católica en la Congregación
Salesiana.
Poseyó el don de ciencia y la sabiduría de aquellos que,
fieles al Señor y su Santísima Madre, Auxilio de los Cristianos, creen para
entender y entienden para creer aún más firmemente.
El notable salesiano encontró en la meditación de los
sagrados misterios trinitarios “la Verdad, el Camino y la Vida”, lo que
demostró en cada instante de su vida sacerdotal.
Su piadosa devoción al Santísimo Sacramento y al Santo
Rosario le permitieron ahondar en la complejidad de los problemas del alma, lo
que supo aprovechar en el sacramento de la Reconciliación durante sus
incontables años como confesor en la Basílica de María Auxiliadora.
Su negro talante, desteñido por los años de infatigable
celo apostólico, pastoral y docente, fue su más preciada condecoración. Partió
de estas tierras a engrosar las huestes de su único Rey y Caudillo, bajo la
maternal mirada de su Madre y Señora, el 13 de julio del año 2000.
Nota de Redacción:
El P. Cayetano Bruno sdb es primo hermano de nuestro
querido amigo, lector y colaborador, P. Félix María Bruno, salesiano cordobés
(argentino) radicado en Montevideo, Uruguay, quien nos ayuda en temas
espirituales desde hace muchos años.
La frase de hoy
"A don Cayetano Bruno -al decir del padre Furlong,
un Don Bosco redivivo- le estuvo deparada la dicha de descubrir el corazón
religioso de un pueblo. Su tenacidad de investigador y su unción de hombre
religioso hicieron posible que los papeles dormidos en los archivos se
convirtieran en la expresión de la constante religiosidad de nuestro pueblo”
Cardenal Jorge Bergoglio
Nuevo video y artículo
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"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Pensamientos sanadores
Crece en la paz y difúndela a todos los ambientes
Si en la sociedad hay violencia, es porque también existe
en los hogares.
La paz debe comenzar a echar raíces cada vez más
profundas en nuestros corazones.
Sólo teniendo paz interior, podremos ser pacificadores en
nuestros hogares y en todos los ambientes a los cuales el Señor nos envía.
María no se encerró en una paz individualista y cómoda,
sino que su armonía interior la comprometía a salir en respuesta a las
necesidades de todos aquellos que la rodeaban.
Incluso, en las bodas de Caná de Galilea, ella nos
muestra cómo podemos satisfacer aquellas carencias que pueden presentarse como
secundarias.
Es que el verdadero amor no deja nada al azar y
compromete.
El amor y la paz son como dos hermanas que están siempre
juntas, donde está la una, también está la otra, y no pueden hacer más que
contagiar a todos.
La Madre de Jesús
dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”. Juan 2, 5.
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por la unión de las
familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones
sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Mercedes
G., una joven mujer de Bahía Blanca, Argentina, madre de un bebé de 5 meses,
que la semana pasada fue transplantada en forma urgente del hígado en Buenos
Aires y luego se complicó hasta ser llamada por el Señor al cielo. Que María
Santísima lleve consuelo a su familia y proteja a su bebé.
Una lectora de Carlos Paz, Argentina, nos escribe y pide
que recemos todos haciendo una gran cadena de oración por Argentina, para rogar
por nuestra amada patria de tal modo que, como dice la oración, se cumpla
aquello de “Argentina levántate y camina”. Que la virgen de Luján, patrona de
Argentina nos cubra con su manto de amor y el Señor de la Historia nos bendiga.
Nuestra lectora Carmen nos hace los siguientes pedidos de
oración: por la salud de Katty, de San Cristóbal, Venezuela; por la salud de
María Inés, de Guarenas, Venezuela; por la salud de Ana Rosa, de Caracas,
Venezuela; por tramitaciones personales de María Inés, de Caracas, Venezuela;
por la salud de Carmen Alicia, de San Cristóbal, Venezuela; y por la paz y el futuro
de ese país.
Seguimos rezando por Laura G., que es de México, para que
se recupere de su cáncer de mama.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo
ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com
y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos.
Oración por la Patria
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos
sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser
nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso
por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para
amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los
que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la
sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos
convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
"Intimidad Divina"
El justo vivirá por la fe
La fe debe ser la luz que ilumina toda la vida del
cristiano y no sólo sus horas de oración. No es difícil decir en la oración:
“Creo en Dios Padre todopoderoso”; pero instantes después, frente a una
obligación difícil, a una persona importuna, a una circunstancia dolorosa o que
trastorna los planes concebidos, se olvida fácilmente que todo eso lo dispone
Dios para la santificación, que Dios es Padre y piensa en el bien de cada uno
más de lo que el mismo interesado pueda pensar y que Dios es omnipotente y
puede ayudar en cualquier trance. Cuando pierde de vista la luz de la fe, el
cristiano se pierde en consideraciones y protestas puramente humanas o
descorazonamientos semejantes a los de quien no tiene fe. El que vive en la fe,
dice Sor Isabel de la Trinidad, “solo ve a Dios en todas las cosas… Entonces
dejamos de ser superficiales, incluso nuestras acciones más ordinarias, porque
nuestra vida ya no está inmersa en ellas” (Carta 268). Por encima de las
circunstancias y de los contactos terrenos, la persona de fe descubre la mano
de Dios, reconoce sus planes, acepta sus invitaciones y se adhiere a él.
El justo vive su fe no sólo para sí sino también para los
demás: “No se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín, sino sobre
el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa” (Mt 5, 15). La
luz de la fe, encendida en todo cristiano el día del bautismo, ha de ser tenida
en alto, por encima de todo pensamiento y razonamiento humanos, para que
alumbre a toda la casa: la casa interior del espíritu y la casa exterior del
ambiente y de la sociedad en que se vive. “Brille así vuestra luz –exhorta el
Señor– delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (ib 16) ¿Qué valdría la fe
sin las obras? “Pruébame tu fe sin obras –dice Santiago–, y y te probaré por
las obras mi fe” (2, 18). Testimoniar la fe con las obras: tal es el deber
fundamental de todo creyente.
“El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe
ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época” (GS 43).
Una conducta de ese tipo desacredita al Evangelio y es motivo de desorientación
y escándalo. Al mismo tiempo que señala ese peligro, el Vaticano II insiste en
la necesidad “de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez
las dificultades y poderlas vencer… Esta fe debe manifestar su fecundidad
imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes” (ib 21), de modo
que den prueba de un cristianismo vivido integralmente. Este deber incumbe
también a los simples fieles, los cuales están llamados a participar “de la
función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la
vida de la fe y caridad” (LG 12). Las palabras convencen poco al mundo moderno;
exige el testimonio de los hechos, y sólo éste puede inducirlo a aceptar el
anuncio del Evangelio. Se convierten en “poderosos pregoneros de la fe”, sólo
aquellos que, “sin vacilación unen a la vida según la fe, la profesión de esa
fe” (LG 35).
Señor, ¿sirve de
algo haber creído de corazón para ser justificado, si rehúsan los labios
proclamar las convicciones del corazón? Bien ves tú la fe interior, mas no
basta… Oh Cristo Señor, que no me sonroje nunca de tu nombre. Insúltenme por
creer en un crucificado, en un condenado a muerte. Sí, condenado a muerte, pero
cuya sangre, de no haber manado, aun subsistiría la escritura de nuestros
delitos. (San Agustín)
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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