martes, 12 de abril de 2011

Pequeñas Semillitas 1328

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1328 ~ Martes 12 de Abril de 2011
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
A nosotros también Jesús nos pregunta: ¿Crees en la resurrección? ¿Crees en tu resurrección personal? Con Jesús estamos destinados, ya desde ahora, a la vida que no acaba. Es la transición de la fe tradicional a la novedad de Jesús.  La vida eterna no es sólo una esperanza para el futuro, sino una realidad que ya ha comenzado. Quien cree en Jesús resucitado no puede vivir sin alegría y sin esperanza.
¿En qué se nota que somos personas resucitadas? ¿Transmitimos, a nivel personal y como comunidad de creyentes, la energía, la novedad, la libertad, la alegría, la vida... que comunica el Espíritu de Jesús Resucitado? ¿O estamos instalados en la pereza, en el derrotismo, en la estéril mediocridad?
Jesús nos libera de ataduras, nos hace salir de nuestras dudas, miedos, egoísmos, tristezas, rutinas, cobardías...


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:«Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir». Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: ‘Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’?». El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados».
Entonces le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les respondió: «Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar, pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a Él es lo que hablo al mundo». No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él». Al hablar así, muchos creyeron en Él.
(Juan 8, 21-30)

Comentario
Hoy, martes V de Cuaresma, a una semana de la contemplación de la Pasión del Señor, Él nos invita a mirarle anticipadamente redimiéndonos desde la Cruz: «Jesucristo es nuestro pontífice, su cuerpo precioso es nuestro sacrificio que Él ofreció en el ara de la Cruz para la salvación de todos los hombres» (San Juan Fisher).
«Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre...» (Jn 8,28). En efecto, Cristo Crucificado —¡Cristo “levantado”!— es el gran y definitivo signo del amor del Padre a la Humanidad caída. Sus brazos abiertos, extendidos entre el cielo y la tierra, trazan el signo indeleble de su amistad con nosotros los hombres. Al verle así, alzado ante nuestra mirada pecadora, sabremos que Él es (cf. Jn 8,28), y entonces, como aquellos judíos que le escuchaban, también nosotros creeremos en Él.
Sólo la amistad de quien está familiarizado con la Cruz puede proporcionarnos la connaturalidad para adentrarnos en el Corazón del Redentor. Pretender un Evangelio sin Cruz, despojado del sentido cristiano de la mortificación, o contagiado del ambiente pagano y naturalista que nos impide entender el valor redentor del sufrimiento, nos colocaría en la terrible posibilidad de escuchar de los labios de Cristo: «Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos?».
Que nuestra mirada a la Cruz, mirada sosegada y contemplativa, sea una pregunta al Crucificado, en que sin ruido de palabras le digamos: «¿Quién eres tú?» (Jn 8,25). Él nos contestará que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), la Vid a la que sin estar unidos nosotros, pobres sarmientos, no podemos dar fruto, porque sólo Él tiene palabras de vida eterna. Y así, si no creemos que Él es, moriremos por nuestros pecados. Viviremos, sin embargo, y viviremos ya en esta tierra vida de cielo si aprendemos de Él la gozosa certidumbre de que el Padre está con nosotros, no nos deja solos. Así imitaremos al Hijo en hacer siempre lo que al Padre le agrada.
Rev. D. Josep Mª MANRESA Lamarca (Les Fonts del Vallès, Barcelona, España)


Santoral y Efemérides


  En el SANTORAL CATÓLICO, hoy conmemoramos a:




Fuente: Catholic.net

  Con relación a las EFEMÉRIDES, en un día como hoy…

1539 - Nace Garcilaso de la Vega, "El Inca", historiador y militar nacido en Cuzco.
1654 - Inglaterra se anexa Irlanda y Escocia y forma la Gran Bretaña.
1671 - Canonizan al jesuita español San Francisco de Borja.
1862 - Bartolomé Mitre asume la presidencia de la Nación por la delegación de poderes de las legislaturas provinciales argentinas.
1876 - Una división al mando del Cnel. Conrado Villegas funda el fortín de Trenque Lauquen, Argentina.
1942 - Nace Carlos Reutemann, piloto de F1 y gobernador de Santa Fe, Argentina.
1945 - En los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, muere el presidente de los EE.UU., Franklin Delano Roosevelt.
1955 - Se demuestra la eficacia y seguridad de la vacuna Salk contra la poliomielitis.
1961 - La Unión Soviética lanza la Vostok 1 con Yuri Gagarin, el primer ser humano en ponerse en órbita alrededor de la Tierra.
1975 - Muere la cantante estadounidense Josephine Baker.
1981 - Se lanza por primera vez el transbordador espacial Columbia, la primera astronave que luego de orbitar vuelve a la Tierra aterrizando como un avión.
1987 - Concluye la segunda visita pastoral del Papa Juan Pablo II a la Argentina.
1989 - Muere Ray "Sugar" Robinson, boxeador estadounidense campeón del Mundo de los pesos welter y medio, considerado como uno de los más grandes de la historia.
1992 - Se abre Euro Disney en las afueras de París.

Fuente: Periodismo.com


Pensamiento


El perdón es una decisión, no un sentimiento,
porque cuando perdonamos
no sentimos más la ofensa,
no sentimos más rencor.
Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma
y la tendrá el que te ofendió.

Madre Teresa de Calcuta


Tema del día:
14 excusas habituales para no confesarse
y cómo rebatirlas


Cuando se trata de acercarse al sacramento de la confesión es muy común escuchar algunos de los siguientes «motivos» para justificar su inutilidad o su inconveniencia. Estos son los 14 más habituales:

• 1 - ¿Quién es el señor cura para perdonar los pecados?

Sólo Dios puede perdonarlos. Sabemos que el Señor les dio ese poder a los Apóstoles; además, ese argumento lo he leído antes… precisamente en el Evangelio: lo decían los fariseos, indignados, cuando Jesús perdonaba los pecados… (consúltese Mt 9, 1-8).

• 2 - Yo me confieso directamente con Dios, sin intermediarios.

Genial… pero hay algunos «peros» que se tienen que considerar… ¿Cómo sabes que Dios acepta tu arrepentimiento y te perdona? ¿Escuchas alguna voz celestial que te lo confirma? ¿Cómo sabes que estás en condiciones de ser perdonado? Te darás cuenta de que la cosa no es tan sencilla… Una persona que roba un banco y se niega a devolver el dinero, por más que se confiese directamente con Dios o con un sacerdote, si no tiene intención de reparar el daño hecho -en este caso, devolver el dinero-, no puede ser perdonada… porque ella misma no quiere «deshacerse» del pecado.

Por otro lado, este argumento no es nuevo: hace casi 1600 años, San Agustín replicaba a quien argumentaba del mismo modo: «Nadie piense: yo obro privadamente, de cara a Dios… ¿Es que sin motivo el Señor dijo: “Lo que atareis en la tierra, será atado en el Cielo”? ¿Acaso les fueron dadas a la Iglesia las llaves del Reino de los Cielos sin necesidad? Al proceder así, frustramos el Evangelio de Dios, hacemos inútil la palabra de Cristo».

  3 - ¿Por qué le voy a decir mis pecados a un hombre como yo?

Porque ese hombre no es un hombre cualquiera: tiene el poder especial para perdonar los pecados (el Sacramento del Orden). Esa es la razón por la que tienes que acudir a él.

  4 - ¿Por qué le voy a decir mis pecados a un hombre que es tan pecador como yo?

El problema no radica en la «cantidad» de pecados: si es menos, igual o más pecador que tú…. No vas a confesarte porque sea santo e inmaculado, sino porque te puede dar la absolución, un poder que tiene por el Sacramento del Orden, y no por su bondad. Es una suerte -en realidad, una disposición de la sabiduría divina- que el poder de perdonar los pecados no dependa de la calidad personal del sacerdote, cosa que sería terrible, ya que uno nunca sabría quién sería suficientemente santo como para perdonar. Además, el hecho de que sea un hombre y que como tal tenga pecados, facilita la confesión: precisamente porque sabe en carne propia lo que es ser débil, te puede entender mejor.

  5 - Me da vergüenza.

Es lógico, pero hay que superarla. Hay un hecho comprobado universalmente: cuanto más te cueste decir algo, tanto mayor será la paz interior que consigas después de decirlo. Y cuesta, precisamente, porque te confiesas poco; en cuanto lo hagas con frecuencia, verás como superarás esa vergüenza.

Asímismo, no creas que eres tan original…. Lo que vas a decir, el sacerdote ya lo ha escuchado miles de veces. A estas alturas de la historia, es difícil creer que puedas inventar pecados nuevos.

Por último, no te olvides de lo que nos enseñó un gran santo: el Diablo quita la vergüenza para pecar, y la devuelve aumentada para pedir perdón. No caigas en su trampa.

  6 - Siempre me confieso de lo mismo.

Eso no es problema. Hay que confesar los pecados que uno ha cometido, y es bastante lógico que nuestros defectos sean siempre más o menos los mismos. Sería terrible ir cambiando constantemente de defectos; además, cuando te bañas o lavas la ropa, no esperas que aparezcan manchas nuevas, que nunca antes habías tenido; la suciedad es más o menos siempre del mismo tipo. Para desear estar limpio basta con querer remover la mugre… independientemente de cuán original u ordinaria sea.

  7 - Siempre confieso los mismos pecados.

No es verdad que sean siempre los mismos pecados: son diferentes, aunque sean de la misma especie. Si yo insulto a mi madre diez veces, no se trata del mismo insulto, cada vez es uno distinto; así como no es lo mismo matar a una persona que a diez: si asesiné a diez no es el mismo pecado, sino diez asesinatos distintos. Los pecados anteriores ya me han sido perdonados, ahora necesito el perdón de los «nuevos», es decir, de los cometidos desde la última confesión.

  8 - Confesarme no sirve de nada, sigo cometiendo los pecados que confieso.

El desánimo puede hacer que pienses: «es lo mismo si me confieso o no, total, nada cambia, todo sigue igual». No es verdad. El hecho de que uno se ensucie, no hace concluir que es inútil bañarse. Alguien que se baña todos los días, se ensucia igual todos los días. Pero gracias a que se baña, no va acumulando mugre, y puede lucir limpio. Lo mismo pasa con la confesión. Si hay lucha, aunque uno caiga, el hecho de ir sacándose de encima los pecados hace que sea mejor. Es mejor pedir perdón, que no pedirlo. Pedirlo nos hace mejores.

  9 - Sé que voy a volver a pecar, lo que muestra que no estoy arrepentido.

Depende… Lo único que Dios me pide es que esté arrepentido del pecado cometido y que ahora, en este momento, esté dispuesto a luchar por no volver a cometerlo. Nadie pide que empeñemos el futuro que ignoramos. ¿Qué va a pasar en quince días? No lo sé. Se me pide que tenga la decisión sincera, de verdad, ahora, de rechazar el pecado. El futuro hay que dejarlo en las manos de Dios.

  10 - ¿Y si el confesor piensa mal de mí?

El sacerdote está para perdonar. Si pensara mal, sería un problema suyo del que tendría que confesarse. De hecho, siempre tiende a pensar bien: valora tu fe (sabe que si estás ahí contando tus pecados, no es por él, sino porque crees que él representa a Dios), tu sinceridad, tus ganas de mejorar, etcétera.

Supongo que te darás cuenta de que sentarse a escuchar pecados, gratuitamente -sin ganar un peso-, durante horas, si no se hace por amor a las almas, no se hace. De ahí que, si te dedica tiempo, te escucha con atención, es porque quiere ayudarte y le importas. Aunque no te conozca te valora lo suficiente como para querer ayudarte a ir al Cielo.

  11 - ¿Y si el sacerdote después le cuenta a alguien mis pecados?

No te preocupes por eso. La Iglesia cuida tanto este asunto que aplica la pena más grande que existe en el Derecho Canónico -la excomunión- al sacerdote que se atreviera a decir algo que conoce por la confesión. De hecho hay mártires por el sigilo sacramental: sacerdotes que han muerto por no revelar el contenido de la confesión.

  12 - Me da pereza.

Puede ser toda la verdad que quieras, pero no creo que sea un obstáculo verdadero, puesto que es bastante fácil de superar. Es como si uno dijese que hace un año que no se baña porque le da pereza…

  13 - No tengo tiempo.

No creo que te creas que en los últimos meses no hayas tenido disponibles diez minutos para confesarte. ¿Te animarías a comparar cuántas horas de televisión has visto en ese tiempo? Multiplica el número de horas diarias que ves por el número de días.

  14 - No encuentro un padre.

Los sacerdotes no son una raza en extinción, hay miles de ellos. En el último de los casos, en las páginas amarillas, busca el teléfono de tu parroquia; si ignoras el nombre, busca por la diócesis, así será más sencillo. De este modo podrás saber, en tres minutos como máximo, el nombre de un padre con el que te puedes confesar, e incluso concertar una cita para que no tengas que esperar.

Autor del texto: P. Eduardo Volpacchio
Tomado del Web Católico de Javier
 

Cuaresma día por día

 
Día 35º. Martes quinto (12 de Abril)

¿Puedo ayudarte en algo, Dios mío?

En una obra del escritor brasileño Pedro Bloch encuentro un diálogo con un niño que me deja literalmente conmovido.

- ¿Rezas a Dios? - pregunta Bloch.
- Sí, cada noche - contesta el niño.
- ¿Y qué le pides?
- Nada. Le pregunto si puedo ayudarle en algo.

Y ahora soy yo quien me pregunto a mí mismo qué sentirá Dios al oír a este chiquillo que no va a Él, como la mayoría de los mayores, pidiéndole dinero, salud, amor o abrumándole de quejas, de protestas por lo mal que marcha el mundo, y que en cambio, lo que hace es simplemente ofrecerse a echarle una mano, si es que la necesita para algo.

Que muchos días le reces así a Dios.

Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. Después termina con una oración final.

Web Católico de Javier


Pedidos de oración

Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa Iglesia Católica; por el Papa, los sacerdotes y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos; por la unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por la conversión de Rafael S. V. originario de la ciudad de Puebla, México.

Nuestra lectora Milena V. que vive en Pucallpa, Perú, pide oraciones para que Dios le dé prosperidad en un nuevo emprendimiento laboral que ha iniciado.

Pedimos oración por la salud física, mental y espiritual de Margarita D. S. y Lucía Margarita G. U. de 1 año y 4 meses de vida, de Managua, Nicaragua. Que Dios Misericordioso las llene con su amor y su protección junto con toda la familia de la que son parte.

Pedimos oración una vez más por la bebita María Cid M. que vive en México, hace unos días fue operada de una malformación intestinal y anoche estaba siendo operada nuevamente para corregir una fístula. Que María de Guadalupe la siga protegiendo y que Jesús Sanador ponga sus manos sobre ella para que finalmente los tratamientos sean eficaces y alcance su ansiada curación.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén


"Camino"

 
"Lee despacio estos consejos. Medita pausadamente estas consideraciones.
Son cosas que te digo al oído, en confidencia de amigo, de hermano, de padre.
Y estas confidencias las escucha Dios. No te contaré nada nuevo.
Voy a remover en tus recuerdos, para que se alce algún pensamiento que te hiera:
y así mejores tu vida y te metas por caminos de oración y de Amor.
Y acabes por ser alma de criterio"

San Josemaría Escrivá de Balaguer


Capítulo 8.

235
Examen. —Labor diaria. —Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio.
¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna?

236
A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo.

237
Examínate: despacio, con valentía. —¿No es cierto que tu mal humor y tu tristeza inmotivados —inmotivados, aparentemente— proceden de tu falta de decisión para romper los lazos sutiles, pero "concretos", que te tendió —arteramente, con paliativos— tu concupiscencia?

238
El examen general parece defensa. —El particular, ataque. —El primero es la armadura. El segundo, espada toledana.

-Continúa mañana-
Jardinero de Dios
- el más pequeñito de todos -

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