lunes, 15 de marzo de 2010

Pequeñas Semillitas 1014

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1014 ~ Lunes 15 de Marzo de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Volviendo sobre el texto del Evangelio de ayer domingo, la parábola del hijo pródigo, consideremos que el padre misericordioso también sale a buscar al hijo mayor. Este hijo representa la actitud farisaica que Jesús quería combatir. Se cree mejor que los demás, no ama, no tiene corazón capaz de acoger. Le indigna la conducta del Padre hacia su hermano menor, le parece demasiado blando. Él hubiera escogido un buen castigo, le hubiera desheredado definitivamente.
Pesa, cuenta, mide.... méritos e indulgencias. Trabaja por la recompensa. Tiende a juzgar y a condenar. Pretende marginar a los demás de la salvación.
¿Qué me sale más espontáneo: ser fiscal, juzgar, acusar, condenar o perdonar con facilidad, como hace el padre de la parábola, como hace Dios? ¿Soy tolerante, me alegro del bien, de la felicidad de los demás?


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
(Juan 4, 43-54)

Comentario
Hoy volvemos a encontrar a Jesús en Caná de Galilea, donde había realizado el conocido milagro de la conversión del agua en vino. Ahora, en esta ocasión, hace un nuevo milagro: la curación del hijo de un funcionario real. Aunque el primero fue espectacular, éste es —sin duda— más valioso, porque no es algo material lo que se soluciona con el milagro, sino que se trata de la vida de una persona.
Lo que llama la atención de este nuevo milagro es que Jesús actúa a distancia, no acude a Cafarnaúm para curar directamente al enfermo, sino que sin moverse de Caná hace posible el restablecimiento: «Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive’» (Jn 4,49.50).
Esto nos recuerda a todos nosotros que podemos hacer mucho bien a distancia, es decir, sin tener que hacernos presentes en el lugar donde se nos solicita nuestra generosidad. Así, por ejemplo, ayudamos al Tercer Mundo colaborando económicamente con nuestros misioneros o con entidades católicas que están allí trabajando. Ayudamos a los pobres de barrios marginales de las grandes ciudades con nuestras aportaciones a instituciones como Cáritas, sin que debamos pisar sus calles. O, incluso, podemos dar una alegría a mucha gente que está muy distante de nosotros con una llamada de teléfono, una carta o un correo electrónico.
Muchas veces nos excusamos de hacer el bien porque no tenemos posibilidades de hacernos físicamente presentes en los lugares en los que hay necesidades urgentes. Jesús no se excusó porque no estaba en Cafarnaúm, sino que obró el milagro.
La distancia no es ningún problema a la hora de ser generoso, porque la generosidad sale del corazón y traspasa todas las fronteras. Como diría san Agustín: «Quien tiene caridad en su corazón, siempre encuentra alguna cosa para dar».
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero (Viladecans, Barcelona, España)


Santoral Católico
Santa Luisa de Marillac
Fundadora de las Hermanas Vicentinas


Nació en Francia el 12 de Agosto de 1591. Huérfana a los 14 años, sintió un fuerte deseo de convertirse en religiosa, pero por su delicada salud, y su débil constitución no fue admitida. Se casó con Antonio Le Grass, secretario de la reina de Francia, María de Médicis, convirtiéndose en un modelo de esposa pues con su bondad y amabilidad logró transformar a su esposo que era duro y violento, y hasta obtuvo que en su casa todos rezaran en común las oraciones de cada día. Dios le concedió un hijo, a quien amó e inculcó una sólida fe católica desde pequeño.

A los 34 años falleció su esposo, y decidió entonces consagrar su vida al servicio de Dios. Esta santa mujer tuvo la dicha inmensa de tener como directores espirituales a dos santos muy famosos y extraordinariamente guías de almas: San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. Con San Francisco de Sales tuvo frecuentes conversaciones espirituales en París en 1618 (tres años antes de la muerte del santo) y con San Vicente de Paúl trabajó por treinta años, siendo su más fiel y perfecta discípula y servidora. San Vicente de Paúl había fundado grupos de mujeres que se dedicaban a ayudar a los pobres, atender a los enfermos e instruir a los ignorantes. Estos grupos de caridad existían en los numerosos sitios en donde San Vicente había predicado misiones, pero sucedía que cuando el santo se alejaba los grupos disminuían su fervor y su entusiasmo haciéndose necesario la presencia de alguien que los coordinase y animase permanentemente.

Dicha persona providencial fue Santa Luisa de Marillac, quien personalmente se ofreció para coordinar y dirigir a los grupos de caridad. La santa recorrió el país visitando las asociaciones de caridad, llevándoles gran cantidad de ropas y medicinas para entregar a los más necesitados.

En 1633, el 25 de marzo, las primeras cuatro jóvenes hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, bajo la dirección de Santa Luisa, naciendo así la más grande comunidad femenina que existe, las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad. La santa además escribió muchos textos y libros en los cuales recopiló las enseñanzas de San Vicente de Paúl y reflexiones personales, constituyendo una extraordinaria riqueza para la vida espiritual de sus religiosas y de todas las personas en general.

Falleció el 15 de Marzo de 1660, después de sufrir una dolorosa enfermedad y dejando fundada y muy extendida la más grande comunidad de religiosas. Las 33.000 religiosas vicentinas o hijas de la Caridad tienen más de 3.300 casas en el mundo. En la casa donde está sepultada su fundadora, en París, sucedieron las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a la vicentina Santa Catalina Labouré. Las religiosas fundadas por Santa Luisa se dedican exclusivamente a obras de caridad. El Papa Pío XI declaró santa a Luisa de Merillac en 1934, y el Sumo Pontífice Juan XXIII la declaró Patrona de los Asistentes Sociales.


Pensamiento


"Es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción"
Samuel Johnson


Tema del día:
Tiempos de agobio


Los tiempos que corren son para muchos un tiempo de agobios. No sólo se agobian quienes ostentan altas responsabilidades en los destinos de los países o en la compleja gestión de las grandes fusiones empresariales, sino que se agobia el tendero de la esquina, el chófer del autobús o la madre que acompaña a sus hijos al colegio. Los estudiantes se agobian por los trabajos que han de presentar, pero también por la acumulación de fiestas, de mensajes en el móvil o de llamadas perdidas. Los jubilados se agobian, porque muchas veces ya no tienen nada que hacer y toman sobre sí las responsabilidades de sus hijos o de sus nietos. De hecho, el «ando agobiado» o el «estoy agobiada» es una de las frases más recurrentes en la conversación ordinaria como expediente fácil para eludir las propias responsabilidades. Y también ocurre con frecuencia al recordar a alguien cuáles son sus deberes u obligaciones que se reciba como recurso exculpatorio un «Por favor, no me agobie».

Hace unas pocas semanas asistía a un congreso en una hermosa ciudad andaluza. El autobús, que debía recogernos en el hotel para llevarnos por la mañana a la sede del congreso, llegó con media hora de retraso. Era un día lluvioso y con abundante tráfico y en una maniobra poco feliz el enorme espejo retrovisor del exterior del autocar golpeó con un poste y se rompió. Hubo que parar para arreglar el desaguisado, mientras el conductor con fuerte voz y un marcado acento andaluz atribuía la causa de su impericia al «mardito eztré» al que —según él— la empresa le sometía. El estrés es el nuevo nombre del agobio. Mientras «agobio» parece tener su origen en el «gibbus» latino, giba, que lleva a pensar que la persona agobiada es la persona cargada de espaldas, con el «stress» anglosajón se hace más bien referencia a la tensión o la presión que una determinada situación plantea.

Llamémosle «estrés» o «agobio», se trata de un fenómeno fácilmente identificable y que casi siempre puede remediarse aplicando un poco de inteligencia. Quienes lo padecen piensan que su causa está en el exceso de actividades que tienen, pero, de ordinario, los problemas de agobio nacen realmente de la falta de atención. Los «estresados» —como el chófer de mi autobús— se encuentran en ese estado de agitación que llamamos «estrés» por no haber prestado suficiente atención a la tarea que tenían entre manos. Más aún, si se observa con detenimiento se descubre fácilmente que quienes se lamentan de estar agobiados lo están, de ordinario, porque tienen su atención desparramada en varias actividades simultáneas, en lugar de concentrarse en una sola cosa.

Es un notable error antropológico no advertir que si nuestra atención se dispersa en diversas tareas, incluso aunque sean placenteras o atractivas, los resultados son muchísimo más pobres que si atendemos a una actividad detrás de otra tratando de poner en cada una de ellas toda nuestra atención. Los seres humanos no somos máquinas multitarea, sino que alcanzamos nuestra plenitud cuando atendemos a una sola persona o a una sola actividad que ocupa por completo nuestro horizonte vital en ese determinado momento. Por ejemplo, quienes dedicamos nuestro trabajo a atender personas, a veces una detrás de otra y con un tiempo disponible limitado, hemos de tratar a cada una como si fuera la única del día, sin distraer nuestra imaginación con la persona a la que hemos de recibir después o con la actividad a la que al terminar la entrevista habremos de prestar atención. Esto requiere disciplina de la imaginación. Con carácter más general, podemos advertir que muchas personas trabajan pensando en las vacaciones y están de vacaciones pensando en el trabajo: siempre tienen la imaginación en otro lugar distinto al lugar y la tarea en la que realmente están y eso hace que vivan con enorme insatisfacción la realidad cotidiana que tienen entre manos en cada momento.

Un grupo de flamenco clásico se llamaba «Hijos del agobio» y refleja bien ese nombre esta característica de nuestro estilo de vida actual. Muchos de nuestros conciudadanos viven agobiados —así nos lo repiten constantemente— y muchas veces no saben por qué. Creen que es por el exceso de obligaciones o por los atascos del tráfico, pero realmente la causa de su estrés no está en el exterior, sino en el interior: están agobiados porque les falta tiempo por dentro para vivir el presente y así poder disfrutarlo, haciendo una cosa detrás de otra, con paz y con una sonrisa.

Jaime Nubiola
Fluvium.org


Cuaresma día por día


Día 27º. Lunes Cuarto - 15 de Marzo.

No aceptar un "no".

"En septiembre de 1980 -cuenta la Madre Teresa de Calcuta-, estuve en el Berlín Oriental, donde íbamos a abrir nuestra primera casa en un país bajo gobierno comunista. Llegué de Berlín Occidental con una hermana que debía quedarse allí para iniciar la labor. Habíamos solicitado el correspondiente visado, pero como no nos lo habían concedido todavía, le dijeron que sólo podría permanecer en el Berlín Oriental durante 24 horas; son muy estrictos en eso... Así pues, nos pusimos a rezar "Acordaos" a la Virgen, y al cabo de un rato, sonó el teléfono; no había nada que hacer: la hermana tendría que volverse conmigo... Pero como nunca aceptamos un "no" por respuesta, seguimos rezando y, al octavo "Acordaos", volvió a sonar el teléfono, lo cogí y una voz dijo: "Enhorabuena. Le han concedido el visado. Puede quedarse..." Le habían concedido un visado de seis meses, lo mismo que a otras hermanas. Al día siguiente, regresé a Berlín Occidental, dándole gracias a la Virgen".

Madre mía, auméntame la fe y que me dé cuenta de que las cosas que son para bien de Dios o de los demás, el "no" quiere decir "sigue rezando". Tú siempre nos escuchas.

Continúa hablándole a Dios con tus palabras.

P. José Pedro Manglano Castellary
http://webcatolicodejavier.org



Pedidos de oración


Pedimos oración por Leonila B. y su esposo, que son de Ecuador,para que Dios los conforte por la pérdida de su hijo Medardo Francisco, en un accidente laboral el pasado día 10 de marzo, y también por su esposa que se halla en el séptimo mes de gestación. Que Dios los conforte por esta inesperada partida.


Pedimos oración por Dorita, de Tucumán, Argentina, que debe encarar esta semana su segunda sesión de quimioterapia por cáncer de mama. Que el Señor la provea de toda la fuerza necesaria para superar con bien este tratamiento, la fortalezca en su fe y la acompañe en las molestias propias de estas circunstancias. Amén.


Pedimos oración por el alma de Manuel S., Martita de V., Rudy V. e Hilda M. que durante esta semana volvieron a la casa del Padre. Todos originarios de Guatemala.


Pedimos oración por la señora Rosa Nieves J. A. que es de Perú y que sigue grave en Cuidados Intensivos. Que la Divina Providencia la acompañe y le dé fuerzas a su hija en este trance.


Pedimos oración por Haydée O., una querida amiga de Cuba, que ha terminado su quimioterapia por cáncer de colon, rogando a la Santísima Virgen que la proteja, interceda por ella para que su salud esté bien, y cuide a su familia.


Pedimos oración por Claudia C., que vive en Perú, y que está pasando momentos difíciles de carencias económicas junto a sus cuatro hijos.


Pedimos oración por María A., que es hondureña pero está momentáneamente en USA, y padece graves problemas en la columna y también infección urinaria. Que el Señor la proteja y María la acompañe en todo momento.


Pedimos oración por el alma de Silvia Ch., de Río Gallegos, Argentina, que por propia determinación ha partido de este mundo, para que Dios en su infinita misericordia tenga piedad de ella, perdone su debilidad y le dé la paz que en este mundo no pudo o no supo alcanzar. Y rezamos también por sus tres hijos, Gustavo, Romina y Melania, que ahora quedan sin el sostén de sus padres, pues el papá había fallecido hace algunos años. Rogamos por todos ellos.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


Ven Espíritu Santo...!


Espíritu de benignidad, fortalécenos para que siempre juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente reflejo de tu infinita suavidad y dulzura.
P. Florentín Brusa cm


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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