jueves, 31 de diciembre de 2009

Pequeñas Semillitas 0949

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0949 ~ Jueves 31 de Diciembre de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
Hemos llegado al último día del año 2009 y es hora de agradecer a Dios por todo lo recibido en estos 365 días que hoy cerramos.
Dar gracias a Dios por todo... Por los días de sol brillantes y por los nublados tristes. Por los amaneceres luminosos, las tardes tranquilas y las noches oscuras. Por la salud y la enfermedad. Por las penas y las alegrías. Por la sonrisa amable y por la mano amiga. Por la existencia de los niños que son esperanza y de los ancianos que son sabiduría. Por las almas buenas. Por el amor. Por todo lo hermoso y lo dulce. Por las flores y el canto de los pájaros. Por la vida, por el trabajo, por el techo y el alimento, por las inquietudes, por la soledad que también enseña, por las dificultades y las lágrimas. Por estas Pequeñas Semillitas que él permitió que crecieran fuertes y multiplicadas en todas partes. ¡Gracias por TODO Señor...!
Y para el año que iniciamos pidamos Fe para ver a Dios en todo y todos, Esperanza para no desfallecer ante las dificultades y Caridad para amar cada día más. Pidamos paciencia, humildad, desprendimiento, generosidad.
Pidamos al Señor todo lo que necesitamos y nos conviene. Todo lo que tal vez no sabemos pedir. Pidamos un corazón alerta, un oído atento, manos y mente activas, y que estemos siempre dispuestos a hacer su Santa Voluntad.
Que el Señor derrame sus gracias sobre todos y conceda su paz al mundo entero.
Que así sea.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.
(Juan 1, 1-18)

Comentario
Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.
«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.
Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?
«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!
«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?
«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona, España)


Santoral Católico
San Silvestre, Papa


Este Santo Padre ejerció su pontificado en la época en la que Constantino decretó la libertad para los cristianos, dando alto a las persecuciones. El emperador Constantino le regaló a San Silvestre el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.

También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir la antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán. Durante su Pontificado se reunió en el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo declararon que quien no crea que Jesucristo es Dios, no es católico. Compusieron allí el Credo de Nicea. Dicen que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador cristiano

El Pontificado de San Silvestre duró 20 años. Murió el 31 de diciembre del año 335.


Pensamiento


“Examina la senda de tus pies,
y todos tus caminos sean rectos”

Proverbios 4:26


Tema del día:
Oración de fin y principio de año


Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana; el pasado y el futuro.

Al terminar este año quiero darte las gracias por todo aquello que recibí de Ti. Gracias por la vida y por el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que están más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón. Perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

Mañana iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aun sin estrenar y te presento estos días que solo Tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces e hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo bueno, que mi espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de Ti.

Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad.

Amén.


Meditación breve


Un año más que termina, quizá para algunos un año inolvidable, quizá para otros un año para el olvido, pero sea de una u otra forma es un año que jamás volveremos a repetir. Experiencias buenas o malas, todas tuvieron que haber servido para algo.
Ahora bien, evaluemos por un momento este año que está por terminar a través de algunas preguntas que te invito a que contestes con sinceridad delante de Dios, solo tú y Él:
- ¿Hubo alguna área de tu vida que te afectara espiritualmente?
- ¿Qué hiciste para superarla?
- ¿Cómo estuvo tu comunión con El Señor?
- ¿Cuánto tiempo en el día le dedicaste al Señor?
- ¿Te gozaste alabado al Señor en algún momento del Año?
- ¿Le hablaste a alguien de Cristo durante este año?
- ¿Leíste un libro completo de la Biblia y te edificaste durante este año?
- ¿Crees que agradaste a Dios con tu forma de vivir durante este año?
- ¿Tomaste en cuenta a Dios en tus decisiones durante este año?
- ¿Serviste a Dios como el se lo merecía?
- ¿Cumpliste las metas que te propusiste al comenzar este año?
Estas y muchas mas preguntas, son las que te tienes que responder a sinceridad delante de Dios.
Que Dios derrame de su gracia y su sabiduría sobre tu vida en este fin de año para que el próximo pueda ser un año de Éxito rotundo.
Enrique Monterroza


Un cuento de año nuevo


Dicen que cuando se acerca fin de año los ángeles curiosos se sientan al borde de las nubes a escuchar los pedidos que llegan desde la tierra.

- ¿Qué hay de nuevo? -pregunta un ángel pelirrojo, recién llegado.

- Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad...- contesta el ángel más viejo. Y bueno, todas esas son cosas muy importantes.

Lo que pasa es que hace siglos que estoy escuchando los mismos pedidos y aunque el tiempo pasa los hombres no parecen comprender que esas cosas nunca van a llegar desde el cielo, como un regalo.

- ¿Y qué podríamos hacer para ayudarlos? - Dice el más joven y entusiasta de los ángeles.

- ¿Te animarías a bajar con un mensaje y susurrarlo al oído de los que quieran escucharlo? - pregunta el anciano.

Tras una larga conversación se pusieron de acuerdo y el ángel pelirrojo se deslizó a la tierra convertido en susurro y trabajó duramente mañana, tarde y noche, hasta los últimos minutos del último día del año.

Ya casi se escuchaban las doce campanadas y el ángel viejo esperaba ansioso la llegada de una plegaria renovada. Entonces, luminosa y clara, pudo oír la palabra de un hombre que decía:

"Un nuevo año comienza. Entonces, en este mismo instante, empecemos a recrear un mundo distinto, un mundo mejor: sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres. Unamos nuestras manos y formemos una cadena humana de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que un calor va pasando de un cuerpo a otro, el calor del amor, el calor que tanta falta nos hace. Si queremos, podemos conseguirlo, y si no lo hacemos estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad".

Desde el borde de una nube, allá en el cielo, dos ángeles cómplices sonreían satisfechos.

Pancho Aquino


Reflexión Mariana


Dios puso en María todo lo más bello y valioso que posee, incluso a su propio Hijo. Dios está perdidamente enamorado de María, su Obra Maestra, que formó de la nada, y que se quiso conservar como Dios la había creado perfecta. ¿Y nosotros no nos vamos a enamorar también de María? Si Dios, que es la Belleza infinita, está enamorado de María, ¿quiénes somos nosotros, pobres mortales, para no enamorarnos de María, que debe ser la delicia del Paraíso? Tengamos a María en nuestro pensamiento desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, porque su pensamiento es defensa contra el Maligno y sus astucias, y Ella es la causa de nuestra alegría. Si amamos a María, ya no estaremos nunca más tristes, porque María nos consolará en medio de las penas del presente día terreno, y caminará a nuestro lado tomándonos de su mano, y ya no tendremos miedo a nada y seremos felices desde este mundo, a pesar de ser este mundo un valle de lágrimas. Y como hay que imitar a Dios en todo, imitémosle en amar a María como Él la ama.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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