miércoles, 16 de diciembre de 2009

Pequeñas Semillitas 0934

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0934 ~ Miércoles 16 de Diciembre de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
En el pasado Jesús vino para enseñarnos a vivir humana y divinamente. En el presente viene en cada pobre y necesitado. Y en el futuro vendrá -al final de los tiempos- como Él nos prometió.
Lejos de ceder a la tristeza y al pesimismo, alégrate siempre en el Señor, porque Jesús viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Llegando donde Él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ‘¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?’».
En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».
(Lucas 7, 19-23)

Comentario
Hoy, cuando vemos que en nuestra vida no sabemos qué hemos de esperar, cuando a veces perdemos la ilusión porque no nos atrevemos a mirar más allá de nuestras deficiencias, cuando estamos alegres por ser fieles a Jesucristo y, a la vez, inquietos o lánguidos por no saborear los frutos de nuestra misión apostólica, el Señor quiere que nos preguntemos como Juan Bautista: «¿Debemos esperar a otro?» (Lc 7,20).
Está claro, el Señor es “listo”, y quiere aprovechar esta incertidumbre —por cierto, de lo más normal— para que hagamos examen de toda nuestra vida, veamos nuestras deficiencias, nuestros esfuerzos, nuestras enfermedades... y, así, nos reafirmemos en nuestra fe y multipliquemos “infinitamente” nuestra esperanza.
El Señor no tiene límites a la hora de cumplir su misión: «Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios...» (Lc 7,22). ¿Dónde tengo puesta mi esperanza? ¿Dónde tengo situada mi alegría? Porque la esperanza está íntimamente relacionada con la alegría interior. El cristiano, como es natural, ha de vivir como una persona normal de la calle, pero siempre con los ojos puestos en Cristo, que no falla nunca. Un cristiano no puede vivir su vida al margen de la de Cristo y de su Evangelio. Centremos nuestra mirada en Él, que todo lo puede, absolutamente todo, y no pongamos límites a nuestra esperanza. «En Él encontrarás mucho más de lo que puedes desear o pedir» (San Juan de la Cruz).
La liturgia no es un “juego sagrado”, y la Iglesia nos da este tiempo de Adviento porque quiere que cada creyente reanime en Cristo la virtud de la esperanza en su vida. Frecuentemente, la perdemos porque confiamos demasiado en nuestras fuerzas y no queremos reconocernos “enfermos”, necesitados de la mano sanadora del Señor. Pero así ha de ser, y como Él nos conoce y sabe que todos estamos hechos de la misma “pasta”, nos ofrece su mano salvadora. —Gracias, Señor, por sacarme del barro y llenarme de esperanza el corazón.
Rev. D. Bernat GIMENO i Capín (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Adelaida, viuda

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Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos. El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.

Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.

Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.

Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".

Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas. Murió el 16 de diciembre del año 999.


Pensamiento


"La alegría, no es ser chistoso, es la alegría que hay en el corazón cuando la persona cree. ¿Cómo conseguir el camino de la alegría? Aprendiendo a vivir, sabiendo para qué vivir y para qué morir. La alegría, es fruto del Espíritu Santo"


Historias Navideñas:
Si yo fuera como ellos...


Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y las festividades religiosas, como la Navidad. Su mujer, en cambio, era creyente a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.

Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!
Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.

Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea. Al cabo de un rato, oyó un golpazo; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana.

En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana. Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.

-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.

Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero sólo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron. El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevasca?
Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.

-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.

Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza: -Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!

Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día: -¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!

De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios se volvió como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevasca, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Jesús a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria:

-"¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!"

Desconozco el autor


Meditación breve


Espero que en esta última etapa del año nos animemos los seres humanos a aplastar el mal como lo hizo nuestra Madre. Pisar con nuestros pies el odio, el rencor, el individualismo, la ira, la inseguridad, la violencia, la mentira, la pobreza, la miseria, el egoísmo, la desesperanza, las drogas, el alcohol, el consumismo, la indeferencia, el secularismo, el descontrol, el aborto, la incomunicación, etc.
Son tantas las cosas que como misioneros teneos que aplastar para poder anunciar la venida del Salvador.
Es una tarea que entusiasma y cansa, pero vale la pena porque Dios nos regala la paz y la alegría; el amor y la fraternidad, que son las cosas que nos reúnen en torno a la Misa de la Nochebuena y en el compartir con nuestras familias.
Tengamos puesta nuestra mirada en el pesebre; el caminar de María y de José nos debe animar a nosotros a buscar nuestro pesebre. Al mirar los pies del Niño Dios miremos nuestros pies para poder caminar con seguridad, con fe, y certeza, hacia la justicia social, en el nuevo año 1010.
¡Qué bueno poder contemplar los pastores que son nuestros pobres de hoy que este sistema va generando de una manera injusta y planificada! Tantas cosas son las que tendremos que caminar el nuevo año…. pero si lo hacemos juntos podremos lograr el amor., y vencer el mal como lo hicieron María y José.
P. Omar Maza omi


Pedidos de oración


Pedimos oración por Estela, de Paraguay, que hace dos años fue operada por un tumor en la cabeza y hasta ahora no logra recuperarse, lo cual la lleva a una depresión y a un vacío espiritual. Que el Niño Jesús pronto a nacer, llene ese vacío de esta hermana y le conceda la fuerza necesaria para superar su enfermedad.


Pedimos oración por el papá de Guillermo V. de la ciudad de San Lorenzo, Santa Fe, Argentina, que está internado luego de una operación y de un infarto posterior. Que Santa María lo proteja y el Señor haga posible su recuperación.


Pedimos oración por la salud de Enmanuel de Jesús P., de su mamá María Florecedla P., de su hermana Miurell y de su abuela Fidelina R. Que el Señor atienda sus necesidades físicas, espirituales y materiales.


En nuestra edición de ayer pedíamos oraciones para Belén, una niña argentina de 15 años con una hemorragia cerebral. Hoy pedimos una oración por su alma que ya está en la presencia de Dios.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


Reflexión Mariana


Teniendo semejante Madre en el Cielo no debemos temer nada ni a nadie, porque María habla a Dios en nuestro favor y nos obtendrá la salvación si somos constantes en pedírsela. Ya lo dice Jesús en el Evangelio que el que pide, recibe. Entonces no nos cansemos de pedirle a María que nos salve. ¿Y cuándo le pedimos esto? Especialmente cuando rezamos el Santo Rosario, pues en la oración del Avemaría decimos: “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”. Y en un Rosario se lo repetimos cincuenta veces. Y si lo rezamos completo, los veinte misterios, lo repetiremos doscientas veces, y si esto lo hacemos todos los días ¿no tendrá María piedad de nosotros en la hora presente y en la hora de nuestra muerte? Por eso qué importante es que recemos el Rosario. No hay plegaria que le agrade más a la Virgen y por la cual obtengamos tantas gracias y dones de Dios a través de María. Cuantos más rosarios recemos, tanto más María hablará en nuestro favor ante Dios.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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