miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pequeñas Semillitas 0948

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 0948 ~ Miércoles 30 de Diciembre de 2009
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
Hay que saber buscar y esforzarse por conseguir lo que se desea. En nuestra búsqueda, a veces Dios “desaparece”, lo perdemos de vista. No siempre está donde pensamos que está o dónde queremos que esté.
Pero nunca se pierde. Siempre se deja encontrar. De nosotros depende saberlo buscar...


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
(Lucas 2, 36-40)

Comentario
Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.
Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.
Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntatle, preguntatle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!
Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.
Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!
Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez (St. Esteve de P., Barcelona, España)


Santoral Católico
Santa Judith, Personaje Bíblico



Si quieres leer y meditar un libro sumamente interesante en la Biblia es el de esta heroína que defendió la libertad de su pueblo y la religión contra el tirano general Holofernes.

Este militar, asesorado por sus jefes, sabía que el pueblo judío cuando está bien con su Dios, no hay quien pueda con ellos. El orgulloso general, con tantos hombres bajo sus órdenes, mandó sitiar la ciudad hasta que murieran extenuados de hambre y de sed. Cuando las cosas iban muy mal, el sacerdote Ozías, le dijo: "Esperen cinco días y en ese plazo decidiremos qué debemos hacer".

Pero en este momento se presentó una bella mujer, viuda y entregada a la penitencia y a la oración. Era la admiración de todos por su belleza física y su simpatía.

Judith les dijo:" Dios nos está probando pero no nos ha abandonado. Yo voy a hacer en estos días algo cuyo recuerdo se prolongará por muchos siglos. Esta noche saldré de la ciudad y luego Dios hará por mi mano algo que ahora no les puedo contar". Luego se postró ante Dios y le rogó que bendijera su plan y la ayudara. El sacerdote y los demás jefes le dijeron: "Vete en paz y que el Señor te proteja y te guíe".

Se puso bellísima con sus mejores vestidos y joyas y se largó al campo de los enemigos. Al verla los centinelas, ella les dijo que huía de Betulia para entrevistarse con Holofernes. Le pidió al general que la dejaran actuar y que cada noche le permitiese ir al campo a orar. Le dijo que no había inconveniente. Se enamoró de ella al instante. Mandó hacer una gran fiesta en la que se emborrachó.

Cuando Judit vio que todos se habían ido y que ella había quedado completamente sola frente a Holofernes que estaba totalmente borracho y dormido a causa de su borrachera, pidió fortaleza a Dios y tomando la espada del general le cortó la cabeza y la echó entre un costal, y la pasó a su criada. Y como los guardias tenían orden de dejarla salir al campo durante la noche a rezar, la dejaron pasar sin decirle nada. Nadie sospechaba lo que había sucedido. Ella había preferido entre dos males el menor. Un mal era que moriría todo el pueblo de Israel a manos de los soldados de Holofernes, el otro era que muriera Holofernes, pero que el pueblo se salvara. Y Judit escogió este segundo medio.

Judit vivió en Betulia hasta la edad de cien años. Nunca quiso volverse a casar, y era estimadísima por toda la población. Las riquezas que su marido le había dejado las repartió entre los que lo necesitaban, y después de haber libertado tan valientemente a su pueblo, adquirió un nombre famoso para siempre aquí en la tierra y un puesto en el cielo por sus buenas obras y su gran virtud.


Pensamiento


"Aunque las cosas duras me pasen yo tengo la esperanza puesta en Dios y Él no se olvida de mí. ¿Somos nosotros personas que por tener esperanza, llevamos esperanza a los demás?"


Tema del día:
Una reflexión de fin de año


Con motivo de estas fiestas navideñas recibí un relato que nos puede servir de ayuda para reflexionar en este fin de año y formular propósitos que orienten nuestro caminar.

Sucede que había una vez una persona llamada "Vela", que cansada de las tinieblas que rodeaban su existencia, se quiso abrir a la luz. No se conformaba con estar apagada y su ansia era recibir la luz. Hasta que un día, "la Luz verdadera que alumbra a todo hombre", llegó y la iluminó. La encendió.

"Vela" se sintió feliz por haber recibido la luz que vence las tinieblas. Ahora todo adquiría sentido y color. Pronto se dio cuenta, de que tener esa luz, además de ser una alegría, era una fuerte exigencia, pues no todos tenían esa luz...

Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde su interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces se alegró más y aceptó con más fuerza su vocación. A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en lugar de derretirse, su vida hubiera sido más tranquila, estando ahí nada más. Le vino la tentación de no alimentar su llama, pero la venció, pues pensó que valía la pena tener esa vida llena de luz, y no, en cambio, una existencia de tinieblas y oscuridad.

Pero también vio que hay muchas corrientes de aire en el mundo que trataban de apagar su luz y comprendió que además de alimentar su luz tendría que defenderla firmemente contra las corrientes del mundo. No podía permitirse descuidos o exponerse inútilmente a vientos contrarios que la dejaran sin su luz.

Su luz le permitía ver a su alrededor, y se dio cuenta de que hay muchas velas apagadas, unas porque nunca tuvieron la oportunidad de recibir la luz, otras por miedo a derretirse, otras porque no pudieron o no quisieron defenderse de las corrientes del mundo…

Y se preguntó: ¿Podré yo encender otras velas? Entonces descubrió su vocación a transmitir esa luz que tenía. Podía dar esa luz sin quedarse a oscuras. No solo permanecía iluminada, sino que al compartirla, se iluminaba más el espacio, y mientras más la compartía a otras velas apagadas, más luz había.

Así que dedicó su vida a encender velas de todas las características, tamaños, edades… para que hubiera más luz en el mundo. Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba por todas partes "velas": velas desechadas de hombre y mujeres, velas apagadas, velas jóvenes, velas recién nacidas sin estrenar, y a todas las encendía.

Cuando presintió que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, pensó que había podido identificarse con la Luz, y dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: "¡Cristo ha vivido en mí, Cristo vive en mí!"

En Verdad, Cristo es la Luz, y quien la recibe, no solo ha de cuidarla, sino también ha de compartirla. Este relato recuerda una enseñanza de San Josemaría Escrivá: la de ser como esas lámparas de cera encendidas que se ponen junto al Sagrario de las Iglesias para indicar la presencia de nuestro señor Jesucristo y que se van consumiendo día a día. De esa manera, humilde, hemos de aprender a gastarnos día a día, en nuestros deberes, casi imperceptiblemente, del todo por el Señor.

Pbro. José Martínez Colín


Meditación breve


El desaliento nos ata los brazos y así nos impide la acción apostólica. Es el arma preferida utilizada por Satanás, porque a quien no puede hacer caer en pecado, trata de desanimarlo y desalentarlo para que sea inofensivo. Estemos en guardia contra esto y recurramos a la oración, sabiendo que Dios vence en la debilidad, y que aunque nos salgan mal los apostolados o con poco o ningún fruto, Dios siempre premia el trabajo realizado, no los resultados.
No nos atemos a los resultados porque la mayoría de las veces no veremos los frutos de nuestro trabajo apostólico en este mundo. De vez en cuando Dios nos mostrará algún triunfo para darnos coraje, pero esto será una excepción, así que deberemos acostumbrarnos a trabajar a ciegas, empujados solos por el gran amor a Dios y a las almas.
Y este amor a Dios y a las almas se consigue orando incesantemente, especialmente con el Santo Rosario, ya que rezándolo nos enardecemos y nos encendemos de celo apostólico, y mientras lo rezamos descargamos en él nuestras penas y problemas, incluso nuestros desalientos; y así nos vamos recobrando del desánimo y tomamos nuevas fuerzas para seguir sin bajar los brazos.


Pedidos de oración


Nuestra lectora Alicia F. nos escribe desde Panamá para pedir oraciones por su esposo Guillermo M. que ha quedado sin trabajo y está muy deprimido por esa causa, y también por la salud de su nieto Oscar Felipe B. que nació el día 16 de este mes de diciembre y está siendo sometido a diversos exámenes para descartar patologías neurológicas. Oramos por ellos...


Pedimos oración por el eterno descanso del alma de Omar S., de Rosario, Argentina, quien el domingo 27 de diciembre ha pasado a la Casa del Padre. Que la Sagrada Familia acompañe a sus seres queridos en estos difíciles momentos.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.


Reflexión Mariana


Así como el cuerpo necesita de la respiración para vivir, así también el alma necesita invocar a María para vivir, es decir, para conservar o recuperar la gracia de Dios. Que nunca se nos caiga de los labios el Nombre santo de María, porque ante el sonido de ese nombre, los demonios tiemblan de espanto y nosotros sentimos una dulzura al pronunciarlo, que inunda todo nuestro ser, y con solo decirlo frecuentemente ya nos dan ganas de ser cada vez más buenos, porque nadie que pronuncie el Nombre de María con fe y confianza, es abandonado de Ella, y seguramente se salvará. Si todavía no nos hemos consagrado a la Virgen, es tiempo de que lo hagamos, porque así Ella se entregará completamente a nosotros y nosotros completamente a Ella, y así seremos felices porque nos haremos dueños del tesoro más grande que posee Dios: la Santísima Virgen María. Así como los niños llaman a la mamá en el momento del peligro, así también nosotros debemos invocar y llamar a nuestra Mamá del Cielo, a María, para que nos defienda y proteja en todo peligro.


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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