lunes, 20 de agosto de 2018

Pequeñas Semillitas 3745

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3745 ~ Lunes 20 de Agosto de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
El Evangelio nos enseña que los gestos son las palabras que encuentra el corazón cuando ya no hay más palabras...
Hoy es levantar la mirada y pedir la paz, comprometerse por la paz. Reconocer que el Evangelio nos da paz.
Iniciemos la semana con ese pensamiento: ser instrumentos de la paz de Cristo.

¡Buenos días!

Una rara flor en el precipicio
Unos científicos exploraban un rincón desconocido de los Alpes, en busca de nuevas especies de flores. Un día notaron con sus binoculares una flor muy rara y bella, de gran valor para la ciencia. Pero la flor se hallaba en un profundo precipicio. Sólo sostenido de una cuerda se podía bajar por el despeñadero. Un muchacho curioso observaba la escena. Los científicos le propusieron pagarle bien si se dejaba bajar por el despeñadero, para cortar la flor que había en el fondo. El muchacho miró el peligroso precipicio, y luego dijo:

—Regreso en un minuto. Al poco rato volvió seguido de un hombre de pelo canoso, se acercó al botánico y le dijo: —Bajaré por el despeñadero, y les traeré la flor, si este hombre sostiene la cuerda. Es mi papá. Si alguna otra persona sostiene la cuerda, no me atreveré.

“No temas, yo estoy contigo”, es un maravilloso tema bíblico que puedes profundizar en el libro de Josué, capítulo 1, 1-10. Allí Dios una y otra vez repite al héroe, antes de su gesta guerrera en la tierra que mana leche y miel: “Sé valiente, no temas, porque yo estaré siempre contigo, adonde quiera que vayas”. Que estas palabras fortalezcan tu confianza.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
 
Primera Lectura: Ez 24, 15-24

Salmo: Deut 32, 18-21

SANTO EVANGELIO: Mt 19,16-22
En aquel tiempo, un joven se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?». Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». «¿Cuáles?» —le dice él—. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo». Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?». Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.  

Comentario:
Hoy la liturgia de la palabra pone ante nuestra consideración el famoso pasaje del joven rico, aquel joven que no supo responder ante la mirada de amor con que Cristo se fijó en él (cf. Mc 10,21). San Juan Pablo II nos recuerda que en aquel joven podemos reconocer a todo hombre que se acerca a Cristo y le pregunta sobre el sentido de su propia vida: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» (Mt 19,16). El Papa comenta que «el interlocutor de Jesús intuye que hay una conexión entre el bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino».
También hoy, ¡cuántas personas se hacen esta pregunta! Si miramos a nuestro alrededor, podemos quizá pensar que son pocas las personas que ven más allá, o bien que el hombre del siglo XXI no necesita hacerse este tipo de preguntas, ya que las respuestas no le sirven.
Jesús le responde: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno sólo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mt 19,17). No es solamente legítimo el preguntarse acerca del más allá, sobre el sentido de la vida, sino que... ¡es necesario hacerlo! El joven le ha preguntado qué tiene que hacer para alcanzar la vida eterna, y Cristo le responde que tiene que ser bueno.
Hoy día, para algunos o para muchos —¡qué más da!— puede parecer imposible “ser bueno”... O bien, les puede parecer algo sin sentido: ¡una tontería! Hoy, como hace veinte siglos, Cristo nos sigue recordando que para entrar en la vida eterna es necesario cumplir los mandamientos de la ley de Dios: no se trata de un “óptimo”, sino que es el camino necesario para que el hombre se asemeje a Dios y así pueda entrar en la vida eterna de manos de su Padre-Dios. En efecto, «Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos como un límite mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor» (Juan Pablo II).
Rev. D. Óscar MAIXÉ i Altés (Roma, Italia)

Santoral Católico:
San Bernardo de Claraval
Abad y Doctor de la Iglesia
Abad y doctor de la Iglesia, uno de los padres de la Orden Cisterciense. Nació en el castillo de Fontaines-les-Dijon (Francia), el año 1090, de familia noble. Recibió una piadosa educación, y el año 1111 entró con 30 compañeros en el monasterio de Cîteaux (Borgoña, Francia), recién fundado. Poco después lo eligieron fundador y primer abad del monasterio de Claraval, en el departamento francés de Aube, donde permaneció hasta su muerte. Fue un monje contemplativo y de actividad desbordante al servicio de la Iglesia en la que promovió una vida más evangélica, formador de monjes y reformador de comunidades religiosas, consejero de papas y obispos, predicador insigne y escritor lleno de sabiduría y unción. Recorrió Europa para restablecer la paz y la unidad. Con su vida y sus escritos ejerció una enorme influencia en la vida y espiritualidad cristiana de su tiempo y de los siglos posteriores, e inspiró un devoto afecto a la humanidad de Cristo y a la Virgen Madre. Murió el 20 de agosto de 1153.
Oración: Señor, Dios nuestro, tú hiciste del abad san Bernardo, inflamado en el celo de tu casa, una lámpara ardiente y luminosa en medio de tu Iglesia; concédenos, por su intercesión, participar de su ferviente espíritu y caminar siempre como hijos de la luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net

Pensamiento del día

"La vida no tiene sentido sin emociones.
¿Cuál es la sal de la existencia sino el amor,
la belleza, la justicia, la verdad, la dignidad,
el honor y las gratificaciones que nos aportan?"
(David Servan Schreiber)

Tema del día:
¡Hemos visto al Señor!
 
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”. Así comienza la Exhortación apostólica Evangeii Gaudium, del Papa Francisco. Y es así. El gozo indescriptible que produce el encuentro con el Señor, descubrir su presencia, escuchar su Palabra, se hace patente en aquel momento en que el Resucitado se aparece a la Magdalena y la nombra de tal manera que el corazón de la discípula se enciende de alegría y corre a anunciar la Buena Noticia a los apóstoles, que días después, experimentan ese gozo cuando Jesús, estando las puertas cerradas, se aparece en medio de ellos, que reciben la Paz, el Espíritu Santo y la misión de anunciar el Reino de Dios.

Pero ese gozo, esa inmensa felicidad que produce la aparición de Cristo vivo, resucitado, no la tiene Tomás porque no estaba con ellos, no lo vio y, cuando se lo cuentan, no puede creer semejante milagro, a pesar de que el Señor lo había anunciado y, tanto María Magdalena como los apóstoles lo atestiguaban. Tomás no creyó en la Palabra de Jesús ni en la palabra de los testigos.

¿Qué sucede días después cuando el Señor se aparece nuevamente y le pide a Tomás que compruebe su presencia real? Al verlo y tocarlo, Tomás cree, se postra y lo adora. Pero hay un reproche lleno de tristeza en el Maestro: “Porque me has visto has creído” e inmediatamente agrega: “Felices aquellos que creen sin haber visto”.

Escuchamos afirmar al Señor en una de las Bienaventuranzas del precioso Sermón de la Montaña: “Felices los que tienen puro el corazón porque verán a Dios”. Y en diferentes pasajes del Evangelio, Jesús nos habla de la importancia de hacerse niño para poder entrar al Reino de los Cielos. El corazón de un niño confía en la palabra, cree lo que le dicen.

Quienes hemos recibido el Bautismo y con él la fe, sin ningún mérito propio, el mejor homenaje que le podemos rendir humildemente a Dios es creer en su Palabra y anhelar  con todas las fuerzas de nuestro corazón la santidad “que es parresía: audacia, entusiasmo, fervor apostólico, hablar con libertad, empuje evangelizador que deja una marca en este mundo” (Papa Francisco). El santo, que no es un extraterrestre ni una imagen de estampita, sino que es ese ser humano que ha descubierto la verdadera felicidad, el que se ha relacionado con Dios y esa relación lo lleva al servicio de los hermanos y al anuncio gozoso del Evangelio, que lee con ojos y corazón limpios, con ojos y corazón de niño como los de la Virgen, a quien Isabel llama feliz por haber creído y Ella, enamorada de Dios, con toda la grandeza de su fe, proclama el Magnificat, ese bellísimo himno de alabanza de quien se sabe amada y pregona así la felicidad de saberse elegida.

Que Nuestra Madre Celestial y los Santos, que son nuestros modelos, intercedan para que crezca nuestra fe en el  Señor Resucitado y podamos peregrinar por esta tierra  anunciando  gozosamente a cada paso,  con  la vida  y la palabra: ¡Hemos visto al Señor!
© Ana María Casal

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Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
En Fátima (Portugal) aquel domingo del 19 de agosto de 1917, Lucía, Francisco y su hermano Juan llevaron a sus rebaños a pastar. En el camino, después de que la pequeña Jacinta se les uniera, Nuestra Señora se les apareció sobre una encina. Ella les dice entonces:
- "Quiero que sigan yendo a Cova da Iría el día 13 del mes y que sigan rezando el Rosario diariamente. Al final del mes, haré un milagro para que todos crean. Si no les hubieran metido a la cárcel en la ciudad, el milagro habría conocido más. San José vendrá con el Niño Jesús para dar paz al mundo. Nuestro Señor vendrá a bendecir a la gente. También vendrán Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de los Dolores. "
Lucía preguntó, entonces, qué debían hacer con el dinero que la gente dejaba al pie del roble verde en la Cueva de Iría. -"Quiero que se hagan dos camillas procesionales. Tú llevarás una con Jacinta y otras dos niñas vestidas de blanco. La otra, Francisco la llevará con otros tres chicos como él, también vestidos de blanco. Eso será para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario."
- Me gustaría pedirle que cure a algunos enfermos, le dijo Lucía. - Sí, este año sanaré a algunos. Luego, con cara de tristeza, agregó: "Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno porque nadie se sacrifica ni reza por ellas". Y desapareció, elevándose hacia el este. (Traducido del francés).
El equipo de Marie de Nazareth

Pedidos de oración 
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes internados en la Casa de la Bondad en  Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Cinco minutos del Espíritu Santo
 
Agosto 20
A veces sucede que algunas cosas bellas empiezan a morirse, y sufrimos por la nostalgia, pero no somos capaces de renovarlas para que puedan renacer. El Espíritu Santo es el que siempre nos mueve a renovar las cosas, a derramar vida donde todo se está muriendo. Él puede darle un nuevo impulso a lo que se ha debilitado, pero para eso tenemos que aceptar que lo haga como él quiera y que se cambie lo que tenga que ser cambiado. Algo de eso descubrimos en lo que el Espíritu Santo hizo a través de San Bernardo, a quien hoy recordamos.
A los 20 años ingresó en una orden contemplativa que tenía pocas vocaciones y comenzaba a extinguirse. Pero a los 25 años Bernardo se fue con un grupo de compañeros a fundar el monasterio de Claraval. La vida cristiana era allí tan intensa y fervorosa, por el atractivo estímulo de Bernardo, que en su monasterio llegaron a vivir 500 monjes, y desde allí se fundaron numerosos monasterios. Salía a predicar con una fuerza inagotable y siempre volvía rodeado de un grupo de personas convertidas que querían entregarse a Cristo. También participaba activamente de todo lo que pudiera afectar a la Iglesia, porque nada que tuviera que ver con Dios le podía ser ajeno. Se le considera el mayor apóstol del siglo XII. Así, su orden contemplativa, que estaba desapareciendo, volvió a vivir.
En Bernardo se descubre lo que es un hombre grande en manos del Espíritu Santo, cómo se eleva, cómo se llena y se fortalece una vida donde el Espíritu Santo puede entrar sin dificultades y asumir el control. Cuando se renuncia a ser el centro, el dominador, el que todo lo controla, y se le otorga al Espíritu el señorío sobre la propia vida, entonces brota una fecundidad sobrehumana. Cuando uno se libera de la mirada ajena, y renuncia a vivir para el reconocimiento de los demás, se adquiere la verdadera libertad interior. Nadie es más libre y más fecundo que quien le permite al Espíritu Santo tocar y sanar su libertad.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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