PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3741 ~ Jueves 16 de Agosto de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Señor
mío, cuántas veces Tú me has perdonado todas mis faltas, y yo sigo teniendo ese
corazón duro para perdonar pequeñeces a mis hermanos. Si me falta el perdón
para con quien me ha ofendido, entonces esto es una clara limitación de tu
misericordia para conmigo. El perdón es una de las principales banderas de tu
Reino, tener compasión de quien me ha ofendido me lleva a encuentro más
personal contigo. Sin perdón, no podré nunca encontrar la paz en ese abrazo de
esperanza que guardas para todos los que te siguen y obran según tu corazón.
Tengo que aprender a perdonar siempre, por ello, acudo a tu divina presencia, a
tu piedad, a tu amor sin medida para que, por medios de tus gracias, destruyas
todo sentimiento de rencor en mi alma y que me tiene trabado y encerrado en un
cuarto de dolor y frustración. Necesito de tu Palabra, de tu poder, de toda tu
fuerza sanadora que restaura y todo lo hace nuevo para poder sentir el alivio
del perdón y poder vencer las ataduras que me mantienen inmóvil y sin
dirección. Toca mi corazón, transfórmalo y libéralo de resentimientos, toca
todos mis sentidos y haz que yo pueda ser compasivo como Tú lo has sido
conmigo. Confío en el poder de tu amor. Amén
¡Buenos días!
El águila agradecida
Ser agradecido es una virtud humana muy digna. Dar
las gracias ante un favor, ante un buen gesto, ante una atención recibida, es
una forma concreta de reconocer que lo que han hecho por nosotros, nos agrada,
nos ayuda, nos hace bien... Poco de lo que somos o poseemos lo hemos logrado
por mérito propio. Generalmente, se lo debemos a alguien.
Un labrador encontró un águila
atrapada en una trampa. Admirado por su belleza, la libró y la dejó libre. El
águila no fue ingrata con su bienhechor. Viendo que estaba sentado junto a un
muro a punto de derrumbarse, voló hasta él y le arrebató con sus garras la
cinta con que se ceñía su cabeza. Se levantó el hombre para perseguirla, pero
el águila dejó caer la cinta; la recogió el labriego y, al volver sobre sus
pasos, halló desplomada la tapia junto a la cual había estado sentado. Quedó
sorprendido y muy agradecido de haber sido retribuido así por el águila
(Esopo).
Un inmenso desfile de quienes merecen que les demos
las gracias, puede aparecer delante de nuestros ojos con sólo pensarlo: padres,
maestros, familiares, amigos, vecinos, colaboradores, servidores públicos,
antepasados… Una lista interminable de gente que con su obra han hecho posible
que hoy seamos lo que somos. De bien nacidos es ser agradecidos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Ez 12, 1-12
♥ Salmo: Sal 118, 135
♥ SANTO EVANGELIO: Mt 18,21—19,1
En aquel tiempo, Pedro preguntó a Jesús: «Señor,
¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta
siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta
veces siete. Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso
ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno
que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que
fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase.
Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia
conmigo, que todo te lo pagaré». Movido a compasión el señor de aquel siervo,
le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de
sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía:
«Paga lo que debes». Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten
paciencia conmigo, que ya te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y le echó
en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido,
se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su
señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti
toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte
de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?». Y encolerizado su
señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto
mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno
a vuestro hermano».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos,
partió de Galilea y fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
♥ Comentario:
Hoy, preguntar «¿cuántas veces tengo que perdonar las
ofensas que me haga mi hermano?» (Mt 18,21), puede significar: —Éstos a quienes
tanto amo, los veo también con manías y caprichos que me molestan, me
importunan cada dos por tres, no me hablan... Y esto un día y otro día. Señor,
¿hasta cuándo los he de aguantar?
Jesús contesta con la lección de la paciencia. En
realidad, los dos colegas coinciden cuando dicen: «Ten paciencia conmigo» (Mt
18,26.29). Mientras la intemperancia del malvado, que ahogaba al otro por poca
cosa, le ocasiona la ruina moral y económica, la paciencia del rey, a la vez
que salva al deudor, a la familia y sus bienes, engrandece la personalidad del
monarca y le genera la confianza de la corte. La reacción del rey, en labios de
Jesús, nos recuerda aquello del libro de los Salmos: «Mas el perdón se halla
junto a ti, para que seas temido» (Sal 130,4).
Está claro que nos hemos de oponer a la injusticia,
y, si es necesario, enérgicamente (soportar el mal sería un indicio de apatía o
de cobardía). Pero la indignación es sana cuando en ella no hay egoísmo, ni
ira, ni necedad, sino deseo recto de defender la verdad. La auténtica paciencia
es la que nos lleva a soportar misericordiosamente la contradicción, la
debilidad, las molestias, las faltas de oportunidad de las personas, de los
acontecimientos o de las cosas. Ser paciente equivale a dominarse a uno mismo.
Los seres susceptibles o violentos no pueden ser pacientes porque ni reflexionan
ni son amos de sí mismos.
La paciencia es una virtud cristiana porque forma
parte del mensaje del Reino de los cielos, y se forja en la experiencia de que
todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a
los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos
da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).
Ciertamente, ¡cuántas veces la paciencia del buen
Dios nos ha perdonado en el confesionario! ¿Siete veces? ¿Setenta veces siete?
¡Quizá más!
Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol (Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Roque de Montpellier
Peregrino
Son pocas las noticias históricas precisas que
tenemos sobre su vida. Nació en Montpellier (Francia) el año 1295, de familia
noble. Al quedar huérfano de padre y madre, profesó la Regla de la Tercera
Orden Franciscana y distribuyó sus cuantiosos bienes entre los pobres. Luego
emprendió una vida de peregrino, dedicado a la penitencia y a las obras de
misericordia. Cuando la peste se extendió por Italia, recorrió los pueblos
aliviando a los enfermos y curando a muchos de ellos. De regreso a su patria,
fue atacado por la peste y se retiró a un bosque cerca de Piacenza. Cuando
recuperada la salud regresaba a su patria, fue detenido como espía y llevado a
prisión. Allí, en medio de malhechores, olvidado de todos, sufriendo lo
indecible y confiado sólo en las manos de Dios, pasó los cinco últimos años de
su vida. Murió en Montpellier el 16 de agosto de 1327 y pronto se encargó Dios
de hacer brillar con prodigios la santidad de su siervo.
Oración: Guarda,
Señor, a tu pueblo con bondad, y, por la intercesión de san Roque, líbrale de
todo contagio del cuerpo y del espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
San Esteban de Hungría
Rey
[Murió el 15 de agosto y su memoria se celebra el 16
de agosto]. Nació en Esztergom (Hungría) hacia el año 969, de padre pagano y
madre cristiana, de la alta nobleza. De joven recibió el bautismo junto con su
padre, duque de Hungría. El año 997, tras la muerte de su padre, le sucedió en
el gobierno y emprendió la evangelización de su país sirviéndose
particularmente de los benedictinos de Cluny. Fundó monasterios, que fueron
grandes centros misioneros, y creó obispados. Contrajo matrimonio con Gisela,
hija del emperador Enrique II, y vio morir prematuramente a su hijo san
Emerico, de extraordinarias virtudes y a quien preparaba para que le sucediera.
Fue coronado rey de Hungría el año 1000 con la corona que le envió el papa
Silvestre II. En el gobierno de su reino fue justo, pacífico y piadoso,
observando fielmente las leyes de la Iglesia y procurando siempre el bien de
los súbditos. Murió el 15 de agosto de 1038 en Szekesfehérvar (abadía de Alba
Real) de Buda, en la actual Hungría. Fue canonizado el año 1083 junto con su
hijo Emerico
Oración: Dios
todopoderoso, te rogamos que tu Iglesia tenga como glorioso intercesor en el
cielo a san Esteban de Hungría, que durante su reinado se consagró a propagarla
en este mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Pensamiento del día
“El perdón está conectado
con la bondad;
y el amor es la forma de
bondad primordial para el perdón.
A medida que perdonamos
en el sentido más profundo
del término,
nos sanamos un poco más
y nos deshacemos de la ira
y el rencor que nos
atormentan”
Tema del día:
He aprendido a perdonar
Los beneficios del perdón han sido desvelados por la
ciencia muy recientemente, aunque la dimensión religiosa lo ha siempre
anunciado a lo largo de la historia de la humanidad.
Las ventajas del perdón, ahora validadas por el mundo
científico, incluyen la reducción del dolor crónico, de los trastornos
cardiovasculares, de la conducta violenta, el incremento de la esperanza y el
alivio de los niveles de depresión y ansiedad. Las personas que no perdonan
sufren niveles elevados de presión arterial y frecuencia cardiaca, así como
otros problemas de salud.
El perdón es un proceso (o el resultado de un
proceso) que involucra un cambio en las emociones y actitudes hacia un ofensor.
El resultado del proceso se describe como una disminución en la motivación para
tomar represalias o guardar la lejanía respecto a un ofensor a pesar de sus
acciones, y requiere dejar ir las emociones negativas que se experimenten hacia
él.
El perdón no debe ser confundido con excusar, condonar, indultar ni olvidar. De este modo:
- Excusar implica tomar la decisión de no
responsabilizar a una persona o grupo por una acción.
- Condonar supone que no vemos la acción como
negativa o inadecuada y que no consideramos necesario perdonar a su autor.
- Indultar equivale a absolver a una persona de los
crímenes por los que había sido condenada, y le corresponde únicamente a una
figura social representativa.
- Olvidar es remover la ofensa del pensamiento.
Perdonar concede beneficios importantes a las
víctimas de una ofensa:
- Una mejora en la salud física y mental.
- Una restauración del sentido de empoderamiento
personal.
- Una posibilidad clara y sana de reconciliación
entre el ofendido y el ofensor.
- Una sensación de esperanza por la resolución de un
conflicto.
- Un cambio positivo en el esquema afectivo.
Cuatro aspectos claves para mejorar la disposición al
perdón y aprender a sanar las heridas del pasado.
- El perdón es para quien lo concede, no para quien
lo recibe
- Perdonar, porque la herida que sufrimos pudo haber
sido causada por nosotros en otras circunstancias
- El perdón requiere tiempo. El perdón no tiene por
qué hacer desaparecer inmediatamente el dolor asociado a la ofensa.
- El perdón no es un regalo al culpable, sino algo
que se elabora en el interior de nosotros mismo. No significa necesariamente
reconciliación. Perdonar es una decisión, al margen del perdonado, de dejar ir
el dolor
Ser capaz de perdonar es un regalo para uno mismo. No
sólo beneficia a la persona perdonada sino también a la que perdona. Al no
perdonar, la persona dañada está encadenada a la persona que le hizo el daño y,
mientras no la perdone, no podrá sustraerse al poder que el ofensor y la ofensa
tienen sobre ella. El no poder perdonar provoca un estado de flujo de emociones
negativas que obstruye el camino de la energía hacia proyectos más
constructivos.
Perdonar es una decisión. La de dejar ir el dolor. No
significa permitir que la persona siga haciendo daño. Para que ocurra una
reconciliación es necesario que el agraviante pida perdón y que se proponga no
volver a hacer daño. El perdón, en cambio, no necesita el arrepentimiento del
culpable en absoluto.
Se puede perdonar a los que ya no viven, pero no
reconciliarse con ellos. Se puede perdonar a quien nos hizo daño y abusó de
nosotros, pero sin dejarlo entrar en nuestra vida para que vuelva a hacerlo.
Ciertamente perdonar a quien nos ha ofendido mientras aún vive es muestra de
grande madurez humana y siempre un don que hacemos a los demás y a nosotros
mismos. No olvidemos que todos tienen derecho a una segunda oportunidad.
© Javier Fiz Pérez
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del Evangelio.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
A ninguno nos gustaba, de pequeños, tomar ningún
remedio amargo. Y ahora, que somos pequeñuelos de Dios, también queremos sólo
bebidas dulces, pero no remedios amargos.
Pero es que los remedios nos hacen bien cuando
estamos enfermos. Y nosotros estamos muchas veces enfermos, no tanto en el
cuerpo, sino en el alma, y es necesario que Dios de vez en cuando nos
administre algún medicamento amargo, es decir, algún sufrimiento, o dolor.
Si Dios no haría esto con nosotros, entonces no
adelantaríamos, porque el adelanto está en asimilar las cosas que nos van
sucediendo cada día, buenas y malas, pensando que si Dios las quiso para
nosotros, o que al menos las ha permitido, es siempre por un bien para
nosotros.
Son las podas del Señor, como el mismo Cristo ha
dicho en el Evangelio. Son las podas del Padre, que a veces parecen que hacen
más daño que bien. Incluso quien ha paseado por algún viñedo en época de poda,
cree que el viñador ha matado a la planta, de tanto como la ha podado. Pero que
venga en tiempos de frutos y verá lo admirable de los frutos de esa vid.
También a veces el Señor permite algún dolor en nuestra
vida que “nos mata” aparentemente. Pero esperemos que pase el tiempo, y veremos
cómo da sus frutos. Y el sólo hacernos más misericordiosos, sabiendo compadecer
a quienes pasan un dolor semejante al nuestro, ya es un buen fruto, porque no
otra cosa ha hecho el Señor, que vino a padecer con los hombres para entender
en carne propia lo que significa sufrir, y así ser compasivo.
¡Bendito sea Dios!
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y
martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros
hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el
abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por
los pacientes internados en la Casa de la Bondad en Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer
y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por
los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas
Almas del Purgatorio.
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Agosto 16
Cuando hemos sido transformados por la gracia
santificante, los impulsos del Espíritu nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros
mismos, lo mejor de ese nuevo ser que ha producido la gracia en nosotros.
Una vez renovados por la gracia santificante, los
permanentes impulsos del Espíritu nos estimulan a realizar obras más perfectas,
para crecer cada vez más en el dinamismo del amor. Porque en nuestro ser
transformado ya existe una vida nueva que nos capacita para esas obras
sobrenaturales que pueden llegar al heroísmo y al martirio. Este crecimiento de
la vida de la gracia santificante, que es ante todo un camino de amor, no tiene
límites.
Atrevámonos a ese crecimiento permanente que quiere
producir en nosotros el Espíritu Santo. Así lo expresaba Santo Tomás de Aquino:
"La caridad, en razón de su naturaleza, no tiene
término de aumento, ya que es una participación de la infinita caridad, que es
el Espíritu Santo... Tampoco por parte del sujeto se le puede prefijar un
término, porque al crecer la caridad, sobrecrece siempre la capacidad para un
aumento superior... Este aumento persigue un fin, pero ese fin no está en esta
vida sino en la futura" (ST II-II, 24,7).
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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