domingo, 5 de agosto de 2018

Pequeñas Semillitas 3730

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3730 ~ Domingo 5 de Agosto de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
«Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed» (del Evangelio de hoy)
La Eucaristía es presencia permanente y alimento. Pan vivo que ha bajado del cielo, que da la vida al hombre, la vida de Dios. Vida sobrenatural que transforma, que lleva en sí el germen de la vida eterna. Quien tiene esta vida ya no muere ni tiene sed, porque es como un agua que salta hasta la vida eterna. La Eucaristía es el centro de la vida cristiana porque en ella se encuentra Cristo. Quien come su Cuerpo y bebe su Sangre habita en Él, se hace una sola cosa con Cristo. Pero es una vida no sólo para ser vivida, sino también para dar vida a otros. La Eucaristía es como el pan que tomó Elías para caminar durante cuarenta días seguidos, de ahí viene la fuerza que necesitamos para irradiar a Cristo a nuestro alrededor. Comunión con Cristo y comunión con los hermanos. La Eucaristía nos une a cuantos se unen a Cristo, especialmente en su oración con Jesús Sacramentado.
Que la Eucaristía sea siempre nuestro alimento más buscado y anhelado, para que nos conduzca a la vida eterna.

¡Buenos días!

Enséñame tu camino
En la Biblia la palabra “camino”, es utilizada muchas veces como símbolo del estilo de vida que llevamos, de las normas que orientan nuestra conducta. Por eso los preceptos de Dios muestran el “camino” para llevar una vida honesta y justa, agradable al Señor. Profundiza este deseo con una estrofa del salmo 86, en estructura de responsorio.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.

Mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.
Para que siga tu verdad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.

El salmo 81 presenta a Dios quejándose de las rebeldías de Israel: “Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti: ¡Ojalá me escuchases, Israel! Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su  corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino!”. Amigo/a: escucha a Jesús en su Evangelio, donde dijo: “Yo soy el camino”.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy 
Primera Lectura: Éx 16, 2-4. 12-15

Salmo: Sal 77, 3-4bc. 23-25. 54

Segunda Lectura: Ef 4, 17. 20-24

SANTO EVANGELIO: Jn 6,24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».
Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».  

Comentario:
Hoy vemos diferentes actitudes en las personas que buscan a Jesús: unos han comido el pan material, otros piden un signo cuando el Señor acaba de hacer uno muy grande, otros se han apresurado para encontrarlo y hacen de buena fe -podríamos decir- una comunión espiritual: «Señor, danos siempre de ese pan» (Jn 6,34).
Jesús debía estar muy contento del esfuerzo en buscarlo y seguirlo. Aleccionaba a todos y los interpelaba de varios modos. A unos les dice: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna» (Jn 6,27). Quienes preguntan: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» (Jn 6,28) tendrán un consejo concreto en aquella sinagoga de Cafarnaúm, donde el Señor promete la Sagrada Comunión: «Creed».
Tú y yo, que intentamos meternos en las páginas de este Evangelio, ¿vemos reflejada nuestra actitud? A nosotros, que queremos revivir esta escena, ¿qué expresiones nos punzan más? ¿Somos prontos en el esfuerzo de buscar a Jesús después de tantas gracias, doctrina, ejemplos y lecciones que hemos recibido? ¿Sabemos hacer una buena comunión espiritual: ‘Señor danos siempre de este pan, que calma toda nuestra hambre’?
El mejor atajo para hallar a Jesús es ir a María. Ella es la Madre de Familia que reparte el pan blanco para los hijos en el calor del hogar paterno. La Madre de la Iglesia que quiere alimentar a sus hijos para que crezcan, tengan fuerzas, estén contentos, lleven a cabo una labor santa y sean comunicativos. San Ambrosio, en su tratado sobre los misterios, escribe: «Y el sacramento que realizamos es el cuerpo nacido de la Virgen María. ¿Acaso puedes pedir aquí el orden de la naturaleza en el cuerpo de Cristo, si el mismo Jesús nació de María por encima de las leyes naturales?».
Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)

Palabras de San Juan Pablo II
 
"El diálogo, basado en sólidas leyes morales,
facilita la solución de los conflictos
y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana.
Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias
representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad".

Predicación del Evangelio:
¿Estómagos agradecidos? 
Las personas, por lo que sea, nos dejamos seducir rápidamente por los sucesos extraordinarios. ¿Qué tiene el espectáculo que tanto atrae? Pues eso: espectacularidad, morbo. Nos deslumbra todo aquello que, aparentemente, está fuera de lo común.

En el Evangelio de hoy, en la memoria de muchos, sigue viva la multiplicación de los panes. Sus bocas todavía permanecían abiertas ante el milagro: ¡hubo pan para todos! Pero, Jesús, era consciente de que aquella amistad que le brindaban, no era del todo sincera. Era un tanto interesada.

Siempre recuerdo aquel viejo refrán: “el amigo bueno es como la sangre, acude a la herida”. Jesús, como buen amigo, había acudido en socorro de los que tenían hambre material. Pero no quería que se quedasen en el aquel milagro. Para Jesús, el milagro, seguía siendo palabra. Una buena catequesis, una dinámica para despertar la fe en aquellos corazones cerrados a Dios. ¿Lo entendieron así aquellos estómagos agradecidos? ¿Buscaban a Jesús por la fuente de sus palabras o porque les colmaba de pan? ¿Amaban a Jesús por el Reino que traía entre sus manos o porque les había llenado de alimento sus manos abiertas?

También a nosotros, queridos amigos, el Señor nos interpela en este domingo. ¿Por qué le buscamos? ¿Porque en algunos momentos nos ha confortado en nuestra soledad? ¿Porque, tal vez, ha sido bálsamo en horas amargas o en momentos de pruebas? ¿Por qué buscamos al Señor? ¿Por qué y para qué venimos a la Eucaristía de cada domingo? Sería bueno, amigos, un buen examen de conciencia: ¿qué es Cristo para mí?

La Iglesia, en estos momentos, también tiene el mismo problema que sufrió Jesús en propias carnes. Hay muchos que, lejos de verla como un signo de la presencia de Dios en el mundo, la toleran porque hace el bien. Porque soluciona problemas. Porque llega a los lugares más recónditos del mundo levantando hospitales, construyendo orfanatos o cuidando a los enfermos de Sida. Pero, la Iglesia, no desea que sea apreciada por su labor social o humana. Su fuerza, su orgullo y su poder no está en esas obras apostólicas (que están bien y son necesarias para calmar tantas situaciones de miseria o injusticias). El alma de nuestra Iglesia, de nuestro ser cristiano es Jesús. Un Jesús que tan sólo nos pide creer en Él como fuente de vida eterna. Como salvación de los hombres y de todo el mundo.

Hay un viejo canto que dice “todos queremos más y más y más; el que tiene un euro quiere tener dos; el que tiene cuatro quiere tener seis…..” Y a Jesús, primero, le pedían pan. Luego le exigían más y, al final, solicitaban de Cristo, todo, menos lo esencial: su Palabra, su Reino, la razón de su llegada al mundo.

Que sigamos viviendo nuestra fe con la seguridad de que, Jesús, sigue siendo el pan de la vida. Y, sobre todo, que amemos al Señor no por aquello que nos da, sino por lo que es: Hijo de Dios.
© Padre Javier Leoz

Nuevo vídeos

Hay dos nuevos vídeos subidos al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlos tienes que ir al final de esta página

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas  

Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.

Agradecimientos
 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 Desde Buenos Aires, Argentina, nos llegan los siguientes agradecimientos de dos personas por las que habíamos pedido a Dios: María Marcelina, de Banfield, que estaba internada en terapia intensiva por tumor de páncreas y los últimos estudios comprobaron que no hay tal tumor, por lo que ya está en su hogar; y Hugo, de Temperley, operado de reemplazo de cadera, con buena evolución y ya en su casa.

Desde Posadas, Misiones, Argentina, llega un agradecimiento a Dios y a todos los que rezaron por Wendy Jazmín, de 6 añitos, a quien se le extrajo el jueves un tumor del cráneo. La operación fue exitosa y la niña ya está en su casa. Se aguardan los resultados de las biopsias, por lo que seguimos rezando para que sean benignos.

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” 
"El Señor Jesús se revelará desde el cielo con sus poderosos ángeles, en medio de una llama de fuego, y tomará venganza de los que no conocen a Dios y de los que no obedecen al Evangelio".  (2 Tes 1, 7-8)
Los católicos creemos que Jesús vendrá un día en gloria para juzgar a este mundo, a los vivos y a los muertos. Sin embargo, no sabemos cuándo acontecerá esto.
Probablemente serán pocos los que permanecerán fieles al Señor, delante de las seducciones del mundo y de las falsas religiones. Algunas de esas falsas religiones harán prodigios tan grandes que, de acuerdo a la Sagrada Escritura, engañarán aún a los más sabios e instruidos.
La conversión no es cambio de religión sino cambio de vida. A no ser que estemos en la apostasía de una falsa doctrina y deseemos adherir a la verdad que como cristianos predicamos en estos dos mil años.
Sergio J. De Souza

Cinco minutos del Espíritu Santo 
Agosto 5
Cuando intentamos perdonarnos y aceptarnos a nosotros mismos, es bueno tratar de expresarlo con signos. Esos signos deben manifestar el amor y el cariño hacia nosotros mismos, y al mismo tiempo nos ayudan a experimentar de distintas maneras el amor del Espíritu Santo.
Una forma de expresarlo es evitando todo maltrato, como los insultos a uno mismo, el descuido excesivo de la propia apariencia, las agresiones al propio cuerpo con exceso de comida, alcohol, dormir en exceso, etc. Porque eso no es ser una persona espiritual.
Hay otra manera más positiva de ayudarnos: brindándonos pequeños placeres sin sentir culpa, porque dice la Biblia que Dios creó todas las cosas "para que las disfrutemos" (1 Timoteo 6,17). Por ejemplo, puede ser el intento de comer lentamente, disfrutando más la comida. Puede ser regalarse un paseo agradable, sin pensar en lo que hay que hacer después. Puede ser una salida con los amigos vivida como un regalo del amor de Dios y agradecida en la oración. También podemos expresarlo con masajes, mejorando la habitación donde vivimos, deteniéndonos a contemplar algo que hemos hecho bien, etc.
No es suficiente que nos perdonemos a nosotros mismos en la oración si luego no hacemos un camino para querernos a nosotros mismos en la vida cotidiana.
Porque el Espíritu Santo, que es amor invisible, quiere hacernos experimentar su amor también en nuestro cuerpo; pero para eso necesita de los demás y también nos necesita a nosotros.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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