PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3740 ~ Miércoles 15 de Agosto de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
«Hoy
María Virgen subió a los cielos: alegraos porque con Cristo reina para siempre»
Este
es el grito de la Liturgia y de la fe cristiana, dos veces milenaria. La que
fue Madre de Dios e Inmaculada desde su Concepción, no podía sufrir la
corrupción del sepulcro. Su santa dormición fue un deliquio místico de amor
entrañable a su Dios, y enseguida un raudo vuelo de paloma a lo más encumbrado
de los cielos, cortejada por los coros angélicos.
Desde
su exaltado sitial queda entronizada como Reina de todos los Santos, con la
correspondiente «omnipotencia suplicante». Subió hasta la diestra de su Hijo
para preceder en la gloria a sus hijos adoptivos, que son casi infinitos. Por
todos se interesa, como madre e intercesora, la «llena de gracia», la «más
bendita de todas las mujeres».
Y
el papa Pío XII, cediendo a su personal creencia y filial devoción y
respondiendo también al unánime voto de toda la cristiandad, define Dogma de fe
cristiana esa Asunción de María a los
cielos en su cuerpo y alma, para gloria de tan excelsa Señora y esperanza
de sus hijos militantes en la tierra.
¡Buenos días!
Subes al cielo
Este es el día glorioso en que la Virgen Madre de
Dios subió a los cielos; todos la aclamamos, tributándole nuestra alabanza:
“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Dichosa eres
santa Virgen María, y digna de toda alabanza. De ti nació el sol de justicia,
Cristo, nuestro Dios”.
V. Bella y hermosa eres,
Hija de Jerusalén.
R. Bella y hermosa eres,
Hija de Jerusalén.
V. Subes al cielo,
resplandeciente como la aurora cuando amanece.
R. Hija de Jerusalén.
V. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Bella y hermosa eres,
Hija de Jerusalén.
Los santos Padres en las homilías dirigidas al pueblo
en esta fiesta de la Asunción hablan como de algo ya conocido y aceptado por
todos. Destacan que el cuerpo sin vida de la Virgen María no se corrompió, y
pregonan su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación
de su Hijo único Jesucristo (Pío XII).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Apoc 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab
♥ Salmo: Sal 44, 10b-12. 15b-16
♥ SANTO EVANGELIO: Lc 1,39-56
En aquellos días, se levantó María y se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de
María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu
Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito
el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en
mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la
humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su
nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le
temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su
propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a
nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María
permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
♥ Comentario:
Hoy, celebramos la solemnidad de la Asunción de Santa
María en cuerpo y alma a los cielos. «Hoy —dice san Bernardo— sube al cielo la
Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». Y añadirá
estas preciosas palabras: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al
cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden
lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El
fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos
y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará
sus dones a los hombres».
El primer don que te prodiga es la Palabra, que Ella
supo guardar con tanta fidelidad en el corazón, y hacerla fructificar desde su
profundo silencio acogedor. Con esta Palabra en su espacio interior,
engendrando la Vida para los hombres en su vientre, «se levantó María y se fue
con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40). La presencia de María expande la
alegría: «Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño
en mi seno» (Lc 1,44), exclama Isabel.
Sobre todo, nos hace el don de su alabanza, su misma
alegría hecha canto, su Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y
mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador...» (Lc 1,46-47). ¡Qué regalo más
hermoso nos devuelve hoy el cielo con el canto de María, hecho Palabra de Dios!
En este canto hallamos los indicios para aprender cómo se funden lo humano y lo
divino, lo terreno y lo celeste, y llegar a responder como Ella al regalo que
nos hace Dios en su Hijo, a través de su Santa Madre: para ser un regalo de
Dios para el mundo, y mañana un regalo de nuestra humanidad a Dios, siguiendo
el ejemplo de María, que nos precede en esta glorificación a la que estamos
destinados.
P. Abad Dom Josep ALEGRE Abad de Santa Mª de Poblet (Tarragona, España)
Santoral Católico:
La Asunción de la Virgen
María
Solemnidad
La Madre de Dios fue asociada estrechamente, por voluntad
del Padre, a los misterios de su Hijo. Así, al igual que Jesús, también ella
murió y fue sepultada. Pero, como dice el Prefacio, «el Señor no quiso que
conociera la corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu,
concibió en su seno al autor de la vida». Al respecto escribía Pío XII: «A la
manera que la gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último
trofeo de su más absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, así la lucha de
la bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la
glorificación de su cuerpo virginal... Por eso, la augusta Madre de Dios,
misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad, consiguió, al fin,
como corona suprema de sus privilegios, ser conservada inmune de la corrupción
del sepulcro y, del mismo modo que antes su Hijo, vencida la muerte, ser
levantada en cuerpo y alma a la suprema gloria del cielo». Y la Constitución
papal que en 1950 declaró el dogma de la Asunción concluía con esta definición:
«Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su
vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial».
Oración: Dios
todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la
inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que,
aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de
su misma gloria en el cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa –
Catholic.net
Palabras de San Juan
Pablo II
“La Asunción es el punto de llegada
de la lucha que comprometió
el amor generoso de María
en la redención de la humanidad
y es fruto de su participación única
en la victoria de la cruz”
Tema del día:
Oda a la Asunción
Oda a la Asunción
Al cielo vais, Señora,
y allá os reciben con alegre canto.
¡Oh quién pudiera ahora
asirse a vuestro manto
para subir con vos al monte santo!
De ángeles sois llevada
de quien servida sois desde la cuna,
de estrellas coronada:
¡Tal Reina habrá ninguna,
pues os calza los pies la blanca luna!
Volved los blancos ojos,
ave preciosa, sola humilde y nueva,
a este valle de abrojos,
que tales flores lleva,
do suspirando están los hijos de Eva.
Que, si con clara vista,
miráis las tristes almas desde el suelo,
con propiedad no vista,
las subiréis de un vuelo,
como piedra de imán al cielo, al cielo.
Amén
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Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Sí, la festividad de la Asunción es la fuente de una
gran esperanza. Cuando la Virgen María, conoce en primer lugar, después de
Jesús, la alegría de la resurrección estamos fortalecidos en la certeza de que
Dios cumple sus promesas y que nunca nos abandonará.
Me gustaría que nuestro país mire a María como madre,
como un río mira su fuente, para encontrar inspiración e impulso. María expresa
la esencia de su vocación a partir de las primeras palabras que pronuncia:
"Yo soy la esclava". ¿No será esta también la vocación de Francia,
como lo sugirió San Juan Pablo II durante su primer viaje a nuestro país en
1980?
“Francia, Hija mayor de la Iglesia, ¿eres fiel a las
promesas de tu bautizo? Permite que te pregunte: Francia, Hija de la Iglesia y
educadora de pueblos, ¿eres fiel por el bien del hombre, a la alianza con la
sabiduría eterna?” Esta pregunta me gustaría prolongarla diciendo: “Francia y
¿si fuera la hora de despertar?
Cuando oigo a María cantar: “Su misericordia llega a
sus fieles de generación en generación”, tengo la impresión que resume en unas
cuantas palabras todo lo que es para Ella el mensaje de la Biblia. Es la frase
central de su cántico. Sí, como María, podemos agradecer a Dios que hace
maravillas, una misericordia que nunca ha fallado.
Monseñor Philippe Barbarin, Cardenal
arzobispo de Lyon (Francia)
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el
Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los
que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para
que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto
con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de
Jesús y del Inmaculado Corazón de María;
por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y
martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros
hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el
abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por
los pacientes internados en la Casa de la Bondad en Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer
y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por
los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las
víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad
de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento;
por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas
Almas del Purgatorio.
Pedimos oración para las siguientes personas: Affie (35 años, Ajax, Canadá), por la
conservación de su empleo; Mirta P.
(Argentina), que va por su segunda y final tanda de quimioterapia; Ana A., (Argentina), madre de tres
hijos, por liberación y solución de problemas de trabajo y de salud; M. Irene (59 años, Argentina), Victoria y Miguel, los tres por diversos problemas de salud; Edda (71 años,
Miami, USA), para que desaparezcan sus temblores, mejore su voz y los estudios
ginecológicos resulten libres de enfermedad;
Beatriz y familia (Colombia), por salud, trabajo y bienestar; Mayra (México), que tiene episodios de
epilepsia, para que pueda controlarlos definitivamente; María P. (77 años, Canadá), con vómitos, debilidad, procesos
cerebrovasculares y deterioro general de la salud. A todas estas hermanas y
hermanos nuestros los ponemos en las manos de Jesús para que él les conceda sus
gracias de sanación.
Continuamos unidos en oración por medio del rezo del
Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras
preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de
nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo. Al rezar por la paz,
rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia
sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser
abortados. Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los
deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin
rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que
tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto
el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias
que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se
hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse
elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la
pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo
nuestro Señor.
Amén
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Agosto 15
Donde más se lució el Espíritu Santo es en la Madre
de Jesús, en la Madre de todos, María. Ella es la más bella, la más preciosa,
la que brilla en el cielo como un signo de esperanza.
Porque ella, una pobre y sencilla mujer, ignorada y
hasta despreciada (Marcos 6,2-3), tenía toda la esperanza puesta en el Señor.
Ya cuando fue concebida, el Espíritu Santo entró en su corazón. Ella nunca
escapó del Espíritu Santo, sino que se confió de un modo total a su poder
sublime. Por eso tuvo la gloria de ser la madre del Salvador, y a pesar de ser
una de las mujeres más simples de la tierra, ha triunfado con el poder de Dios.
Ahora resplandece, vestida de sol, coronada de estrellas, inmensamente feliz de
compartir la gloria de Jesús resucitado.
Por eso mismo, cuando nos detenemos ante una imagen
de María, o cuando vamos a visitarla a una iglesia, aunque estemos llenos de
cargas pesadas, sentimos un alivio. Mirándola y contándole nuestras cosas,
experimentamos que ella se hace presente a nuestro lado, nos toma en sus
brazos, y nos dice en el silencio: "No tengas miedo. Yo te comprendo,
porque yo también sufrí mucho. Pero todo terminará bien, y yo estaré a tu lado
para que puedas enfrentarlo todo".
A través de la Madre de todos, el Espíritu Santo nos
consuela.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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