PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3695 ~ Domingo 1 de Julio de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La
mujer del Evangelio de hoy quería curarse, y había puesto todos los medios a su
alcance. Ya no había más remedios, pero al oír hablar de Jesús se lanza a
tocarle porque cree que puede curarle. Si hiciéramos una encuesta preguntando a
las personas si quieren ir al cielo, todas dirían que sí, que sí quieren. Pero
una cosa es ese vago deseo y otra el quererlo realmente, poniendo los medios
que hagan falta.
Cuentan
que una hermana suya preguntó a Tomás de Aquino qué es lo que se necesita para
ir al cielo, y su hermano, que podía haberle hecho un elenco largo (oración,
sacramentos, obras de misericordia, etc.), fue esa vez muy lacónico: “Teodora
–le dijo– lo único que hace falta es querer”.
¡Cuánto
tiempo y esfuerzos dedican las personas para las cosas que les placen! ¡Cuánta
ilusión tenemos a veces por ciertos temas que verdaderamente nos roban el
corazón por momentos y, con tal de conseguir nuestro propósito, cuántos
sacrificios hacemos!
Tú quieres, Señor, que esté ilusionado por muchas
cosas, pero sólo una es necesaria una cosa, y que ha de estar en el fondo de
todo mi pensar, querer y actuar: Tú, Señor. Ayúdame a querer de verdad, con
obras, sin que otros afanes apaguen mi propósito.
Padre Jesús Martínez García
¡Buenos días!
La vida un laberinto
Tener
fe es haber descubierto el inmenso amor que Dios tiene por ti; y, ante tan
enorme y fascinante hallazgo, organizar tu vida como una respuesta fiel y
coherente. El Espíritu de Dios, Espíritu de amor, te ayude a interiorizar este
pensamiento en la meditación, porque está en el centro de la auténtica relación
con el Señor.
La vida no es un pasillo recto y fácil... por el que
viajamos libres y sin obstáculos, sino un laberinto de pasajes en el que
debemos hallar nuestro camino, perdidos y confundidos, una y otra vez,
atrapados en un callejón sin salida. Pero, si tenemos fe, Dios siempre nos
abrirá una puerta que aunque tal vez no sea la que queríamos, al final será
buena para nosotros. A. Cronin
No
basta escuchar y conocer las verdades de la fe: hay que vivirlas. “Dichoso el
hombre que escucha la Palabra de Dios y la practica”. Sólo así tu vida
adquirirá consistencia y nada la derribará, pasarás victorioso las pruebas de
este mundo perecedero y tendrás junto a Dios una morada de eterna felicidad. El
Señor te asista en el combate de la fe.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera lectura: Sab 1, 13-15; 2, 23-24
♥ Salmo: Sal 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b
♥ Segunda lectura: 2 Cor 8, 7. 9. 13-15
♥ SANTO EVANGELIO: Mc 5,21-43
En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la
otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del
mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a
sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de
morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con
él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde
hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado
todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído
lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente
se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se
volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus
discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas:
‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que
lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó
atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le
dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe
de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al
Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No
temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser
Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la
sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes
alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha
muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a
todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra
donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que
quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al
instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos
de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le
dieran a ella de comer.
♥ Comentario:
Hoy, san Marcos nos presenta una avalancha de
necesitados que se acerca a Jesús-Salvador buscando consuelo y salud. Incluso,
aquel día se abrió paso entre la multitud un hombre llamado Jairo, el jefe de
la sinagoga, para implorar la salud de su hijita: «Mi hija está a punto de
morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva» (Mc 5,23).
Quién sabe si aquel hombre conocía de vista a Jesús,
de verle frecuentemente en la sinagoga y, encontrándose tan desesperado,
decidió invocar su ayuda. En cualquier caso, Jesús captando la fe de aquel
padre afligido accedió a su petición; sólo que mientras se dirigía a su casa
llegó la noticia de que la chiquilla ya había muerto y que era inútil
molestarle: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» (Mc 5,35).
Jesús, dándose cuenta de la situación, pidió a Jairo
que no se dejara influir por el ambiente pesimista, diciéndole: «No temas;
solamente ten fe» (Mc 5,36). Jesús le pidió a aquel padre una fe más grande,
capaz de ir más allá de las dudas y del miedo. Al llegar a casa de Jairo, el
Mesías retornó la vida a la chiquilla con las palabras: «Talitá kum, que quiere
decir: ‘Muchacha, a ti te digo, levántate’» (Mc 5,41).
También nosotros debiéramos tener más fe, aquella fe
que no duda ante las dificultades y pruebas de la vida, y que sabe madurar en
el dolor a través de nuestra unión con Cristo, tal como nos sugiere el papa
Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza): «Lo que
cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la
capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un
sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito».
Fray Valentí SERRA i Fornell
(Barcelona, España)
Palabras de San Juan
Pablo II
"El verdadero conocimiento
y la auténtica libertad se hallan en Jesús.
Dejad que Jesús forme parte siempre
de vuestra hambre de verdad y justicia,
y de vuestro compromiso
por el bienestar de vuestros semejantes".
Predicación del
Evangelio:
La fe grande de una
mujer
La escena es sorprendente. El evangelista Marcos
presenta a una mujer desconocida como modelo de fe para las comunidades
cristianas. De ella podrán aprender cómo buscar a Jesús con fe, cómo llegar a
un contacto sanador con él y cómo encontrar en él la fuerza para iniciar una
vida nueva, llena de paz y salud.
A diferencia de Jairo, identificado como "jefe
de la sinagoga" y hombre importante en Cafarnaún, esta mujer no es nadie.
Solo sabemos que padece una enfermedad secreta, típicamente femenina, que le
impide vivir de manera sana su vida de mujer, esposa y madre.
Sufre mucho física y moralmente. Se ha arruinado
buscando ayuda en los médicos, pero nadie la ha podido curar. Sin embargo, se
resiste a vivir para siempre como una mujer enferma. Está sola. Nadie le ayuda
a acercarse a Jesús, pero ella sabrá encontrarse con Él.
No espera pasivamente a que Jesús se le acerque y le
imponga sus manos. Ella misma lo buscará. Irá superando todos los obstáculos.
Hará todo lo que pueda y sepa. Jesús comprenderá su deseo de una vida más sana.
Confía plenamente en su fuerza sanadora.
La mujer no se contenta solo con ver a Jesús de
lejos. Busca un contacto más directo y personal. Actúa con determinación, pero
no de manera alocada. No quiere molestar a nadie. Se acerca por detrás, entre
la gente, y le toca el manto. En ese gesto delicado se concreta y expresa su
confianza total en Jesús.
Todo ha ocurrido en secreto, pero Jesús quiere que
todos conozcan la fe grande de esta mujer. Cuando ella, asustada y temblorosa,
confiesa lo que ha hecho, Jesús le dice: "Hija, tu fe te ha curado. Vete
en paz y con salud". Esta mujer, con su capacidad para buscar y acoger la
salvación que se nos ofrece en Jesús, es un modelo de fe para todos nosotros.
¿Quién ayuda a las mujeres de nuestros días a
encontrarse con Jesús? ¿Quién se esfuerza por comprender los obstáculos que
encuentran en la Iglesia actual para vivir su fe en Cristo "en paz y con
salud"? ¿Quién valora la fe y los esfuerzos de las teólogas que, sin
apenas apoyo y venciendo toda clase de resistencias y rechazos, trabajan sin
descanso por abrir caminos que permitan a la mujer vivir con más dignidad en la
Iglesia de Jesús?
Las mujeres no encuentran entre nosotros la acogida,
la valoración y la comprensión que encontraban en Jesús. No sabemos mirarlas
como las miraba Él. Sin embargo, con frecuencia, ellas son también hoy las que
con su fe en Jesús y su aliento evangélico sostienen la vida de nuestras
comunidades cristianas.
© Padre José Antonio Pagola
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Ofrecimiento para
sacerdotes y religiosas
Formulo
el siguiente ofrecimiento únicamente
para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas
Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio
del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de
preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la
Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com
Sólo
deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia
y a qué comunidad religiosa pertenecen.
Agradecimientos
Imaginemos
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
♡ Desde
Bogotá, Colombia, Carlos y María
Trinidad agradecen a Dios por sus 36 años de matrimonio, pudiendo compartir
una vida de amor sincero y de encuentro con Él, y bendecidos por la llegada de
sus hijos Carlos y María Paula, quienes han fortalecido su vínculo. Nos unimos
en la plegaria de acción de gracias.
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Julio 1
En Juan 3,14-21 se nos dice que basta mirarlo a Jesús
para ser salvados, así como Moisés levantaba la serpiente en el desierto para
que con sólo mirarla se alcanzara la liberación.
Mirarlo, sacar los ojos por un instante de nuestra
maraña de cansancios, resentimientos, orgullos lastimados, insatisfacciones.
Mirarlo, levantando los ojos más allá de la miseria sabiendo que hay algo más,
que existe la luz sobrenatural que quiere bañar y transformar las tinieblas
donde estamos sumergidos. Sólo levantar los ojos, para descubrir que no todo es
negro y oscuro, que existe la verdad.
Pero nuestros ojos no se levantan por su propio
poder. Es mucha la fuerza del pecado que nos ha ido lastimando y debilitando,
como para pensar que con nuestro propio esfuerzo podemos levantar los ojos.
Pero además, es tan grande la luz del amor de Dios, que los ojos del corazón
humano no pueden percibirla si ese corazón no es elevado. Sólo nos sana y nos
eleva la gracia del Espíritu Santo. Por eso, en medio de la oscuridad, podemos
reconocer el secreto impulso del Espíritu Santo que nos invita a clamar:
"Señor, ayúdame, para que pueda levantar mis ojos y te vea".
Nosotros podemos preferir la oscuridad antes que su
luz, cuando queremos ser los únicos señores de nuestra vida, cuando confiamos
absolutamente en nuestra propia claridad. Cuando creemos conocer solos, sin
ayuda de nadie, el camino que nos conviene para ser felices.
Entonces sentimos que no necesitamos un salvador, y
ni siquiera queremos levantar los ojos para verlo. Por eso no podemos ser
liberados por la fuerza sanadora de su inmenso amor.
Invoquemos al Espíritu Santo, que es el único que
puede hacernos levantar los ojos para que seamos salvados.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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