miércoles, 4 de julio de 2018

Pequeñas Semillitas 3698

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3698 ~ Miércoles 4 de Julio de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Todos anhelamos la alegría, una verdadera alegría, pero no siempre la conseguimos.
Si quieres estar triste, piensa solamente en ti; si quieres estar alegre, piensa en Dios. Al pensar en ti, encontrarás sobrados motivos para la tristeza, porque tú eres muy poca cosa, muy limitada y muy débil; en cambio, al pensar en Dios, hallarás razones serias para alegrar tu espíritu, ya que Dios es bondad y amor, y la bondad y el amor no pueden menos de producir una sana alegría.
El que está lejos de Dios o prescindiendo de Dios, está alejado de la fuente de la alegría y de la paz; en cambio, el que vive en Él y con Él, queda absorbido por la paz del Señor, que colma sus deseos de felicidad.
Y entonces es cuando uno descubre que la vida merece vivirse; y que uno puede tener paz, aun en los fracasos y en las propias deficiencias.

¡Buenos días!

Palabras inspiradoras
Si piensas que tus sencillas palabras de cada día pueden ser como dulce música al oído y al corazón de los que están contigo, ¿no es verdad que controlarás mejor toda palabra que sale de tu boca para que resulte inspiradora, alegre y reconfortante para todos? Lee atentamente lo que hoy te presento.

El abuso verbal, aunque invisible, ataca la mente y el espíritu de los que lo sufren. Las palabras que se dicen con rabia o resentimiento lastiman profundamente con efectos prolongados. En verdad las palabras pueden doler como los golpes físicos. Especialmente los padres deben saber que la crítica, el desprecio y los insultos –aun cuando se los diga en broma– pueden lastimar el amor propio, o dañar la autoestima, o bien detener el crecimiento de una imagen sana de sí mismo en los niños. Las palabras dichas con amor ofrecen un real elemento constructivo de elogio, aliento, gratitud, disculpa a quien escucha. Nuestras palabras pueden herir o reconfortar, impedir o ayudar, frustrar o inspirar a la acción. He aquí algunas frases que son dulce música al oído y al corazón: “¡Muy buen trabajo!”. “Déjame ayudarte”. “Cometí un error, perdóname”. “¡Felicitaciones!”. “Estamos orgullosos de ti”. “Gracias”. “Te quiero”. “Admiro tu capacidad”. “Tú puedes hacerlo muy bien”.

Para subrayar este mensaje, recuerda lo que escribió san Pablo a los cristianos de Éfeso (4, 29): “No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan”. Que el Señor te bendiga y te proteja.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
Primera lectura: 2Am 5, 14-15. 21-24

Salmo: Sal 49, 7-13. 16b-17

SANTO EVANGELIO: Mt 8,28-34
En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término.

Comentario:
Hoy contemplamos un triste contraste. “Contraste” porque admiramos el poder y majestad divinos de Jesucristo, a quien voluntariamente se le someten los demonios (señal cierta de la llegada del Reino de los cielos). Pero, a la vez, deploramos la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano al rechazar al portador de la Buena Nueva: «Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término» (Mt 8,34). Y “triste” porque «la luz verdadera (...) vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron» (Jn 1,9.11).
Más contraste y más sorpresa si ponemos atención en el hecho de que el hombre es libre y esta libertad tiene el “poder de detener” el poder infinito de Dios. Digámoslo de otra manera: la infinita potestad divina llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Y esto es así porque Dios nos ama principalmente con un amor de Padre y, por tanto, no nos ha de extrañar que Él sea muy respetuoso de nuestra libertad: Él no impone su amor, sino que nos lo propone.
Dios, con sabiduría y bondad infinitas, gobierna providencialmente el universo, respetando nuestra libertad; también cuando esta libertad humana le gira las espaldas y no quiere aceptar su voluntad. Al contrario de lo que pudiera parecer, no se le escapa el mundo de las manos: Dios lo lleva todo a buen término, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos.
Con todo, uno puede afirmar que «frente a la libertad humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Y puede decirse asimismo que Dios está pagando por este gran don [la libertad] que ha concedido a un ser creado por Él a su imagen y semejanza [el hombre]» (San Juan Pablo II). ¡Dios paga!: si le echamos, Él obedece y se marcha. Él paga, pero nosotros perdemos. Salimos ganando, en cambio, cuando respondemos como Santa María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Santoral Católico:
Santa Isabel de Portugal
Reina y Terciaria Franciscana

Hija de Pedro III de Aragón y de Constanza de Sicilia, nació hacia 1270 en Zaragoza o en Barcelona; era nieta de Jaime I el Conquistador y sobrina de santa Isabel de Hungría, que le sirvió de modelo. Muy joven fue dada en matrimonio al rey de Portugal, don Dionís, del que tuvo dos hijos. Fortalecida con la oración y la práctica de las obras de misericordia, soportó con paciencia y humildad las infidelidades de su esposo y las tribulaciones provenientes, sobre todo, de los enfrentamientos entre sus familiares. Al morir su marido, a quien atendió personalmente con todo cariño en su última enfermedad, distribuyó sus bienes entre los pobres y quiso retirarse a un convento de clarisas; no pudo hacerlo por los problemas familiares y tomó el hábito de la Orden Tercera de San Francisco. Murió en Estremoz el 4 de julio de 1336, cuando viajaba tratando de establecer la paz entre su hijo y su nieto, reyes de Portugal y de Castilla respectivamente.
Oración: Oh Dios, que creas la paz y amas la caridad, tú que otorgaste a santa Isabel de Portugal la gracia de conciliar a los hombres enfrentados, muévenos, por su intercesión, a poner nuestros esfuerzos al servicio de la paz, para que merezcamos llamarnos hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net

Pensamiento del día
"Hemos sido creados libres, a imagen de Dios, precisamente para que seamos protagonistas de la búsqueda de la verdad y del bien, responsables de nuestras acciones, y no meros ejecutores ciegos, colaboradores creativos en la tarea de cultivar y embellecer la obra de la creación. Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con Él y amarle. Por Cristo lo podemos conseguir verdaderamente y, arraigados en ÉL, damos alas a nuestra libertad"
(Benedicto XVI)

Historias:     
Esto también pasará

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:
-Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...  Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.

El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia.  El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

- No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje -el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-  Pero no lo leas -le dijo- mantenlo escondido en el anillo y ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino.
Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía: "Esto también pasará".

Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas.

Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

- Escucha -dijo el anciano- este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará"

Y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, porque el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

Nuevo vídeo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
¿Cuántas veces he pasado por alto el verdadero significado de unas palabras ajenas, simplemente por no estar escuchando de verdad?  ¿Y cuántas veces he sido mal comprendido por la misma causa?
La comunicación es parte importante de todos los aspectos de mi vida.  En mis relaciones con el prójimo, en el trabajo y en casa, el éxito del compromiso puede estar determinado por el grado de comunicación entre las personas.
Aprendo a ser mejor comunicador cuando me dejo dirigir por el amoroso espíritu de Dios.  Cuando escucho a otros, escucho con amor.
Confío en que Dios -no las apariencias-, me muestre el verdadero significado de las palabras o los actos de alguien.
Porque confío en Dios, jamás temeré ser mal entendido.  Él me inspira para que diga y haga lo correcto en el momento correcto. 

Cinco minutos del Espíritu Santo
Julio 4
Cerremos los ojos por un instante y dediquemos un momento de nuestro tiempo sólo al Espíritu Santo.
Digámosle que nuestro tiempo es sólo para él y nada más que para él, porque él lo merece más que nadie. Si dedicamos tanto tiempo a las cosas de este mundo, es justo que haya un tiempo exclusivamente para él. ¿Por qué no?
Con los ojos cerrados, sin prisa, sin ansiedades, sin nerviosismos, tratemos de reconocer su presencia de amor. Dejemos que se vayan aplacando todas las resistencias y temores, hasta que él pueda apoderarse serenamente de nuestro interior. No se trata de hacer esfuerzos, sino de dejarlo actuar a él. Él sabe cómo hacerlo; sólo hay que dejar de ponerle obstáculos.
No hay que exigirle nada. Sólo hay que permitirle por un instante que haga lo que él quiera, aunque nosotros no entendamos, aunque nosotros no podamos descubrir ni reconocer qué ha hecho en nuestro interior. Sin duda sólo él puede hacer cosas buenas en nuestra intimidad escondida. Por eso, vale la pena dejarlo actuar en el silencio.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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