PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año
13 - Número 3703 ~ Lunes 9 de Julio de 2018
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Hoy
los argentinos celebramos el 202° aniversario de la declaración de la Independencia.
Luego
de la Revolución del 25 de mayo de 1810, el camino hacia la Independencia
Nacional estaba trazado: la ruptura de los lazos coloniales con España en 1810
no hicieron más que cristalizar un movimiento liberador que venía buscando,
desde 1806, mayor participación política y económica de los criollos. Y es así
como el 9 de julio de 1816, el país proclamó, en un Congreso reunido en la
ciudad de San Miguel de Tucumán, la existencia de una nación libre e
independiente, comenzando desde entonces el largo y dificultoso camino de consolidación
y unificación nacional, que a pesar de dos siglos transcurridos, todavía no
termina de afianzarse.
Invoquemos
hoy a la Virgen de Luján, patrona y protectora de la Argentina, y a Jesucristo,
Señor de la Historia, para que nos concedan la inspiración y las fuerzas
necesarias a fin de que podamos entre todos, unidos y generosos, construir la
Patria grande que nos merecemos.
¡Buenos días!
El guiso de lentejas
La sinceridad es una virtud exigente, ya que puedes
faltar a la verdad de distintas y sutiles maneras. Por ejemplo, con la
simulación, que es mentir con los hechos, o con la hipocresía pasando por lo
que no se es, o con jactancias atribuyéndose uno excelencias que no posee, o
con adulaciones cuando se engaña para sacar algún provecho de los otros.
Un día el filósofo
griego Diógenes estaba comiendo un plato de lentejas, sentado al lado de su
casucha. No había en Atenas un alimento más humilde y vulgar. Comer guiso de
lentejas, significaba ser de ínfima condición social. Pasó un ministro del
Emperador, y le dijo: —¡Ay, pobre Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y
adular un poco más al Emperador, no tendrías que comer lentejas. Diógenes dejó
de comer, levantó la vista y, mirando intensamente al acaudalado interlocutor,
contestó: —¡Ay de ti, pobre hermano! Si aprendieras a comer lentejas, no
tendrías que ser tan sumiso y adular tanto al Emperador.
Para vivir en una Patria noble y digna cada ciudadano
debe aportar su conducta honesta. A veces la falta de integridad se quiere
justificar diciendo que todos actúan así; o que es la única forma de salir
adelante. Es necesario vivir según los principios, aunque esto suponga ir
“contra corriente”. Es la única manera de levantar el nivel moral de nuestra
sociedad.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
♥ Primera Lectura: Is 7, 10-14
♥ Salmo: Sal Lc 1, 46-55
♥ SANTO EVANGELIO: Mt 9,18-26
En aquel tiempo, Jesús les estaba hablando, cuando se
acercó un magistrado y se postró ante Él diciendo: «Mi hija acaba de morir,
pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá». Jesús se levantó y le siguió
junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde
hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía
para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le
dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se salvó la mujer desde aquel
momento.
Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los
flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto;
está dormida». Y se burlaban de Él. Mas, echada fuera la gente, entró Él, la
tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó
por toda aquella comarca.
♥ Comentario:
Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a admirar dos
magníficas manifestaciones de fe. Tan magníficas que merecieron conmover el
corazón de Jesucristo y provocar —inmediatamente— su respuesta. ¡El Señor no se
deja ganar en generosidad!
«Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano
sobre ella y vivirá» (Mt 9,18). Casi podríamos decir que con fe firme
“obligamos” a Dios. A Él le gusta esta especie de obligación. El otro
testimonio de fe del Evangelio de hoy también es impresionante: «Con sólo tocar
su manto, me salvaré» (Mt 9,22).
Se podría afirmar que Dios, incluso, se deja
“manipular” de buen grado por nuestra buena fe. Lo que no admite es que le
tentemos por desconfianza. Éste fue el caso de Zacarías, quien pidió una prueba
al arcángel Gabriel: «Zacarías dijo al ángel: ‘¿En qué lo conoceré?’» (Lc
1,18). El Arcángel no se arredró ni un pelo: «Yo soy Gabriel, el que está
delante de Dios (...). Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el
día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las
cuales se cumplirán a su tiempo» (Lc 1,19-20). Y así fue.
Es Él mismo quien quiere “obligarse” y “atarse” con
nuestra fe: «Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá» (Lc 11,9). Él es nuestro Padre y no quiere negar nada de lo que
conviene a sus hijos.
Pero es necesario manifestarle confiadamente nuestras
peticiones; la confianza y connaturalizar con Dios requieren trato: para
confiar en alguien le hemos de conocer; y para conocerle hay que tratarle. Así,
«la fe hace brotar la oración, y la oración —en cuanto brota— alcanza la
firmeza de la fe» (San Agustín). No olvidemos la alabanza que mereció Santa
María: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron
dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45).
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
Santa Verónica Giuliani
Abadesa
Es una de las grandes místicas de la Iglesia. Nacida
en Mercatello (Marcas, Italia) el año 1660, fue de niña caprichosa y vivaracha,
a la vez que piadosa y de buen corazón. Era la menor de siete hermanas y su
madre, que les dio una esmerada educación cristiana, falleció prematuramente. A
los 16 años entró en el monasterio de clarisas capuchinas de Città di Castello
(Umbría), en el que ejerció todos los cargos domésticos y fue muchos años
maestra de novicias y abadesa. Destacó por su vida de oración y alta contemplación,
acompañada de fenómenos místicos extraordinarios, incluso físicos, relacionados
especialmente con la Pasión de Cristo. En el «Diario» que escribió por orden de
sus confesores nos ha dejado un elocuente testimonio de sus experiencias
místicas. Murió en su convento el 9 de julio de 1727.
Oración: Señor,
Dios nuestro, que hiciste admirable por las señales de la pasión de tu Hijo a
tu virgen santa Verónica; haz que, por su intercesión y ejemplo, aceptemos
humildemente la cruz de Cristo para llegar a la gloria de su resurrección. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano –
Catholic.net
Nuestra Señora de Itatí
Advocación Mariana en
Argentina
La
imagen de Nuestra Señora de Itatí, “la Reina de la Civilización en la cuenca
del Plata”, es una de las imágenes marianas más celebres y antiguas de la
República Argentina.
Su
santuario data de los comienzos de la época colonial. Se levanta en el pueblo de
Itatí. A orillas del Alto Paraná y a 70 km. de la ciudad de Corrientes.
El
culto de la Virgen de Itati ha sido ininterrumpido desde 1616. El 16 de julio
de 1900, la imagen de la Virgen de Itatí fue solemnemente coronada por voluntad
del Papa León XIII . Fue entronizada con el nombre de Reina del Paraná y reina
del Amor. El 3 de febrero de 1910, el Papa Pío X creó la Diócesis de
Corrientes, y el 23 de Abril de 1918, la Virgen de Itatí, fue proclamada
Patrona y Protectora de la misma. Su fiesta se celebra el 9 de Julio.
El
Santuario de Itatí, es uno de los más importantes de América. Cada año
alrededor de 2 millones y medio de fieles, no sólo de Argentina, sino también
de otros países sudamericanos, se dirigen a la gigantesca Basílica a dar
testimonio de su devoción y amor por Nuestras Señora de Itatí.
Pensamiento del día
“La libertad de los pueblos
no consiste en palabras, ni debe existir en los papeles solamente. Cualquier
déspota puede obligar a sus esclavos a que canten himnos a la libertad; y este
cántico maquinal es muy compatible con las cadenas y opresión de los que lo
entonan. Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el
sagrado dogma de la igualdad”.
(Mariano Moreno)
Tema del día:
La llave para el Cielo
1) Para saber
En las computadoras, cuando eliminamos una foto o un
escrito, se envía a lo que suele llamarse «papelera de reciclaje». Sin embargo,
si quisiéramos recuperarlo bastaría sacarlo de ahí. Se podría pensar que al ser
perdonados por Dios el pecado continúa por ahí guardado. Pero no es así. El
corazón de Dios no tiene «papelera de reciclaje»”. Dios no guarda en un
“archivo” los pecados perdonados: su misericordia es tan grande que los perdona
y desaparecen.
Por ello, al tratar sobre el camino para llegar a la
santidad, a la felicidad, el Papa Francisco después de considerar las
bienaventuranzas, resalta la misericordia. Y para vivirla en concreto, nos
recuerda el “protocolo” dicho por Jesús: Dar de comer al hambriento, de beber
al sediento, alojar al forastero, vestir al desnudo, visitar el enfermo y
encarcelado (Cfr. Mt 25,35-36). Así, la santidad no consiste en tener
experiencias raras o extraordinarias. Dios puede concederlas, pero para todos,
la santidad consiste primordialmente en amar a Dios y al prójimo.
2) Para pensar
Se dice que un guerrero que había tenido una vida
bastante turbia, pero ya estaba muy arrepentido. Y aunque había pedido perdón a
sus prójimos y Dios en la confesión, aún le pesaba el mal hecho. Visitó a un
monje sabio en el desierto. El monje ermitaño le preguntó: “Dime, si tu túnica
se rasga, ¿la tirarías?” El hombre le respondió: “No, la cosería y volvería a
ponérmela”. El monje sólo dijo: “Por tanto, si tú cuidas tu vestido de paño,
¿crees que Dios no tenga misericordia de ti que eres su imagen y su hijo?”
Al obrar misericordiosamente, nos asemejamos a Dios
mismo. Por ello se dice que la misericordia es la viga maestra que sostiene la
vida de la Iglesia y lleva a buscar un cambio social que resuelva las
injusticias. La misericordia es la llave del cielo. Pensemos si ya tenemos esa
llave para entrar.
3) Para vivir
Cuando hay una obsesión por pasarla bien, se termina
por vivir concentrado en uno mismo y así es difícil ocuparse en dar una mano a
los necesitados. También si se pierde tiempo en el consumo de información
superficial o en distracciones desordenadas, aleja del sufrimiento de los
hermanos, de los inmigrantes o de las injusticias. Y sucede que mientras unos
festejan y gastan imprudentemente, al mismo tiempo otros miran desde afuera con
hambre.
El Evangelio vuelve a resonar para ofrecernos una
vida diferente, más sana y más feliz. Nos recuerda que cada persona necesitada
tiene nuestra dignidad y es amada por el Padre.
En los actos de misericordia, hemos de reconocer a
Jesús en los pobres y sufrientes, pues Él se ha identificado con ellos: “lo que
hicisteis con uno de estos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. Si nos
separamos del Señor, ya no sería cristianismo sino un tipo de ONG.
Santa Teresa de Calcuta afirmaba que aunque tenía
muchas debilidades y miserias, Dios quería mostrar su inmenso amor a través de
ella y de todos los que se lo permitamos, pero que si nos ocupamos demasiado de
nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás.
El Papa Francisco nos recomienda en su Exhortación a
releer las bienaventuranzas y hacerlas carne: “Nos harán bien, nos harán
genuinamente felices”.
© Pbro. José Martínez Colín
Oración por la Patria
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Nos
sentimos heridos y agobiados.
Precisamos
tu alivio y fortaleza.
Queremos
ser nación, una nación cuya identidad
sea
la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos
la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para
amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando
a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo
el odio y construyendo la paz.
Concédenos
la sabiduría del diálogo
y
la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú
nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos
a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina!
¡Canta y camina!
Jesucristo,
Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
Meditaciones de
“Pequeñas Semillitas”
Muchas han sido las vicisitudes y desencuentros que
los argentinos vivimos desde aquel 9 de Julio de 1816 cuando se proclamó la
Independencia.
Desgraciadamente, en estos 202 años transcurridos,
todavía no conseguimos afianzarnos como la gran nación para la que estamos
predestinados por mano pródiga de Dios y por el sueño de los padres de la
Patria. Los incomprensibles egoísmos, la priorización de mezquinos intereses
personales, la corrupción sin límites, la mentira desembozada, la falta de
solidaridad entre hermanos, el desprecio por los valores más sagrados, son
-entre otros motivos no menos graves- las causas por las cuales transitamos por
momentos tan penosos en nuestro presente como nación.
Ojalá que esta fecha sirva para que todos
reflexionemos con sinceridad y una buena dosis de patriotismo, cuál es la
Nación que queremos dejar para nuestros hijos, nietos y demás generaciones por
venir. Que sepamos asumir con humildad los errores de todos y cada uno, y
pidamos la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, para construir
de una vez y para siempre la Argentina progresista y pujante, igualitaria y con
oportunidades para todos, tal como la soñaron los próceres del siglo XIX y
nuestros abuelos de principios del siglo XX que trabajaron denodadamente para
hacer de este suelo un lugar donde vale la pena vivir.
Cinco minutos del
Espíritu Santo
Julio 9
Muchas veces sufrimos por la agresividad que llevamos
dentro.
Algunas personas reaccionan mal, con agresiones o
ironías; otras se callan, pero se aíslan resentidas. Hay muchas tensiones interiores
que nos llevan a sentirnos mal con las demás personas. A veces hay cosas que
nos molestan y no sabemos bien por qué; otras veces sentimos rechazo por cosas
que no son tan importantes.
Es necesario llevar calma y armonía a ese mundo
interior, para que no desgastemos tantas energías inútilmente.
El Espíritu Santo puede sanar nuestro interior para
que nos liberemos de muchas tensiones innecesarias, para que renunciemos a la
guerra con los demás, para que dejemos de resistirnos ante las cosas que nos
irritan y aprendamos a aceptarlas como parte de la vida.
Si dejamos que el Espíritu Santo nos serene en un
momento de oración, podemos decirle no a la violencia interior y optar
sinceramente por la paz del corazón. Esto no significa que no luchemos o que no
discutamos cuando es necesario. Sólo significa que aprendamos a hacerlo sin
perder la calma interior.
Con la gracia del Espíritu Santo podemos lograrlo,
porque él es el dulce maestro interior.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito
de todos)
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