viernes, 19 de enero de 2018

Pequeñas Semillitas 3567

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3567 ~ Viernes 19 de Enero de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Al iniciar esta nueva edición de “Pequeñas Semillitas” creo oportuno hacerlo con estas cinco motivaciones que nos pueden ayudar en este y en todos los días:
- Creo realmente en mí mismo: en mis habilidades, en mis talentos, en mis capacidades, en los grandes dones que el Señor me ha dado. ¡Soy su milagro más grande!
- Hoy despertaré al gigante dormido que hay dentro de mí. Floreceré donde Dios me ha plantado, aunque sea en la roca.
- Porque confío en Jesús, tengo nueva vida y se renuevan mis fuerzas. Tengo alas como las águilas... Camino y no me fatigo. Corro y no me agoto (Isaías, 40,31).
- La alegría del Señor es mi fuerza: cultivaré la alegría, la cordialidad,  el buen humor.
- El Señor es mi fuerza y mi energía. Su bondad y misericordia me acompañan. Ningún mal temeré, porque tú, Señor, vas conmigo.

¡Buenos días!

Terrorista depresivo
La paz interior tiene enemigos: son los pensamientos y sentimientos negativos que confunden y agitan de tal modo que turban el corazón y dañan la salud. Hombres sabios que sondearon su interior con la luz del Espíritu Santo los han especificado: insatisfacción, ansiedad, irritación, miedo, odio, tristeza, autocompasión, duda, abatimiento, impaciencia…

El médico después de haber revisado minuciosamente a un joven alto y robusto, de piel bronceada y poderosa voz, le dijo: —Usted, joven, sólo tiene una depresión nerviosa, pero debe cuidarse. ¿Qué profesión tiene? El vigoroso joven con estentórea voz exclamó: —¡Terrorista! Sin inmutarse en lo más mínimo, el médico le contestó: —¡Muy bien! Nada de bombas, por lo menos en tres meses.

Un pensador, que conocía bien la naturaleza humana escribió: “La espada del resentimiento antes de tocar a la persona a la cual se odia, atraviesa a quien guarda rencor”.  Esto es precisamente lo que le afectaba al joven terrorista. “Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien” (Martin L. King). El amor es lo primero.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. (Mc 3,13-19)

Comentario:
Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.
¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).
Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).
Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.
Rev. D. Llucià POU i Sabater (Granada, España)

Santoral Católico:
San Macario el Grande
Abad
Nació en el Alto Egipto en torno al año 300. De joven fue camellero dedicado al trasporte, pero pronto conoció a san Antonio Abad y vivió cerca de él algunos años. Luego, se retiró al desierto de Scete, donde fundó varios monasterios. Se ordenó de sacerdote para atender a cientos de monjes, a los que presidía como abad. Estuvo desterrado por orden del obispo arriano de Alejandría. Murió el año 390.
© Directorio Franciscano     

Pensamiento del día

“Nunca pierdas la fe...
Confía en el tiempo de DIOS y en sus promesas...
Espera tu respuesta, cree en sus milagros...
Alégrate en su bondad y descansa en su presencia...
Él conoce tus sueños, Él sabe lo que es bueno para ti...
Confía, algo muy bueno vendrá para ti,
porque Él es bueno y sus promesas serán cumplidas.
Sólo espera, confía en Él,
cree que algo bueno viene para ti, y nunca pierdas la Fe”
(Oly Sawyer)

Tema del día:
¿Por qué ir a Misa el domingo?
1)  Para saber
Una pregunta que a veces nos puede hacer alguien o que nosotros mismos nos cuestionamos es por qué ir a Misa los domingos. El Papa Francisco, en su catequesis sobre la Eucaristía, respondió a dicha pregunta: “Nosotros los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado o, mejor dicho, para dejarnos encontrar por Él, escuchar su palabra, nutrirnos en su mesa, y así hacernos Iglesia, es decir, su Cuerpo místico viviente en el mundo”.
En esas pocas palabras el Papa nos dice muchas cosas. En primer lugar, que la Misa es el encuentro entre personas: entre Jesús y quien asiste. Ir a Misa no es ir a algo, sino ir con Alguien. No con cualquiera, sino con Dios mismo. Y, además, nos encontramos con quien más nos ama. Por ello la celebración dominical de la Eucaristía está al centro de la vida de la Iglesia (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2177).

2) Para pensar
Los niños, a pesar de su corta edad, logran comprender muchos misterios divinos. Así lo relata una gran pensadora, Elizabeth Ascombe, quien fue eminente profesora de filosofía en una de las principales universidades del mundo, en Oxford. Ella escribió un artículo sobre el milagro de la transubstanciación que ocurre en la Santa Misa, por el cual el pan se transforma en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre. Señala la importancia de enseñar a los niños, desde muy pequeños, ese milagro por el cual llega Jesús.
Y convencida de la capacidad de los niños de captar muchas cosas –bastante más de lo que algunos suponen–, cuenta una experiencia: “Conocí a un niño de casi tres años y que sólo empezaba a hablar, pero había sido instruido… En la santa Misa esperaba al fondo de la iglesia mientras la madre iba a comulgar. “¿Está Él dentro de ti?” preguntó el niño al volver la madre. “Sí”, contestó. Y para su asombro, el niño se postró ante ella. Puedo dar testimonio de esto, porque lo vi suceder”.
El niño supo de la presencia de ese Alguien, de Jesús. Pensemos cuál es nuestra actitud ante su presencia en la Eucaristía.

3) Para vivir
Así pues, concluye el Papa, no es suficiente decir que hay que ir a Misa porque lo manda la Iglesia. Eso es cierto y muestra que es algo muy importante, pero habría que añadir las razones: “Nosotros los cristianos tenemos necesidad de participar en la Misa dominical porque sólo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento, y así ser sus testigos creíbles… Por eso perder el sentido cristiano del domingo iluminado por la Eucaristía sería un pecado… Por estas razones, el domingo es un día santo, santificado por la celebración eucarística, presencia viva del Señor entre nosotros y para nosotros. ¡Es la Misa, pues, lo que hace al domingo cristiano! El domingo cristiano gira alrededor de la Misa. ¿Qué domingo es, para un cristiano, aquel en el cual falta el encuentro con el Señor?”, nos pregunta el Papa.
Incluso donde lamentablemente no puede haber la Santa Misa el domingo, los fieles están llamadas a recogerse en oración, escuchando la Palabra de Dios.
Para que nuestra vida sea plena, procuremos vivir la Santa Misa de modo que toda la semana quede iluminada con la Luz de la Eucaristía.
© Pbro. José Martínez Colín

Meditaciones
Un niño que se quiera guiar solo por la vida está destinado a correr muchos riesgos, a lastimarse, e incluso a perder la vida, pues los niños no están hechos para mantenerse solos, sino que necesitan de sus padres para crecer bien y vivir bien.
Así también nosotros, que somos niños en la vida espiritual, tenemos que seguir los buenos consejos que nos dan los mayores, comenzando por nuestros padres, y siguiendo por los superiores, hasta el mismo Dios y la Virgen, ya que quien sigue su propia voluntad se hace discípulo de un tonto.
Tenemos que reconocer que necesitamos de una guía hacia el Cielo, porque Dios ha querido que los hombres seamos solidarios unos con otros, y que nos vayamos ayudando en el camino.
Es de buen cristiano el pedir consejos a personas prudentes. Pero es que a veces el Señor se valdrá hasta de los más pecadores y desviados para darnos buenos consejos. No es así en general, pero puede suceder. El Señor se sirvió de un asno para dar consejos a un hombre, como relata la Escritura; y así también nos puede dar consejos hasta de los inferiores y de entre los más infieles. Y esto es para que no juzguemos a ninguno ni nos creamos superiores a nadie, porque Dios es libre y se sirve del que quiere para enderezar nuestra senda y amonestarnos en el camino.
Hagamos caso al apóstol que tenemos que oír todo y seguir lo bueno, sin importar de qué fuente viene ni quién lo dice, ya que si es algo bueno, entonces hay que seguirlo.
(Sitio Santísima Virgen)

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para María Trinidad A. (Trini), de Bogotá, Colombia, con algunos malestares de salud; para que el Señor le dé el don de la salud, para que continúe su vida cotidiana bajo su amparo y protección, siempre con la intercesión de nuestra Madre, la Virgen Santísima. Pedimos igualmente al Espíritu Santo ilumine a su esposo Carlos C. durante este año lectivo en sus labores docentes como profesor de Educación Religiosa. Igualmente al Señor que bendiga a todos los miembros de su familia.

Pedimos oración para Paola T., de Italia, de 78 años de edad, que está con una insuficiencia cardíaca y renal, terminales. Por ese motivo rogamos que Dios y la Virgen le den paz y alivio a su cuerpo y serenidad y confianza a su espíritu. Y que sostengan a sus hijos en estos momentos difíciles que todos atraviesan.

Pedimos oración para Marina R., de Málaga, España, paciente oncológica, llena de fuerza y fe que le viene del Señor para luchar contra sus enfermedades y sobreponerse a todas ellas. Esta semana tiene tomografías de control y rogamos a Dios que los resultados sean favorables.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo.  Al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos del Espíritu Santo
Enero 19
Dejemos que el Espíritu Santo se siga derramando cada vez más en nuestra vida. Supliquémosle, invoquémoslo con insistencia, dejemos que nos inunde como el agua, que riegue nuestro ser como agua viva, purificadora, y que haga renacer todo lo que está seco.
Dejemos que nos penetre como el viento, y que arrastre todo lo que está de más en nuestras vidas; que nos impulse hacia adelante como el viento impetuoso y nos arranque de nuestras falsas seguridades. Dejemos que sea el fuego santo que queme todo lo que nos hace daño, que disipe nuestras oscuridades, que nos llene de calor. Dejemos que nos devuelva la vida, que nos haga recuperar nuestra más auténtica alegría.
Porque la alegría se siente cuando volvemos a sentirnos vivos, cuando valoramos la sangre que corre por las venas y el amor que se mueve en el corazón, cuando experimentamos que vivir vale la pena. El Espíritu Santo puede llenarnos de esa vida nueva también hoy: "Y cuando venga él, el Espíritu de la verdad, él los llevará a la verdad completa... Y la tristeza se les convertirá en alegría" (Juan 16,13.20)."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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