lunes, 8 de enero de 2018

Pequeñas Semillitas 3556

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3556 ~ Lunes 8 de Enero de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Iniciamos hoy la edición de “Pequeñas Semillitas” con una reflexión de un obispo emérito de Brasil, Luiz Carlos Eccel:
«Yo no tengo una experiencia extraordinaria para compartir sobre nuestra madre María. Simplemente, como soy su hijo, he sido dado a Ella por el Hijo de Dios, trato de vivir mi vida día a día, tomado de su mano, y me siento feliz dar testimonio de ello. A Ella y al pueblo de Dios consagro mi vida todos los días. Nuestra madre María conoce las debilidades de sus hijos y también sabe que ellos quieren mejorar. Diariamente, viene a ayudarnos para conseguirlo. Ella es verdaderamente el camino más corto para alcanzar a Jesús, su Hijo divino, quien nos lleva al Padre. Con Mamá María, nunca estaremos solos; tenemos su bendición y protección como Madre de la Iglesia.»

¡Buenos días!

Toma la decisión de amar
La incomprensión entre las personas es una realidad cotidiana. Entre los mismos miembros de la familia, en las asociaciones apostólicas y grupos humanos sucede lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje: “Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y otros”.

Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse. El sabio lo escuchó, y solamente le dijo una palabra: “ámela”. —Pero..., es que ya no siento nada por ella.  —Ámela,  –insistió el sabio. Y ante el desconcierto del señor, agregó: “Amar es una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y entrega. El amor es como un ejercicio de jardinería: prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone el jardín. Ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, dele afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso es todo, Ámela”. Gonzalo Gallo.

“El amor todo lo puede. No hay dificultad por muy grande que sea, que el amor no la supere. No hay puerta por muy cerrada que esté, que el amor no abra. No hay muro por muy alto que sea, que el amor no derrumbe. No hay distancias por extremas que sean, que el amor no acorte. No hay situación por desesperada que sea, que el amor no la resuelva”.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva». Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres». Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él. (Mc 1,14-20)

Comentario:
Hoy, el Evangelio nos invita a la conversión. «Convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15). Convertirse, ¿a qué?; mejor sería decir, ¿a quién? ¡A Cristo! Así lo expresó: «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí» (Mt 10,37).
Convertirse significa acoger agradecidos el don de la fe y hacerlo operativo por la caridad. Convertirse quiere decir reconocer a Cristo como único señor y rey de nuestros corazones, de los que puede disponer. Convertirse implica descubrir a Cristo en todos los acontecimientos de la historia humana, también de la nuestra personal, a sabiendas de que Él es el origen, el centro y el fin de toda la historia, y que por Él todo ha sido redimido y en Él alcanza su plenitud. Convertirse supone vivir de esperanza, porque Él ha vencido el pecado, al maligno y la muerte, y la Eucaristía es la garantía.
Convertirse comporta amar a Nuestro Señor por encima de todo aquí en la tierra, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Convertirse presupone entregarle nuestro entendimiento y nuestra voluntad, de tal manera que nuestro comportamiento haga realidad el lema episcopal del Santo Padre, San Juan Pablo II, Totus tuus, es decir, Todo tuyo, Dios mío; y todo es: tiempo, cualidades, bienes, ilusiones, proyectos, salud, familia, trabajo, descanso, todo. Convertirse requiere, entonces, amar la voluntad de Dios en Cristo por encima de todo y gozar, agradecidos, de todo lo que acontece de parte de Dios, incluso contradicciones, humillaciones, enfermedades, y descubrirlas como tesoros que nos permiten manifestar más plenamente nuestro amor a Dios: ¡si Tú lo quieres así, yo también lo quiero!
Convertirse pide, así, como los apóstoles Simón, Andrés, Santiago y Juan, dejar «inmediatamente las redes» e irse con Él (cf. Mc 1,18), una vez oída su voz. Convertirse es que Cristo lo sea todo en nosotros.
Rev. D. Joan COSTA i Bou (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Severino
Predicador
Nació en Roma de familia noble. Sacerdote y monje, fue primero ermitaño en Oriente. Tras la devastación causada por Atila y los hunos, se trasladó a la provincia romana del Nórico (en la actual Austria), donde organizó la restauración de las poblaciones valiéndose de sus dotes y su prestigio; predicó, reformó costumbres, fundó monasterios. Murió el año 482.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Pensamiento del día

"La justicia se defiende con la razón y no con las armas.
No se pierde nada con la paz, y puede perderse todo con la guerra
Un hombre pacífico hace más que uno con mucho conocimiento"
San Juan XXIII

Tema del día:
Indulgencias 
P. Jorge Loring SJ

Para ayudar a los difuntos la Iglesia tiene el tesoro de las indulgencias. Es un tesoro espiritual que tiene la Iglesia. A mí me da pena cuando veo católicos que menosprecian las indulgencias. Prescinden de las indulgencias. Como si no existieran. Es despreciar un capitalazo espiritual.

Yo digo una cosa: si la Iglesia legisla sobre las indulgencias, es porque son una realidad. La Iglesia no nos va a engañar. Cuando la Iglesia dispone, reforma y aplica las indulgencias, es porque esto es una realidad. No vamos a pensar que la Iglesia nos está engañando, y nos habla de una cosa que es pura imaginación. Y la Iglesia legisla sobre las indulgencias.

Hoy la Iglesia ha dejado dos tipos de indulgencia: indulgencia parcial, indulgencia plenaria. Y nada más. ¿Qué es indulgencia parcial? Lo voy a explicar de modo que me entendáis, no con las palabras teológicas y técnicas.

Indulgencia parcial significa que la Iglesia me duplica mi mérito. Lo multiplica por dos. Si yo doy un beso a una medalla, ese beso vale según mi fervor. Si yo doy un beso muy frío, vale mucho menos que si doy un beso fervoroso. Entonces el valor de mi beso a la medalla, a la estampa, al crucifijo, a la Virgen, el valor de mi beso en orden a la vida eterna, depende de mi fervor. Si este objeto está indulgenciado con indulgencia parcial, se merece el doble. El fervor que yo pongo, se multiplica por dos. Ésa es la indulgencia parcial.

¿Y qué es indulgencia plenaria? Indulgencia plenaria es que suprime el purgatorio. Si la gana un moribundo no pasa por el purgatorio. Si la aplicamos a uno que está en el purgatorio, sale del purgatorio.

Primero, hay que decirlo, porque no todo el mundo lo sabe, el purgatorio es dogma de fe. La existencia del purgatorio es dogma de fe. La gente se cree que el purgatorio es lo mismo que el limbo. ¡No señor! El limbo no es dogma de fe y el purgatorio, sí. Está definido en los Concilios de Lyón y de Florencia.

San Pablo habla de que podemos ayudar a los difuntos. Pues si podemos ayudar a los difuntos, es a los del purgatorio. Los que están en el cielo, no necesitan ayuda. Y a los que están en el infierno, no les sirve de nada. Por lo tanto, si podemos ayudar a los difuntos, es a los que están en el purgatorio. El purgatorio es dogma de fe.

El alma que está en el purgatorio, sufre mucho; pero no le sirve a sí misma. No puede merecer para sí. El tiempo de mérito es la Tierra. En la vida terrena podemos merecer, para bien o para mal. Pero una vez que se acaba la vida, con la muerte, ya no se merece más. En el purgatorio, no se puede merecer. Pero nosotros podemos merecer para ellos. Les podemos aplicar una indulgencia plenaria. ¿Qué significa que yo gane para ellos una indulgencia plenaria? Que la saco del purgatorio.

Voy a explicar esto un poco más, en plan popular. Me gusta siempre buscar ejemplos que se entiendan. ¿Qué es eso de la indulgencia plenaria? Con la indulgencia plenaria se te quitan las cicatrices que dejaron en tu alma los pecados cometidos. Tú cometes un pecado mortal, y es una herida mortal. Esa herida mata tu alma. Si no te arrepientes, te condenas. Si te confiesas del pecado mortal, y se te cura la herida, ya no te condenas. Te han cerrado la herida, te han curado la herida; pero te han dejado una cicatriz. Los pecados perdonados dejan cicatrices, y de esas cicatrices te purificas en el purgatorio, antes de entrar en el cielo; porque en el cielo no puedes entrar con el rostro lleno de cicatrices. En el cielo hay que entrar presentable.

Eso es el purgatorio: “un tratamiento de belleza” para el alma. Esa alma que está llena de cicatrices por todos los pecados mortales perdonados, pero que han dejado cicatrices. En el purgatorio, se purifican las cicatrices, se limpian las cicatrices, desaparecen las cicatrices. Y ya puedes entrar en el cielo presentable, que es cómo hay que entrar en el cielo.

Pues esta indulgencia plenaria, yo la puedo ganar o para mí, o para otro. ¿La puedo ganar para mí? Sí señor. Pero hay un problema. Para que yo gane una indulgencia plenaria para mí, tengo que tener total aborrecimiento de todo desorden. Porque si yo tengo un afecto desordenado, ya estoy mereciendo el purgatorio. Quizás, no infierno; pero por lo menos purgatorio. Porque tengo un afecto desordenado. Si yo tengo un afecto desordenado, no gano la indulgencia plenaria para mí.

Pero si yo aplico a otro una indulgencia plenaria, no importa que yo tenga un afecto desordenado. Si yo tengo un afecto desordenado, ya lo pagaré en el purgatorio. Pero, ¿qué culpa tiene el otro? Yo puedo ganar una indulgencia plenaria y aplicársela a otro. Es mucho más fácil ganar la indulgencia plenaria para otro, que para uno mismo. Para uno mismo es mucho más difícil. Pero para otro, facilísimo. Basta con hacer la obra indulgenciada y poner las condiciones.

En la reforma de indulgencias han quitado las indulgencias plenarias diarias, que había muchas, y han dejado cuatro. Nada más que cuatro. Que son: rezar el rosario en común o delante del Sagrario; media hora de oración delante del Santísimo; media hora de lectura de Biblia; y hacer el Vía-Crucis. Cualquiera de estas cuatro cosas tiene indulgencia plenaria cada día.

Una de las reformas es que sólo se puede ganar una indulgencia plenaria al día. Antes había las «Toties quoties» como la Porciúncula: que podías ganar un montón de indulgencias plenarias en un día. Ahora no. La Iglesia ha decidido dejar una sola plenaria al día. El Vía-Crucis, que es lo que yo hago todos los días, es rapidísimo de hacer. Yo no sé si tardo cinco minutos. No tardo más. En el Vía-Crucis no hay que pararse en las catorce estaciones. Ni rezar una cosa en cada estación. Basta recorrer las estaciones pensando en la Pasión. Y en una capilla pequeña, como la que tenemos los jesuitas en nuestras casas, la capilla la recorro en cinco minutos. En cinco minutos recorro, meditando en la Pasión, las estaciones del Vía-Crucis. Muy sencillo. Y gano la indulgencia plenaria.

Hacer la obra indulgenciada y después, ¿qué condiciones? Pues hay que confesar los ocho días antes o los ocho días después. Si confieso cada quince días, vale. Una comunión por cada indulgencia plenaria. Si comulgo todos los días, vale. Hay que rezar algo por el Papa. Un padrenuestro por las intenciones del Papa, que lo rezamos siempre, después del rosario o después del Vía-Crucis.

Si yo todos los días hago un acto que tenga indulgencia plenaria, yo puedo sacar un alma del purgatorio cada día. Esto es fenomenal. Basta que me preocupe de rezar el rosario delante del Santísimo o en común; media hora de oración delante del Santísimo, que lo hacen montones de personas; leer la Biblia durante media hora o el Vía-Crucis. Con que te preocupes un poquitín, puedes sacar del purgatorio un alma al día.

Fijaos si esto no es una obra de caridad impresionante. Y después lo que significa tener en el cielo ese ejército de amigos que saben que tú los sacaste del purgatorio. Fíjate cómo estarán pidiendo a Dios por tus necesidades. Esto que digo, de preocuparse de las almas del purgatorio, me parece interesantísimo, por lo que tiene de caridad. Podemos aplicarla a un ser querido; pero también podemos dejarla en manos de Dios y de la Virgen para que las apliquen a las almas más necesitadas del purgatorio.
© P. Jorge Loring | Fuente: Catholic.net

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración para Carlos C. A., colombiano que se encuentra en la Universidad de Warwick (Inglaterra) realizando su doctorado en Economía, y durante los próximos días deberá presentar importantes exámenes de orden académico. Seguros y confiados en que será iluminado por el Espíritu Santo, confiados en que logrará sus propósitos siempre con la firme intercesión de nuestra Madre la Virgen María.

Pedimos oración para Jefferson Samir G. F., de Bogotá, Colombia, que hoy cumple 27 años y durante el primer semestre de este año culminará su carrera de Administrador de Empresas, rogando al Señor que siempre le ilumine con su Santo Espíritu y le ayude a tomar decisiones acertadas en el cumplimiento de las metas académicas y laborales que su proyecto de vida.

Pedimos oración para Miriam U., de la provincia de Córdoba, Argentina, afectada de cáncer y en situación complicada. La ponemos en las manos de la Virgen de Lourdes, protectora de los enfermos, para que Ella interceda ante Jesús por la situación de esta joven. 

Pedimos oración por las necesidades físicas, psíquicas y espirituales de Sonia, Carla y Marvin. El Señor Misericordioso conoce cuáles son sus dolores y angustias y seguramente acudirá generoso a sanarlas.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo; al rezar por la paz, rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos del Espíritu Santo
Enero 8
"Ven Espíritu Santo, entra en mi mente, en esa locura de mis pensamientos que me perturban. Pacifica este interior inquieto. Ayúdame a dominar y serenar mis pensamientos para que reine en mí tu paz.
Ven Espíritu Santo a dominar mi mente con tu santísima calma. Armoniza ese mundo de mi mente y llévate lejos todo pensamiento que provoque angustias o nerviosismos, tristezas o inquietudes inútiles.
Ven Espíritu Santo, toma esas imágenes alocadas que dan vueltas dentro de mí, para que pueda reflexionar serenamente, orar bien, y avanzar sin preocupaciones que no valen la pena.
Ven Espíritu Santo, y lléname de pensamientos bellos, que me ayuden a vivir.
Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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