PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3138 ~ Domingo 25 de Setiembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
El
Evangelio de hoy nos habla del infierno. Y esto sirve para recalcar que la
existencia del infierno es dogma de fe. El infierno existe porque Dios lo dice,
no porque yo lo entienda. Es lógico que yo no lo entienda por la limitación de
mi entendimiento. Hay cosas que son verdad aunque yo no las entienda.
Aceptamos
sin problema montones de cosas que no entendemos y también misterios que no
afectan a nuestra vida. Nadie hace problema del misterio de la Trinidad. Le da
lo mismo si en Dios hay tres personas o cinco. Pero el infierno irrita nuestra
sensibilidad... Si existe muchos lo van a pasar muy mal. Muchos dicen que no
creen porque nadie ha venido de allí.
Va
de cuento: Iban un día de paseo dos peces por el mar. Y uno le dice al otro:
«¿Ves aquella lombriz? Pues está colgada de un hilo prendido en la punta de una
caña que está en manos de un hombre esperando que uno de nosotros se tire por
la lombriz. Y al que lo hace, lo enganchan y a la sartén». Y el otro pez que se
las daba de muy listo le contesta: «¿Y tú te crees el cuento de la sartén? ¡Si es
un cuento de viejas! Ya lo contaba mi abuela. ¿Conoces a alguien que haya
vuelto de la sartén? Si no quieres la lombriz, tú te la pierdes. Mía es». Se
tiró por la lombriz, lo engancharon y terminó en la sartén como un pescado
frito. ¡¡Y no volvió a decir al otro cómo le fue!! De la sartén no se vuelve.
De
la sartén y del infierno no se sale. Nadie vuelve a decir cómo le fue. Por eso
dijo Cristo «No hace falta que vaya nadie; ya tienen a los profetas. Si no
hacen caso de ellos, no harán caso aunque se les aparezca un muerto». Y es que
muchos no hacen caso de lo que dice la Iglesia.
*Padre Jorge Loring S.J.
¡Buenos días!
El General Belgrano vence a Tristán
“En
la Sagrada Escritura encontramos pocas palabras de la Virgen, pero son como
granos de oro puro: si los fundimos con el fuego de una amorosa contemplación,
serán suficientes para irradiar sobre toda nuestra vida el esplendor luminoso
de las virtudes de María”. Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
El general Manuel Belgrano era devoto de la Virgen
María. Pertenecía a la cofradía del Santo Rosario. Pidió que a su muerte se lo
vistiera con el hábito de Santo Domingo. Fue enterrado dentro del templo.
Cuando en septiembre de 1810, salió de Buenos Aires al frente de un pequeño
ejército al Paraguay, al llegar a Luján, se detuvo y puso su nueva carrera bajo
la protección de la Virgen. El 23 de septiembre de 1812, eligió a Nuestra
Señora de la Merced su Generala y al día siguiente venció a Tristán en la
batalla de Tucumán. Como trofeo se acuñaron medallas con esta inscripción:
“Victoria del 24 de septiembre de 1812, bajo la protección de Nuestra Señora de
las Mercedes, Generala del Ejército”.
Hay
signos de que María, nuestra Madre celestial, se pone a nuestro lado de una
manera especial en estos tiempos difíciles para la fe. Nos conmueve comprobar
que esta buena Madre está preocupada por muchos hijos atrapados en las
tinieblas del mundo, porque no le dan a Dios un lugarcito en su vida y en su
tiempo (Mensajes de Medjugorje).
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Había un hombre rico que vestía de
púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre,
llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba
hartarse de lo que caía de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Hasta los
perros venían y le lamían las llagas.
»Sucedió,
pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham.
Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó
los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo:
‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la
punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta
llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante
tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y
tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran
abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de
ahí puedan pasar donde nosotros’.
»Replicó:
‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo
cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este
lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les
oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va
donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los
profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’». (Lc 16,19-31)
Comentario:
Hoy,
Jesús nos encara con la injusticia social que nace de las desigualdades entre
ricos y pobres. Como si se tratara de una de las imágenes angustiosas que
estamos acostumbrados a ver en la televisión, el relato de Lázaro nos conmueve,
consigue el efecto sensacionalista para mover los sentimientos: «Hasta los
perros venían y le lamían las llagas» (Lc 16,21). La diferencia está clara: el
rico llevaba vestidos de púrpura; el pobre tenía por vestido las llagas.
La
situación de igualdad llega enseguida: murieron los dos. Pero, a la vez, la
diferencia se acentúa: uno llegó al lado de Abraham; al otro, tan sólo lo
sepultaron. Si no hubiésemos escuchado nunca esta historia y si aplicásemos los
valores de nuestra sociedad, podríamos concluir que quien se ganó el premio
debió ser el rico, y el abandonado en el sepulcro, el pobre. Está claro,
lógicamente.
La
sentencia nos llega en boca de Abraham, el padre en la fe, y nos aclara el
desenlace: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro,
al contrario, sus males» (Lc 16,25). La justicia de Dios reconvierte la
situación. Dios no permite que el pobre permanezca por siempre en el sufrimiento,
el hambre y la miseria.
Este
relato ha movido a millones de corazones de ricos a lo largo de la historia y
ha llevado a la conversión a multitudes, pero, ¿qué mensaje hará falta en
nuestro mundo desarrollado, hiper-comunicado, globalizado, para hacernos tomar
conciencia de las injusticias sociales de las que somos autores o, por lo
menos, cómplices? Todos los que escuchaban el mensaje de Jesús tenían como
deseo descansar en el seno de Abraham, pero, ¿cuánta gente en nuestro mundo ya
tendrá suficiente con ser sepultados cuando hayan muerto, sin querer recibir el
consuelo del Padre del cielo? La auténtica riqueza es llegar a ver a Dios, y lo
que hace falta es lo que afirmaba san Agustín: «Camina por el hombre y llegarás
a Dios». Que los Lázaros de cada día nos ayuden a encontrar a Dios.
* Rev. D. Valentí ALONSO i Roig (Barcelona, España)
Palabras de San Juan Pablo II
"María,
ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los
hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos
contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos
al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la paz verdadera, a la que
todos aspiran en lo más profundo del corazón".
Predicación del Evangelio:
No ignorar al que sufre
El
contraste entre los dos protagonistas de la parábola es trágico. El rico se
viste de púrpura y de lino. Toda su vida es lujo y ostentación. Sólo piensa en
«banquetear espléndidamente cada día». Este rico no tiene nombre pues no tiene
identidad. No es nadie. Su vida vacía de compasión es un fracaso. No se puede
vivir sólo para banquetear.
Echado
en el portal de su mansión yace un mendigo hambriento, cubierto de llagas.
Nadie le ayuda. Sólo unos perros se le acercan a lamer sus heridas. No posee
nada, pero tiene un nombre portador de esperanza. Se llama «Lázaro» o
«Eliezer», que significa «Mi Dios es ayuda».
Su
suerte cambia radicalmente en el momento de la muerte. El rico es enterrado,
seguramente con toda solemnidad, pero es llevado al «Hades» o «reino de los
muertos». También muere Lázaro. Nada se dice de rito funerario alguno, pero
«los ángeles lo llevan al seno de Abrahán». Con imágenes populares de su
tiempo, Jesús recuerda que Dios tiene la última palabra sobre ricos y pobres.
Al
rico no se le juzga por explotador. No se dice que es un impío alejado de la
Alianza. Simplemente, ha disfrutado de su riqueza ignorando al pobre. Lo tenía
allí mismo, pero no lo ha visto. Estaba en el portal de su mansión, pero no se
ha acercado a él. Lo ha excluido de su vida. Su pecado es la indiferencia.
Según
los observadores, está creciendo en nuestra sociedad la apatía o falta de
sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Evitamos de mil formas el contacto
directo con las personas que sufren. Poco a poco, nos vamos haciendo cada vez
más incapaces para percibir su aflicción.
La
presencia de un niño mendigo en nuestro camino nos molesta. El encuentro con un
amigo, enfermo terminal, nos turba. No sabemos qué hacer ni qué decir. Es mejor
tomar distancia. Volver cuanto antes a nuestras ocupaciones. No dejarnos
afectar.
Si
el sufrimiento se produce lejos es más fácil. Hemos aprendido a reducir el
hambre, la miseria o la enfermedad a datos, números y estadísticas que nos
informan de la realidad sin apenas tocar nuestro corazón. También sabemos
contemplar sufrimientos horribles en el televisor, pero, a través de la
pantalla, el sufrimiento siempre es más irreal y menos terrible. Cuando el
sufrimiento afecta a alguien más próximo a nosotros, no esforzamos de mil
maneras por anestesiar nuestro corazón.
Quien
sigue a Jesús se va haciendo más sensible al sufrimiento de quienes encuentra
en su camino. Se acerca al necesitado y, si está en sus manos, trata de aliviar
su situación.
* José Antonio Pagola
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
De
Buenos Aires, Argentina, llega una nota pidiendo agradecer a Dios y a todos
quienes rezaron por Felicitas, una
bebé de tres meses que fue operada de un tumor de estómago, que estaba
encapsulado y pudo ser extirpado con éxito, de tal manera que la niñita está
ahora bien y en su casa.
Desde
la ciudad de Córdoba, en Argentina, agradecemos por la lenta pero buena
evolución de María del Rosario, una
joven que tuvo un brote psicótico y debió ser internada. Ya en su domicilio,
con medicación, está comenzando a salir e incluso ha concurrido a la iglesia de
su barrio. Que el Señor afiance su mejoría hasta llegar a la total
recuperación.
Desde
Canals, Córdoba, Argentina, Mary nos
escribe y dice: “Agradezco a Dios por mi familia, por la evolución favorable de
los enfermitos por los cuales estoy pidiendo oración, por mis incondicionales
amigos y por la vida misma que Dios me dio. Eternamente agradecida.”
Desde
León, Gto., México, llega un agradecimiento de Paty por las oraciones hechas en
favor de Ana Paula, quien ya está en
su casa recuperándose.
Desde
la ciudad de San Juan, Argentina, Cristina escribe para agradecer especialmente
en este día de la Virgen de San Nicolás (advocación mariana argentina), la
gracia que Dios les regaló a ella y a su esposo Enrique, que es tener hace
cinco meses a Luciano (4 años) y Malena (2 años), dos niños hermanitos
que están viviendo en su hogar en espera de la resolución judicial para que
sean sus hijos del corazón. ¡Que la Virgen María les conceda pronto esa gracia
tan hermosa!
Los cinco minutos de Dios
Setiembre 25
Vivimos
en el mundo del movimiento y del ruido; hoy es imposible detenerse y, sin
embargo, quizá por eso mismo estamos obligados a buscar el silencio.
Pero
un silencio que no sea tanto externo cuanto interno; un silencio que imponga el
ordenamiento de todos nuestros afectos y sentimientos, de nuestros pensamientos
e incluso de nuestros problemas y preocupaciones.
Silencio,
ante actitudes que pueden herirnos, ante palabras no del todo acertadas, ante
olvidos que nosotros no esperábamos.
En
esas ocasiones el canto del silencio, en lugar de elevar la estridencia de los
gritos o la amargura de la discusión, será más beneficioso.
Ese
canto del silencio solamente lo pueden entonar los hombres que saben dominarse
a sí mismos y a las circunstancias en las que deben actuar.
“Más vale maña que fuerza; pero la sabiduría del
pobre es despreciada y nadie escucha sus palabras; las palabras de los sabios
oídas con clama, valen más que los gritos del que gobierna a los necios” (Ecl
9,16-17). No es, entonces, cuestión de hablar mucho, sino de saber hablar lo
necesario, y lo conveniente; en no pocas ocasiones será el silencio el que
mejor toque el corazón.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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