PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3128 ~ Jueves 15 de Setiembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Jesús
dijo: “Yo soy el camino”. ¿Qué quiso
decir con esas palabras? Supongamos que estamos en una ciudad extraña y pedimos
indicaciones a uno en la calle. Supongamos que un señor nos responde: “Tome la
primera calle a la derecha y la segunda a la izquierda. Pase delante de la
iglesia y doble en la tercera cuadra a la derecha; el camino que usted busca es
el cuarto a la izquierda”. Si nos dice eso, lo más probable es que nos perdamos
a la segunda cuadra.
Pero
supongamos que la persona a quien le hacemos la pregunta nos dice: “Señor, permítame
subir a su coche. Yo lo guiaré hasta allí, pues yo voy en la misma dirección”.
En ese caso, la persona que nos acompaña es el camino y no nos podemos perder.
Eso
mismo es lo que hace Jesús por nosotros. No se limita a darnos consejos e
indicaciones. Se pone junto a nosotros y nos guía, avanza con nosotros, nos
fortalece, nos conduce y nos dirige todos los días de nuestra vida. No nos
había sobre el camino, es el camino.
* W. Barclay
¡Buenos días!
Entrada triunfal en Roma
La
Biblia exhorta a buscar no tanto la aprobación de los hombres sino la de Dios,
que conoce y sondea cada corazón. Jesús reprochaba a los fariseos que ponían
todo su cuidado en cumplir pequeñas normas externas, pero ocultaban detrás de
esa fachada graves desórdenes morales. No seas esclavo del parecer y de las
alabanzas de los hombres.
Los romanos celebraban el regreso de un general
vencedor con una entrada triunfal. Iba en un carro tirado por cuatro caballos
blancos. Lo precedían una muestra del botín tomado a los enemigos, y jefes y
gente encadenada para ser ejecutados o vendidos como esclavos. Seguían los
magistrados vestidos de gala y un conjunto de músicos con trompetas, cítaras y
flautas. Detrás del carro del vencedor marchaba un grupo selecto de sus tropas.
Pero junto al general ovacionado por todo el pueblo, había siempre un esclavo
que le iba susurrando al oído: “¡Recuerda que eres un simple mortal!”. Sabia
costumbre para moderar el orgullo de esa hora de gloria.
“Camina
en mi presencia, y sé perfecto”, dijo Dios a Abrahán. Consigna de oro para
cultivar tu verdad interior, vigilando aun intenciones y deseos. Kempis comentó
así el pensamiento de Jesús: “No eres más porque te alaben, ni menos porque te
critiquen. Lo que eres delante de Dios eso eres y nada más”. Aquí está la clave
de la autenticidad del creyente.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, el padre de Jesús y su madre estaban admirados de lo que se decía
de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para
caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a
ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto
las intenciones de muchos corazones». (Lc 2,33-35)
Comentario:
Hoy,
en la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, escuchamos unas
palabras punzantes en boca del anciano Simeón: «¡Y a ti misma una espada te
atravesará el alma!» (Lc 2,35). Afirmación que, en su contexto, no apunta
únicamente a la pasión de Jesucristo, sino a su ministerio, que provocará una
división en el pueblo de Israel, y por lo tanto un dolor interno en María. A lo
largo de la vida pública de Jesús, María experimentó el sufrimiento por el
hecho de ver a Jesús rechazado por las autoridades del pueblo y amenazado de
muerte.
María,
como todo discípulo de Jesús, ha de aprender a situar las relaciones familiares
en otro contexto. También Ella, por causa del Evangelio, tiene que dejar al
Hijo (cf. Mt 19,29), y ha de aprender a no valorar a Cristo según la carne, aun
cuando había nacido de Ella según la carne. También Ella ha de crucificar su
carne (cf. Ga 5,24) para poder ir transformándose a imagen de Jesucristo. Pero
el momento fuerte del sufrimiento de María, en el que Ella vive más
intensamente la cruz es el momento de la crucifixión y la muerte de Jesús.
También
en el dolor, María es el modelo de perseverancia en la doctrina evangélica al
participar en los sufrimientos de Cristo con paciencia (cf. Regla de san
Benito, Prólogo 50). Así ha sido durante toda su vida, y, sobre todo, en el
momento del Calvario. De esta manera, María se convierte en figura y modelo
para todo cristiano. Por haber estado estrechamente unida a la muerte de
Cristo, también está unida a su resurrección (cf. Rm 6,5). La perseverancia de
María en el dolor, realizando la voluntad del Padre, le proporciona una nueva
irradiación en bien de la Iglesia y de la Humanidad. María nos precede en el
camino de la fe y del seguimiento de Cristo. Y el Espíritu Santo nos conduce a
nosotros a participar con Ella en esta gran aventura.
* P. Abad Dom Josep Mª SOLER OSB Abad de Montserrat
(Barcelona, España)
Santoral Católico:
Nuestra Señora de los Dolores
Advocación Mariana
Después
de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia ha venido celebrando la
participación de María en la pasión de su Hijo. En la actualidad, lo que
celebramos es sobre todo el dolor de María en sentido global al compartir tan
de cerca la suerte de Cristo. Tiempo hubo en que la mirada se centraba
principalmente en la compasión de María al pie de la cruz, la Dolorosa, la Piedad.
Esta visión se fue ampliando hasta abarcar
los siete dolores de la Virgen o las siete espadas clavadas en su corazón:
la espada de dolor anunciada por el anciano Simeón, la huida a Egipto, la
pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo, el camino del calvario, la
crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura de Cristo y soledad de
su Madre. Refiriéndose a esta celebración, escribía el beato Pablo VI que es
«ocasión propicia para revivir un momento decisivo de la historia de la
salvación y para venerar junto con el Hijo exaltado en la Cruz a la Madre que
comparte su dolor».
Oración: Señor, tú has querido que la Madre
compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia,
asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su
resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
El pensamiento del día
“María,
tú que has pasado
por
un dolor tan grande
y
un sufrimiento tan profundo,
ayúdanos
a seguir tu ejemplo
ante
las dificultades de nuestra propia vida.
Amén”.
Tema del día:
Los 7 Dolores de María
1) La profecía de Simeón en la presentación del Niño
Jesús
Virgen
María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de
dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo
te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería
a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo,
haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
2) La huida a Egipto con Jesús y José
Virgen
María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan
lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al
poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a
traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor… Y, por los méritos del
mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora
y en la hora de nuestra muerte, Amén.
3) La pérdida de Jesús en el Templo
Virgen
María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu
Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir
en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos
en este dolor… Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan
por malos caminos.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
4) El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino
del calvario
Virgen
María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo
cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento
de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por
nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y
precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un
malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona
del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en
cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y,
aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor
espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló
hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en
este dolor… Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan
gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
5) La crucifixión y la agonía de Jesús
Virgen
María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la
crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego
al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión
hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te
sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por
los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos
recibir los frutos de la redención.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
6) La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya
muerto
Virgen
María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la
lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado
en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo
ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la
vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de
bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y
también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los
méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
7) El entierro de Jesús y la soledad de María
Virgen
María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu
Hijo; Él, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en
tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que
al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús
por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los
siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y
muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por
nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste
en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos
en este dolor… Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros
la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
*Aciprensa
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Los cinco minutos de Dios
Setiembre 15
La
perfección no se tiene, pero se adquiere.
Nadie
puede llamarse perfecto, pero todos estamos llamados a conseguir la perfección.
A
nadie se le puede exigir que alcance la perfección en un solo día, pero todos
podemos trabajar de continuo, esforzarnos día a día por alcanzar la perfección.
Nadie
llega a ser eminente matemático en un solo día; necesita muchos esfuerzos.
Nadie se convierte en músico famoso en una semana; se precisan muchos años.
Nadie
podrá corregir sus defectos con un solo esfuerzo; pero si ese esfuerzo no lo
hace y no lo repite a diario, nunca llegará a ser perfecto.
Es
triste tener defectos, pero es mucho más triste hacer las pases con los defectos,
resignarse a tenerlos.
“No tomen como modelo a este mundo; por el contrario
transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan
discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo agradable, lo
perfecto” (Rm 12,2). Conocer la voluntad de Dios sobre ti, y una vez conocida,
vivirla fielmente: ésa debe ser tu norma de vida en todo y por todo. No olvides
que lo que nos santifica es la voluntad de Dios.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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