PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3127 ~ Miércoles 14 de Setiembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Se
cuenta que un turista americano fue a El Cairo, Egipto, para visitar a un
famoso sabio. Se sorprendió mucho el turista al ver que el sabio vivía en un
cuartito muy simple y lleno de libros. Los únicos muebles que había eran una
cama, una mesa y un banco.
—
¿Dónde están sus muebles? – preguntó el turista. Y el sabio rápidamente también
preguntó:
—
¿Y dónde están los suyos?
—
¿Los míos? – se sorprendió el turista. — Pero, si yo estoy aquí de paso.
—
Yo también, concluyó el sabio.
La
vida sobre la tierra es solamente temporal. Sin embargo algunos viven como si
fueran a quedarse aquí eternamente. Mientras tengas tiempo haz buenas obras.
Con ellas te asegurarás una mansión eterna en el cielo.
¡Buenos días!
Una palabra
Las
palabras dichas con amor ofrecen un real elemento constructivo de elogio,
aliento, gratitud, disculpa…, a quien las escucha. He aquí algunos ejemplos: “¡Muy buen
trabajo!”. “Déjame ayudarte”. “Cometí un error, perdóname”. “¡Felicitaciones!”.
“Estamos orgullosos de ti”. “Gracias”. “Te quiero”. “Admiro tu capacidad”. “Tú
puedes hacerlo muy bien”.
Una palabra cualquiera, puede ocasionar una
discordia. Una palabra cruel, puede destruir una vida. Una palabra amarga,
puede crear odio. Una palabra brutal, puede golpear y matar.
Una palabra amable, puede suavizar el camino. Una
palabra a tiempo, puede ahorrar un esfuerzo. Una palabra alegre, puede iluminar
el día. Una palabra con amor y cariño, puede curar y bendecir.
“No
profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre
buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a los
demás” (Efesios 4, 29). San Francisco de Sales escribió: “El trato cortés y
delicado es la crema de la caridad”. Que este mensaje oriente cada día tu
conducta. Hasta mañana.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó
del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el
desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que
crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por Él». (Jn 3,13-17)
Comentario:
Hoy,
el Evangelio es una profecía, es decir, una mirada en el espejo de la realidad
que nos introduce en su verdad más allá de lo que nos dicen nuestros sentidos:
la Cruz, la Santa Cruz de Jesucristo, es el Trono del Salvador. Por esto, Jesús
afirma que «tiene que ser levantado el Hijo del hombre» (Jn 3,14).
Bien
sabemos que la cruz era el suplicio más atroz y vergonzoso de su tiempo.
Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo si no fuera porque allí
cuelga el Crucificado. La cruz, sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo
del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría. Jesucristo, «ofreciéndose
libremente a la pasión» de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de
nuestro vivir: subir con Él a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón
al Don de Dios, en un intercambio admirable. También aquí nos conviene escuchar
la voz del Padre desde el cielo: «Éste es mi Hijo (...), en quien me he
complacido» (Mc 1,11). Encontrarnos crucificados con Jesús y resucitar con Él:
¡he aquí el porqué de todo! ¡Hay esperanza, hay sentido, hay eternidad, hay
vida! No estamos locos los cristianos cuando en la Vigilia Pascual, de manera
solemne, es decir, en el Pregón pascual, cantamos alabanza del pecado original:
«¡Oh!, feliz culpa, que nos has merecido tan gran Redentor», que con su dolor
ha impreso “sentido” al dolor.
«Mirad
el árbol de la cruz, donde colgó el Salvador del mundo: venid y adorémosle»
(Liturgia del Viernes Santo). Si conseguimos superar el escándalo y la locura
de Cristo crucificado, no hay más que adorarlo y agradecerle su Don. Y buscar
decididamente la Santa Cruz en nuestra vida, para llenarnos de la certeza de
que, «por Él, con Él y en Él», nuestra donación será transformada, en manos del
Padre, por el Espíritu Santo, en vida eterna: «Derramada por vosotros y por
todos los hombres para el perdón de los pecados».
* Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
La Exaltación de la Santa Cruz
Fiesta
Para
la Iglesia es una fiesta del Señor, en la que celebramos el misterio de la
cruz, la obra realizada por Cristo en ella. La imagen predominante es la de
Jesús elevado en la cruz, que marca profundamente la vida y espiritualidad de
los cristianos. Según la tradición, hoy es el aniversario del hallazgo de la
santa Cruz (14 de septiembre del 320, por Santa Elena, madre del emperador
Constantino) y de la dedicación de la basílica constantiniana levantada en el
mismo lugar de la crucifixión del Señor. Cada año se celebraban en Jerusalén
solemnes ceremonias que culminaban con la elevación del sagrado leño para que
lo contemplase y adorase la multitud de fieles que se congregaba. En mayo del
614, Cosroas, rey de los persas, saqueó Jerusalén y se llevó la cruz a su país.
Pero el emperador Heraclio derrotó a los persas, recuperó la cruz y la entregó
solemnemente al patriarca de Jerusalén el 3 de mayo del 630. Esta recuperación
llenó de entusiasmo a la Iglesia y particularmente a los latinos, que no
tardaron en celebrar la fiesta de la santa Cruz en esta última fecha.
Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido
realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la
cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio,
alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa Francisco
“Evangelizar
no es irse de paseo, ni reducir el Evangelio a una función, ni hacer
proselitismo. Es lo que nos dice Pablo: ‘no lo hago para gloriarme’ –y añade–
‘al contrario, es para mí una necesidad imperiosa’. Un cristiano tiene la
obligación, con esta fuerza, como una necesidad, de llevar el nombre de Jesús,
desde su mismo corazón”.
Tema del día:
Oración para ser santo
Creo
en vos, Señor, pero ayúdame a creer con firmeza; espero en vos, pero ayúdame a
esperar sin desconfianza; te amo, Señor, pero ayúdame a demostrarte que te quiero;
estoy arrepentido, pero ayúdame a no volver a ofenderte.
Te
adoro, Señor, porque eres mi creador y te anhelo porque eres mi fin: te alabo,
porque no te cansas de hacerme el bien y me refugio en vos, porque eres mi
protector.
Que
tu sabiduría, Señor, me conduzca y tu justicia me contenga; que tu misericordia
me consuele y tu poder me defienda. Te ofrezco, Señor, mis pensamientos,
ayúdame a pensar en vos; te ofrezco mis palabras, ayúdame a hablar de vos; te
ofrezco mis obras, ayúdame a cumplir tu voluntad; te ofrezco mis penas, ayúdame
a sufrir por vos.
Todo
aquello que vos quieras, Señor, lo quiero yo. Te pido, Señor, que ilumines mi
entendimiento, que fortalezcas mi voluntad, que purifiques mi corazón y
santifiques mi espíritu. Hazme llorar mis pecados, rechazar las tentaciones,
vencer mis inclinaciones al mal y cultivar las virtudes.
Dame
tu gracia, Señor, para amarte y olvidarme de mí, para buscar el bien de mi
prójimo sin tenerle miedo al mundo. Dame tu gracia para ser obediente con mis
superiores, comprensivo con mis inferiores, solícito con mis amigos y generoso
con mis enemigos.
Ayúdame,
Señor, a superar con austeridad el placer, con generosidad la avaricia, con
amabilidad la ira, con fervor la tibieza. Que yo sepa tener prudencia, Señor,
al aconsejar, valor en los peligros, paciencia en las dificultades, sencillez
en los éxitos.
Concédeme,
Señor, atención al orar, sobriedad al comer, responsabilidad en mi trabajo y
firmeza en mis propósitos. Ayúdame a conservar la pureza del alma, a ser modesto
en mis actitudes, ejemplar en mi trato con el prójimo y verdaderamente
cristiano en mi conducta.
Concédeme
tu ayuda para dominar mis instintos, para fomentar en mí, tu vida de gracia,
para cumplir tus mandamientos y obtener mi salvación. Enséñame, Señor, a
comprender la pequeñez de lo terreno, la grandeza de lo divino, la brevedad de
esta vida y la eternidad de la futura. Amén
(Oración
ofrecida en un retiro sacerdotal – Fuente: Oleada joven)
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Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes,
diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo
místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como
Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por
las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado
Corazón de María; por la conversión de
todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por
los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la
fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este
sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por
las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración por las siguientes personas, todas de México: María Emilia, que está embarazada y en reposo, con una bebé muy
pequeña; Pablo, para que mejoren sus
pulmones y aumenten sus defensas, René,
para que sus análisis salgan bien, y Martha,
por la salud de sus ojos. Por todos ellos… te rogamos Señor.
Pedimos
oración para Jorge, 81 años, de
Toronto, Canadá, que pronto será operado de cáncer de colon. Lo encomendamos al
Jesús para que acompañe a los médicos en la cirugía y así todo resulte bien.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de Dios
Setiembre 14
El
apóstol San Pablo dice en una de sus cartas: "¿Quién de ustedes está
triste, que yo no me aflija? ¿Quién está necesitado que yo no me preocupe?
¿Quién está alegre que yo no me goce de su alegría?"
Indudablemente
el apóstol Pablo sabía muy bien que todos los hombres eran sus hermanos y que
nada podía suceder a ninguno de ellos, sin que le tocara a él muy directamente.
Todo
hombre es mi semejante; es un primer paso, pero no es decisivo.
Todo
hombre es mi compañero; es un segundo paso, pero no el último.
Todo
hombre es mi hermano; es finalmente el encuentro de la fraternidad cristiana,
que une a todos los hombres en el corazón de Dios.
"Los
hermanos sean unidos", dice nuestro poema gaucho.
"Los
hermanos ámense y ayúdense unos a otros", agrega el Evangelio.
“¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan
unidos!” (Sal 133). Unirse con los hermanos es unirse con Dios nuestro Padre;
desunirse con ellos es aflojar los lazos que unen con el Padre. No olvides que
el bautismo no se vive, se convive.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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