PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
11 - Número 3124 ~ Domingo 11 de Setiembre de 2016
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Toda
palabra de Dios es un llamado. Nos pide retornar al buen camino, a no
estancarse y, menos aún, a retroceder y siempre invita a dar nuevos pasos hacia
adelante. El evangelio de hoy nos presenta a un Dios Amor, que se desvive por
rescatarnos de cuanto nos aleja de él, dispuesto a ser reprochado como
demasiado bueno con el pecador.
Dios
pide un amor exclusivo: no tendrás otro Dios más que a mí, porque es un Dios
que nos crea por puro amor, que perdona con toda bondad. Es un Dios que espera
pacientemente que lo conozcamos a fondo, que lo amemos con alma y vida, que
cumplamos con alegría su santa voluntad, anhelando alcanzar el abrazo eterno en
su casa del cielo.
Muchos
no conocen a Dios y se lo imaginan testarudo, amargado y reprochador, siempre
severo y dispuesto al castigo, nunca dando una caricia. Pablo proclama que
Jesús es el rostro visible del Dios invisible. Por eso, miremos a su Hijo
bendito pues con él los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son
purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es
anunciada a los pobres (Lc 7, 22). Él es la revelación palpitante del Padre
misericordioso.
El Domingo (Ed. San Pablo)
¡Buenos días!
La corrección: ayuda valiosa
Con
frecuencia Dios, por sus profetas, invitó a Israel a revisar su estilo de vida
para hacer los necesarios reajustes que exigía la alianza solemnemente pactada.
La Palabra de Dios sigue invitándonos a cambiar y corregirnos, y nos motiva con
sabiduría a dar pasos de crecimiento espiritual. Ábrete a su mensaje y
aprovecha su fuerza renovadora.
Agradécele a Dios haber puesto en tu camino personas
buenas que corrigen tus defectos. Quienes nos corrigen demuestran mucho amor,
porque hay otros que, en lugar de corregirnos, utilizan nuestras faltas y
errores para comentarlos con sus amigos, pero nada más. Si quieres mejorar de
verdad, decídete aceptar las correcciones que te hagan, sin poner defensas,
excusas o pretextos. Ante una crítica, reflexiona por qué te la dicen y si en
verdad se justifica. A pesar de que algunos se consideran intachables, todos
tenemos defectos. Y aunque estemos llenos de ellos, el Espíritu Santo nos da
discernimiento para notar las virtudes que también poseemos.
“Si
yo corrigiera mi manera de pensar de los otros, me sentiría sereno. Si yo
corrigiera mi manera de actuar ante los demás, los haría felices. Si yo aceptara
a todos como son, sufriría menos. Si yo me aceptara tal cual soy y corrigiera
mis defectos, ¡cuánto mejoraría mi hogar y mi entorno! Si yo cambiara...
¡cambiaría el mundo!”. Anímate a dar pasos decididos.
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para
oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Éste acoge a los
pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola: «¿Quién de
vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y
nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y
cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa,
convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he
hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá
más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y
nueve justos que no tengan necesidad de conversión.
»O,
¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y
barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la
encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he
hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce
alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
Dijo:
«Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la
parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos
días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde
malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo,
sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad.
Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió
a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las
algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí
mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia,
mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le
diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo
tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su
padre.
»Estando
él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y
le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed
aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas
sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos
una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba
perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
»Su
hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la
música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era
aquello. Él le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo
cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su
padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te
sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un
cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo
tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el
novillo cebado!’. Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo
mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano
tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».
(Lc
15,1-32)
Comentario:
Hoy
consideramos una de las parábolas más conocidas del Evangelio: la del hijo
pródigo, que, advirtiendo la gravedad de la ofensa hecha a su padre, regresa a
él y es acogido con enorme alegría.
Podemos
remontarnos hasta el comienzo del pasaje, para encontrar la ocasión que permite
a Jesucristo exponer esta parábola. Sucedía, según nos dice la Escritura, que
«todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírle» (Lc 15,1),
y esto sorprendía a fariseos y escribas, que murmuraban: «Éste acoge a los
pecadores y come con ellos» (Lc 15,2). Les parece que el Señor no debería
compartir su tiempo y su amistad con personas de vida poco recta. Se cierran
ante quien, lejos de Dios, necesita conversión.
Pero,
si la parábola enseña que nadie está perdido para Dios, y anima a todo pecador
llenándole de confianza y haciéndole conocer su bondad, encierra también una
importante enseñanza para quien, aparentemente, no necesita convertirse: no
juzgue que alguien es “malo” ni excluya a nadie, procure actuar en todo momento
con la generosidad del padre que acepta a su hijo. El recelo del mayor de los
hijos, relatado al final de la parábola, coincide con el escándalo inicial de
los fariseos.
En
esta parábola no solamente es invitado a la conversión quien patentemente la
necesita, sino también quien no cree necesitarla. Sus destinatarios no son
solamente los publicanos y pecadores, sino igualmente los fariseos y escribas;
no son solamente los que viven de espaldas a Dios, sino quizá nosotros, que
hemos recibido tanto de Él y que, sin embargo, nos conformamos con lo que le
damos a cambio y no somos generosos en el trato con los otros. Introducidos en
el misterio del amor de Dios —nos dice el Concilio Vaticano II— hemos recibido
una llamada a entablar una relación personal con Él mismo, a emprender un
camino espiritual para pasar del hombre viejo al nuevo hombre perfecto según
Cristo.
La
conversión que necesitamos podría ser menos llamativa, pero quizá ha de ser más
radical y profunda, y más constante y mantenida: Dios nos pide que nos
convirtamos al amor.
* Rev. D. Alfonso RIOBÓ Serván (Madrid, España)
Palabras de San Juan Pablo II
“Dios
es un Dios de misericordia, la cual es amor que perdona, el amor que se dobla
ente todo mal como si fuera una herida doliente que se ha de curar. El amor que
es siempre más grande que cualquier mal: que es siempre capaz de ir más allá.
Ese amor que se siente en la obligación de darse a sí mismo. Esta superioridad,
esta amplitud de ánimo para perdonar, que es la fuerza específica del amor,
supone una fuente de bondad en un cierto modo inagotable; algo así como una
fuente de agua pura que siempre renace límpida a pesar del fango que se le
pueda echar encima. Ésa es la bondad divina… Amor hasta el extremo, o sea, amor
que no se limita a dar a cada uno lo que le corresponde, sino que le da de
sobra por una necesidad de puro amor”
Predicación del Evangelio
El padre corrió a su encuentro
En
la liturgia de este domingo se lee íntegramente el capítulo decimoquinto del
Evangelio de Lucas, que contiene las tres parábolas llamadas «de la
misericordia»: la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo pródigo. «Un padre
tenía dos hijos...». Basta con oír estas palabras para que quien tenga una
mínima familiaridad con el Evangelio exclame enseguida: ¡la parábola del hijo
pródigo! En otras ocasiones he subrayado el significado espiritual de parábola:
esta vez desearía subrayar en ella un aspecto poco desarrollado, pero
extremadamente actual y cercano a la vida. En su fondo la parábola no es sino
la historia de una reconciliación entre padre e hijo, y todos sabemos qué vital
es una reconciliación así para la felicidad tanto de padres como de hijos.
Quién
sabe por qué la literatura, el arte, el espectáculo, la publicidad, se
aprovechan de una sola relación humana: la de trasfondo erótico entre el hombre
y la mujer, entre esposo y esposa. Publicidad y espectáculo no hacen más que
cocinar este plato de mil maneras. Dejamos en cambio sin explorar otra relación
humana igualmente universal y vital, otra de las grandes fuentes de alegría de
la vida: la relación padre-hijo, el gozo de la paternidad. En literatura la
única obra que trata de verdad este tema es la «Carta al padre», de F. Kafka
(la famosa novela «Padres e hijos» de Turgenev no trata en realidad de la
relación entre padres e hijos, sino entre generaciones distintas).
Si
en cambio se ahonda con serenidad y objetividad en el corazón del hombre se descubre
que, en la mayoría de los casos, una relación conseguida, intensa y serena con
los hijos es, para un hombre adulto y maduro, no menos importante y
satisfactoria que la relación hombre-mujer. Sabemos cuán importante es esta
relación también para el hijo o la hija y el tremendo vacío que deja su
ruptura.
Igual
que el cáncer ataca, habitualmente, los órganos más delicados del hombre y de
la mujer, la potencia destructora del pecado y del mal ataca los núcleos
vitales de la existencia humana. No hay nada que se someta al abuso, a la
explotación y a la violencia como la relación hombre-mujer, y no hay nada que
esté tan expuesto a la deformación como la relación padre-hijo: autoritarismo,
paternalismo, rebelión, rechazo, incomunicación.
No
hay que generalizar. Existen casos de relaciones bellísimas entre padre e hijo
y yo mismo he conocido varias de ellas. Pero sabemos que hay también, y más
numerosos, casos negativos de relaciones difíciles entre padres e hijos. En el
profeta Isaías se lee esta exclamación de Dios: «Hijos crié y saqué adelante, y
ellos se rebelaron contra mí» (Is 1, 2). Creo que muchos padres hoy en día
saben, por experiencia, qué quieren decir estas palabras.
El
sufrimiento es recíproco; no es como en la parábola, donde la culpa es única y
exclusivamente del hijo... Hay padres cuyo sufrimiento más profundo en la vida
es ser rechazados o hasta despreciados por los hijos. Y hay hijos cuyo
sufrimiento más profundo e inconfesado es sentirse incomprendidos, no estimados
o incluso rechazados por el padre.
He
insistido en el aspecto humano y existencial de la parábola del hijo pródigo.
Pero no se trata sólo de esto, o sea, de mejorar la calidad de vida en este
mundo. Entra en el esfuerzo de una nueva evangelización la iniciativa de una
gran reconciliación entre padres e hijos y la necesidad de una sanación
profunda de su relación. Se sabe lo mucho que la relación con el padre terreno
puede influir, positiva o negativamente, en la propia relación con el Padre
celestial y por lo tanto la misma vida cristiana. Cuando nació el precursor
Juan Bautista el ángel dijo que una de sus tareas sería la de «hacer volver los
corazones de los padres a los hijos y los corazones de los hijos hacia los
padres» [Cf. Lc 1,17. Ndr], una misión más actual que nunca.
* P. Raniero Cantalamessa
Nuevo vídeo
Hay
un nuevo vídeo subido al blog
de
"Pequeñas Semillitas" en
internet.
Para
verlo tienes que ir al final de esta página
Agradecimientos
Dicen
que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las
oraciones de las personas en la tierra:
Una
es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que
atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que
llegan en todo momento.
La
otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y
en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega
ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde
esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por
semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina:
agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros
pedidos de oración.
Desde
Buenos Aires, Argentina, los familiares de Liza,
la niña operada hace pocos días del corazón, quieren dar gracias a Dios y a
todos los que rezaron por ella, por su extraordinaria recuperación en pocos
días, que asombra hasta a los propios médicos. Desde hace dos días Liza está ya en su
casa, con los debidos controles, pero evolucionando muy bien.
Desde
Pachuca, México, la familia de Oscar
Alberto A. S. agradece sentidamente las oraciones que se hicieron por él en
ocasión de su última enfermedad. Ahora ya descansa en el cielo.
Los cinco minutos de Dios
Setiembre 11
Hazte
de vez en cuando esta pregunta:
-
"¿Para qué estoy yo en la vida?"
Quizás
no te la hagas por temor de que te quite el sueño. Te puedo asegurar que es
todo lo contrario.
Cuando
uno sabe a ciencia cierta para qué está en el mundo, indudablemente no tiene la
paz suficiente para conciliar el sueño; al menos un sueño reparador.
Mientras
que, cuando se tiene lúcido el horizonte, cuando se sabe a ciencia cierta de
dónde se viene y a dónde se va, la tranquilidad del espíritu se trasvasa al
mismo cuerpo y éste puede entregarse al descanso y gozar de él de un modo más
profundo y reparador.
Es
preciso fijarse metas, mirar hacia el futuro, y no ahogarse con las
limitaciones del presente.
Es
preciso recordar que sobre la tierra está el cielo; y el azul del firmamento es
siempre más hermoso que el ocre de la tierra.
“Ya está preparada para mí la corona de la justicia
que el Señor, como justo Juez, me dará en ese día y no solamente a mí, sino
también a todos los que hayan esperado con amor su manifestación” (2 Tim 4,8).
Nadie es tan generoso como el Señor; de nadie debes tener tanta confianza como
de Él; nada de lo que haces por él cae en el vacío.
* P. Alfonso Milagro
Jardinero de Dios
-el
más pequeñito de todos-
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