PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2718
~ Jueves 25 de Junio de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
No pierdas tu equilibrio interior. Por
grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio…
Todas las tempestades pasan. Cuando la
recibimos con tranquilidad, no nos hace ningún mal. Nacemos con la capacidad de
enfrentar cualquier circunstancia y debemos aprender a transformar las
tempestades en victorias.
Es posible que la tormenta quiera
derribarte, llámese problemas en tu hogar, en tu familia, con el dinero o
quizás la muerte de un ser querido, a lo mejor, la enfermedad representa la
tormenta de tu vida.
Si es así, debes callar tu mundo
exterior y escuchar tu voz interior que te habla. Permite que Dios te acompañe,
te consuele y confía en Él.
Sólo así te harás merecedor del premio
que la vida tiene reservado única y exclusivamente para ti: allí en la meta de
la tormenta está tu victoria.
¡Buenos días!
El camino
Jesús
es la “gran noticia” que necesita el hombre de hoy. Es la única respuesta a tus
más íntimas aspiraciones. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. La ciencia y la
tecnología hacen más confortable el cotidiano vivir, pero no alivian el corazón
que sufre ni liberan de la angustia: nada reemplaza la presencia de Dios en ti
y el amor de Jesús que ilumina tu vida.
Un explorador inexperto se perdió en medio de
la tupida y peligrosa selva africana. Por fin, tras varias horas de caminar, se
encontró con un nativo a quien le rogó:
— ¿Me puede mostrar usted el camino a través
del bosque, por favor? Ya habían avanzado un buen trecho, cuando el explorador
empezó a dudar y preguntó al guía:
—Disculpe, señor, ¿es éste el camino? El
nativo respondió:
—Señor, aquí no hay caminos; confíe en mí, yo
soy el camino.
Los
primeros cristianos eran conscientes que para llegar a Dios había que recorrer
el camino de Jesús. Como Buen Pastor va adelante guiando a sus ovejas porque,
hoy como ayer, hay también muchos caminos de mentira y engaño que terminan en
una vida sin sentido. ¡Gracias, Jesús, tú me llevas por el camino seguro de la
verdadera vida!
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán
aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les
declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
»Así pues, todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó
su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los
vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba
cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en
práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó
la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra
aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».
Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos
discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como sus escribas. (Mt 7,21-29)
Comentario
Hoy nos impresiona la afirmación rotunda
de Jesús: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo
menos, esta afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de
cristianos, al mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de
la fe.
Edificar la casa sobre roca es una imagen
clara que nos invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse
solamente a bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las
obras, impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda
la vida de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San
Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las
costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no
tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin
aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con
aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio,
de una conciencia recta y de una fe sincera».
La palabra clara, con la fuerza de la
caridad, manifiesta la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus
conciudadanos: «La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba
como quien tiene autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra
plegaria y contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria:
¿cómo hablo y actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio?
¿Cómo concreto el mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral,
etc.? No son las palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino
el trabajo por vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería
expresar siempre nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto
que reconocemos nuestra debilidad.
-Señor, que nuestra oración esté siempre
acompañada por la fuerza de la caridad.
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del
obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
Santoral Católico:
San Próspero de
Aquitania
Monje
Nació en Limoges (Francia) a finales del
siglo IV. Fue un hombre docto en filosofía y letras. Contrajo matrimonio y
llevó una vida virtuosa con su mujer. Después se hizo monje en Marsella, pero
no sacerdote. Vio que entre los monjes se difundía el pelagianismo, doctrina
según la cual el hombre es capaz de querer el bien y de salvarse con su sola
voluntad, de suerte que la gracia divina es preciosa, pero no indispensable.
Ante el peligro que esto significaba para la fe, se dedicó a defender la
doctrina católica tal como la enseñaba san Agustín, autor de varias obras sobre
el tema y con quien estuvo en estrecha relación. Mucho tuvo que trabajar para
explicar la recta doctrina agustiniana sobre la gracia, la perseverancia, la
predestinación, y conseguir que la aceptaran. El año 440 acompañó a Roma al que
iba a ser el papa san León Magno, quien lo nombró canciller y escribano suyo.
Fue un gran trabajador, que escribió también sobre la historia romana y la
salvación de los no cristianos. Murió en Roma en torno al año 463.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa
Francisco
“Nosotros no creemos en un Dios etéreo,
creemos en un Dios que se ha hecho carne, que tiene un corazón y este corazón
hoy nos habla así: ‘Vengan a mí. Si están cansados, oprimidos y yo les daré
reposo. Pero a los pequeños trátenles con ternura, con la misma ternura con la
que les trato yo’ […] A veces pienso que tenemos miedo de la ternura de Dios y
que por el hecho de que tenemos miedo de la ternura de Dios no dejamos que se
experimente en nosotros mismos y por eso muchas veces somos duros, exigentes,
castigadores”
Tema del día:
La conversión de mi esposo
Muchísimas
mujeres sufren porque aman a Dios y quieren vivir según sus mandamientos, pero
sus maridos están lejos de eso. Esto se debe a que el corazón de la mujer es
más sensible y delicado que el del hombre. Dios la ha hecho con más capacidad
para acoger su amor y entregarse a Él, sin duda, el corazón femenino está más
orientado a Dios. Es raro ver a una mujer sin fe y, al mismo tiempo, es algo
muy triste porque es una violencia a su naturaleza femenina y materna.
Muchas
mujeres de Dios viven un gran drama: “mi marido no se convierte”. Ya oí muchas
veces este lamento: “Ya hice de todo; pero él no va hacia Dios, no va a la
iglesia conmigo, no se confiesa...".
Sé que ocurre también al revés; hay hombres comprometidos en la Iglesia,
cuyas esposas no los acompañan, pero esto sucede mucho menos. ¿Qué hacer?
1) Primero que todo, debes mantener la paciencia y
la calma.
La
estrategia del demonio es que te desesperes y desanimes, de forma que abandones
tu cruz antes de tiempo. Debes entender que esta cruz (la falta de conversión
de tu marido) es parte de tu matrimonio. Cuando Dios te confió a este hombre,
con él te entrego una misión, hacer crecer en la fe a este hombre para su
salvación. Dios te encomendó esta misión el día de tu matrimonio para que la
construyas cada día con paciencia, oración, fe, lágrimas, sacrificios y demás.
Dios espera de ti que algún día le devuelvas a este hombre siendo mejor de lo
que lo has recibido. (Lee 1 Pedro 3,1-7)
2) Asume tu cruz con amor.
No vivas
esta situación de mala gana, no tendrías méritos ante Dios. No la rechaces y la
saques fuera del camino, esta cruz te santificará y dará un sentido profundo a
tu matrimonio. Ama tu cruz para poder encontrar la salvación.
3) No pelees con tu esposo a causa de Dios.
Él tiene
su tiempo de actuar porque respeta la libertad del hombre sin la cual no sería
a su Imagen y semejanza. Dios sabe esperar “la hora de la gracia” para actuar,
por lo que tú también tienes que esperar: “Únete al Señor y no te separes, para
que al final de tus días seas enaltecido” (Eclo 2,3). No le hagas resistencia a
tu marido; no lo enfrentes, espera que la gracia de Dios mueva su alma… Sé
dócil con él, ámalo de todo corazón, conquístalo para ti, para que después,
puedas conquistarlo para Dios.
4) Reza constantemente por él, sin desanimarte
jamás.
Esta es la
voluntad del Señor: “Después le enseñó con una parábola que era necesario orar
siempre sin desanimarse.” (Lc 18,1).
-¿Pero,
hasta cuándo tendré que rezar por la conversión de mi marido? Ya estoy cansada.
La
respuesta es, siempre. Hasta que la
muerte los separe, cumpliendo cada día, hasta el último de tu vida, la promesa
que hiciste en el altar de amarlo en la tristeza y la alegría, en la salud y la
enfermedad, amándolo y respetándolo todos los días de su vida.
Lo que más
toca el corazón de Dios es nuestra perseverancia, porque es la prueba de fe
verdadera que nunca desfallece; por eso Jesús dijo: “Pero el que se mantenga
firme hasta el fin se salvará” (Mt 24,13). Observe que Jesús dice “hasta el
fin”, la perseverancia es para siempre. Para Dios, luchar es más importante que
vencer.
Te cuento la historia de una mujer como tú.
Elizabeth
Leseur fue una gran cristiana que vivió por la época del 1900. Era una francesa
culta y fervorosa, amiga de las artes, las letras, la filosofía, etc., casada
con un hombre culto y destacado en la sociedad francesa; pero ateo, que no
acompañaba la fe de Elizabeth. Era el famoso Sr. Marie–Albert Leseur.
Elizabeth
rezó y se inmoló toda su vida por la conversión de su esposo, lo acompañaba a
los más altos eventos sociales donde Dios estaba ausente, y su alma lloraba en
silencio y oblación a Dios; hasta que un día ella falleció sin ver la
conversión de su marido.
Pero
Elizabeth había escrito un diario espiritual, y un bello día su esposo lo
encontró tras su muerte, y lo leyó con interés. Fue suficiente para que se
convirtiera profundamente.
Al leer
aquellas páginas llenas de fe y de sufrimiento ofrecido a Dios diariamente,
aquel hombre fue tocado profundamente y entendió que había vivido al lado de un
ángel sin notar nunca su presencia. Ahora derramaba lágrimas de tristeza por no
haber vivido aquella fe maravillosa al lado de su esposa fallecida.
Su
conversión fue tan profunda que dejó el mundo, abandonó las esferas sociales
donde era exaltado y se hizo fraile dominico; fray Marie-Albert Leseur.
Desde el
cielo Elizabeth convirtió a su Albert. Después él publicó: "La Vida de
Elizabeth Leseur" (Irmãos Pongetti editores, Río de Janeiro, 7ª edición,
1931). Toda mujer que sufre este dolor debería leer esta obra.
Tú, que
aún no has visto a tu marido convertirse, Elizabeth lo convirtió para Dios
después de la muerte. Ella lo ayudó a conocer a Dios. Al final, esto es lo que
importa
Por lo
tanto, no se desanime jamás, no se canse ni desista de esta misión que Dios le
dio de salvar a este hombre. Tal vez sea usted la única criatura en este mundo
que pueda ayudar a Dios a llevarlo hasta Él. Y esta será su mayor obra en este
mundo.
Tomado de "Catolicidad"
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos,
sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del
Inmaculado Corazón de María; por la
conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África,
y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los
inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad
en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas
del Purgatorio.
Pedimos oración por la salud de la
señora Irene Martínez, de México D.
F., que está hospitalizada por un cuadro de trombosis en la pierna derecha,
rogando al Señor Misericordioso que le conceda la gracia de recuperase en
plenitud.
Pedimos oración por Josefina, una bebita recién nacida, de Argentina, que pesa 2.600 kg
y está internada en neonatología con problemas respiratorios. Rogamos a Jesús
Niño y a su Madre que la protejan.
Pedimos oración para el joven Armando B. S., de Querétaro, México. Lo operan hoy de artroplastia femoral. Que por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, Dios permita que todo se resuelva de la mejor manera.
Pedimos oración para el joven Armando B. S., de Querétaro, México. Lo operan hoy de artroplastia femoral. Que por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, Dios permita que todo se resuelva de la mejor manera.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 25: La presencia de Dios
Escucha
las exhortaciones de Jesús: "Cuando hagáis limosna recordad que el Padre
ve en lo escondido; que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha.
Cuando reces, entra en la habitación y cierra la puerta pues el Padre ve en lo
secreto. Cuando ayunes, tu ayuno no se manifestará a los hombres, pero tu Padre
celestial ve todo a tu alrededor... dentro de ti. También las mínimas cosas
escondidas a los hombres no se esconden de su divina mirada. Nadie puede
penetrar en los secretos de tu corazón. Dios, sí. Cuando crees que estás solo
hay siempre un ojo que ve tus acciones, un oído que siente tus palabras, una
mano que escribe tus pensamientos. ¡Dios te ve!
Del Web Católico de Javier
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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