PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2711
~ Jueves 18 de Junio de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
La fe, cuando es bien vivida, plenifica
a la persona y ennoblece la convivencia ciudadana, da fundamento auténtico a
los vínculos sociales y estimula el compromiso de todos por el bien común.
Por ello no hemos de temer a la fe del
pueblo, a sus expresiones auténticas y a sus signos públicos. Es
responsabilidad de los creyentes honrar la propia fe con una vida coherente, en
el respeto a la diversidad y en la defensa humilde pero firme de las propias
convicciones. Y es deber de todos, en primer lugar de las autoridades públicas,
velar porque la dimensión religiosa de los ciudadanos sea respetada en su
esfera íntima y en su necesaria expresión social, sea promovida y apreciada aún
por quienes no la comparten.
Mons. Carlos M. Franzini
¡Buenos días!
El roble y las cañas
Cuanto
más relevante y significativa es la tarea de una persona en la sociedad, tanto
más probada debe ser su reciedumbre moral y capacidad profesional. Las
tormentas y los rayos golpean con más fuerza a los altos picachos que a las
humildes piedras de los valles.
Un roble muy grande, pero con raíces muy
pobres, fue desarraigado por el viento y lanzado al cauce de un río. Fue a caer
entre algunas cañas, a las que les habló así: —Me pregunto cómo ustedes, que
son tan livianas y débiles, no han sido completamente aplastadas por estos
fuertes vientos. Ellas contestaron, —Sin tener buenas raíces, usted lucha y
compite contra el viento, y con facilidad es derribado; nosotras, en cambio,
nos doblegamos ante el menor soplo de aire, y por lo tanto permanecemos
intactas, y nos salvamos.
“No
hay árbol recio y consistente, si el viento no lo azota con frecuencia”. Los
huracanes o arrancan los árboles de escasas raíces o, si resisten, los urgen a
profundizar las que tienen. Lo mismo pasa con las personas que han sido capaces
de afrontar con éxito los desafíos del hogar, de la profesión y de la historia.
Son luchadores que triunfaron. Pero es importante que sigas profundizando tus
raíces siempre, que estés en permanente crecimiento.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que
por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro
Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino;
hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano
dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que
si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco
vuestro Padre perdonará vuestras ofensas». (Mt 6,7-15)
Comentario
Hoy, Jesús nos propone un ideal grande y
difícil: el perdón de las ofensas. Y establece una medida muy razonable: la
nuestra: «Si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también
a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco
vuestro Padre perdonará vuestras ofensas» (Mt 6,14-15). En otro lugar había
mostrado la regla de oro de la convivencia humana: «Tratad a los demás como
queráis que ellos os traten a vosotros» (Mt 7,12).
Queremos que Dios nos perdone y que los
demás también lo hagan; pero nosotros nos resistimos a hacerlo. Cuesta pedir
perdón; pero darlo todavía cuesta más. Si fuéramos humildes de veras, no nos
sería tan difícil; pero el orgullo nos lo hace trabajoso. Por eso podemos
establecer la siguiente ecuación: a mayor humildad, mayor facilidad; a mayor
orgullo, mayor dificultad. Esto te dará una pista para conocer tu grado de
humildad.
Acabada la guerra civil española (año
1939), unos sacerdotes excautivos celebraron una Misa de acción de gracias en
la iglesia de Els Omells. El celebrante, tras las palabras del Padrenuestro
«perdona nuestras ofensas», se quedó parado y no podía continuar. No se veía
con ánimos de perdonar a quienes les habían hecho padecer tanto allí mismo en
un campo de trabajos forzados. Pasados unos instantes, en medio de un silencio
que se podía cortar, retomó la oración: «así como nosotros perdonamos a los que
nos ofenden». Después se preguntaron cuál había sido la mejor homilía. Todos
estuvieron de acuerdo: la del silencio del celebrante cuando rezaba el
Padrenuestro. Cuesta, pero es posible con la ayuda del Señor.
Además, el perdón que Dios nos da es
total, llega hasta el olvido. Marginamos muy pronto los favores, pero las
ofensas... Si los matrimonios las supieran olvidar, se evitarían y se podrían
solucionar muchos dramas familiares.
Que la Madre de misericordia nos ayude a
comprender a los otros y a perdonarlos generosamente.
Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach (Vilamarí, Girona,
España)
Santoral Católico:
San Gregorio
Barbarigo
Cardenal
Nació en Venecia el año 1625. El
cardenal Chigi, después Alejandro VII, a quien conoció en Alemania, influyó
mucho en su vida. Gregorio se ordenó de sacerdote en Roma el año 1655. Cuando al
año siguiente estalló en la Urbe la peste, el Papa le encomendó la coordinación
de la ayuda a los apestados. En 1657 lo nombró obispo de Bérgamo, y en 1664 lo
trasladó a la sede de Padua. Como pastor, Gregorio tuvo por modelo a san Carlos
Borromeo, y su ideal fue que la diócesis sintonizara con el Concilio de Trento.
Su vida personal fue de gran piedad y austeridad, un ejemplo vivo para todos.
En su gobierno celebró un sínodo diocesano y dio decretos de reforma, realizó
visitas pastorales, cuidó con esmero el seminario y la formación de los
sacerdotes, así como la catequesis popular y el catecismo a los niños en su
dialecto, abrió escuelas, afrontó la oposición de los contrarios a las
reformas. Murió en Padua el 18 de junio de 1697.
© Directorio Franciscano
Palabras del Papa
Francisco
“El amor es más fuerte que la muerte. El
camino es hacer crecer el amor, hacerlo más sólido, y el amor nos cuidará hasta
el día en el que cada lágrima será enjugada. Si nos dejamos sostener por esta
fe, la experiencia de luto puede generar una fuerte solidaridad de lazos
familiares, una nueva apertura al dolor de las otras familias, una nueva
fraternidad con las familias que nacen y renacen en la esperanza. Y esto nos da
la fe”
Tema del día:
¿Por qué mienten
los políticos?
El hecho está a la vista de todos. Basta
leer la prensa diaria, oír los informativos de la radio o de la tele, las
tertulias de todo color y de todo pelaje. No hay que demostrarlo. Lo sabemos de
sobra. Nadie, creo yo, lo va a poner en duda.
Pero lo más preocupante no es el hecho
de vivir engañados. Lo peor de todo es que se nos engaña en cosas muy graves. Y
además la política del engaño y la mentira va en aumento a una velocidad de
vértigo. Sin que nos demos cuenta, cada día tenemos menos derechos, ganamos
menos, vivimos más inseguros, la sanidad funciona peor, la educación es más
deficiente, nadie sabe a ciencia cierta cómo va a vivir el mes que viene....
Por no hablar de las macabras y
repugnantes noticias, que nos llegan cada mañana, sobre nuevos y asquerosos
casos de corrupción, ejecutados impunemente y con guante blanco por quienes
todos los días nos dicen que tienen la conciencia tranquila y las manos
limpias. De verdad, si se piensa despacio, todo este cúmulo de despropósitos
llega a representar, para muchas personas de bien, un vomitivo insoportable. De
ahí, la pregunta: ¿por qué nos mienten tanto nuestros gobernantes y los que
aspiran a serlo? ¿Por qué aguantamos este cúmulo de engaños y desvergüenzas?
Para empezar a responder, me parece
pertinente recordar un sabio principio que supo formular un clásico, bien
conocido, en asuntos de política. Nicolás Maquiavelo, en “El Príncipe” (XVIII,
466), dejó escrito: “Los hombres son tan ingenuos, y responden tanto a la
necesidad del momento, que quien engaña siempre encuentra a alguien que se deja
engañar”. Esto es lo que pasaba a finales del siglo XV. Siempre había “alguien”
que se dejaba engañar. Ahora, que tanto sabemos y tanto hemos progresado, el
gobernante que engaña, no se encuentra ya a “alguien” que se deja engañar. En
este momento, por más que nos manifestemos a gritos por las calles, la pura
verdad es que somos “millones” los que votamos, como salvadores de nuestros
males, a los más embusteros que se hartan de predicarnos mentiras y patrañas.
¿Es que los políticos son ahora más perversos?
El problema es más complejo de lo que
muchos se imaginan. Si no me equivoco, el fondo del asunto está en que los
intereses económicos le han ganado la partida a los intereses políticos. Dicho
más claramente: el sistema económico manda más que el sistema político. Es
decir, el sistema capitalista y la codicia del dinero tiene más poder, en la
vida y en las decisiones de los que manejan la cosa, que el sistema democrático
y los derechos de los ciudadanos. Pero, es claro, lo que ocurre es que los
gobernantes no pueden aparecer, ante la gente, como defensores del “Estado del
Capital” (que es lo que realmente son), sino como los protectores que
garantizan el “Estado de Derecho”. Lo cual quiere decir que, tal como se han
puesto las cosas, al político de oficio, si no es un hombre ejemplar por los
cuatro costados, no le queda más salida que convertirse en un embustero de
oficio.
Yo no digo que todos los políticos sean
así. Lo que digo es que, hoy, el ejercicio de la política exige una integridad
ética para la que muchos profesionales de la “cosa pública” no están éticamente
preparados. Y así nos luce el pelo. Porque, si los gobernantes necesitan una
integridad ética indiscutible, la misma integridad necesitamos los gobernados.
Y si no, ¿qué cosa hacemos, cada cuatro años, dando nuestro voto de confianza a
quien sabemos que nos está engañando y lo va a seguir haciendo?
© José María Castillo (Religion Digital)
Nuevo vídeo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página
Oración por la
Patria
Jesucristo, Señor de la historia, te
necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación, una nación cuya
identidad
sea la pasión por la verdad y el
compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad de los
hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres y perdonando
a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la
paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no
defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor,
cercanos a María, que desde Luján nos
dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina!
Jesucristo, Señor de la historia, te
necesitamos.
Amén.
Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 18: Cuida de la juventud
El
Corazón de Jesús ama a todos, pero tiene un amor especial por los jóvenes, por
los niños. "Dejad que los niños vengan a Mí". Jesús ve alrededor de
ellos a madres doloridas y llorosas. "Hijas de Jerusalén, no lloréis por
Mí, sino por vuestros hijos".
Ved
cómo hoy crece parte de la juventud. Son muchos los que crecen ligeros,
vanidosos, volubles, llenos de exigencias, inclinados a la arrogancia, a la
frivolidad, a la libertad desenfrenada. Son el llanto de tantas familias... y
en ocasiones el deshonor de la casa. Padres, que vuestra principal preocupación
sea vuestros hijos.
Del Web Católico de Javier
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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