PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2714
~ Domingo 21 de Junio de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
¡Feliz día a todos los padres!
Alabado
sea Jesucristo…
«¿Por
qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?». Estas
dos preguntas que Jesús dirige a sus discípulos no son, para el evangelista
Marcos, una anécdota del pasado. Son las preguntas que han de escuchar los
seguidores de Jesús en medio de sus crisis. Las preguntas que nos hemos de
hacer también hoy: ¿Dónde está la raíz de nuestra cobardía? ¿Por qué tenemos
miedo ante el futuro? ¿Es porque nos falta fe en Jesucristo?
El cristianismo se encuentra hoy en
medio de una «fuerte tempestad» y el miedo comienza a apoderarse de nosotros.
No nos atrevemos a pasar a «la otra orilla». La cultura moderna nos resulta un
país extraño y hostil. El futuro nos da miedo. La creatividad parece prohibida.
Algunos creen más seguro mirar hacia atrás para mejor ir adelante.
Jesús nos puede sorprender a todos. El
Resucitado tiene fuerza para inaugurar una fase nueva en la historia del
cristianismo. Solo se nos pide fe. Una fe que nos libere de tanto miedo y
cobardía, y nos comprometa a caminar tras las huellas de Jesús.
P. José A. Pagola
¡Buenos días!
Me amó, y se entregó por mí
Jesús
se queja: “me llamas Maestro, y no me preguntas. Me llamas Luz, y no me miras. Me llamas Verdad, y no me crees. Me llamas Camino, y no me
sigues. Dices que soy Divino, y no me amas. Dices que soy Generoso, y no me
pides. Dices que soy Misericordioso, y no confías en mí. Dices que soy Omnipotente, y no me honras”.
Un misionero en medio de unos indios
iroqueses de Norteamérica, sentados en el suelo, les hablaba sobre la
generosidad de la entrega de Cristo. Y a medida que avanzaba su explicación el
jefe indio, decía:
—Jefe indio da su hacha a Jesucristo.
—Jefe indio da su manta a Jesucristo.
—Jefe indio da su caballo a Jesucristo.
—Jefe indio se entrega a Jesucristo.
Hermano,
¿qué tal va tu amor a Jesús? ¿No te aventaja tal vez este jefe indio? Jesús
ilumina y llena tu vida. Como a los apóstoles él te envía a comunicar la
alegría de la salvación, y transmitir tu experiencia personal de fe. Se trata
de conducir a los extraviados al encuentro con Jesús vivo en su Palabra, en los
sacramentos y en la comunidad eclesial. Persuádelos diciéndoles “ven y verás”.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
Un día, al atardecer, Jesús dijo a los
discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la
barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte
borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la
barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Él, habiéndose despertado, increpó
al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!». El viento se calmó y sobrevino
una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis
fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es
éste que hasta el viento y el mar le obedecen?». (Mc 4,35-41)
Comentario
Hoy -en estos tiempos de «fuerte
borrasca»- nos vemos interpelados por el Evangelio. La humanidad ha vivido
dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros,
particularmente durante el siglo XX y los albores del XXI. Y, a veces, nos sale
del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); si
Tú verdaderamente existes, si Tú eres Padre, ¿por qué ocurren estos episodios?
Ante el recuerdo de los horrores de los
campos de concentración de la II Guerra Mundial, el Papa Benedicto se pregunta:
«¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo
tolerar este exceso de destrucción?». Una pregunta que Israel, ya en el Antiguo
Testamento, se hacía: «¿Por qué duermes? (…). ¿Por qué nos escondes tu rostro y
olvidas nuestra desgracia?» (Sal 44,24-25).
Dios no responderá a estas preguntas: a
Él le podemos pedir todo menos el porqué de las cosas; no tenemos derecho a
pedirle cuentas. En realidad, Dios está y está hablando; somos nosotros quienes
no estamos [en su presencia] y, por tanto, no oímos su voz. «Nosotros -dice
Benedicto XVI- no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y
nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese
caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su
destrucción».
En efecto, el problema no es que Dios no
exista o que no esté, sino que los hombres vivamos como si Dios no existiera.
He aquí la respuesta de Dios: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis
fe?» (Mc 4,40). Eso dijo Jesús a los apóstoles, y lo mismo le dijo a santa
Faustina Kowalska: «Hija mía, no tengas miedo de nada, Yo siempre estoy
contigo, aunque te parezca que no esté».
No le preguntemos, más bien recemos y
respetemos su voluntad y…, entonces habrá menos dramas… y, asombrados,
exclamaremos: «¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mc
4,41). -Jesús, en ti confío!
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès,
Barcelona, España)
Palabras de San
Juan Pablo II
"Hoy se exalta con frecuencia el
placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de
libertad y felicidad. La pureza de corazón, como toda virtud, exige un
entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige,
ante todo, el asiduo recurso a Dios en la oración"
Tema del día:
Dios nunca duerme
Jesús
había estado el día predicando y caminando, y estaba cansado. Subió a una barca
con los discípulos para pasar a la otra orilla y se quedó dormido. Con ello nos
muestra su humanidad. El estar dormido significa salud y que estaba cansado. Y
siguió dormido a pesar de que se levantó una gran tempestad. Tan grande que los
apóstoles, que sabían de barcas y de tormentas, estaban llenos de miedo. Quizá,
si Jesús hubiese estado despierto, no hubieran tenido tanto miedo; pero ahora
le gritan, y Jesús les pide calma, apaciguando la tempestad. Ya habían asistido
a otros milagros de Jesús; pero este calmar a la naturaleza les llena de una
nueva admiración.
A
veces Jesús hace algunos, pocos, milagros sólo para los apóstoles, con el fin
de confirmar su fe. Es lo mismo como cuando a ellos en particular les explicaba
con mayor detalle algunas de las parábolas. Pues iban a ser ellos los que
enseñarían la fe al mundo, en medio de dificultades y persecuciones.
Podemos
aplicar este milagro a lo que nos sucede a nosotros y lo que sucede en la
Iglesia. Somos como una barca que va en este mundo en medio de grandes dificultades. Sabemos que esta vida no es la
definitiva. Por eso hay dificultades que provienen de esa misma limitación y
por lo tanto no son buenas ni malas. Todo dependerá de nuestra actitud. Hay
otras dificultades que provienen de nuestra propia mala voluntad y muchas veces
de otras malas voluntades. El hecho es que encontramos problemas que parecen
superar nuestras fuerzas y
posibilidades, agitando nuestro espíritu y quitándonos la paz. A veces
no son dificultades demasiado grandes, sino pequeñas y simples cosas de cada
día, que nos quitan la calma o por lo menos no nos permiten tener el corazón
suficientemente sereno para la oración.
Y
Dios parece dormido. Aunque en realidad Dios nunca duerme, sino que somos
nosotros los que nos dormimos en el caminar cristiano y no vemos la presencia
de Dios, porque estamos demasiado apegados a lo material. La verdad es que a
veces vemos todo demasiado oscuro. Y hasta creemos que Dios se porta mal con
nosotros, que no es justo y hasta que nos trata con crueldad.
A
veces es necesario algo grande en la vida, aunque creamos que nos hace daño,
para acercarse a Dios. Jesús nos enseñó más la cara amable de Dios, el Padre
bueno. Aun así muchas veces nos parece que está dormido. En esos casos debemos
gritar, porque Dios siempre está despierto, nos quiere y está dispuesto para
ayudarnos. Los salmos frecuentemente nos dicen que Dios atiende al clamor de
los atribulados.
A
través de las enseñanzas de los santos padres, la Iglesia que marcha en la
historia hacia Dios, es representada por la barca agitada por las olas. Ya les
había dicho Jesús a los apóstoles que iban a sufrir dificultades y
persecuciones. Y cuando san Marcos escribió su evangelio, aunque fue el
primero, la Iglesia ya era la barca agitada por persecuciones. Después, a
través de la historia, ha habido profetas falsos que han vaticinado la ruina
total o el hundimiento definitivo de la Iglesia. No sólo se debía a falta de fe
en la presencia continua de Jesucristo, sino a cortedad de visión, porque la
Iglesia es universal y suele suceder que, si se afloja por una zona, por otra
se reafirma. Muchas veces sólo se fijan en los “escándalos” y los pecados,
cuando en realidad hay muchísimos santos, que en lo oculto, sostienen y dan la
gloria a Dios.
Cuando
nos cueste encontrar respuestas a muchos interrogantes de la vida, vayamos a
Dios Padre, que nos ama, a Jesús que siempre permanece bien despierto en la
Iglesia y al Espíritu de Amor que con sus dones hará que no se pierda la paz
del alma, que proviene del espíritu unido a Dios por la fe y el amor.
© P. Silverio Velasco (España)
Nuevo vídeo y
artículo
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas
Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de
esta página
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan
Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
Agradecimientos
Dicen que en el cielo hay dos oficinas
diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la
tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas
gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin
descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los
agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles
aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde
la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas
Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los
mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias
concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
Desde Buenos Aires, Argentina, Alberto José H. P. agradece a Dios, a
la Virgen de Lourdes, y a las personas que rezaron por él, que fue operado de
intestinos y ya está recuperándose en su domicilio. ¡Damos gracias a Dios!
Desde La Habana, Cuba, llega un
agradecimiento al Señor y a las personas que han rezado por la recuperación del
Padre Mario, un sacerdote ya mayor,
con varias enfermedades crónicas, que en estos días necesitó cirugía para
drenar una celulitis en una rodilla donde ya tiene una prótesis y está
recuperándose favorablemente. También desde la misma ciudad dan gracias a Dios
y a la Virgen, porque el niño Josué,
que hace días pedimos oración por él, que siendo un encefalópata severo tuvo
una apendicitis que se complicó y estaba en aquel momento en fallo
multiórganico y ya hoy está de nuevo en su hogar, porque milagrosamente
recuperó las funciones que le estaban fallando. ¡Te alabamos Señor!
Desde Buenos Aires, Argentina, recibimos
una acción de gracias porque la biopsia de estómago de Guillermo F. ha sido negativa para cáncer. Que el buen Jesús lo
mantenga siempre libre de esta grave dolencia que ya padeció.
Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 21: La mortificación
Es el
mandato de Jesús. Mandato duro para los cristianos débiles y demasiado apegados
a las propias comodidades. Mandato suave y dulce para aquellas almas que
sienten la belleza de la perfección, gustan las dulzuras íntimas de la vida
cristiana. "Quien quiera seguirme, debe renunciar a sí mismo"
Para
seguirle, para ser verdaderos cristianos, debemos corregir nuestros defectos,
mortificar nuestras pasiones y nuestros sentidos. El primer médico de nosotros
somos nosotros mismos.
Para
conocerte bien debes hacer el examen de conciencia cada día, cuando estás libre
de ocupaciones materiales.
¿Cómo
regulas tus pasiones? ¿Reina en tu corazón la soberbia, la avaricia, la cólera,
la indiferencia en hacer el bien, la envidia del bien ajeno? Bajo la excusa de
la prudencia ¿no escondes, quizá el respeto humano? ¿Cómo mortificas tus
sentidos?
Del Web Católico de Javier
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
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