PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año 10 - Número 2715
~ Lunes 22 de Junio de 2015
Desde la ciudad de
Córdoba (Argentina)
Alabado
sea Jesucristo…
Iniciamos esta edición de “Pequeñas
Semillitas” reproduciendo un pensamiento del sacerdote dominico sudafricano
Albert Nolan, relacionado con la fe que es necesario cultivar en nuestros corazones aun en los
momentos de mayor dificultad, como los que vive la humanidad hoy:
«Creer en Jesús es creer que el bien
puede y tiene que triunfar sobre el mal. A pesar del sistema y la aparente
insolubilidad de nuestros actuales problemas, el ser humano puede ser, y
acabará siendo liberado. Toda forma de mal, la enfermedad, el sufrimiento, la
miseria, el miedo, la opresión, la injusticia, puede ser superada. Y el único
poder capaz de lograrlo es el poder de una fe que crea en ello.”
¡Buenos días!
Valora las cosas pequeñas
Hoy te
invito a valorar las tareas pequeñas que forman la trama normal de la vida. No
es un tema trivial y sin importancia. Grandes talentos nos han dejado sus
reflexiones sobre esta realidad, por ejemplo, el novelista francés Georges
Bernanos (1888-1948), para ayudarnos a dar sentido a la vida. Él nos exhorta
así:
Realiza las cosas pequeñas de cada día, con
esperanza. Realízalas con dedicación, como el alumno inclinado sobre su
cuaderno se esfuerza en su tarea cotidiana. Las pequeñas cosas parecen
insignificantes, pero traen la paz. Son como las flores silvestres. Nos parecen
sin fragancia, pero todas juntas perfuman el aire. La oración de las pequeñas
cosas es inocente. En cada pequeña cosa hay un ángel.
San
Agustín escribió: Las cosas pequeñas son realmente pequeñas; pero, ser fieles
en las cosas pequeñas es cosa grande. Benjamín Franklin explica: La felicidad
humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir
pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Realiza con
amor y constancia tus pequeñas tareas diarias.
Enviado por el P. Natalio
La Palabra de
Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: «No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con
que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.
¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en
la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque
la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la
viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu
hermano». (Mt 7,1-5)
Comentario
Hoy, el Evangelio me ha recordado las
palabras de la Mariscala en El caballero de la Rosa, de Hug von Hofmansthal:
«En el cómo está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa cambiará mucho
el resultado en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la espiritual.
Jesús dice: «No juzguéis, para que no
seáis juzgados» (Mt 7,1). Pero Jesús también había dicho que hemos de corregir
al hermano que está en pecado, y para eso es necesario haber hecho antes algún
tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a la comunidad de Corinto
y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad. A raíz de esto, san
Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de evitar que un pecador
deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un enemigo que busca la
venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El juicio, pues, parece
que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir, nunca con ánimo de
venganza.
Pero todavía más interesante es lo que
dice san Agustín: «El Señor nos previene de juzgar rápida e injustamente (...).
Pensemos, primero, si nosotros no hemos tenido algún pecado semejante; pensemos
que somos hombres frágiles, y [juzguemos] siempre con la intención de servir a
Dios y no a nosotros». Si cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en
los nuestros, no nos pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo
queramos sacar la brizna del ojo de nuestro hermano (cf. Mt 7,3).
Si estamos bien formados, veremos las
cosas buenas y las malas de los otros, casi de una manera inconsciente: de ello
haremos un juicio. Pero el hecho de mirar las faltas de los otros desde los
puntos de vista citados nos ayudará en el cómo juzguemos: ayudará a no juzgar
por juzgar, o por decir alguna cosa, o para cubrir nuestras deficiencias o,
sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y, para acabar, sobre todo
tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la medida con que midáis se os
medirá» (Mt 7,2).
Rev. D. Jordi POU i Sabater (Sant Jordi Desvalls,
Girona, España)
Santoral Católico
San Juan Fisher
Cardenal y Mártir
La liturgia une en una misma memoria a san Juan Fisher y a santo Tomás Moro, personalidades eminentes de la Iglesia y de la sociedad inglesa en tiempo del rey Enrique VIII. Juan nació en Berverly (Yorkshire) el año 1469, hijo de un rico comerciante. Recibió la ordenación sacerdotal después de una brillante carrera universitaria en Cambridge, donde llegó a canciller de la Universidad. Más tarde fue elegido arzobispo de Rochester, cargo que ejerció con una vida austera y de entrega pastoral, visitando con frecuencia a sus fieles. Fue uno de los hombres más cultos de su tiempo, se distinguió en las controversias contra las tesis de Lutero y escribió obras contra otros errores. Por defender la validez del matrimonio de Enrique VIII y rechazar el juramento de fidelidad a las pretensiones reales contra de la autoridad espiritual del Papa, fue encarcelado en la Torre de Londres y luego decapitado el 22 de junio de 1535.
Santo Tomás Moro
Mártir
Patrono de
gobernantes y políticos
Nació en Londres el año 1478. Estudió en
Londres y Oxford. Fue laico, casado y padre de cuatro hijos, amigo de los
franciscanos y al parecer miembro de la Tercera Orden Franciscana, humanista y
jurista, escritor y hombre de gobierno, canciller del Reino. Era considerado
uno de los humanistas si no el humanista más grande a nivel europeo. Su obra
más conocida se titula Utopía, y es uno de los textos paradigmáticos de la
filosofía política. Un «hombre verdaderamente completo» lo denominó Pío XI.
Porque fue coherente con sus convicciones cristianas, cayó en desgracia del rey
Enrique VIII al oponerse a sus pretensiones divorcistas y al negarse a jurar la
supremacía espiritual del monarca sobre la del papa. Fue encarcelado en la
Torre de Londres y luego decapitado el 6 de julio de 1535. Por sus dotes
naturales y por su fe, supo enfrentarse a la muerte con la sonrisa en los
labios. Canonizado por Pío XI en 1935, Juan Pablo II, el año 2000, lo proclamó
patrono de los gobernantes y políticos.
Oración: Señor, tú has querido que el
testimonio del martirio sea perfecta expresión de la fe; concédenos, te
rogamos, por la intercesión de san Juan Fisher y de santo Tomás Moro, ratificar
con una vida santa la fe que profesamos de palabra. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
© Directorio Franciscano
La frase de hoy
“Si alguien escapa cuando Dios le manda
permanecer y afrontar el peligro con confianza, bien por razón de su propia
salvación o por la de aquellos que le han sido encomendados a su cuidado, ese
tal se comporta, sin ninguna duda, muy insensatamente. Pero, ¿y si lo hace para
salvar la vida? También, porque, ¿qué puede ser más disparatado y necio que el
preferir un breve tiempo de dolor y desgracia a una eternidad de felicidad?”
~ Sto. Tomás Moro ~
Tema del día:
María, causa de
nuestra alegría
Se ha observado muchas veces dentro de
nuestro entorno religioso que las almas amantes de la Virgen María gozan y
esparcen una alegría especial. Es un hecho comprobado y que nadie puede negar.
La Virgen arrastra a multitudes hacia sus santuarios. Ante su imagen se
congregan las gentes con flores, con velas, y rezan y cantan con fervor y
entusiasmo inigualable. Y sobre ese ambiente flota un aire de paz y de alegría
que no se da en otras partes. ¿Por qué será?... Una respuesta nos sale
espontánea de los labios, y no nos equivocamos: ¡Pues, porque están con la
Madre!...
Si esta es la razón más poderosa.
Entonces, si queremos vivir alegres, y ser además apóstoles de la alegría para
desterrar de las almas la tristeza, ¿por qué no contamos más con María?...
Partamos de la realidad familiar. Se
trata de un hogar bien constituido. La madre ha sido siempre el corazón de ese
hogar y los hijos se han visto siempre también amparados por el calor del
corazón más bello que existe. ¿Puede haber allí tristeza?...
Aún podemos avanzar un poco más en
nuestra pregunta, y plantear la cuestión de otra manera diferente.
Se trata de un hijo que viene con un
fracaso espantoso, del orden que sea. No sabe dónde refugiarse. Pero llega a la
casa y se encuentra con la madre que le está esperando. ¿Cabrá allí la
desesperación? ¿Dejarán de secarse las lágrimas de los ojos? ¿Volverán los
labios a sonreír?...
Todas estas cuestiones están de más.
Sabemos de sobra que el amor de una madre no falla nunca. Y al no fallar su
amor, al lado de ella la tristeza se hace un imposible. Esto que nos pasa a
todos en el seno del hogar cuando contamos con la bendición de una madre, es
también la realidad que se vive en la Iglesia. Dios ha querido que en su Iglesia
no falte la madre, para que en esa casa y en ese hogar del cristiano, como es
la Iglesia, no sea posible la tristeza, pues se contará en ella con el ser
querido que es siempre causa de alegría.
Por eso Cristo, moribundo en la Cruz,
declaró la maternidad espiritual de María, nos la dio por Madre, y nosotros la
aclamamos gozosos: ¡Madre de la Iglesia!
Por eso el pueblo cristiano, con ese
instinto tan certero que tiene -como que está guiado por el Espíritu Santo-
llama a María Causa de nuestra alegría.
Amar a la Virgen es tener el alma llena
de juventud, de ilusiones, de alegría. Un amar que lleva a esparcir siempre en
derredor ese optimismo que necesita el mundo.
Amar y hacer amar a la Virgen alegra
forzosamente la vida. La mujer es el símbolo más significativo del amor, el ser
más querido del amor, el difusor más potente del amor. Y mujer como María no
hay, la mujer más bella salida de la mano de Dios.
María, al dar amor, llenará de alegría,
de canciones y de flores el mundo; porque, donde existe el amor, no mueren ni
menguan nunca la felicidad, la belleza, el cantar... Con María, las caras
aparecen radiantes, con la sonrisa siempre a flor de labios, como un rayo
primaveral. Ser apóstol de María es ser apóstol de la felicidad.
Llevemos María al que sufre soledad, y
le haremos sonreír.
Llevemos María al tímido, y lo
convertiremos en decidido y emprendedor.
Llevemos María al triste, y el que
padece comenzará a disfrutar.
Llevemos María al anciano, y lo veremos
volver a los años felices de la juventud.
Llevemos María al pecador, y veremos
cómo el culpable vuelve muy pronto a su Dios.
Llevemos María a nuestro propio hogar, y
veremos lo que será nuestra familia con dos madres juntas, que no son rivales
celosas, sino dos amigas inseparables.
Llevemos María a nuestros amigos, ¡y
sabremos lo que es amarnos con una mujer como Ella en medio del grupo!...
Hemos dicho antes que la piedad
cristiana, siempre conducida por el Espíritu Santo, llama a la Virgen: Causa de
nuestra alegría. No puede ser de otra manera. Porque María nos trae y nos da
siempre a Jesús, el que es el gozo del Padre, el pasmo de los Ángeles, la dicha
colmada de los Santos.
Autor: Pedro García, misionero claretiano
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia
Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos,
sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el
cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno,
así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu
Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del
Inmaculado Corazón de María; por la
conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África,
y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos
especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la
falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras
enfermedades graves; por el drama de los
inmigrantes del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad
en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los
matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el
aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas
del Purgatorio.
Pedimos oración por el eterno descanso
del alma de personas que en estos días han pasado a habitar la casa del Padre
celestial: César Armando L. V., de
Colombia y Juan C., de Buenos Aires,
Argentina. Que el Señor los reciba en la morada de los justos y que la
Santísima Virgen María conceda a sus familiares el consuelo en la fe.
Pedimos oración para Analía S. C., de 38 años de edad, de Santiago del Estero, Argentina, a quien han diagnosticado artritis reumatoidea con el consiguiente impacto emocional que esto le produce. Le pedimos al Señor que la ayude a superar esta enfermedad con todas sus implicancias.
Pedimos oración para Analía S. C., de 38 años de edad, de Santiago del Estero, Argentina, a quien han diagnosticado artritis reumatoidea con el consiguiente impacto emocional que esto le produce. Le pedimos al Señor que la ayude a superar esta enfermedad con todas sus implicancias.
Tú
quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para
poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha
ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y
concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la
gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y
de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te
lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Junio, mes del Corazón de Jesús
Día 22: La persecución
Quien
más pesada, quien más ligera, todos tenemos una cruz personal que llevar, pero
no hay una común a todos; es la cruz predicha por Jesús cuando subió al monte
de las bienaventuranzas y pronunció las palabras que fueron una verdadera
revelación para sus discípulos: Dichosos vosotros cuando os ultrajen, os
persigan y mintiendo, digan de vosotros cosas malas, falsas, etc., por mi causa. Ser perseguidos por amor a
Jesús es una bienaventuranza. Alegraos porque será grande vuestra recompensa en
los cielos.
Del Web Católico de Javier
Jardinero de Dios
-el más
pequeñito de todos-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por participar comentando! Por favor, no te olvides de incluir tu nombre y ciudad de residencia al finalizar tu comentario dentro del cuadro donde escribes.