miércoles, 31 de diciembre de 2014

Pequeñas Semillitas 2556

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2556 ~ Miércoles 31 de Diciembre de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Llegamos al último día del año 2014. Un año más que dejamos atrás, con todo lo que hemos hecho de bueno y de malo a lo largo de sus días y que deberíamos ahora repasar mentalmente para sacar provecho de las enseñanzas que nos deja, valorar lo que hemos aprendido y corregir los errores cometidos con el firme propósito de no recaer en ellos.
Este fin de año y comienzo de un año nuevo, es un buen momento para meditar cómo andamos en nuestra vida, si vamos por el buen camino, si tenemos que corregir algo, y si debemos realizar buenos propósitos para el año que comienza, porque si quien hace propósitos a veces no los cumple, ¿qué será de quien ni siquiera realiza propósitos?
Agradezcamos a Dios por todo lo recibido en este año que termina. Por lo bueno que nos hizo sentir felices y por lo no tan bueno que nos sirvió para crecer. Demos gracias a Dios que nos da una otra oportunidad en este nuevo año que comienza, porque sigue confiando en nosotros, y quiere que aprovechemos el tiempo para santificarnos y ser mejores cada día. Por eso es un buen  momento para meditar sobre el camino recorrido y planificar lo que haremos en el tiempo de vida que Dios, amorosa y providencialmente nos concede.
Y pidamos a la Santísima Virgen que esté junto a cada uno de nosotros y nuestras familias, para acompañarnos y protegernos en el nuevo año que dentro de unas horas comenzaremos a transitar.

¡Buenos días!

Es completamente gratis
El sacramento de la confesión puede ser una experiencia liberadora que ayuda a crecer y a vivir mejor. Sin embargo, a veces no la vivimos con intensidad. Otras veces la sentimos como una molestia necesaria, o como un ejercicio de rutina. Bien preparada y recibida con frecuencia, la confesión ayuda a conocerse mejor.

Un hombre fue a confesarse con Don Bosco. —Mi última confesión fue hace diez años, dijo al comenzar. Don Bosco lo interrumpe: —Esto sale 200 liras. El señor extrañado replica:—¿Cómo? ¡Siempre pensaba que no se necesitaba pagar nada para confesarse! —¿Eso lo sabías? ¿Y sin embargo no viniste durante tanto tiempo?, le dijo suavemente y con humor el santo confesor.

La confesión tranquiliza la conciencia, consuela el corazón, ayuda a superar la fuerza del mal y del pecado en nosotros, es una respuesta coherente al llamado a la conversión que nos hace la Palabra de Dios y es ocasión para experimentar su amor misericordioso.  Anímate a recibirla, al menos una vez al año, durante el tiempo pascual.
Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado. (Jn 1,1-18)

Comentario
Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.
«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.
Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?
«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!
«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?
«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer (Manlleu, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Silvestre I
Papa
San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, período en el cual el emperador Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila. († 335)
Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net

La frase de hoy

“Que el próximo año esté lleno de bendiciones, de sueños por soñar, de nuevos caminos por recorrer, de salud para brindar, de amor para llenar el alma, de canciones que enriquezcan el sonido de la vida, de amaneceres llenos de sol y anocheceres llenos de luna, de abrazos que abracen la vida”

Fin de año: 
El libro de tu vida

Hoy cierras un volumen más del libro de tu vida, pues acaba el año. Cuando comenzaste este libro todo era tuyo, te lo puso Dios en las manos, podías hacer de él lo que quisieras: un poema, una pesadilla, una blasfemia, un sistema, una oración... Podías... Hoy ya no puedes; no es tuyo, ya lo has escrito, ahora es de Dios. Te lo va a leer Dios el mismo día en que mueras con todos sus detalles. Ya no puedes corregirlo. Ha pasado al dominio de la eternidad.

Piensa por unos momentos en esta última noche del año. Toma tu viejo libro y hojéalo despacio, deja pasar sus páginas por tus manos y por tu conciencia. Ten el gusto de verte a ti mismo. Lee todo. Repite aquellas páginas de tu vida en las que pusiste tu mejor estilo. Lee también aquellas páginas que quisieras no haber escrito nunca. No, no intentes arrancarlas. Es inútil, ten valor para leerlas. Son tuyas, no puedes arrancarlas; pero puedes anularlas cuando escribas tu siguiente libro. Si lo haces, Dios pasará éstas de corrido cuando lea tu próximo libro en el último día.

Lee tu libro viejo en la última noche del año. Hay en él trozos de ti mismo, es un drama apasionado en el que el primer personaje eres tú. Tú en la escena con Dios, con tu familia, con tu trabajo, con la sociedad. Tú lo has escrito con el instrumento asombroso de tu libre albedrío sobre la superficie inmensa y movediza del mundo. Es un libro misterioso que en su mayor parte, la más interesante, no pueden leerlo más que Dios y tú.

Si tienes ganas de besarlo, bésalo; si quieres llorar, llora; llora fuerte sobre tu libro viejo en esta última noche del año. Pero sobre todo, reza sobre tu libro viejo. Tómalo entre tus manos, levántalo hacia el cielo y dile a Dios sólo dos cosas: ¡Gracias! y ¡Perdón!... Después dáselo a Cristo.

No importa cómo esté, aunque tenga páginas negras. Cristo sabe perdonar. Esta noche te ha de dar Dios otro libro completamente blanco y nuevo. Es todo tuyo. Vas a poder escribir en él lo que quieras.

Pon el nombre de Dios en la primera página. Después dile que no te deje escribirlo solo. Dile que te lleve siempre de la mano... y del corazón...

Oración de fin de año
Padre...Señor nuestro... Dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.
Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que están más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.
Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón. Perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.
También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.
Pronto iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.
Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones, y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría para que cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI.
Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad
Amén

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"Juan Pablo II inolvidable"
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Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por María Eugenia, una joven mujer y madre de Canals, Córdoba, Argentina, que está desaparecida desde hace veinte días sin que se conozca su paradero. Cinco hijitos y toda una familia la esperan. Rogamos a la Madre del Cielo que la proteja y la haga volver.

Pedimos oración para la familia de Carlos C., de Bogotá, Colombia, compuesta por su esposa Trini, sus hijos Carlos y María Paula, su mamá Carlota, para que el Señor los bendiga y los acompañe en el año que comienza mañana. Igualmente por: Jefferson Samir G. F., por Jorge Augusto C. H., Tatiana y Viviana, y por William V. C. Que Dios los bendiga a todos y atienda las necesidades particulares de cada uno. 

Pedimos oración para las siguientes personas de la provincia de Santa Fe, Argentina: Gabriel M., 42 años, con cáncer y muy dolorido; y Ramón Alberto B., 64 años, que está muy grave luego que le extirparon un riñón y el otro casi no funciona. Que el Divino Niño les conceda fortaleza para afrontar estas situaciones tan difíciles y si es su voluntad , la gracia de recuperar la salud.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Un estímulo todos los días
Diciembre 31
Termina un año más. ¡Cuántos pequeños y grandes regalos te ha hecho el Señor a lo largo de estos días! ¡Cuántos gestos de amor tuvo Dios contigo!
El solo hecho de haber estado vivo todo este año debe ser motivo de una tierna gratitud. No dejes terminar este año sin detenerte a dar gracias, no cierres el año con un espíritu negativo que sólo mira lo negro y lo malo.
Hoy también es el momento de pedirle al Señor que purifique todo lo que no estuvo bien y todo lo que no está bien en tu vida. Así tendrás la esperanza de comenzar un año mejor.
Finalmente, ofrécele al Señor lo que puedas haber hecho de bueno a lo largo del año que pasó: tus trabajos, tus esfuerzos, tus intentos. ¿Quién sabe lo que pueda valer todo eso? Pero no importa que lo sepas, sino que hagas un acto de amor diciéndole al Padre: “Toma, mi amado, esta humilde ofrenda. No es mucho, pero es lo poquito que este hijo querido quiere entregarte para tu gloria. Recíbelo, Señor. Amén.”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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