martes, 25 de febrero de 2014

Pequeñas Semillitas 2289

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 9 - Número 2289 ~ Martes 25 de Febrero de 2014
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
La enseñanza de Jesús siempre es el amor. Dar incondicional y gratuitamente. Como hace Él. El amor del Padre es universal. Jesús pide a sus seguidores y seguidoras unas relaciones nuevas fundamentadas en el amor a todos, incluso a los enemigos. Amar al enemigo es hacer el bien a todos, actuar siempre con bondad y generosidad, prescindir de toda actitud, rencor, venganza, violencia... que pueda hacer daño a los demás. Y no esperar nada a cambio. 
El único motivo es porque el Padre actúa así: es bueno, compasivo, tierno con todos. No tiene sentido sentirse hijos del Padre y no considerar y tratar a todos como hermanos. Debo recordar que mi prójimo son todas las personas. También las que tienen otro temperamento, otra cultura, otros gustos, diferentes opiniones... Con ellas he de imitar y practicar el amor gratuito y universal de Dios, Padre de todos.

¡Buenos días!

El amor que plenifica

La regla de oro de las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano ciego, sintiéndose cercano a la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental y obvia, pero tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia. “Al final de la vida se nos juzgará por el amor”.

Amar, no es sentirse emocionado por otro, sentir afecto sensible por otro, abandonarse en brazos de otro, admirar a otro, querer poseer a otro; amar, es en esencia entregarse a otro y a los otros. El amor es un camino de una sola mano: parte siempre de ti y se dirige a los demás. Cada vez que tomas un objeto o a un persona para ti, dejas de amar, pues dejas de entregarte. Vas a contramano. Revisa a menudo la autenticidad y pureza de tus amores. No te limites a preguntarte: ¿amo? Analiza: ¿renuncio a mí mismo, me olvido de mí mismo, me entrego? (Michel Quoist). 

El egoísmo atrofia al hombre, que sólo en la donación generosa a los demás encuentra su madurez y plenitud. Si te preocupas demasiado por ti mismo y tu propio entorno, si vives para acumular dinero y comodidades, no te quedará tiempo para los demás. Si no vives para los demás, la vida carecerá de sentido para ti, porque la vida sin amor no vale nada.
Padre Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea, pero Él no quería que se supiera. Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará». Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?». Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos». Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: «El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado».  (Mc 9,30-37)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos trae dos enseñanzas de Jesús, que están estrechamente ligadas una a otra. Por un lado, el Señor les anuncia que «le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará» (Mc 9,31). Es la voluntad del Padre para Él: para esto ha venido al mundo; así quiere liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna; de esta manera Jesús nos hará hijos de Dios. La entrega del Señor hasta el extremo de dar su vida por nosotros muestra la infinidad del Amor de Dios: un Amor sin medida, un Amor al que no le importa abajarse hasta la locura y el escándalo de la Cruz.
Resulta aterrador escuchar la reacción de los Apóstoles, todavía demasiado ocupados en contemplarse a sí mismos y olvidándose de aprender del Maestro: «No entendían lo que les decía» (Mc 9,32), porque por el camino iban discutiendo quién de ellos sería el más grande, y, por si acaso les toca recibir, no se atreven a hacerle ninguna pregunta.
Con delicada paciencia, Jesús añade: hay que hacerse el último y servidor de todos. Hay que acoger al sencillo y pequeño, porque el Señor ha querido identificarse con él. Debemos acoger a Jesús en nuestra vida porque así estamos abriendo las puertas a Dios mismo. Es como un programa de vida para ir caminando.
Así lo explica con claridad el Santo Cura de Ars, Juan Bautista Mª Vianney: «Cada vez que podemos renunciar a nuestra voluntad para hacer la de los otros, siempre que ésta no vaya contra la ley de Dios, conseguimos grandes méritos, que sólo Dios conoce». Jesús enseña con sus palabras, pero sobre todo enseña con sus obras. Aquellos Apóstoles, en un principio duros para entender, después de la Cruz y de la Resurrección, seguirán las mismas huellas de su Señor y de su Dios. Y, acompañados de María Santísima, se harán cada vez más pequeños para que Jesús crezca en ellos y en el mundo.
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells (Salt, Girona, España)

Santoral Católico:
San Luis Versiglia
Obispo y Mártir
Junto al río Beijiang, cerca de la ciudad de Shiuchow, en la provincia china de Guanddong, santos mártires Luis Versiglia, obispo, y Calixto Caravario, presbítero, de la Sociedad Salesiana, que sufrieron el martirio por causa de su acción pastoral en favor de las personas que les estaban confiadas (1930).

En 1976, el papa Pablo VI decreta a Luis Versiglia y a Calixto Caravario mártires de la Iglesia. Fueron beatificados el 15 de mayo de 1983 por el Papa Juan Pablo II y canonizados el 1 de octubre de 2000.

Información amplia haciendo clic acá.
Fuente: Catholic.net    

Palabras del Papa Francisco

“La Virgen María está siempre a nuestro lado,
sobre todo cuando sentimos el peso de la vida con todos sus problemas”
Papa Francisco

Tema del día:
Combatir el pesimismo
No creo que sea la única mamá que le dice a su hija preadolescente lo privilegiada que es al vivir en esta época. Entre infinidad de trivialidades, le recuerdo que yo no tenía internet para facilitarme la vida a la hora de hacer tareas, no tenía celular para chatear con mis amigas y para completar solo teníamos dos canales en la televisión. Pero la realidad es que aunque mis palabras dicen una cosa, mis sentimientos reales son muy diferentes.

Sinceramente pienso, como muchos adultos mayores, que el tiempo pasado fue mejor. Pero no por la nostalgia de una vida más pausada y sencilla, ni siquiera porque los hijos respetaban incondicionalmente a sus papás. Tampoco porque añore la ‘inocencia’ que era innata al no estar bombardeados por la información permanente.

Considero que los jóvenes de hoy tienen una gran desventaja frente a los de generaciones pasadas porque en casi todos los aspectos de la vida se han vuelto incrédulos, cínicos y tristemente escépticos. Las ilusiones son cada vez más escasas y las expectativas, por lo general, son negativas.

Por citar solo algunos ejemplos, un gran número de jóvenes no creen en el matrimonio ni mucho menos en el amor. ¿Para qué casarse si después se ‘tienen’ que divorciar? No contemplan la posibilidad de que una relación de pareja puede durar eternamente si se comprometen y le trabajan a mantener los ingredientes esenciales para su éxito: honestidad, comunicación, respeto y lealtad.

Lamentablemente piensan que no pueden entregarle el corazón a nadie porque muy seguramente en algún momento van a ser heridos o abandonados.

Si hablamos de política, es aún más evidente el desasosiego. Estoy segura de que usted ha escuchado a más de uno decir “para qué votar o para qué involucrarse en los temas del país si todos los políticos son corruptos y en este país solo ganan los ladrones. ¡Nada va cambiar!”

Muchos se sienten derrotados sin ni siquiera haber intentado. Se han resignado a pensar que como estamos, estamos mal pero no hay nada qué hacer.

La espiritualidad y la paz interior que considero que conlleva, ha sido remplazada por un realismo contundente.

Les queda muy difícil entender que la fe no se compra, no se ‘googlea’ y no viene en forma de un ‘suplemento vitamínico’. Si no lo ven, no existe.

Aunque confieso que para mí es una lucha permanente mantener el positivismo en este caos en el que vivimos, sí creo que como padres debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por recordarles a nuestros hijos que las posibilidades son infinitas y que pueden ser maravillosas. Aunque ellos sientan que las generaciones pasadas se ‘tiraron’ todo, ellos tienen el futuro en sus manos.

Hay que incentivarlos a soñar con lo que parece imposible y que trabajen duro para conseguirlo. Seamos cuidadosos de no contagiarlos con nuestras actitudes derrotistas, recordémosles que son sus expectativas las que generan sus realidades. Enseñémosles que aunque no podamos cambiar el mundo de un sopetón, sí podemos cambiar nuestra actitud.
Alexandra Pumarejo

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones, por la Paz en el mundo, por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Pedimos oración por Ana T., de Buenos Aires, Argentina, que está pasando momentos difíciles en su trabajo.

Pedimos oración por Julio S., de Querétaro, México, reportero de un diario mexicano que ha desaparecido en Caracas sin que se tengan noticias de él.

Pido oración por el viaje de Stefi, que regresa de Argentina a Alemania hoy. Que la Virgen de Lourdes la acompañe y Jesús la cuide siempre.

Pedimos oración por dos personas de Esperanza, Argentina: Matías, que con sus doce añitos de edad padece leucemia, ya ha sido trasplantado de médula, pero en estos días deberá ser nuevamente sometido a ese procedimiento. Y el otro joven es David, de 22 años, que necesita nuestras plegarias para que tome conciencia de su enfermedad de adicción a diversas sustancias y acepte iniciar un tratamiento serio. Que Dios Misericordioso los ayude a ambos en sus respectivas necesidades.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Oración por la Patria
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

Un estímulo todos los días
Febrero 25
“Dios mío, te doy gracias porque me diste capacidades y creatividad para hacer cosas. Te doy gracias porque puedo hacer algo por este mundo. Siempre puedo aportar algo con mis pequeños esfuerzos de cada día y con mi sencilla oración. Porque me has llamado a ser un instrumento de tu luz, de tu fuerza y de tu amor.
Te ofrezco todos mis trabajos y tareas, Señor. Quiero que sean para tu gloria. Que todo lo bueno que pueda hacer sea para adorarte a ti, mi Señor amado, ya que todo lo he recibido de tu amor inmenso.
Enséñame a convertir cada tarea en un acto de amor y de adoración, para que pueda vivirla con profundidad y gozo. Amén”
Mons. Víctor Manuel Fernández
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-

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