sábado, 16 de octubre de 2010

Pequeñas Semillitas 1185

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1185 ~ Sábado 16 de Octubre de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
Cuando tu día empieza
...da gracias por despertar
...da gracias por tu cuerpo saludable
...da gracias por tu mente activa
...da gracias por tu vista sana
...da gracias por tu corazón que late
...y luego de eso, pide lo que necesites, verás que no hay mucho más que pedir.
Tenemos tanto y agradecemos tan poco, decídete a vivir tal y como eres y con lo que tienes, y siempre da las gracias por lo que tienes antes de pedir lo que necesitas.
Desconozco el Autor


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
(Lucas 12, 8-12)

Comentario
El Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir
Hoy resuenan otra vez las palabras de Jesús invitándonos a reconocerlo ante los hombres. «Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios» (Lc 12,8). Estamos en un tiempo en que en la vida pública se reivindica la laicidad, obligando a los creyentes a manifestar su fe únicamente en el ámbito privado. Cuando un cristiano, un presbítero, un obispo, el Papa..., dice alguna cosa públicamente, aunque sea llena de sentido común, molesta, únicamente porque viene de quien viene, como si nosotros no tuviésemos derecho —¡como todo el mundo!— a decir lo que pensamos. Por más que les incomode, no podemos dejar de anunciar el Evangelio. En todo caso, «el Espíritu Santo os enseñará en aquel mismo momento lo que conviene decir» (Lc 12,12). Al respecto, san Cirilo de Jerusalén lo remataba afirmando que «el Espíritu Santo, que habita en los que están bien dispuestos, les inspira como doctor aquello que han de decir».
Los ataques que nos hacen tienen una gravedad distinta, porque no es lo mismo decir mal de un miembro de la Iglesia (a veces con razón, por nuestras deficiencias), que atacar a Jesucristo (si lo ven únicamente en su dimensión humana), o injuriar al Espíritu Santo, ya sea blasfemando, ya sea negando la existencia y los atributos de Dios.
Por lo que se refiere al perdón de la injuria, incluso cuando el pecado es leve, es necesaria una actitud previa que es el arrepentimiento. Si no hay arrepentimiento, el perdón es inviable, el puente está roto por un lado. Por esto, Jesús dice que hay pecados que ni Dios perdonará, si no hay por parte del pecador la actitud humilde de reconocer su pecado (cf. Lc 12,10).
Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Margarita María Alacoque


En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.

A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”

Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690. Fue canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV y se la considera patrona de los que piadosamente alaben y den gloria al Sagrado Corazón de Jesús.


Pensamiento


“La tolerancia significa enterarse cada cual
de que tiene frente de sí a alguien que es un hermano suyo,
quien, con el mismo derecho que él, opina lo contrario,
concibe de contraria manera la felicidad pública”

Antonio Maura


Historias:
Federico, 4 años y 6 tumores


Milán, noviembre de 2004

Devastada por la tristeza y la angustia, Sabina ya no sabe a quien recurrir. ¡Un cáncer cerebral va a llevarse a su pequeño Federico!. Las agotadoras sesiones de rayos y las quimioterapias sucesivas no han logrado nada, y 3 de los 6 tumores son inoperables: el bisturí no podría acceder allí sin provocar lesiones irreparables. En el Instituto Oncológico de Milán, el mejor de toda Italia, una gran celebridad sigue el caso de cerca. Humanamente hablando no queda mucha esperanza. El niño tiene tan sólo 4 años y su salud se deteriora de día en día a simple vista. Sin embargo, si sufre, no se deja abatir: con qué mirada pura le dice a su madre entre dos ataques de dolor: ¡Ya verás, mamá, ¡vamos a salir de esto!

Sabina tiene entonces que refugiarse en el baño, el único lugar donde puede dar curso libre a sus lágrimas, a su llanto de desesperación. Sabina no es creyente, o más bien ya no es creyente, y se mantiene cuidadosamente alejada de la Iglesia. La Gospa diría: aún no conoce el amor de Dios. Pero su amiga Laura, que forma parte de un ferviente grupo de oración, se preocupa por el pequeño Federico y lanza una ofensiva de oración. Durante 9 días seguidos, cada miembro del grupo hará 1 hora de adoración ante el Santísimo por la intención del niño, suplicando a Jesús que lo cure y que apacigüe el corazón de su madre, ya golpeado por la reciente separación de su marido.

Al final de la novena, inexorablemente, la enfermedad sigue su curso; ¿el Señor tendrá para Federico un proyecto distinto al de la curación? Laura no baja los brazos, tiene otro plan: en efecto, el padre Antonello, un sacerdote italiano misionero en Brasil, se encuentra en aquellos días en Milán y organiza una Misa de sanación en la iglesia de San Antonio. Laura invita a Sabina a que participe con el pequeño. Sabina refunfuña… ¿Ir a una iglesia? De todas formas, y muy a pesar suyo, ella acepta. Pero no se engaña: ¡No son ni la fe ni la esperanza lo que la impulsa, sino mas bien la desesperación! ¡Al fin y al cabo, no tiene nada que perder! Si eso no le hace bien a Federico, tampoco le hará mal…

Y he aquí que desde el principio de la misa Sabina experimenta cierta simpatía hacia los dos celebrantes que parecen especialmente alegres, y tan cercanos y humanos. Federico está sentado sobre sus rodillas. El pequeño duerme con un ojo, pero con el otro vigila a los sacerdotes, pues durante la homilía se ha dado cuenta de que eran graciosos. Cuando la asamblea se ríe, aún sin comprender por qué, ¡él ríe más fuerte que los demás!

Después de la misa, al igual que en Medjugorje, el padre Antonello expone el Santísimo Sacramento sobre el altar y dirige una plegaria de adoración. Luego toma la Custodia y la lleva en procesión por toda la iglesia, atiborrada de gente aquella tarde. Federico sigue al sacerdote con la mirada, preguntándose por qué el padre se pasea por todas partes con ese lindo sol dorado. El padre Antonello se toma su tiempo, bendice cada sector de la asamblea con su gran Custodia, suplicando a Jesús que toque el corazón y el cuerpo de cada persona como amaba hacerlo hace dos mil años, en medio de la multitud que se apiñaba a su alrededor. Llegado a la altura de Sabina, ve de pronto al niñito sin pelo, enflaquecido y acurrucado contra su madre. El padre Antonello se acerca, bendice al niño y le coloca directamente la Custodia sobre su frente…

Sabina no olvidará jamás aquel instante, aún si en ese momento no comprendió absolutamente nada. Federico se desploma, como aniquilado. Allí se queda, tirado en el suelo. ¿Qué ha sucedido? Sabina se agita a su alrededor pero en realidad, Federico duerme como un bendito. Sabina lo deja dormir mientras la oración en la iglesia prosigue.

Una hora más tarde, mientras el sacerdote termina su procesión y entona el Tantum ergo, el pequeño despierta y le dice a su madre:
-¡Mamá, qué cómico ese sacerdote! ¡Quema cuando te toca! ¡Mamá, siento fuego en mi cabeza!

Sabina no presta atención a esas palabras del niño. Sin embargo, se asombra al ver que Federico sigue repitiendo lo mismo durante la noche y también al día siguiente:
-Mamá, la cabeza me quema, ¡tengo fuego en la cabeza!

Entonces Sabina se asusta. Federico le asegura que no le duele, que es divertido. Decide ir nuevamente al Instituto Oncológico, donde se le realizan nuevos exámenes. Cuando el radiólogo examina las placas se acomoda varias veces sus lentes y, estupefacto, mira fijamente a Sabina. El rostro de Sabina se vuelve pálido. Se espera lo peor…

- Señora, ¿qué ha hecho usted? ¿Quién ha operado a este niño?
- Pero, doctor, ¡nadie lo ha operado!
- Señora, este niño ha sido operado, ¡es evidente!
- Le aseguro, doctor…
- Señora, por favor, ¡observe usted misma!

En efecto, ¡las radiografías muestran que los 6 tumores han desaparecido por completo! Pero no se han disuelto como por encanto, sino que en el lugar de cada uno de los 6 tumores se encuentra una cicatriz con finos puntos de sutura probando que una mano experta ha procedido a su extirpación. ¡Y 3 de esos tumores eran inoperables y se encontraban en el sector del cerebro demasiado blando como para poder ser saturado!

Sabina por fin cae en la cuenta…. ¡El médico puede pensar lo que quiera; en cuanto a ella, ya comprendió! En algunos segundos, vuelve a escuchar atentamente en su memoria la banda sonora de las palabras de Federico durante aquellas últimas 48 horas, a partir de la bendición del sacerdote: “Mamá, me quema la cabeza, ¡tengo un fuego en la cabeza!” No sabía que Jesús, su Creador, era también el más fabuloso de los cirujanos…

Hoy, Federico tiene 6 años, juega, corre, salta, hace tonterías… ¡está totalmente curado! Desde la pequeña hostia blanca en el medio del sol, ¡Jesús lo ha tocado!

¿Y Sabina? ¡Sus lágrimas de desesperación han cedido el lugar a lágrimas de alegría!

He experimentado que Jesús estaba vivo, dijo, que estaba con nosotros y que había curado a mi pequeño. Hoy le agradezco a Dios cada día por Federico, que ha recuperado sus fuerzas. ¡Está feliz y da rienda suelta a sus travesuras de niño! Todos los días levanta sus ojos al Cielo y con una manito le envía besos a Jesús, ¡como si lo conociera desde siempre! Jesús es su mejor amigo. Agradezco también a Jesús, a Dios y al Espíritu Santo por su infinita paciencia para conmigo. Han permitido esta dura prueba para que finalmente me diera cuenta de que están a nuestro lado, y de que la Iglesia, ¡somos nosotros! ¡Es nuestra tarea conservar a la humanidad unida en el amor de Dios!

De: El Niño escondido de Medjugorje
por Sor Emmanuel.


Meditación breve


Madurez es la habilidad de controlar la ira y resolver las discrepancias sin violencia o destrucción.
Madurez es cuando aprendemos a no prejuzgar, no juzgar, no criticar, no participar en los rumores falsos que contaminan nuestra alma.
Madurez es poner en práctica las enseñanzas de la vida recibidas que nos lleve a la verdadera felicidad.
Madurez es tener una gran intuición y hacer a un lado todo aquello que nos manipule o afecten a nuestras vidas.
Madurez es paciencia. Es la voluntad de posponer el placer inmediato en favor de un beneficio a largo plazo.
Madurez es perseverancia, es la habilidad de sacar adelante un proyecto o una situación a pesar de fuerte oposición y retrocesos decepcionantes.
Madurez es humildad. Es ser suficientemente grande para decir "me equivoqué" y, cuando se está en lo correcto, la persona madura no necesita experimentar la satisfacción de decir "te lo dije".
Madurez es la capacidad de tomar una decisión y sostenerla. Los inmaduros pasan sus vidas explorando posibilidades para al fin no hacer nada.
Madurez significa confiabilidad, mantener la propia palabra, superar la crisis. Los inmaduros son maestros de la excusa, son los confusos y desorganizados.
Sus vidas son una confusión de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones que nunca se convierten en realidades.
"Madurez es el arte de vivir en paz con lo que no se puede cambiar.
Ann Landers


Pedidos de oración


Pedimos oración por don Hugo Orlando M. que vive en Olavarría, Argentina, enfermo de Alzheimer y con gran deterioro de su estado general. Que el Señor lo acompañe en los últimos tiempos de su paso por la tierra y María dé a su familia la comprensión y la paz necesarias para aceptar esta dura realidad.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén


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Felipe de Urca


Ven Espíritu Santo...!


Espíritu Santo, recordando el triunfo de los Beatos Mártires Claretianos, Hijos del Inmaculado Corazón de María, haz que recibamos siempre el sacramento del Amor, el sacramento de los fuertes, para que nos dé también a nosotros la perseverancia en la fe y en la caridad, en medio de las adversidades y pruebas de esta vida. Así sea.
P. Florentín Brusa cmf


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-



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