domingo, 27 de agosto de 2023

Pequeñas Semillitas 5405

PEQUEÑAS SEMILLITAS
 
Año 18 - Número 5405 ~ Domingo 27 de Agosto de 2023
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
¡Alabado sea Jesucristo!
Existe, en la cultura y en la sociedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones.
Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opinión, pero con fines, como veremos, muy diversos: no políticos sino educativos. Llegado a la región de Cesarea de Filipo, es decir, la región más al norte de Israel, en una pausa de tranquilidad, en la que estaba solo con los apóstoles, Jesús les dirigió a quemarropa la pregunta: "¿Quién dice la gente que es el hijo del Hombre?" Simón Pedro respondió sin vacilar: "¡Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo!"
Ante esta respuesta de Pedro, Jesús le dice “Dichoso”, porque ha sabido responder bien, por una gracia o don de Dios, y porque está dispuesto a ser consecuente. También hoy Jesús nos llama dichosos si prometemos ser consecuentes con nuestro nombre de cristianos.
 
La Palabra de Dios
Lecturas del día
Primera Lectura: Is 22,19-23
 
Salmo: Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 6 y 8bc
 
Segunda Lectura: Rom 11,33-36
 
Santo Evangelio: Mt 16,13-20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.
 
Comentario:
Hoy, la profesión de fe de Pedro en Cesarea de Filipo abre la última etapa del ministerio público de Jesús preparándonos al acontecimiento supremo de su muerte y resurrección. Después de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús decide retirarse por un tiempo con sus apóstoles para intensificar su formación. En ellos empieza hacerse visible la Iglesia, semilla del Reino de Dios en el mundo.
Hace dos domingos, al contemplar como Pedro andaba sobre las aguas y se hundía en ellas, escuchábamos la reprensión de Jesús: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» (Mt 14,31). Hoy, la reconvención se troca en elogio: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás» (Mt 16,17). Pedro es dichoso porque ha abierto su corazón a la revelación divina y ha reconocido en Jesucristo al Hijo de Dios Salvador. A lo largo de la historia se nos plantean las mismas preguntas: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,13.15). También nosotros, en un momento u otro, hemos tenido que responder quién es Jesús para mí y qué reconozco en Él; de una fe recibida y transmitida por unos testigos (padres, catequistas, sacerdotes, maestros, amigos…) hemos pasado a una fe personalizada en Jesucristo, de la que también nos hemos convertido en testigos, ya que en eso consiste el núcleo esencial de la fe cristiana.
Solamente desde la fe y la comunión con Jesucristo venceremos el poder del mal. El Reino de la muerte se manifiesta entre nosotros, nos causa sufrimiento y nos plantea muchos interrogantes; sin embargo, también el Reino de Dios se hace presente en medio de nosotros y desvela la esperanza; y la Iglesia, sacramento del Reino de Dios en el mundo, cimentada en la roca de la fe confesada por Pedro, nos hace nacer a la esperanza y a la alegría de la vida eterna. Mientras haya humanidad en el mundo, será preciso dar esperanza, y mientras sea preciso dar esperanza, será necesaria la misión de la Iglesia; por eso, el poder del infierno no la derrotará, ya que Cristo, presente en su pueblo, así nos lo garantiza.
* Rev. D. Joaquim MESEGUER García (Rubí, Barcelona, España)
 
Santa Mónica
Sabido es que los domingos no se considera el santoral ordinario, porque el domingo es el día del Señor (Dominicus dies).
Por eso en “Pequeñas Semillitas” no incluimos la sección “santoral” los días domingo.
No obstante hoy simplemente mencionamos a SANTA MÓNICA, la madre de San Agustín (a quien celebraremos mañana), cuya vida merece ser conocida por todos, en especial por las madres cuando sus hijos se apartan del buen camino.
Para más información sobre esta santa hacer clic acá.
 
Palabras del Santo Padre Pío
«¿Quién te ha sostenido hasta ahora en los sufrimientos corporales y espirituales? Ha sido Jesús. Él ha estado contigo, Él te ha amado. Y estará siempre a tu lado, hasta terminar la obra comenzada en cada uno de nosotros. Haz que no turbe tu alma el triste espectáculo de la injusticia humana.»
 
Predicación del Evangelio:
“El Mesías, el Hijo de Dios vivo”
En una región perdida, en el norte de Galilea, Pedro acaba de reconocer en Jesús al Enviado de Dios: “¿Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”? Esta respuesta es sorprendente en el contexto de su tiempo. Imaginemos a un pescador galileo, formado en la tradición judía en la que el solo hecho de pronunciar el Nombre divino se considera una falta de respeto y una blasfemia. Imaginemos ahora que este mismo pescador afirma con convicción, ante Jesús y los apóstoles: “Tú eres el Carpintero de Nazaret, el hijo de José el carpintero y de su esposa María, te digo que eres el Hijo de Dios.”
 
Por primera vez, uno de los Doce desvela el misterio del Mesías. Jesús, por su parte, no objeta nada. Al contrario, responde que esta revelación le viene de Dios: “Feliz Pedro, hijo de Jonás: no es la carne ni la sangre las que te han revelado eso, sino mi Padre que está en los cielos.”
 
Pedro acaba de expresar toda su confianza personal. La respuesta de Jesús es más sorprendente todavía. Le dice: “Sobre ti, edificaré mi Iglesia. Nadie podrá destruirla. Te confío hoy las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos. Todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el Reino de los cielos.”
 
Un simple pescador venido de Betsaida (Juan 1, 44) se convierte en el jefe de la Iglesia desde que aceptó el misterio de Jesús. Tan inconcebible como pueda parecer, Pedro se convirtió aquel día en el primer capitán de la barca de la Iglesia.
 
Fue a él a quien le dio el poder de entrar en la Iglesia o de excluirse de ella. En un gesto de confianza inaudita, Jesús acaba de confiar en un hombre de temperamento impetuoso y de mucha fe la responsabilidad de su pueblo.
 
Y por los siglos de los siglos, la Iglesia somos nosotros, la comunidad de los creyentes, confiada a un hombre. Será incluso imposible pasar de lado ante esta comunidad de creyentes que pertenece a Cristo.
 
Pretender avanzar con Cristo sin pasar por la Iglesia es un error. Pues ha sido él quien nos ha reunido. Es él el que ha formado el pueblo que formamos. Marcharemos con él para siempre con la fe de Pedro.
-
(P. Felipe Santos SDB)
 
Poesía
Soneto de la dulce queja
 
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
 
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
 
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
 
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
-
(Federico García Lorca)
 
Nuevo vídeo y artículo
 
Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet
referido al Evangelio de este Domingo.
Para verlo tienes que ir al final de esta página:
 
Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
sobre el tema: Oración por los sacerdotes
Puedes acceder en la dirección:
 
Agradecimientos
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.
 
💕 Desde Córdoba, Argentina, llegan dos agradecimientos a Dios y a las personas que rezaron: por María Gabriela C., que aprobó felicitada su exposición y presentación de un caso de discapacidad con paciente; y por Pablo Esteban V., que aprobó su examen de especialista en Traumatología y Ortopedia.
 
Bendito seas, Dios mío, porque a pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
 
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
‘¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?’. Ellos contestaron: ‘Unos que Juan el Bautista, otros que Elías...’. Él les preguntó: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’. Simón Pedro tomó la palabra y dijo: ‘Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo’. Jesús le respondió: ‘¡Dichoso tú, Simón, ...... Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará’. (Mt 16, 13-18)
La pregunta de Jesús a los discípulos sobre la opinión de la gente sobre él parece tan actual como lo son las encuestas que continuamente se están haciendo en una sociedad como la nuestra, sometida al dictado de lo que piense la mayoría. Pero, en realidad, lo que a Cristo le interesa es saber lo que piensa sobre él cada uno de nosotros.
Jesús nos pregunta directamente: ¿Quién soy yo para ti? Y no se conforma con una respuesta de libro, teórica y retórica. Porque de poco sirve decir: "Eres el primero en mi vida", si luego, en la práctica, lo más importante es la televisión -a juzgar por el número de horas que pasamos ante ella en comparación con los escasos minutos que dedicamos a estar con el Señor rezando- o el trabajo o las diversiones.
Sólo cuando reconocemos, con obras y no con palabras, el señorío de Dios en nuestra vida, sólo entonces Cristo puede confiarnos la tarea de evangelizar, de ser sus testigos, de ser piedras sólidas sobre las que poder construir el edificio de la Iglesia. Mientras tanto, por muchas cualidades que tengamos y por mucha necesidad que haya, Él no puede contar con personas para las cuales Dios es una cosa más y a veces ni siquiera eso. Dios te está necesitando, pero para poder encargarte el trabajo que te tiene encomendado quiere ocupar el primer lugar en tu corazón. Si no lo puede hacer, será culpa tuya.
(P. Santiago Martín)
 
Recordando al Padre Natalio
Una página por día
San Juan Crisóstomo fue un predicador asombroso. Crisóstomo es un sobrenombre que significa “Boca de oro”. La claridad y vigor de sus homilías le venía de la frecuente lectura de la Biblia, como así también de la eminente santidad de su vida. Él te cuenta el secreto de su amor a la Palabra de Dios.
 
“Tanto más fuerte es el aroma que expanden los perfumes, cuanto más se los frota entre los dedos. Así sucede también con la frecuentación de la Sagrada Biblia. Cuanto más familiar llega a sernos, más se revelan los tesoros que esconde y más se logra aprovechar el fruto de sus inefables riquezas”.
 
Amigo/a: pido al Espíritu Santo ilumine tu mente y mueva tu corazón para decidirte a leer cada día una página al menos de la Biblia. Aun cuando estés cansado, o sin ganas de leer, o que tropieces con páginas que no entiendes perfectamente... pase lo que pase, no dejes terminar el día sin leer una página de la Biblia. Ésta será la decisión que te dará más satisfacción porque podrás decir: “Desde aquel día cuántos bienes, logros y triunfos comenzaron a pasar en mi vida”.
(P. Natalio)
 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)
 
 
 
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