PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5398 ~ Domingo 20 de Agosto de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
El evangelio hoy parece particularmente apropiado para nuestro tiempo.
Indica el motivo de muchos que han abandonado la fe en Jesús. La trama es breve
pero fascinante. Describe un encuentro entre una mujer cananea (no judía) y
Jesús. Parece que Jesús la insulta. Pero una lectura cuidadosa revela cómo ella
no toma su comentario como ofensivo. Más bien se le acerca más a Jesús después
de escucharlo. ¡Ya quisiéramos la fe de la mujer cananea! Sabía que, Jesús, podía
colmar con creces sus expectativas. Era consciente que, detrás de una oración
confiada y continuada, se encontraba la clave de la solución a sus problemas.
La grandeza de esta mujer no fue su oportuno encuentro con Jesús. La suerte de
esta mujer es que su fe era nítida, inquebrantable, confiada, transparente,
lúcida y sencilla. No se dejó vencer ni por el cansancio ni, mucho menos, por
el recelo de los discípulos.
Todos, incluidos los que venimos domingo tras domingo a la eucaristía,
necesitamos un poco del corazón de la cananea. Un corazón sea capaz de
contemplar la presencia de Jesús. De intuir que, en la Palabra que se escucha y
en el Pan que se come, podemos alcanzar la salud espiritual y material para
nuestro existir.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Is 56,1.6-7
♡ Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
♡ Segunda Lectura: Rom 11,13-15.29-32
♡ Santo Evangelio: Mt 15,21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces
una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó: «Sólo me han enviado a
las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y se postró ante Él, y le
pidió de rodillas: «Señor, socórreme». Él le contestó: «No está bien echar a
los perros el pan de los hijos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero
también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús
le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En
aquel momento quedó curada su hija.
♡ Comentario:
Hoy contemplamos la escena de la cananea: una mujer pagana, no israelita,
que tenía la hija muy enferma, endemoniada, y oyó hablar de Jesús. Sale a su
encuentro y con gritos le dice: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi
hija tiene un demonio muy malo» (Mt 15,22). No le pide nada, solamente le
expone el mal que sufre su hija, confiando en que Jesús ya actuará.
Jesús “se hace el sordo”. ¿Por qué? Quizá porque había descubierto la fe
de aquella mujer y deseaba acrecentarla. Ella continúa suplicando, de tal
manera que los discípulos piden a Jesús que la despache. La fe de esta mujer se
manifiesta, sobre todo, en su humilde insistencia, remarcada por las palabras
de los discípulos: «Atiéndela, que viene detrás gritando» (Mt 15,23).
La mujer sigue rogando; no se cansa. El silencio de Jesús se explica
porque solamente ha venido para la casa de Israel. Sin embargo, después de la
resurrección, dirá a sus discípulos: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).
Este silencio de Dios, a veces, nos atormenta. ¿Cuántas veces nos hemos
quejado de este silencio? Pero la cananea se postra, se pone de rodillas. Es la
postura de adoración. Él le responde que no está bien tomar el pan de los hijos
para echarlo a los perros. Ella le contesta: «Tienes razón, Señor; pero también
los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos» (Mt 15,26-27).
Esta mujer es muy espabilada. No se enfada, no le contesta mal, sino que
le da la razón. Tienes razón, Señor! Parece como si le dijera: —Soy como un
perro, pero el perro está bajo la protección de su amo.
La cananea nos ofrece una gran lección: da la razón al Señor, que siempre
la tiene. —No quieras tener la razón cuando te presentas ante el Señor. No te
quejes nunca y, si te quejas, acaba diciendo: «Señor, que se haga tu voluntad».
* Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)
Pensamiento del día «Si ante el recuerdo
desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir
hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la
estrella, e invoca a la Madre de Dios […] El pensar en Ella y el invocarla,
sean dos cosas que no se aparten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y
para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. ¡Siguiéndola
no te pierdes en el camino!»
(SAN BERNARDO)
Predicación del Evangelio: Pedir con fe La oración de petición ha sido objeto de una fuerte crítica a lo largo de
estos años. El hombre ilustrado de la época moderna no acierta a ponerse en
actitud de súplica ante Dios, pues sabe que Dios no va a alterar el curso
natural de los acontecimientos para atender sus deseos.
La naturaleza es «una máquina» que funciona según unas leyes naturales, y
el hombre es el único ser que puede actuar y transformar, solo en parte, el
mundo y la historia con su intervención. Entonces la oración de petición queda
arrinconada para cultivar otras formas de oración como la alabanza, la acción
de gracias o la adoración, que se pueden armonizar mejor con el pensamiento
moderno.
Otras veces la súplica de la criatura a su Creador queda sustituida por la
meditación o la inmersión del alma en Dios, misterio último de la existencia y
fuente de toda vida. Sin embargo, la oración de súplica, tan controvertida por
sus posibles malentendidos, es decisiva para expresar y vivir desde la fe
nuestra dependencia de creaturas ante Dios.
No es extraño que el mismo Jesús alabe la fe grande de una mujer sencilla
que sabe suplicar de manera insistente su ayuda. A Dios se le puede invocar
desde cualquier situación. Desde la felicidad y desde la adversidad; desde el
bienestar y desde el sufrimiento.
El hombre o la mujer que eleva a Dios su petición no se dirige a un Ser
apático o indiferente al sufrimiento de sus criaturas, sino a un Dios que puede
salir de su ocultamiento y manifestar su cercanía a los que le suplican.
Pues de eso se trata. No de utilizar a Dios para conseguir nuestros
objetivos, sino de buscar y pedir la cercanía de Dios en aquella situación. Y
la experiencia de la cercanía de Dios no depende primariamente de que se
cumplan nuestros deseos.
El creyente puede experimentar de muchas maneras la cercanía de Dios,
independientemente de cómo se resuelva nuestro problema. Recordemos la sabia
advertencia de san Agustín: «Dios escucha tu llamada si le buscas a él. No te
escucha si, a través de él, buscas otra cosa».
No es este el tiempo del cumplimiento definitivo. El mal no está vencido
de manera total. El orante experimenta la contradicción entre la desgracia que
padece y la salvación definitiva prometida por Dios. Por eso toda súplica y
petición concreta a Dios queda siempre envuelta en esa gran súplica que nos
enseñó el mismo Jesús: «Venga a nosotros tu reino», el reino de la salvación y
de la vida definitiva.
-
(P. José Antonio Pagola)
Poesía Estados de ánimoUnas veces me sientocomo pobre colinay otras como montañade cumbres repetidas. Unas veces me sientocomo un acantiladoy en otras como un cieloazul pero lejano. A veces uno esmanantial entre rocasy otras veces un árbolcon las últimas hojas. Pero hoy me siento apenascomo laguna insomnecon un embarcaderoya sin embarcaciones. Una laguna verdeinmóvil y pacienteconforme con sus algassus musgos y sus peces. Sereno en mi confianzaconfiado en que una tardete acerques y te mireste mires al mirarme.-(Mario Benedetti) Nuevo vídeo Hay un nuevo vídeo
subido al blogde "Pequeñas Semillitas" en internetreferido al Evangelio de
este Domingo.Para verlo tienes que ir
al final de esta página: Agradecimientos Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para
tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí
los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la
cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las
gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque
prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para
dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas"
pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la
segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como
respuesta a nuestros pedidos de oración.
💕 Desde Montevideo, Uruguay, Karen
S., en su 38º
aniversario de casada, da gracias a Dios por haberla bendecido con Gustavo
A., un compañero tan perfecto para ella, tan bondadoso, compasivo,
generoso, inteligente, hábil y pacífico. Que Él guíe los pasos de ambos hasta
llegar, algún día, a Su presencia.
💕 Desde Córdoba, Argentina, Marta D., agradece al Señor la
alegría de tener en su casa de visita por dos semanas a sus familiares (hijos y
nietos) de España.
Bendito seas, Dios mío, porque a
pesar de ser yo indigno de toda ayuda, tu generosidad e infinita bondad nunca
dejan de otorgar el bien aún a los ingratos y a los que se han apartado de ti. Conviértenos
a ti, para que seamos agradecidos, humildes y piadosos, pues Tú eres nuestra
salud, nuestra fortaleza y nuestra salvación.
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” “Él le contestó: ‘No está bien echar a los perros el pan de los hijos’.
Pero ella repuso: ‘Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las
migajas que caen de la mesa de los amos’. Jesús le respondió: ‘Mujer, ¡qué
grande es tu fe!, que se cumpla lo que deseas’. En aquel momento quedó curada
su hija” (Mt 15, 25-28)
El Evangelio de esta semana nos ofrece el modelo de una mujer que pedía a
Jesús la curación de su hija. Aunque el Señor -extrañamente y para probar su
fe- la comparó con un perro, ella no respondió con enojo y siguió insistiendo
con humildad. Esa humildad fue la que abrió el corazón de Jesús y consiguió el
milagro.
Estamos, pues, ante un ejemplo de cómo debe ser nuestra oración:
perseverante y humilde. Con frecuencia pedimos a Dios cosas que, al cabo del
tiempo -a veces incluso poco tiempo- hemos dejado de solicitar; en el fondo es
que no nos importaban demasiado. También con mucha frecuencia, más que pedir
exigimos; nos comportamos ante Dios no como ante el Señor sino como ante el
criado. Tratamos a Dios como si estuviera a nuestro servicio y como si su
principal obligación consistiera en darnos gusto y satisfacer nuestros
caprichos. Sin la humildad es imposible la oración, inclusive la de petición.
El que es humilde sabe que lo que pide es un don, algo a lo que no tiene
derecho y, por lo tanto, no se enfada si no se le concede. Si se lo dan, lo
agradece; si no lo recibe, acepta el misterio y agradece el resto de cosas
maravillosas que Dios le ha dado. Si pidiéramos así seguramente recibiríamos
más y, en todo caso, lo que no recibiéramos no nos serviría de motivo de crisis
de fe, como les sucede a aquellos que se alejan de Dios cuando éste no les ha
dado lo que pedían.
(P. Santiago Martín)
Recordando al Padre Natalio La buena lectura
En un arrebato lírico, el poeta mejicano Amado Nervo
dijo que los libros son: “Urnas de ideas, arcas de ensueño, flor de la vida
consciente, cofres místicos que custodian el pensamiento humano”. Son todo eso
y mucho más. Por lo tanto es vital para tu cultura que sepas acercarte a los
buenos libros con el deseo de asimilar sus mensajes. Varios pensamientos sobre
el tema:
“Algunos libros son probados, otros
devorados, poquísimos masticados y digeridos”, dijo el filósofo Francis Bacon.
El pensador americano Emerson comprobó que “en muchas ocasiones la lectura de
un libro ha abierto el camino del éxito a un hombre, decidiendo el curso de su
vida”. El historiador inglés Tomás Carlyle opinaba que “La verdadera
universidad de hoy en día es una colección de libros”. Al orador romano Cicerón
le parecía que “un hogar sin libros era como un cuerpo sin alma”. San Juan
XXIII escribió para su uso personal un “Decálogo de la Serenidad”. Uno de esos
propósitos dice: “Sólo por hoy tendré diez minutos de buena lectura”.
Muchos no ejercitan la mente, atrapados por las
imágenes televisivas. Sin desconocer cuanto puede aportar la pantalla hogareña,
es notable el valor del libro para el desarrollo de la inteligencia. Por otra
parte la lectura da solaz al espíritu. El autor místico Kempis confesó: “He
buscado en todas partes el sosiego, y no lo he encontrado sino sentado en un
rincón con un libro entre las manos”. Piénsalo y da pasos en la buena
dirección.
(P. Natalio)
FELIPE -Jardinero de Dios-(el más pequeñito de todos) BLOG ”PEQUEÑAS
SEMILLITAS”♡”JUAN PABLO II
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