PEQUEÑAS
SEMILLITAS Año
18 - Número 5393 ~ Martes 15 de Agosto de 2023Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina) ¡Alabado sea Jesucristo!
«Hoy María Virgen subió a los cielos: alegraos porque con Cristo reina
para siempre»
La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, se celebra en toda
la Iglesia el 15 de agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz
partida de María de esta vida y la Asunción de su cuerpo al cielo libre de la
corrupción terrenal de los cuerpos.
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de
alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha
alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.
Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida
sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era
totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por
el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.
Desde su Asunción a los cielos, acompaña con amor materno a la Iglesia
peregrina, y protege sus pasos hacia la patria celeste, hasta la venida
gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo.
La Palabra de Dios Lecturas del día ♡ Primera Lectura: Ap 11,19; 12,1.3-6.10
♡ Salmo: Sal 44
♡ Segunda Lectura: 1Cor 15,20-27
♡ Santo Evangelio: Lc 1,39-56
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región
montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y
sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en
su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz,
dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde
a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la
voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que
se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se
alegra en Dios mi Salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su
esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su
misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó
la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los
hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel,
su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros
padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció
con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
♡ Comentario:
Hoy, celebramos la solemnidad de la Asunción de Santa María en cuerpo y
alma a los cielos. «Hoy —dice san Bernardo— sube al cielo la Virgen llena de
gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». Y añadirá estas preciosas
palabras: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este
gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo
divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado
de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de
más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los
hombres».
El primer don que te prodiga es la Palabra, que Ella supo guardar con
tanta fidelidad en el corazón, y hacerla fructificar desde su profundo silencio
acogedor. Con esta Palabra en su espacio interior, engendrando la Vida para los
hombres en su vientre, «se levantó María y se fue con prontitud a la región
montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel»
(Lc 1,39-40). La presencia de María expande la alegría: «Apenas llegó a mis
oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno» (Lc 1,44), exclama
Isabel.
Sobre todo, nos hace el don de su alabanza, su misma alegría hecha canto,
su Magníficat: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra
en Dios mi Salvador...» (Lc 1,46-47). ¡Qué regalo más hermoso nos devuelve hoy
el cielo con el canto de María, hecho Palabra de Dios! En este canto hallamos
los indicios para aprender cómo se funden lo humano y lo divino, lo terreno y
lo celeste, y llegar a responder como Ella al regalo que nos hace Dios en su
Hijo, a través de su Santa Madre: para ser un regalo de Dios para el mundo, y
mañana un regalo de nuestra humanidad a Dios, siguiendo el ejemplo de María,
que nos precede en esta glorificación a la que estamos destinados.
* P. Dom Josep ALEGRE Abad emérito de Santa Mª de Poblet (Tarragona,
España)
Santoral Católico: La Asunción de la Virgen María La Madre de Dios fue asociada estrechamente, por voluntad del Padre, a los
misterios de su Hijo. Así, al igual que Jesús, también ella murió y fue
sepultada. Pero, como dice el Prefacio, «el Señor no quiso que conociera la
corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su
seno al autor de la vida». Al respecto escribía Pío XII: «A la manera que la
gloriosa resurrección de Cristo fue parte esencial y último trofeo de su más
absoluta victoria sobre la muerte y el pecado, así la lucha de la
bienaventurada Virgen, común con su Hijo, había de concluir con la
glorificación de su cuerpo virginal... Por eso, la augusta Madre de Dios,
misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad, ... consiguió, al
fin, como corona suprema de sus privilegios, ser conservada inmune de la
corrupción del sepulcro y, del mismo modo que antes su Hijo, vencida la muerte,
ser levantada en cuerpo y alma a la suprema gloria del cielo». Y la
Constitución papal que en 1950 declaró el dogma de la Asunción concluía con
esta definición: «Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María,
cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial».
Oración: Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en
cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo,
concédenos, te rogamos, que, aspirando siempre a las realidades divinas,
lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
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© Directorio Franciscano – ACI Prensa – Catholic.net
Palabras de Benedicto XVI «En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a
María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña
el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la
amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada
día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan
pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos
indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera
Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios.»
Tema del día: La Asunción de María al Cielo Hay dos fechas en el calendario de la Iglesia universal que marcan todo el
esplendor espiritual de María: es el comienzo y el final de toda su existencia
en esta tierra: la Inmaculada Concepción y la Asunción al Cielo. En diferentes
pueblos y en varias naciones hay advocaciones marianas que encierran en sí toda
la vida y belleza espiritual de María y por lo tanto todo eso lo celebran en
fechas determinadas; pero en la Iglesia universal estas dos son las dos grandes
celebraciones en honor a María. A ellas dos podemos añadir el 1 de Enero,
fiesta de la Madre de Dios.
La Asunción es una fiesta muy antigua y expresa un sentimiento del pueblo
cristiano. No lo narra el Nuevo Testamento, pero se fue trasmitiendo en el
pueblo cristiano, de modo que se levantaron muchos templos y catedrales en
honor de María en su Asunción. Desde 1950 es dogma de fe, cuando el papa Pío
XII, habiendo escuchado el parecer de toda la Iglesia, determinó que todos lo
tenemos que creer.
Asunción al Cielo, significa que fue a gozar con Dios en el Cielo en
cuerpo y alma, con todo su ser humano. No se trata de si hizo un viaje por los
aires o qué dirección tomó. Es una manera simbólica o metafórica de expresar la
gran verdad de que todo su ser comienza a vivir una vida más especial en la presencia
de Dios. El papa no quiso determinar si esto fue en el momento de la muerte o
tuvo una resurrección semejante a la de Jesucristo. Sólo dijo: “cumplido el
curso de su vida mortal”. Eso nos basta para que en este día nos gocemos por la
grandeza que Dios ha realizado con su madre. Alabemos con ella a Dios por este
gran beneficio y avivemos nuestra esperanza de poder un día estar gozando con
nuestra Madre en el Cielo.
Para poder llegar un día también nosotros al Cielo, hoy la Iglesia nos
invita a imitar lo más posible la vida de María. No es mucho lo que los
evangelios nos cuentan sobre su vida, ya que lo principal que intentaban era
reproducir la doctrina de Jesús. Pero hay datos muy expresivos. Hoy en el
evangelio se nos narra la visita que hizo María a su prima Isabel. María se
había enterado por el ángel de la Anunciación, que su prima, ya con muchos
años, estaba esperando a un niño y ya en el sexto mes. María piensa en
atenderla durante esos últimos tres meses y va “de prisa” hacia la montaña,
donde vivía Isabel. Nos muestra en primer lugar la caridad, que en cierto
sentido es olvido de sus propias necesidades para atender a las necesidades del
prójimo.
También nos enseña la alegría, el optimismo y la esperanza. Este gozo se
expresa con ese ir “de prisa”, en el sentido material y espiritual. Y con gozo
porque dentro de sí tenía ya a Jesús. Nuestra vida debe estar llena de gozo
sabiendo que dentro de nuestro ser habita la Santísima Trinidad, y
especialmente en la comunión con Jesús.
Este gozo se hizo palabra en el saludo de María y en la felicitación de
Isabel cuando, llena del Espíritu Santo, comprendió quién era la que venía a
visitarla. María ya estaba llena del Espíritu Santo, porque tenía en sí a
Jesús, Hijo de Dios. Y donde está Jesús tiene que estar el Espíritu Santo. Por
eso María en su respuesta habla con la virtud y gracia del Espíritu,
glorificando a Dios, con la oración del Magnificat.
En el Magnificat aparece la acción de Dios sobre ella: “Miró la
humillación de su esclava e hizo cosas grandes”. Dios mira al humilde para dar.
Le había dado cosas grandes: ser Inmaculada, llena de gracia, corredentora,
medianera universal de las gracias y por fin la daría el llevarla al Cielo en
cuerpo y alma. Aparece la acción de María para con Dios, que es alabar y dar
gracias, que es reconocer que todo lo que tiene es recibido de la bondad de
Dios. Y aparece nuestra acción para con María: “Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones”. Estas alabanzas que hoy damos a María en definitiva
son para Dios, autor de todas las bondades. Y muestra también nuestra esperanza
de que, si seguimos sus pasos en esta vida, como Cristo resucitó primero,
también nuestra vida terminará en una resurrección eterna.
(P. Silverio Velasco)
Nuevo artículo Hay nuevo material
publicado en el blog"Juan Pablo II inolvidable"sobre el tema: Asunción de MaríaPuedes acceder en la
dirección:
Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” Con el misterio de la Asunción a los cielos se han realizado
definitivamente en María todos los efectos de la única mediación de Cristo
Redentor del mundo y Señor resucitado: “Todos vivirán en Cristo. Pero cada cual
en su rango: Cristo como primicia; luego, los de Cristo en su Venida” (1 Co 15,
22-23).
En el misterio de la Asunción se expresa la fe de la Iglesia, según la
cual María “está también íntimamente unida” a Cristo porque, aunque como
madre-virgen estaba singularmente unida a él en su primera venida, por su
cooperación constante con él lo estará también a la espera de la segunda.
Redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo, ella
tiene también aquella función, propia de la Madre, de mediadora de clemencia en
la venida definitiva, cuando todos los de Cristo revivirán, y “el último
enemigo en ser destruido será la Muerte” (1 Co 15, 26). [...]
En su asunción a los cielos, María está como envuelta por toda la realidad
de la comunión de los santos, y su misma unión con el Hijo en la gloria está
dirigida toda ella hacia la plenitud definitiva del Reino, cuando “Dios sea
todo en todas las cosas”.
San Juan Pablo II: Encíclica Redemptoris Mater,25 marzo 1987, n°41
Recordando al Padre Natalio Subes al cielo
Este es el día glorioso en que la Virgen Madre de
Dios subió a los cielos; todos la aclamamos, tributándole nuestra alabanza:
“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Dichosa eres
santa Virgen María, y digna de toda alabanza. De ti nació el sol de justicia,
Cristo, nuestro Dios”.
V. Bella y hermosa eres, Hija de Jerusalén.
R. Bella y hermosa eres, Hija de Jerusalén.
V. Subes al cielo, resplandeciente como la
aurora cuando amanece.
R. Hija de Jerusalén.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Bella y hermosa eres, Hija de Jerusalén.
Los santos Padres en las homilías dirigidas al
pueblo en esta fiesta de la Asunción hablan como de algo ya conocido y aceptado
por todos. Destacan que el cuerpo de la Virgen María no se corrompió, y
pregonan su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación
de su Hijo único Jesucristo (Pío XII).
(P. Natalio)
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