miércoles, 12 de diciembre de 2018

Pequeñas Semillitas 3850

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3850 ~ Miércoles 12 de Diciembre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
"No estoy yo aquí que soy tu Madre? No estás bajo mi sombra y resguardo? No soy la fuente de tu alegría? No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? Qué más puedes querer?"
Estas palabras son parte de una de las conversaciones de la Santísima Virgen con San Juan Diego. Palabras que cada uno necesitamos grabarnos en el corazón, porque siempre habrá cosas que nos aflijan. Ella en su misericordia materna, sabe y conoce qué es lo que sucede en nuestras vidas. María se duele, se preocupa e intercede por nosotros. Pero también sabe que es parte de la vida del hombre llevar la Cruz de su Hijo amadísimo, que llevando esa Cruz con amor, nos templa, nos hace fuertes y nos mereceremos estar junto a la Santísima Trinidad gozando de su gloria para la eternidad.
¡Nuestra Señora de Guadalupe, ruega por nosotros!

¡Buenos días!

Cada cosa a su tiempo
En todo es necesario proceder con discreción y mesura. La Biblia dice que hay un tiempo oportuno para cada cosa: un tiempo para callar y un tiempo para hablar, un tiempo para trabajar y un tiempo para descansar, etc. Jesús también lo tuvo en cuenta. Después de unos días de muy intensa predicación, llevó a sus discípulos a un lugar solitario para reposar un poco.

En cierta ocasión un cazador de bestias feroces, yendo por el desierto, vio al abad san Antonio que bromeaba con los hermanos y se escandalizó de ello. Pero el anciano, queriendo hacerle comprender que conviene ser condescendiente en alguna ocasión con los hermanos, le dice:
—Pon una flecha en tu arco y ténsalo. Y lo hizo. Le dice: —Ténsalo más. Y lo hizo. Le dijo una vez más: —Ténsalo. El cazador le dijo: —Si lo tenso más se va a romper. Le dijo el anciano:
 —Así sucede también con las obras de Dios: si con los hermanos tensamos el arco de manera excesiva, enseguida se rompen. Por eso es necesario ser condescendiente en ocasiones. Al oír esto, el cazador se sintió presa de arrepentimiento y se marchó muy edificado con ello.

Lo que hizo san Antonio con sus monjes, tú lo tienes que hacer contigo mismo. Sé prudente en armonizar el trabajo con el descanso, la vida de estudio y reflexión con la vida social, el cuidado del cuerpo y el del espíritu. Los autores clásicos tenían un proverbio muy sabio: “Nada en exceso”. Que sepas organizar tu día con sabiduría y prudencia.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
 
Primera Lectura: Is 7, 10-14; 8, 10

Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 7-8

SANTO EVANGELIO: Mt 11,28-30
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

Comentario:
Hoy, Jesús nos conduce al reposo en Dios. Él es, ciertamente, un Padre exigente, porque nos ama y nos invita a darle todo, pero no es un verdugo. Cuando nos exige algo es para hacernos crecer en su amor. El único mandato es el de amar. Se puede sufrir por amor, pero también se puede gozar y descansar por amor…
La docilidad a Dios libera y ensancha el corazón. Por eso, Jesús, que nos invita a renunciar a nosotros mismos para tomar nuestra cruz y seguirle, nos dice: «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30). Aunque en ocasiones nos cuesta obedecer la voluntad de Dios, cumplirla con amor acaba por llenarnos de gozo: «Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco» (Sal 119,35).
Me gustaría contar un hecho. A veces, cuando después de un día bastante agotador me voy a dormir, percibo una ligera sensación interior que me dice: —¿No entrarías un momento en la capilla para hacerme compañía? Tras algunos instantes de desconcierto y resistencia, termino por consentir y pasar unos momentos con Jesús. Después, me voy a dormir en paz y tan contento, y al día siguiente no me despierto más cansado que de costumbre.
No obstante, a veces me sucede lo contrario. Ante un problema grave que me preocupa, me digo: —Esta noche rezaré durante una hora en la capilla para que se resuelva. Y al dirigirme a dicha capilla, una voz me dice en el fondo de mi corazón: —¿Sabes?, me complacería más que te fueras a acostar inmediatamente y confiaras en mí; yo me ocupo de tu problema. Y recordando mi feliz condición de "servidor inútil", me voy a dormir en paz, abandonando todo en las manos del Señor…
Todo ello viene a decir que la voluntad de Dios está donde existe el máximo amor, pero no forzosamente donde esté el máximo sufrimiento… ¡Hay más amor en descansar gracias a la confianza que en angustiarse por la inquietud!
P. Jacques PHILIPPE (Cordes sur Ciel, Francia)

Santoral Católico:
Nuestra Señora de Guadalupe
Patrona de México, de América y de Filipinas
 
El 9 de diciembre de 1531, en un lugar denominado Tepeyac, María Santísima se apareció al indio san Juan Diego (cf. 9 de diciembre). La Virgen le encargó que en su nombre pidiese al obispo de México, el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición. El obispo no aceptó la idea y le pidió pruebas objetivas en confirmación del prodigio. El 12 de diciembre, la Virgen se le volvió a presentar y lo invitó a subir hasta la cima de la colina de Tepeyac para recoger flores y traérselas a ella. No obstante la fría estación invernal y la aridez del lugar, Juan Diego encontró unas flores muy hermosas. Una vez recogidas las colocó en su «tilma» (camisa o poncho) y se las llevó a la Virgen, que le mandó presentarlas al Sr. Obispo como prueba de veracidad. Una vez ante el obispo el Santo abrió su «tilma» y dejó caer las flores, mientras en el tejido apareció impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México. El obispo mandó construir la capilla, luego trasformada en grandioso templo. El 23 de enero de 1999 dijo Juan Pablo II en la basílica de Guadalupe: «Tengo la alegría de anunciar ahora que he declarado que el día 12 de diciembre en toda América se celebre a la Virgen María de Guadalupe con el rango litúrgico de fiesta».
Oración: Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net

Palabras de San Juan Pablo II
 
“Cuán profundo es mi gozo, queridos hermanos en el Episcopado y amadísimos hijos, porque los primeros pasos de mi peregrinaje, como Sucesor de Pablo VI y de Juan Pablo I, me traen precisamente aquí. Me traen a Ti, María, en este Santuario del pueblo de México y de toda América Latina, en el que desde hace tantos siglos se ha manifestado tu maternidad. ¡Salve, María! ¡Salve, Madre de Dios! ¡Salve, Madre de México yMadre de América Latina!”
Santuario de la Virgen de Guadalupe-Sábado 27 de enero de 1979

Tema del día:
Amar a un ser humano

Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus  máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible, solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse como en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en el que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido que no puede confiar ni en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la Vida.

Amar a un ser humano es brindarle la oportunidad de ser escuchado con profunda atención, interés y respeto; aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino comprenderla; ofrecerle un espacio en el que pueda descubrirse sin miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin ser forzado a revelar aquello que considera privado; es reconocer y mostrar que tiene el derecho inalienable de elegir su camino, aunque este no coincida con el tuyo; es permitirle descubrir su verdad interior por sí mismo, a su manera; apreciarlo sin condiciones, sin juzgarlo  ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus ideales, sin exigirle que actúe de acuerdo con tus expectativas; es valorarlo por ser quien es, no por como tú desearías que fuera; es confiar en su capacidad de aprender de sus errores y de levantarse de sus caídas más fuerte y más maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su poder como ser humano.

Amar a un ser humano es atreverte a  mostrarte indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu verdad desnuda, honesta y transparente; es descubrir frente al otro tus propios sentimientos, tus áreas vulnerables; permitirle que conozca al ser que verdaderamente eres, sin adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencerlo de que son correctas; es disfrutar del privilegio de ser tú mismo, sin pedirle reconocimiento alguno, y en esta forma, irte encontrando a ti mismo en facetas siempre nuevas y distintas; es ser veraz, y sin miedo ni vergüenza, decirle con la mirada cristalina "Este soy, en este momento de mi vida, y esto que soy con gusto y libremente, contigo lo comparto... si tú quieres recibirlo."

Amar a un ser humano es disfrutar de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y responder en forma activa a su necesidad de desarrollo personal; es creer en el cuando de sí mismo duda, contagiarle tu vitalidad tu entusiasmo cuando está por darse por vencido, apoyarlo cuando flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza cuando se siente débil, confiar en el cuando algo lo agobia y acariciarlo con dulzura cuando algo lo entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es compartir en el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras ni obligaciones impuestas, por la espontánea decisión de responderle libremente.

Amar a un ser humano es ser suficientemente humilde como para recibir su ternura y su cariño sin representar el papel del que nada necesita; es aceptar con gusto lo que te brinda sin exigir que te de lo que  no puede o no desea ; es agradecerle a la Vida el prodigio de su existencia y sentir en su presencia una auténtica bendición en tu sendero; es disfrutar de la experiencia sabiendo que cada día es una aventura incierta y el mañana, una incógnita perenne; es vivir cada instante como si fuese el último que puedes compartir con el otro, de tal manera que cada reencuentro sea tan intenso y tan profundo como si fuese la primera vez que lo tomas de la mano, haciendo que lo cotidiano sea siempre una creación distinta y milagrosa.

Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas; es hacerle saber y sentir cuanto lo valoras por ser quien es, cuanto aprecias sus riquezas interiores, aun aquellas que el mismo desconoce; es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior; es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente que cuenta contigo; es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría, es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.

Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios límites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incomoda sin intentar herirlo o lastimarlo.

Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que  evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía, de tal manera que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.

Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona, es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión del Hombre, como una manifestación palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada "ser humano", de la cual tu formas parte; es reconocer, a través de él, el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto las facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados obscuros y sombríos; amar  a un ser humano, en realidad, es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana, tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo.
Andrea Weitzner

Nuevo vídeo y artículo

Hay un nuevo vídeo subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
Para verlo tienes que ir al final de esta página

Hay nuevo material publicado en el blog
"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas” 
Una vez llegó a un pueblo un hombre y pidió por las casas para comer, pero la gente le decía que no tenían nada para darle. Al ver que no conseguía su objetivo, cambió de estrategia. Llamó a la casa de una mujer para que le diese algo de comer.
— Buenas tardes, Señora. ¿Me da algo para comer, por favor? — Lo siento, pero en este momento no tengo nada en casa, dijo ella. — No se preocupe - dijo amablemente el extraño- tengo una piedra en mi mochila con la que podría hacer una sopa. Si usted me permitiera ponerla en una olla de agua hirviendo, yo haría la mejor sopa del mundo.
— ¿Con una piedra va a hacer usted una sopa? ¡Me está tomando el pelo! — En absoluto, señora, se lo prometo. Tráigame una olla bien grande, por favor, y se lo demostraré.
La mujer buscó la olla más grande y la colocó en mitad de la plaza. El extraño preparó el fuego y colocaron la olla con agua. Cuando el agua empezó a hervir ya estaba todo el vecindario en torno a aquel extraño que, tras dejar caer la piedra en el agua, probó una cucharada exclamando: — ¡Deliciosa! Lo único que necesita son unas papas.
Una mujer se ofreció de inmediato para traerlas de su casa. El hombre probó de nuevo la sopa, que ya estaba más gustosa, pero dijo que le faltaba un poco de carne.
Otra mujer voluntaria corrió a su casa a buscarla. Y con el mismo entusiasmo y curiosidad se repitió la escena al pedir unas verduras y sal. Por fin pidió: — ¡Platos para todo el mundo!
La gente fue a sus casas a buscarlos y hasta trajeron pan y frutas. Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, sintiéndose extrañamente felices de compartir, por primera vez, su comida.
Y aquel hombre extraño desapareció dejándoles la milagrosa piedra, que podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.

Pedidos de oración
 
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes internados en la Casa de la Bondad en  Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Cinco minutos del Espíritu Santo
 
Diciembre 12
El Espíritu Santo es una eterna novedad.
Cuando no le encontramos variedad y novedades a la vida, el problema no es la vida, sino nuestra incapacidad de descubrir las cosas.
La vida es inagotable, el mundo está lleno de una riqueza inabarcable, existen millones de cosas que podrían captar nuestro interés. El problema es que a veces estamos clausurados en unas pocas cosas, y cuando nos aburrimos de ellas, somos incapaces de ampliar nuestra mente para valorar otras cosas.
De hecho, a veces los cristianos nos aburrimos de Jesús o del Evangelio, porque creemos que ya conocemos todo, que nada nos puede sorprender.
Pero a Jesús jamás podremos terminar de conocerlo, nunca podremos decir que él ya no tiene nada para ofrecernos. Y nadie puede ser tan vanidoso como para pensar que el Evangelio ya no puede enseñarle nada. Porque la Palabra de Dios es viva, y siempre puede producir nuevos frutos.
Por eso, si nos hemos vuelto incapaces de reconocer las infinitas novedades de la vida, mejor acerquémonos humildemente al Espíritu Santo, y pidámosle que cure nuestra ceguera, que nos devuelva la capacidad de sorprendernos.
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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