viernes, 7 de diciembre de 2018

Pequeñas Semillitas 3845

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3845 ~ Viernes 7 de Diciembre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
A medida que transcurren los días de diciembre, todo a nuestro alrededor nos va envolviendo en un “clima navideño”.
Pero no nos debemos engañar: Todo lo que vemos es apariencia, son adornos. Y no son los adornos, no es la publicidad de regalos en los comercios, no son los villancicos que suenan en las radios, no es el árbol ni la chimenea con nieve... Nada de eso es la verdadera Navidad.
Hasta que uno no sienta la sincera alegría de Navidad, no existe. La Navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas, la generosidad de compartirla con otros y la esperanza de seguir adelante. La Navidad es la alegría interior de saber que Jesús viene a nosotros.
No existe la Navidad ideal, solo la Navidad que cada uno decida crear como reflejo de sus valores, deseos y vivencias espirituales.

¡Buenos días!

El perro y la liebre
Tener buenas razones para actuar es una gran sabiduría. Es la base de la constancia. Dan una sensación de seguridad y serenidad. Despiertan y encauzan las mejores energías. Ayudan a actuar con plena conciencia y conocimiento. Mantienen claros los objetivos. Son valiosas en las crisis y posibles desánimos. Estos motivos nos dinamizan para la acción.

Un perro perseguía afanosamente a una liebre, pero al cabo de una larga carrera, se dio por vencido. Un pastor que lo vio detenerse, se burlaba de él diciéndole: —Esa pequeñita es la mejor corredora de los dos. Pero el perro le respondió: —Es porque tú no adviertes la diferencia entre nosotros. Yo sólo corría por un bocado para la cena, pero ella corría para salvar su propia vida (Esopo).

El que sabe motivarse a sí mismo, sabrá cómo motivar a los demás: si es padre o madre a sus hijos, si es maestro o profesor a sus alumnos, si es jefe de personal a sus dependientes, etc. Se trata de que tengas presente las ventajas que te aporta realizar esta o aquella tarea, para poner en ella entusiasmo, convencimiento, entrega. Esta reflexión es de suma importancia.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
 
Primera Lectura: Is 29, 17-24

Salmo: Sal 26, 1. 4. 13-14

SANTO EVANGELIO: Mt 9,27-31
Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!». Y al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?». Dícenle: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe». Y se abrieron sus ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Mirad que nadie lo sepa!». Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella comarca.

Comentario:
Hoy, en este primer viernes de Adviento, el Evangelio nos presenta tres personajes: Jesús en el centro de la escena, y dos ciegos que se le acercan llenos de fe y con el corazón esperanzado. Habían oído hablar de Él, de su ternura para con los enfermos y de su poder. Estos trazos le identificaban como el Mesías. ¿Quién mejor que Él podría hacerse cargo de su desgracia?
Los dos ciegos hacen piña y, en comunidad, se dirigen ambos hacia Jesús. Al unísono realizan una plegaria de petición al Enviado de Dios, al Mesías, a quien nombran con el título de “Hijo de David”. Quieren, con su plegaria, provocar la compasión de Jesús: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt 9,27).
Jesús interpela su fe: «¿Creéis que puedo hacer eso?» (Mt 9,28). Si ellos se han acercado al Enviado de Dios es precisamente porque creen en Él. A una sola voz hacen una bella profesión de fe, respondiendo: «Sí, Señor». Y Jesús concede la vista a aquellos que ya veían por la fe. En efecto, creer es ver con los ojos de nuestro interior.
Este tiempo de Adviento es el adecuado, también para nosotros, para buscar a Jesús con un gran deseo, como los dos ciegos, haciendo comunidad, haciendo Iglesia. Con la Iglesia proclamamos en el Espíritu Santo: «Ven, Señor Jesús» (cf. Ap 22,17-20). Jesús viene con su poder de abrir completamente los ojos de nuestro corazón, y hacer que veamos, que creamos. El Adviento es un tiempo fuerte de oración: tiempo para hacer plegaria de petición, y sobre todo, oración de profesión de fe. Tiempo de ver y de creer.
Recordemos las palabras del Principito: «Lo esencial sólo se ve con el corazón».
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Ambrosio
Obispo y Doctor de la Iglesia
 
Nació en Tréveris (Alemania) hacia el año 340 de familia romana cristiana. Estudió en Roma derecho y retórica, y comenzó una brillante carrera en la administración civil del Imperio. El año 374, siendo Prefecto de Milán, intervino para impedir tumultos con motivo de la elección del nuevo obispo para la ciudad, y, cuando todavía era catecúmeno y se preparaba para el bautismo, fue elegido él por aclamación para ocupar aquella sede; rápidamente fue bautizado, instruido, y por último ordenado de obispo el 7 de diciembre. Por sus dotes personales y por la formación que adquirió, fue consejero de emperadores, apóstol de la caridad, reformador litúrgico, formador de almas (convirtió y bautizó a san Agustín), animador de la vida de consagración a Dios, comentarista de la Escritura y autor de numerosas obras de teología y espiritualidad, defensor de la doctrina católica frente al arrianismo y de la libertad de la Iglesia. Murió el 4 de abril del año 397 y su memoria se celebra el 7 de diciembre, aniversario de su consagración episcopal.
Oración: Señor y Dios nuestro, tú que hiciste al obispo san Ambrosio doctor esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de fortaleza apostólica, suscita en medio de tu pueblo hombres que, viviendo según tu voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Para más información hacer clic acá.
© Directorio Franciscano – Aciprensa – Catholic.net

Pensamiento del día

“Cuando Cristo entró en nuestro mundo,
no vino a iluminar nuestros diciembres,
vino a transformar nuestras vidas”
(Rich Miller)

Tema del día:     
Significado de “Doctor de la Iglesia”
 
"Doctor/a de la Iglesia" es un título que la Iglesia (el Papa o un concilio ecuménico) otorga oficialmente a ciertos santos para reconocerlos como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos.

Entre los Padres, algunos adquieren un destacado relieve por haber iluminado ampliamente todo el campo de la revelación y abierto nuevos caminos a la teología de los siglos posteriores; el ejemplo más eminente es San Agustín, cuya autoridad excepcional fue reconocida inmediatamente después de su muerte por el papa Celestino I. La Iglesia reconoce en ellos los intérpretes autorizados de su doctrina.

Su lista se constituyó lentamente. Desde el siglo VIII, la Iglesia latina reconoce como tal a San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio, mientras que la Iglesia griega reconocía tres grandes «doctores ecuménicos» en San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo; la tradición latina posterior añadirá a éstos el nombre de San Atanasio, con lo que se tendrán cuatro doctores griegos como se tenían ya cuatro doctores latinos.

El título de doctor de la Iglesia recibió de Bonifacio VIII (1298) una primera consagración oficial y litúrgica; al igual que los apóstoles y evangelistas, los cuatro doctores latinos tienen oficio de rito doble con Credo en la misa.

Esta lista se ha engrosado considerablemente en los tiempos modernos. En 1567, el dominico San Pío V otorga el título de doctor a Santo Tomás de Aquino, y, en 1588, el franciscano Sixto V hace lo propio con San Buenaventura. En nuestros días han recibido el título y oficio de doctor, entre los Padres de la Iglesia, los siguientes: San Atanasio, San Hilario, San Basilio, San Cirilo de Jerusalén, San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo, San Cirilo de Alejandría, San Pedro Crisólogo, San León, San Isidoro de Sevilla, San Juan Damasceno; entre los teólogos de la Edad Media y de los tiempos modernos, después de Santo Tomás y San Buenaventura lo han recibido San Beda (+ 735), San Pedro Damián (1072), San Anselmo (1109), San Bernardo (1153), San Antonio de Padua (1231), San Alberto Magno (1280), San Juan de la Cruz (1591) San Pedro Canisio (1597), San Roberto Belarmino (1621), San Francisco de Sales (1622) y San Alfonso María de Ligorio (1787). Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Jesús y Santa Teresa del Niño Jesús.

En la actualidad hay 35 Doctores, entre ellos cuatro mujeres (Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Lisieux y Santa Hildegarda de Bingen). Recientemente, en octubre de 2012, San Juan de Ávila y Santa Hildegarda de Bingen fueron proclamados Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI.

El título de doctor representa, además del oficio litúrgico, la recomendación de su doctrina, sobre todo en orden a la enseñanza
Tomado de Catholic.net

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
 
Los veteranos estadounidenses que participaron en la 60ª Peregrinación Militar Internacional en el Santuario Mariano de Lourdes, Francia, a finales de mayo de 2018, dieron testimonio de las gracias recibidas en este viaje.
El comandante Jeremy Haynes, que hacía su primera visita a Lourdes, explicó: "Este viaje nos ha cambiado la vida a mi esposa y a mí. Ahora que la fe ha sido incorporada a nuestra brújula, estamos decididos a seguir adelante. Haynes fue herido cuatro veces en Afganistán. Desde entonces sufre parálisis. Fue un momento difícil para él. Él también busca curarse de una lesión en su vida familiar.
Y continúa: "Como la fe tenía poco lugar en nuestro hogar, mi vida familiar era un desastre y el divorcio era inminente. Después de mis heridas entré en depresión. Soy un hombre pecador, pero Dios ha sido misericordioso salvándome la vida y permitiéndome estar presente en el nacimiento de mi hijo. Esta peregrinación me permitió purificar mi alma y acercarme más a mi esposa”.
Haynes se había apuntado al viaje a Lourdes para buscar la curación "mental, física, espiritual y emocional". Dijo que se sentía profundamente honrado de haber estado con soldados de todo el mundo: "Partimos el pan y rezamos juntos. Hablábamos diferentes idiomas, pero la fe nos unía".
Un minuto con María

Pedidos de oración
 
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, monjas, religiosas, novicias, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los pacientes internados en la Casa de la Bondad en  Córdoba (Argentina); por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.

Cinco minutos del Espíritu Santo
 
Diciembre 7
"Ven Espíritu Santo, amigo, porque contigo puedo compartir mis cosas más íntimas, todas mis inquietudes más secretas.
Ven, amigo del alma, porque contigo puedo hablar sobre esas cosas que no me atrevo a decirle a nadie más.
Ven, amigo discreto, porque sé que no divulgarás ningún secreto mío, y todo lo que te diga quedará entre nosotros.
Ven, amigo fiel, porque no hay momentos vacíos, donde no esté tu presencia, porque estás siempre.
Ven amigo generoso, porque siempre tienes algo para ofrecerme.
Ven amigo compasivo, porque eres el que mejor comprende mis debilidades.
Ven, amigo sincero, porque no dejas de decirme lo que más necesito escuchar, aunque a veces me moleste.
Ven, Espíritu Santo. Amén."
* Mons. Víctor Manuel Fernández
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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