domingo, 30 de diciembre de 2018

Pequeñas Semillitas 3868

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 13 - Número 3868 ~ Domingo 30 de Diciembre de 2018
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina) 
Alabado sea Jesucristo…
Entre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?
En un hogar donde se vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses sino que vive abierta a la familia humana.
Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente.
P. José Antonio Pagola

¡Buenos días!

Gracias a un buen libro
Dios puede salir a tu encuentro a través de la lectura de un buen libro. A este respecto se conoce la historia de Eddie Doherty, un periodista norteamericano, que ganaba miles de dólares al mes. Era rico y no creía en Dios. Un día se puso a leer el libro “Historia de un alma” de Sta. Teresita del Niño Jesús, y nos dice:

“Esa noche, acostado en cama, tomé el libro con la sola intención de echarle un vistazo. Pero, una vez que comencé a leer esas páginas tan encantadoras, no pude dejarlo. A las tres de la mañana lo terminé. Pero seguí apretándolo sobre mi pecho, pasando mis dedos bañados en lágrimas por su cubierta. Ningún libro me había impresionado tanto jamás”.

Eddie se convirtió y se hizo sacerdote católico. Algo parecido podemos decir de Santa Edith Stein, que se convirtió a la fe católica, leyendo el libro de la vida de Sta. Teresa de Jesús. (P. A. Peña en “Ser hijos de Dios”).
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios
Lecturas de hoy
 
Primera Lectura: 1Sam 1, 20-22. 24-28

Salmo: Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10

Segunda Lectura: 1Jn 3, 1-2. 21-24

SANTO EVANGELIO: Lc 2, 41-52
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Comentario:
Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).
El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.
No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.
Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.
Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García (La Fuliola, Lleida, España)

Palabras de San Juan Pablo II
 
“En el hogar de Nazaret, la cohesión y la fidelidad van mucho más allá de las exigencias institucionales para  convertirse en reflejo límpido de la comunión trinitaria. ¡Familias, sed lo que sois! Vosotros sois la representación viva de la caridad de Dios, pues tenéis la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa”

Predicación del Evangelio:
Modelo de familia 

Una vez el papa San Pablo VI visitó la Tierra Santa. En Nazaret hizo una reflexión sobre la crianza de Jesús. Dijo que Nazaret es como una escuela donde aprendemos cómo imitar a Jesús. Se puede decir la misma cosa de las lecturas de la misa hoy. Constituyen un aprendizaje sobre la Sagrada Familia para que la imitemos.

Se puede distinguir cuatro lecciones del Evangelio que son iluminadas con la luz de las otras lecturas. En primer lugar, el Evangelio hace hincapié en la piedad. Entonces, señala la sabiduría como la virtud más indicada para una vida digna. También, muestra la propia relación entre los padres e hijos. Final e importantísimamente, recalca la necesidad de vernos como hijos de Dios.

Dice el Evangelio que María y José van a Jerusalén cada año para la Pascua. También se vieron en el Templo presentando a Jesús después de su nacimiento. Como Ana y Elcaná en la primera lectura, no son gente que recen sólo cuando les conviene. Más bien son piadosos: personas que practican todos los días del año. Hay un dicho que describe una tal familia: “La familia que reza juntos se queda juntos”. La oración le sirve como cemento ligando no sólo a uno con el otro sino también con Dios. Como dicen los salmos, Dios es como una roca que nos salva de los apuros.

Cuando María y José encuentran a Jesús en el Templo, le expresan sus preocupaciones. Pero no le gritan, mucho menos le echan amenazas. Sólo le reprochan ligeramente para que sepa tanto su espera de él como su amor para él. Todos los padres deberían notar bien aunque es cierto que Jesús es un caso aparte. No hay ninguna indicación que Jesús les ha faltado anteriormente. Y no va a hacerlo de nuevo. Pues San Lucas explicita que Jesús les obedecerá siempre.  Ahora que los niños se noten bien.

Se dice que en este pasaje Lucas quiere subrayar cómo Jesús es sobre todo hijo de Dios. Por eso dice a María y José: “’¿No saben que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?’” Podríamos decir lo mismo nosotros. Como dice la segunda lectura: “’…no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos’”.  Esta verdad debería controlar nuestras vidas. No existimos sólo para disfrutar los placeres pasajeros del mundo antes de que muramos. Más bien como hijos de Dios vivimos para conocer el amor de relaciones honradas y profundas. También esperamos la gloria de la vida eterna con nuestro Padre Dios.

Estos días del descanso al final del año sirven en diferentes maneras. Hay tiempo de descansar de la rutina del trabajo. Hay ocasión de renovar amistades en las fiestas. Hay momentos de disfrutar comidas, bebidas, y bailes: cosas pasajeras pero no malas si se toman en la moderación. Deberíamos aprovecharnos del tiempo para reflexionar sobre el significado de las fiestas que celebramos. ¿Qué nos enseñan? ¿Cómo nos ayudan ser mejores padres, mejores hijos, y mejores amigos? Maravillosamente estos días festivos nos sirven como escuela excelente.
Padre Carmelo Mele O. P.

Nuevos vídeos y artículo

Hay dos nuevos vídeos subido al blog
de "Pequeñas Semillitas" en internet.
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"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:

Ofrecimiento para sacerdotes y religiosas
  
Formulo el siguiente ofrecimiento únicamente para sacerdotes o religiosas que reciben diariamente "Pequeñas Semillitas" por e-mail: Si desean recibir los comentarios del Evangelio del domingo siguiente con dos o tres días de anticipación, para tener tiempo de preparar sus meditaciones, homilías o demás trabajos pastorales sobre la Palabra de Dios, pueden pedírmelo a feluzul@gmail.com 
Sólo deben indicar claramente su nombre, su correo electrónico, ciudad de residencia y a qué comunidad religiosa pertenecen.
  
Agradecimientos 
 
Imaginemos que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana (los domingos) todos los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.

 Desde Argentina, Betty S. agradece a Dios y a quienes rezaron por la operación de un tumor de oído de su nieto Maxi, que resultó exitosa. ¡Gloria al Señor!

Desde “Pequeñas Semillitas” agradecemos a Jesús, a la Santísima Virgen, a San José y a San Juan Pablo II (nuestros guías e inspiradores) por todo lo realizado en el año que termina, a la vez que pedimos su ayuda para el próximo. Amén. 

Meditaciones de “Pequeñas Semillitas”
 
Señor, ayuda a los jóvenes.
Ellos poseen los tesoros del porvenir.
Son los maestros del entusiasmo y la esperanza.
Tienen sed de vivir un mundo sin superhombres, y sin sub-hombres.
Tú sabes, Padre, que se trata de la juventud auténtica.
Ningún facilismo venga a corromper a nuestros jóvenes.
Que ninguna dificultad los desanime.
Que salgan victoriosos de las más terribles pruebas: el peligro de instalarse, de perder el fuego, de ser jóvenes por fuera, y viejos por dentro.

Cinco minutos del Espíritu Santo 
Diciembre 30
El Espíritu Santo es luz. Eso significa muchas cosas:
La luz del sol hace posible la vida. Si el sol se apagara, la vida desaparecería en esta tierra. Por eso, la luz también simboliza la vida, y el Espíritu Santo es una fuente permanente de vida. Habitando en lo más íntimo de cada cosa, la hace existir con su poder. Pero de un modo especial, el Espíritu Santo es vida para nuestra intimidad, porque él es amor, y sin el amor no hay vida que valga la pena.
La luz también es necesaria para caminar, para ver el camino, para saber a dónde vamos. Si alguna vez hemos hecho la experiencia de caminar a oscuras, perdidos y desorientados, sabemos lo que significa la luz. Y cuando aparece una pequeña claridad que nos orienta, la amamos y la agradecemos. El Espíritu Santo es luz. Él nos hace descubrir por dónde tenemos que caminar y hacia dónde tenemos que ir. Cuando lo invocamos con sinceridad, él nos ilumina para tomar las decisiones correctas.
La luz también nos permite ver las cosas, descubrir sus colores, su belleza. Cuando dejamos que el Espíritu Santo ilumine cada cosa, podemos ver su hermosura y disfrutarlas mucho más.
Demos gracias al Espíritu Santo porque él derrama su luz en nuestra vida.
* Mons. Víctor Manuel Fernández 
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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