PEQUEÑAS SEMILLITAS
Año 8 - Número 1975 ~ Sábado
16 de Marzo de 2013
- AÑO DE LA FE -
Desde la ciudad de Córdoba
(Argentina)
Alabado sea
Jesucristo…
Iniciamos esta edición de “Pequeñas Semillitas”
reproduciendo conceptos del diario El País, de España, relacionadas a la figura
del Papa Francisco:
"Un Papa que sonríe, que da las buenas tardes, que
hace una broma apenas unos minutos después de recibir sobre sus hombros el peso
entero de una Iglesia lastimada, que pide la bendición antes de darla, que es
jesuita como tantos otros que consiguieron hacer caminar de la mano la fe y el
conocimiento, que vivía en un apartamento en vez de en un palacio cardenalicio
y se montaba en el transporte público para ir a confortar a los enfermos y a
los pobres, un Papa que hace ocho años pudo serlo y dijo que pase de mí este
cáliz, un Papa que viene del nuevo mundo, que tiene cara de buena persona y que
elige el sencillo nombre de Francisco… es una oportunidad a la esperanza".
Recemos para que así sea.
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
En aquel tiempo, muchos entre la gente, que habían
escuchado a Jesús, decían: «Éste es verdaderamente el profeta». Otros decían:
«Éste es el Cristo». Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el
Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David
y de Belén, el pueblo de donde era David?».
Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de
Él. Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias
volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por
qué no le habéis traído?». Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha
hablado como habla ese hombre». Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros
también os habéis dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en Él algún magistrado o
algún fariseo? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos».
Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido
anteriormente donde Jesús: «¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle
antes oído y sin saber lo que hace?». Ellos le respondieron: «¿También tú eres
de Galilea? Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta». Y se
volvieron cada uno a su casa.
(Jn 7,40-53)
Comentario
Hoy el Evangelio nos presenta las diferentes reacciones
que producían las palabras de nuestro Señor. No nos ofrece este texto de Juan
ninguna palabra del Maestro, pero sí las consecuencias de lo que Él decía. Unos
pensaban que era un profeta; otros decían «Éste es el Cristo» (Jn 7,41).
Verdaderamente, Jesucristo es ese “signo de
contradicción” que Simeón había anunciado a María (cf. Lc 2,34). Jesús no
dejaba indiferentes a quienes le escuchaban, hasta el punto de que en esta ocasión
y en muchas otras «se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de
Él» (Jn 7,43). La respuesta de los guardias, que pretendían detener al Señor,
centra la cuestión y nos muestra la fuerza de las palabras de Cristo: «Jamás un
hombre ha hablado como habla ese hombre» (Jn 7,46). Es como decir: sus palabras
son diferentes; no son palabras huecas, llenas de soberbia y falsedad. El es
“la Verdad” y su modo de decir refleja este hecho.
Y si esto sucedía con relación a sus oyentes, con mayor
razón sus obras provocaban muchas veces el asombro, la admiración; y, también,
la crítica, la murmuración, el odio... Jesucristo hablaba el “lenguaje de la
caridad”: sus obras y sus palabras manifestaban el profundo amor que sentía
hacía todos los hombres, especialmente hacia los más necesitados.
Hoy como entonces, los cristianos somos —hemos de ser—
“signo de contradicción”, porque hablamos y actuamos no como los demás.
Nosotros, imitando y siguiendo a Jesucristo, hemos de emplear igualmente “el
lenguaje de la caridad y del cariño”, lenguaje necesario que, en definitiva,
todos son capaces de comprender. Como escribió el Santo Padre Benedicto XVI en
su encíclica Deus caritas est, «el amor —caritas— siempre será necesario,
incluso en la sociedad más justa (...). Quien intenta desentenderse del amor se
dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre».
Abbé Fernand ARÉVALO (Bruselas, Bélgica)
Santoral Católico:
San Heriberto
Obispo de Colonia
Nació en Worms, en el año 970, murió el 16 de Marzo de
1021 en Colonia. Fue arzobispo de Colonia, canciller del emperador Otón III y
fundador de la abadía de Deutz.
Heriberto era hijo del duque Hugo de Worms. Tras estudiar
en la escuela de la catedral de Worms, su ciudad natal, pasó algún tiempo en el
monasterio benedictino de Gorza, situado en el ducado de Lorena. Después de
este periodo fue nombrado rector de la catedral de Worms.
En 994 fue ordenado sacerdote. Ese mismo año el rey Otón
III le nombró canciller para Italia y cuatro años más tarde, también para Alemania,
cargo que mantuvo hasta la muerte del emperador en 23 de enero de 1002.
Como canciller, Heriberto se convirtió en el consejero
más importante de Otón III, a quien acompañó a Roma en 996 y 997. Todavía
estaba en Italia cuando en 999 fue elegido arzobispo de Colonia.
Recibió la investidura eclesiástica y el palio de parte
del papa Silvestre II el 9 de julio de 999 en la ciudad italiana de Benevento,
siendo consagrado en la Catedral de Colonia en día de Navidad de ese mismo año.
El año 1002 estuvo presente en el lecho de muerte del
emperador en Paterno. Cuando regresaba a Alemania con los restos del emperador
y la insignia imperial, fue hecho prisionero por un tiempo por el futuro rey
Enrique II, a cuya candidatura Heriberto se había opuesto inicialmente.
Tan pronto como Enrique fue elegido nuevo rey, el 7 de
junio de 1002, cambió de postura para pasar a reconocer al nuevo rey y servirlo
fielmente, acompañándolo a Roma en 1004 y mediando entre el monarca y la Casa
de Luxemburgo entre otras obras.
Sin embargo Heriberto nunca se ganó la total confianza de
Enrique II hasta el año 1021, cuando el rey reconoció su error y pidió perdón
al arzobispo, el mismo año de la muerte del santo.
Heriberto fundó el monasterio benedictino y la iglesia de
Deutz, al que hizo generosos donativos y donde se encuentra su tumba. Heriberto
fue considerado santo ya en vida.
El papa Gregorio VII lo canonizó entre 1073 y 1075. Su
fiesta se celebra el mismo día de su fallecimiento, el 16 de marzo.
Fuente: Catholic.net
¡Buenos días!
Venimos a recibir tu denario…
Al fin de una
jornada agitada de lucha y de trabajo, nada ayuda tanto a restaurar la paz en
el alma como una oración llena de confianza en el Señor. En efecto, en él
encontramos un refugio seguro, un guardián siempre vigilante, un pastor que nos
acompaña con solícito cuidado. El himno litúrgico que te ofrezco te introducirá
en este ambiente de celestial compañía.
Mentes cansadas, manos encallecidas,
labriegos al fin de la jornada, jornaleros de tu viña, venimos, Padre,
atardecidos de cansancio, agradecidos por la lucha, a recibir tu denario.
Llenos de polvo, el alma hecha jirones, romeros al filo de la tarde, peregrinos
de tus montes, venimos, Padre, heridos por los desengaños, contentos por servir
a tu mesa, a recibir tu denario. Hartos de todo, llenos de nada, sedientos al
broquel de tus pozos y hambrientos de tu casa, venimos, Padre, el corazón entre
tus brazos, la frente humilde de delitos, a recibir tu denario. Amén.
Ojalá que, por
propia experiencia, tengas la certeza que el mejor descanso, ese oasis interior
de paz que necesitas al fin del día, son los brazos divinos de Dios. Allí está
“la verde pradera donde recostarte, de él fluye la fuente tranquila que repara
tus fuerzas agotadas”. La oración es la llave para cerrar sabiamente cada
jornada. El Señor te bendiga y proteja.
Padre Natalio
La frase de hoy
Historias:
Durante el Cónclave
Varios hechos curiosos sucedieron en el transcurso del
cónclave que terminaría con la elección del Papa Francisco. Intento enumerar
algunos:
1) Un hombre desconocido, que lucía un colorido abrigo,
estuvo en la plaza frente a la Basílica de San Pedro durante mucho tiempo
exhibiendo un cartel en el que pedía a “Francisco I Papa”. ¿Acaso era un
anuncio?
Recordando hechos históricos de la Iglesia que nos pueden
ubicar en el significado del nombre Francisco, digamos que Francisco de Asís
nació en 1182. En su tiempo, la Iglesia se encontraba en una profunda crisis.
Pero Francisco recibió de la cruz de San Damián, en su pueblo, un mensaje de
Cristo que le habla y le dice: “Reconstruye mi Iglesia”. La cruz estaba tirada
en medio de un templo en ruinas.
Y con motivo de la foto del desconocido con el cartel
“pidiendo” a Francisco I Papa, el sacerdote Javier Soteras, de Córdoba,
Argentina, director de Radio María Argentina, publicó una nota en el diario La
Voz del Interior (de la misma ciudad) más de doce horas antes de la elección,
con el título de “Si se llamara Francisco”, en cuyos párrafos decía: “En medio de tanto desconcierto, en una
época de profundos cambios, la Iglesia necesita liberar su acción profética en
la voz de quien la guíe. Entre lo que se cae estará, como dicen nuestros
pastores en Aparecida, las estructuras eclesiales obsoletas que sirvieron para
un tiempo, pero que ya no son acordes a los tiempos que corren. Ojalá que el
nuevo Papa se llame Francisco I, como reza el cartel del profeta callejero de
Roma”.
2) Otro hombre, que se identificó como Massimo Coppo,
originario de Asís, estuvo largas horas en la plaza bajo la lluvia, vestido con
un raído hábito franciscano y descalzo, rezando devotamente por la elección del
Papa. De un artículo de “Religión en libertad” firmado por Pablo J. Ginés,
copio lo que sigue a continuación:
Quizá en el futuro
se cuente la historia de cómo el mismísimo San Francisco de Asís, el poverello,
estuvo rezando, descalzo, bastón, de rodillas, varios días bajo la lluvia,
milagrosamente visible el 12 y 13 de marzo de 2013 en la Plaza de San Pedro, y
cómo después un Papa hispanoamericano salió al balcón con el nombre, insólito,
de Francisco.
Cuando se cuente
esto, muchos historiadores lo desdeñarán como leyendas piadosas, "típicas
de inicios del siglo XXI". Es evidente que los santos medievales no se
aparecen en los Cónclaves. Y si alguien muestra fotos, quizá se desechen con "montajes".
Pero la realidad es
que sí había un hombre vestido como Francisco, descalzo como Francisco, humilde
y paciente bajo la lluvia como Francisco, estos días en la Plaza de san Pedro.
Y muchos periodistas le fotografiaron: las fotos que le sacó France Press llegaron
a las redacciones de los periódicos. Y algunos periodistas hablaron con él.
Se llama Massimo
Coppo, es italiano, tiene 64 años. Vestía un hábito franciscano de yute,
llevaba bastón, un bolso al hombro, y en la Plaza de San Pedro rezaba descalzo
y de rodillas bajo la lluvia y el frío.
Vino caminando
desde Asís, a 180 kilómetros, y aunque no parece que caminara descalzo toda esa
ruta, sí tenía los pies hinchados. Rezó y rezó. Explicó a los periodistas que
quería "un nuevo pontífice para los pobres y que se acerque a ellos, que
hable de la eternidad, del infierno y del retorno de Cristo".
Massimo no es San
Francisco, pero sin duda San Francisco puede estar satisfecho de haber sido
bien representado.
La Iglesia tiene
miles de santos. Y en San Pedro rezaban miles de personas, religiosas de
cientos de carismas distintos, devotos de innumerables fundadores y órdenes.
Pero Massimo hacía
que Francisco fuera el más visible. Y el nuevo Papa no se llama Domingo, ni
Agustín ni Vicente ni Camilo. Y sin duda los dominicos, agustinos, vicencianos
y camilos rezaron por el Papa estos días. Pero a quien se vio en la Plaza con
una imagen profética fue a Francisco.
Y Francisco fue
Papa. Y el Papa es Francisco.
3) Transcurría el segundo día del cónclave de cardenales que
elegiría a Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice, cuando un episodio inesperado
captó la atención de millones de personas que esperaban el humo blanco: en la
previa de la segunda fumata, una gaviota se posó sobre la chimenea de la
Capilla Sixtina.
Cientos de personas que estaban en la zona del Vaticano
fotografiaron el momento, que fue captado por las cuatro pantallas gigantes que
estaban en la plaza de San Pedro; desde ese mismo instante comenzaron las
especulaciones en torno a qué significado podía tener la imagen del ave sobre
la chimenea.
Sin embargo, la Agencia Informativa Católica Argentina
(AICA), órgano de difusión del arzobispado local, sumó un dato que alimentó el
misticismo del mensaje porque, casualidad o no, podría haber indicado la
inminente elección de un Papa argentino.
"Quienes no saben distinguir las distintas especies
de aves, suponían que era una paloma (...). En realidad, la aposentada en la
chimenea de la fumata era una gaviota de la especie Larus argentatus", aseguró AICA.
"Larus es
el nombre genérico de las gaviotas, y argentatus
hace referencia a su color blanco, color que en heráldica se llama plata
(argentum), lo mismo que el nombre del país de donde proviene el nuevo papa:
Argentina, cuyo nombre se deriva del Río de la Plata, el río más ancho del
mundo, sobre el que se recuesta la ciudad de Buenos Aires, llamada por ello “La
Reina del Plata”, que hasta este momento era gobernada eclesiásticamente por el
nuevo pontífice", concluyó
Historias:
Después de la elección
Ya elegido el nuevo Papa Francisco, Cardenal Jorge
Bergoglio, algunos hechos han llamado la atención (más para quienes no lo
conocían o lo conocían poco), sobre todo relativos a su austeridad, a su
humildad, a su sencillez.
1) Comenzando por su propia indumentaria, donde se destaca
que no utiliza el pectoral de oro de los papas sino su vieja cruz de plata
ennegrecida y gastada por el tiempo. En sus apariciones no ha utilizado la capa
roja bordada en oro sobre los hombros. Tampoco lo hemos visto con los costosos zapatos
rojos nuevos que el Vaticano tiene preparados para el Papa, sino con sus raídos
zapatos negros con los que llegó de Buenos Aires. Y ha dicho que no quiere anillo de oro. Este Francisco, como aquél
Francisco (el de Asís) ha escuchado la palabra de Jesús: “Vayan a proclamar que el Reino de Dios está cerca. No lleven dinero,
ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den
gratuitamente” (Cfr. Lc 9,1-6).
2) El cardenal Timothy Dolan contó a las pocas horas de la
elección del nuevo Papa algunos detalles del nuevo Pontífice, como el gesto de
trasladarse desde la Capilla Sixtina a Santa Marta no en la limusina que estaba
esperándole, sino en el mismo autobús que los cardenales.
Ese gesto mostró su humildad, señaló el arzobispo de
Nueva York, quien agregó que la mayor parte de los purpurados había tomado
autobuses para volver a su residencia en el Vaticano y ya se habían formado en
una línea para saludar al nuevo Papa cuando llegara a ese lugar para la última
cena que tendrían como grupo. Estaban esperando que llegara en la limusina que
habían visto estacionada en el Palacio Apostólico. "Y cuando el último
autobus se detiene, ¿adivinan quién desciende? El papa Francisco. Imagino que
le dijo al chófer: 'No hay problema, me
voy con los muchachos'", dijo Dolan a los periodistas.
3) En la mañana del jueves, regresando de Santa María la
Mayor donde había concurrido a saludar a la Santísima Virgen (su primer acto de
gobierno), venía en un vehículo común de la gendarmería vaticana y pidió parar
dos veces: una fue para bajarse y saludar a los niños de una escuela a quienes
abrazó y bendijo; y la otra fue para entrar un momento en la residencia donde
estuvo alojado antes del cónclave porque "debo
pasar por la residencia, tomar mis maletas y pagar la cuenta".
4) El Papa Francisco, a través de los obispos argentinos, ha
enviado un pedido a los ciudadanos de su país natal sugiriéndoles que no viajen
a Roma para la misa de entronización del próximo martes 19 de marzo, y a cambio
de eso, destinen el dinero que hubieran gastado en viajar para donaciones a los
pobres. Todo un gesto digno del nombre que ha elegido: Francisco, que en
nuestro nuevo Papa seguramente va a ser mucho más que un nombre sino una
expresión de toda una filosofía de vida tal como lo ha venido demostrando a lo
largo de su vida sacerdotal.
Fuentes: varias de internet.
Recopilado por Felipe
Recopilado por Felipe
Cuaresma día por día:
Día 32º. Sábado cuarto
¡Qué error
compararse con los demás!
Pedro había sido un hombre muy favorecido por la vida.
Había tenido unos padres cariñosos y una niñez feliz. Su mente era despierta y
siempre sacó buenas notas. Tuvo éxito en la vida y su posición social era más
que desahogada. Se casó con una mujer guapa, excelente ama de casa y buena
madre de familia; además adoraba a Pedro a quien consideraba el mejor hombre
del mundo... En resumen: Que tuvo una existencia feliz, en una atmósfera
tranquila, libre de tensiones y de frustraciones. Su vida, pues, había sido
irreprochable, gozando de una merecida buena reputación.
La vida de Juan había sido otra cosa. Tuvo una juventud
amarga, pues sus padres se llevaban mal, discutían constantemente y amenazaban
con separarse. Fuese por sus taras emocionales, fuese porque no era demasiado
inteligente, sus notas eran casi siempre malas. Obtuvo a duras penas un título
universitario casi por condescendencia, y luego un modesto empleo, justo para
malvivir. Sin posibilidades para ahorrar, temía siempre caer enfermo o sufrir
un accidente grave. Había vivido en un barrio modestísimo, ruidoso y poco
recomendable, con casas antiguas y apiñadas. Su mujer era apática y además
gruñona. Tal vez por eso Juan bebía demasiado, perdía los nervios con
frecuencia y decía palabras malsonantes.
Ambos eran católicos y cumplían con sus deberes
religiosos. Pedro iba a Misa y comulgaba a menudo; Juan, sólo los domingos, las
fiestas de guardar y algunas otras fiestas señaladas. Dios se los llevó casi al
mismo tiempo, y los dos comparecieron ante Él para ser juzgados. Fueron ambos
al Cielo, pero el juicio les deparó sorpresas considerables. La de Pedro
consistió en que no obtuvo el puesto que se esperaba. "Sí, fuiste bueno
-le dijo Dios-, pero ¿cómo no ibas a serlo? Apenas tuviste contrariedades ni
problemas. Tus pasiones eran por naturaleza moderadas y no tuviste en tu vida
fuertes tentaciones. Has sido un hombre virtuoso, sí, pero debías haber sido un
hombre santo.
Juan, por su parte, tuvo una sorpresa todavía mayor,
porque pasó por delante y quedó situado más alto. Sin duda podías haber sido
mejor -le dijo el Señor- pero, al menos, luchaste. No te compadeciste en exceso
de ti mismo y nunca tiraste la toalla. Teniendo en cuenta tus insuficiencias y
tus circunstancias, no lo hiciste mal del todo y aprovechaste muchas de mis
gracias...
Tú, ¿por quién te ves representado? El Señor nos pide que
seamos santos. No te compares con el resto de la gente pues puede sucederles lo
que a Juan. Jesús, que sólo me compare contigo y que te imite en todo.
Continúa hablándole a Dios con tus palabras.
P. José Pedro Manglano Castellary
Pedidos de oración
Pedimos oración por la Paz del Mundo; por la Santa
Iglesia Católica; por el Papa Francisco,
los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que
componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que
seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el
Espíritu Santo; por las misiones, por nuestros hermanos sufrientes por diversos
motivos especialmente por las enfermedades, el hambre y la pobreza; por los
presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo, por la
unión de las familias y la fidelidad de los matrimonios; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos oración por Adrián S., de México, DF, que tiene
una importante cita de trabajo, para que el Espíritu Santo lo ilumine y lo
guíe. Y si es para su bien y mayor gloria de Dios, que Él le conceda ese
trabajo.
Pedimos oración por Liliana Z., 57 años, de Banfield,
Buenos Aires, Argentina, que el lunes será operada para colocar una prótesis de
cadera. Rogamos a Jesús que la acompañe y que guíe las manos del médico que
hará la cirugía para que todo salga muy bien y tenga una pronta recuperación.
Pedimos oración por la salud visual de Ana L., de Villa Gésell, Argentina, para que el Señor Jesús le conceda la recuperación de sus ojos.
Pedimos oración por María Trinidad A. A., de Bogotá, Colombia, que está siendo sometida a estudios de aparato digestivo que generan un estado de preocupación e inquietud en la familia. Que Dios Todopoderoso y la Santísima Virgen estén con ella para que los resultados no arrojen nada malo para su salud.
Pedimos oración por María Trinidad A. A., de Bogotá, Colombia, que está siendo sometida a estudios de aparato digestivo que generan un estado de preocupación e inquietud en la familia. Que Dios Todopoderoso y la Santísima Virgen estén con ella para que los resultados no arrojen nada malo para su salud.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara
nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la
paciencia;
escucha ahora las plegarias que te dirigimos por
nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Nota de Redacción:
Para dar curso a los Pedidos de Oración es imprescindible
dar los siguientes datos: nombres completos de la persona (habitualmente no
publicamos apellidos), ciudad y país donde vive, y explicar el motivo de la
solicitud de oración. Por favor: en los pedidos ser breves y concretos y
enviarlos a pequesemillitas@gmail.com y deben poner en el asunto “Pedido de oración”, ya que los correos que llegan
sin asunto (o con el asunto en blanco) son eliminados sin abrirlos. No se
reciben pedidos de oración a través de Facebook ni por otro medio que no sea el
correo antes señalado.
Los Pedidos de Oración se publican de lunes a sábados.
Los domingos se publican los agradecimientos por las gracias concedidas.
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conocidos reenviándoselos por correo electrónico.
Felipe de Urca
“Intimidad Divina”
En el misterio de
Cristo paciente
“Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la
tierra vital, que su nombre no se pronuncie más” (Jer 11, 19). Jeremías,
buscado a muerte por sus conciudadanos, es figura de Cristo perseguido, “el
Cordero de Dios” –como un día le saludaría el Bautista– conducido al matadero
para quitar los pecados del mundo (Jn 1, 29). Pero mientras Jeremías ignora la
conjura que contra él se trama, Cristo conoce perfectamente la que se trama
contra él. La pasión que le espera no es para él un imprevisto, sino una libre
y consciente inmolación a la voluntad del Padre: “Nadie me quita la vida, sino
que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para
recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre” (Jn 10, 18). Con estos
sentimientos va Jesús al encuentro de su pasión, y se ofrece a ella como un
cordero manso que no recalcitra, que no se niega. Su padecer es mucho más que
un sufrir pasivo: es una aceptación espontánea, amorosa, fundada en el
conocimiento de la resurrección. Y sin embargo, es un padecimiento real que le
atormenta el espíritu y los miembros. El Hijo de Dios ha venido al mundo y ha
salvado a los hombres asumiendo su naturaleza pasible, con la que ha expiado
sus pecados y ha santificado, sufriendo, todo el dolor de la humanidad.
“Estad alegres cuando compartís los padecimientos de
Cristo –dice San Pedro– para que cuando se manifieste su gloria reboséis de
gozo” (1 Pe 4, 13). La conciencia de participar de la pasión del Señor le hace
valiente al cristiano, sereno y hasta alegre en sus tribulaciones. No es el
suyo un padecer sombrío, desesperado, sino fortalecido e iluminado por la
esperanza. Esas mismas situaciones dolorosas que no tienen una solución humana,
hallan apoyo y explicación en el misterio de Cristo, el cual une íntimamente a
sí a todos cuantos pasan a través de su pasión. De este modo, el sufrimiento de
los inocentes deja de ser un absurdo, para convertirse en la semejanza al
inocente crucificado. Desde esta perspectiva, la paciencia cristiana no es
tanto una virtud moral, cuanto la exigencia de participar en el misterio de
Cristo. El que no entra en el misterio de su pasión y de su muerte, tampoco
entra en el de su resurrección.
La paciencia se aprende fijando la mirada en el Paciente
divino: “Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo
insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas… Cargado
con nuestros pecados subió al leño” (1 Pe 2, 22-24). Si los pecados del hombre
atormentaron a Cristo inocente, no hay injusticia alguna en que muerdan al
culpable de los mismos. Mirando al Crucificado, ningún hombre puede pensar que
se halla solo en su padecer: Cristo sufrió en sí mismo todas las amarguras,
todas las angustias, todas las congojas, para hacérselas al hombre menos
ásperas y para darle alientos en sus tribulaciones. Fortalecido con el ejemplo
y con la gracia de Cristo, sostenido por el amor a él, el cristiano aprende a
vivir su propio sufrimiento personal sin abatirse, y aprende a ofrecerlo por la
salvación de los hermanos, como humilde aportación a la obra redentora.
“Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la
Iglesia” (Col 1, 24).
¡Oh dulcísimo
Jesús, qué pensamientos te indujeron a padecer y qué inmensa caridad
manifestaste en tu pasión! Pero dime, Jesús mío, ¿no podías haber redimido al
hombre y haber salvado mi alma sin tanto exceso de amor, con sufrimientos más
suaves y con afecto más moderado? ¡Oh dolores inefables de mi Señor, oh amor
constante, invencible, incomprensible! Jesús mío, ¿cuándo podré yo devolverte
tanto amor como te debo y deseo darte? Ciertamente será necesario que de aquí
en adelante, viviendo, muera continuamente… y sin embargo, por mucho que sea lo
que yo padezca en esta vida, nunca será tanto como mis culpas merecen. Antes
bien, ésta es la cruz de todas las cruces, el dolor de todos los dolores:
¡haberte ofendido, Dios mío! Jesús, mi único amor, no me abandones: trátame en
esta vida como te plazca y envíame las cruces que quieras; heme aquí resignado
totalmente a tu voluntad. Sólo te pido que no permitas que me separe de tu
gracia por el pecado. (Beato Enrique Suson, Diálogo del amor).
P. Gabriel de Sta. M. Magdalena O.C.D.
Jardinero de Dios
-el más pequeñito de todos-
.
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