domingo, 28 de noviembre de 2010

Pequeñas Semillitas 1228

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1228 ~ Domingo 28 de Noviembre de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
Celebrar el Adviento supone una actitud de atención, vigilancia y espera activa, vivir ni dormidos ni angustiados, ni despreocupados ni con temor. Lo nuestro es vivir en esperanza y despertando esperanza.
No viene un ladrón a asustarnos y despojarnos. El Dios que viene es el que esperamos, el que anhelamos, en quien confiamos, el que sale a nuestro encuentro, el que nos busca, nos comprende, nos libera, nos acoge, nos cura, nos quiere, nos llena de vida, alegría, luz y paz.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.
»Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».
(Mateo 24, 37-44)

Comentario
Hoy, «como en los días de Noé», la gente come, bebe, toma marido o mujer con el agravante de que el hombre toma hombre, y la mujer, mujer (cf. Mt 24,37-38). Pero hay también, como entonces el patriarca Noé, santos en la misma oficina y en el mismo escritorio que los otros. Uno de ellos será tomado y el otro dejado porque vendrá el Justo Juez.
Se impone vigilar porque «sólo quien está despierto no será tomado por sorpresa» (Benedicto XVI). Debemos estar preparados con el amor encendido en el corazón, como la antorcha de las vírgenes prudentes. Se trata precisamente de eso: llegará el momento en que se oirá: «¡Ya está aquí el esposo!» (Mt 25,6), ¡Jesucristo!
Su llegada es siempre motivo de gozo para quien lleva la antorcha prendida en el corazón. Su venida es algo así como la del padre de familia que vive en un país lejano y escribe a los suyos: —Cuando menos lo esperen, les caigo. Desde aquel día todo es alegría en el hogar: ¡Papá viene! Nuestro modelo, los Santos, vivieron así, “en la espera del Señor”.
El Adviento es para aprender a esperar con paz y con amor, al Señor que viene. Nada de la desesperación o impaciencia que caracteriza al hombre de este tiempo. San Agustín da una buena receta para esperar: «Como sea tu vida, así será tu muerte». Si esperamos con amor, Dios colmará nuestro corazón y nuestra esperanza.
Vigilen porque no saben qué día vendrá el Señor (cf. Mt 24,42). Casa limpia, corazón puro, pensamientos y afectos al estilo de Jesús. Benedicto XVI explica: «Vigilar significa seguir al Señor, elegir lo que Cristo eligió, amar lo que Él amó, conformar la propia vida a la suya». Entonces vendrá el Hijo del hombre… y el Padre nos acogerá entre sus brazos por parecernos a su Hijo.
Mons. José Ignacio ALEMANY Grau, Obispo Emérito (Chachapoyas, Perú)


Santoral Católico:
Santa Catalina de Labouré


Esta fue la santa que tuvo el honor de que la Sma. Virgen se le apareciera para recomendarle que hiciera la Medalla Milagrosa.

Sus padres tuvieron diecisiete hijos de los que vivieron nueve. Catalina era la séptima. Nació en Fain-les-Moutiers (Francia), el 2 de Enero del 1806. Huérfana de madre desde los nueve años, pasó la niñez entre las aves y los animales de la granja porque tuvo que hacerse cargo de las faenas de la casa junto con su hermana pequeña Tonina. Dos amas de casa, en una familia numerosa, que tenían doce y nueve años.

Ella nota el tirón de la vocación a la vida religiosa. Pero —los santos casi siempre lo tuvieron difícil— tiene que vencer engorrosas y complicadas dificultades familiares para poder realizarla. Incluso tuvo que trabajar como criada y camarera en los negocios de dos hermanos mayores suyos durante algunas temporadas. Lo que pasa es que, cuando Dios llama y uno persevera, las dificultades se superan.

Ingresó en las Hijas de la Caridad que fundó San Vicente de Paul. El amor a Dios le lleva a cumplir fielmente las ocupaciones habituales. Se desenvuelve en la vida sencilla y escondida de una religiosa que tiene por vocación atender a los que están limitados: asilos, hospitales, manicomios, hospicios etc., en donde hay enfermos, sufrimiento, camas, cocina, ropas... rezos y ¡mucho amor a Dios! Hubiera empleado su vida, como tantas religiosas santas, sin que su nombre hubiera pasado a las líneas de la historia, de no habérsele aparecido la Virgen Santísima en el mes de Julio del 1830 y luego varias veces más. Aún se puede ver, en la rue du Bac, de París, el sillón de respaldo y brazos muy bajos, tapizado de velludillo rojo en donde estuvo sentada Nuestra Señora en la primera aparición. Aparte de otras cosas personales, le pide la Virgen que se grabe una medalla con su imagen en la que aparezcan unos haces de gracia que se derraman desde sus manos para bien de los hombres. Luego, esa medalla ha de difundirse por el mundo. Es el comienzo de la Medalla Milagrosa.

Después pasó su vida desempeñando trabajos escondidos y sin brillo propios de cualquier religiosa. Nadie supo hasta la muerte de esta monjita bretona — no muy letrada— el hecho de las apariciones que ella quiso guardar con el pudor propio de quien conoce la grandeza, las finuras y la personal delicadeza del amor. Sólo tuvo conocimiento puntual el P. Aladel, su confesor. Muere el 31 de Diciembre del 1876. La canonizó el papa Pío XII.


Palabras de Juan Pablo II

“Dios viene a nuestro encuentro,
tanto si lo hemos buscado como si lo hemos ignorado,
e incluso si lo hemos evitado.
Él sale primero a nuestro encuentro,
con los brazos abiertos,
como un padre amoroso y misericordioso.
Si Dios se pone en movimiento para salir a nuestro encuentro,
¿podremos nosotros volverle la espalda?”


Tema del día:
Signo de los tiempos


Los evangelios han recogido, de diversas formas, la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.

Así recoge el Vaticano II (1965) esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los permanentes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".

Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece, de día en día, el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, a la secularización o el rechazo de la sociedad hacia Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?

La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin hacer ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que ellos podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?

Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros? ¿Dónde podrán, ahora, escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?

Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?

Benedicto XVI viene insistiendo en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de afuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado y en su infidelidad. Este es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra propia conversión, la de cada uno.

José Antonio Pagola


Vamos a la casa del Señor


Vamos a la casa del Señor, ¡qué alegría!
Somos peregrinos del amor.
La casa deseada ya está cerca,
la casa del Señor es corazón.
Las puertas de la casa están del todo abiertas,
El corazón está roto de amor.
La casa huele a paz:
La paz contigo y la gracia derrochada,
el banquete del amor no tiene fin.

Vamos todos a la casa del Señor,
es la casa solariega, solidaria,
es la casa de la luz y del amor.
Viene el Señor a nuestra casa, ¡qué alegría!.
Viene como amigo y como hermano,
viene mendigo, necesitado. Viene siempre.
Viene Cristo a nuestra casa,
viene sembrador, samaritano. Viene siempre.
Viene el Señor a nuestra casa,
vamos a limpiarla y encenderla.

Viene el Señor a nuestra casa. ¡Qué alegría!


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.


Recibimos un mensaje de Mercedes G. desde México, en el cual agradece a las personas que oportunamente rezaron por su mamá Gloria, que el día martes 16 de este mes partió al encuentro de Jesús. Que haya Luz para su alma.

Desde Guatemala, escribe María Victoria M. para agradecer al Señor y a las personas que rezaron por su hija Luisa Fernanda, que finalmente ha conseguido la visa para viajar a Bilbao, España, para reunirse con su esposo Mario.


Ven Espíritu Santo...!


Espíritu Santo, ayúdame a pronunciar el nombre de María con gran amor en mi corazón para que también en mi vida haya una verdadera transformación como la de los apóstoles en Pentecostés. María, acompáñame y ayúdame a abrir cada vez más mi corazón al Espíritu Santo esperándolo e invocándolo constantemente. Así sea.
P. Florentín Brusa cmf


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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