sábado, 27 de noviembre de 2010

Pequeñas Semillitas 1227

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1227 ~ Sábado 27 de Noviembre de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)



Hola !!!
El Tiempo de Adviento nos marca la inminencia de la venida del Señor. La curiosidad del cuándo y el cómo no son lo fundamental. Lo que importa es la actitud con la que vivimos el presente, todos los acontecimientos de la vida cotidiana, aquí y ahora. Jesús viene siempre, está viniendo continuamente a nuestra vida, en las personas que encontramos, en el trabajo, en la comunidad, en nuestro interior...
¡Viene el Señor! Viene la Luz, viene a iluminarnos el camino y a llenarnos de esperanza


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre».
(Lucas 21, 34-36)

Comentario
Hoy, último día del tiempo ordinario, Jesús nos advierte con meridiana claridad sobre la suerte de nuestro paso por esta vida. Si nos empeñamos, obstinadamente, en vivir absortos por la inmediatez de los afanes de la vida, llegará el último día de nuestra existencia terrena tan de repente que la misma ceguera de nuestra glotonería nos impedirá reconocer al mismísimo Dios, que vendrá (porque aquí estamos de paso, ¿lo sabías?) para llevarnos a la intimidad de su Amor infinito. Será algo así como lo que le ocurre a un niño malcriado: tan entretenido está con “sus” juguetes, que al final olvida el cariño de sus padres y la compañía de sus amigos. Cuando se da cuenta, llora desconsolado por su inesperada soledad.
El antídoto que nos ofrece Jesús es igualmente claro: «Estad en vela, pues, orando en todo tiempo» (Lc 21,36). Vigilar y orar... El mismo aviso que les dio a sus Apóstoles la noche en que fue traicionado. La oración tiene un componente admirable de profecía, muchas veces olvidado en la predicación, es decir, de pasar del mero “ver” al “mirar” la cotidianeidad en su más profunda realidad. Como escribió Evagrio Póntico, «la vista es el mejor de todos los sentidos; la oración es la más divina de todas las virtudes». Los clásicos de la espiritualidad lo llaman “visión sobrenatural”, mirar con los ojos de Dios. O lo que es lo mismo, conocer la Verdad: de Dios, del mundo, de mí mismo. Los profetas fueron, no sólo los que “predecían lo que iba a venir”, sino también los que sabían interpretar el presente en su justa medida, alcance y densidad. Resultado: supieron reconducir la historia, con la ayuda de Dios.
Tantas veces nos lamentamos de la situación del mundo. —¿Adónde iremos a parar?, decimos. Hoy, que es el último día del tiempo ordinario, es día también de resoluciones definitivas. Quizás ya va siendo hora de que alguien más esté dispuesto a levantarse de su embriaguez de presente y se ponga manos a la obra de un futuro mejor. ¿Quieres ser tú? Pues, ¡ánimo!, y que Dios te bendiga.
Rev. D. Homer VAL i Pérez (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa


La primera aparición de la Medalla Milagrosa tuvo lugar el domingo 18 de Julio 1830, en París, justo en la capilla de la casa central de las Hijas de la Caridad, a una religiosa llamada Catalina Laboure. El padre Aladel, confesor de la vidente, fue quien insertó el relato en el proceso canónico siete años más tarde.

"A las cinco de la tarde, estando las Hijas de la Caridad haciendo oraciones, la Virgen Santísima se mostró a una hermana en un retablo de forma oval. La Reina de los cielos estaba de pie sobre el globo terráqueo, con vestido blanco y manto azul. Tenía en sus benditas manos unos como diamantes, de los cuales salían, en forma de hacecillos, rayos muy resplandecientes, que caían sobre la tierra... También vio en la parte superior del retablo escritas en caracteres de oro estas palabras: "¡Oh María sin pecado concebida!, rogad por nosotros que recurrimos a Vos" Las cuales palabras formaban un semicírculo que, pasando sobre la cabeza de la Virgen, terminaba a la altura de sus manos virginales. En esto volvióse el retablo, y en su reverso viose la letra M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, y debajo los corazones de Jesús y de María... Luego oyó estas palabras: Es preciso acuñar una medalla según este modelo; cuantos la llevaren puesta, teniendo aplicadas indulgencias, y devotamente rezaren esta súplica, alcanzarán especial protección de la madre de Dios. E inmediatamente desapareció la visión".

Esta visión se repitió algunas veces, durante la Misa y durante la oración, siempre en la rue du Bac, de París, cerca de la parada de "Metro" Sèvre-Babylone, detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" donde está el edificio de las Hijas de la Caridad, en la capilla rectangular y sin estilo definido similar a las miles que existen en las casas religiosas.

Para conocer más ingresa en:
http://es.catholic.net/mariologiatodoacercademaria/572/2458/articulo.php?id=13468


Pensamiento

"¡Oh María sin pecado concebida!
rogad por nosotros que recurrimos a Vos"


Historias:
El buscador


Esta es la historia de un hombre que yo definiría como un buscador... Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda. Un día, el buscador sintió que debería ir a la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, de modo que dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó a lo lejos la ciudad de Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores bellas. La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada... Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y caminó lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió sobre una de las piedras, aquella inscripción: "Aquí yace Abdul Tareg. Vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días."

Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta que la piedra de al lado tenía también una inscripción. Se acercó a leerla; decía: "Aquí yace Yamir Kalib. Vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas."

El buscador se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lapidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que más lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

"No, ningún familiar" dijo el buscador. ¿Qué pasa con este pueblo? ¿Qué cosa terrible hay en esta ciudad? ¿Porqué tantos niños muertos enterrados en este lugar...? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente que los ha obligado a construir un cementerio de niños...?"

El anciano respondió: "Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que sucede es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta como ésta que tengo aquí colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella, a la izquierda, que fue lo disfrutado y a la derecha, cuánto tiempo duro el gozo. "Conoció a su novia, y se enamoro de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana...? ¿Dos? ¿Tres semanas y media...? Y después, la emoción del primer beso, la fiesta de bodas, ¿cuánto duró la alegría del matrimonio? ¿Dos días...? ¿Una semana...? ¿Y el casamiento de sus amigos...? ¿Y el viaje más deseado...? ¿Y el encuentro con quien vuelve de un país lejano...? ¿Cuánto tiempo duro el disfrutar de esas sensaciones...? ¿Horas...? ¿Días...?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos. Cuando alguien muere es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo anotado, para escribirlo sobre su tumba, porque es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo VIVIDO."

Vive intensamente, y sanamente, el presente.

Autor: Mario Corradini


Nuevos videos y artículos

Hay un nuevo video subido a este blog
Para verlo debes ir al final de la página

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"Juan Pablo II inolvidable"
Puedes acceder en la dirección:
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Meditación breve


¿Cómo puedo inducirme a mantener la calma, sin que importe lo que suceda a mi alrededor? El camino hacia la serenidad no se logra con persuasión, sino por la presencia de Dios dentro de mí.
¿Estoy esforzándome por superar algún hábito? Nunca estoy solo en mis esfuerzos; la presencia de Dios dentro de mí me fortalece y me da alientos en el camino hacia la recuperación total. Me colma la voluntad de Dios.
Si voy a hacerme un examen, afirmo que la presencia de Dios me acompaña al consultorio o a la mesa examinadora. Antes y durante cualquier prueba, declaro silenciosamente que la presencia de Dios dentro de mí es vida curativa y luz que guía. Gracias a la presencia interior de Dios, permanezco calmo y sereno.
"Se levantó y dio una orden al viento y a las olas y todo se calmó y quedó tranquilo". Lucas 8, 24


Pedidos de oración


Pedimos una oración por Valentina, de 21 años de edad, sobrina del autor de esta página, que mañana viaja por un año a Nueva Zelandia. Que la Santísima Virgen de Lourdes la acompañe y la proteja siempre y Jesús, el Buen Pastor, la cuide con al amor con que cuida a todas sus ovejas en el mundo.


Pedimos oración por Edison Patricio Y. Y., que vive en Ecuador, para que Dios le conceda la gracia de reconocer su enfermedad (alcoholismo) y luego de ello busque ayuda especializada para poder superarla, para bien suyo y de sus seres queridos.


Pedimos oración por Rodrigo Andrés, adolescente paraguayo, quien sufrió un golpe en la cabeza jugando al básquetbol, luego convulsionó, y ahora está internado en un coma inducido por 72 horas para realizar estudios y aguardar su evolución. Que el Buen Jesús lo ayude a superar su problema y curarse en plenitud.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén


Ven Espíritu Santo...!


Muchas veces llamamos a María esposa del Espíritu Santo, porque El actuó en ella desde el primer instante de su existencia para que fuera digna de traernos a Jesús, y fuera luego única ayudadora de los Apóstoles cuando bajara el Espíritu Santo sobre ellos. María, tú que tuviste una clara y madura docilidad a los impulsos del Espíritu Santo, concédenos el poder de decir como tú, siempre sí a sus divinas inspiraciones. Así sea.
P. Florentín Brusa cmf


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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