domingo, 21 de noviembre de 2010

Pequeñas Semillitas 1221

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1221 ~ Domingo 21 de Noviembre de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
La fiesta de Cristo-Rey del Universo fue instaurada por Pío XI el 11 de marzo de 1925. Corrían en Europa aires anticlericales y republicanos. Se pretendía seguramente con la fiesta afirmar la soberanía de Cristo y de la Iglesia en todas las esferas de la vida humana. El Concilio Vaticano II modificó el sentido de esta Festividad.
Fue tal vez mirando y rezando a su Rey como un grupo de obispos, al concluir el Concilio Vaticano II, se decidió a formular, entre otros, estos compromisos: “Renunciamos para siempre a la apariencia y a la realidad de la riqueza, especialmente en los ornamentos, colores brillantes, galas ricas, insignias de materia preciosa, etc. Rehusamos ser llamados por los nombres y títulos que significan grandeza y poder, Eminencia, Excelencia, Monseñor. Preferimos ser llamados con el nombre evangélico de Padre”...
Sería bueno que estos conceptos se recordaran y se aplicaran en la práctica cotidiana dentro de nuestra amada Iglesia...


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». También los soldados se burlaban de Él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!». Había encima de él una inscripción: «Éste es el Rey de los judíos». Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».
(Lucas 23, 35-43)

Comentario
Hoy, el Evangelio nos hace elevar los ojos hacia la cruz donde Cristo agoniza en el Calvario. Ahí vemos al Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Y, encima de todo hay un letrero en el que se lee: «Éste es el Rey de los judíos» (Lc 23,38). Este que sufre horrorosamente y que está tan desfigurado en su rostro, ¿es el Rey? ¿Es posible? Lo comprende perfectamente el buen ladrón, uno de los dos ajusticiados a un lado y otro de Jesús. Le dice con fe suplicante: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23,42). La respuesta de Jesús es consoladora y cierta: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso» (Lc 23,43).
Sí, confesemos que Jesús es Rey. “Rey” con mayúscula. Nadie estará nunca a la altura de su realeza. El Reino de Jesús no es de este mundo. Es un Reino en el que se entra por la conversión cristiana. Un Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz. Un Reino que sale de la Sangre y el agua que brotaron del costado de Jesucristo.
El Reino de Dios fue un tema primordial en la predicación del Señor. No cesaba de invitar a todos a entrar en él. Un día, en el Sermón de la montaña, proclamó bienaventurados a los pobres en el espíritu, porque ellos son los que poseerán el Reino.
Orígenes, comentando la sentencia de Jesús «El Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21), explica que quien suplica que el Reino de Dios venga, lo pide rectamente de aquel Reino de Dios que tiene dentro de él, para que nazca, fructifique y madure. Añade que «el Reino de Dios que hay dentro de nosotros, si avanzamos continuamente, llegará a su plenitud cuando se haya cumplido aquello que dice el Apóstol: que Cristo, una vez sometidos quienes le son enemigos, pondrá el Reino en manos de Dios el Padre, y así Dios será todo en todos». El escritor exhorta a que digamos siempre «Sea santificado tu nombre, venga a nosotros tu Reino».
Vivamos ya ahora el Reino con la santidad, y demos testimonio de él con la caridad que autentifica a la fe y a la esperanza.
Rev. D. Joan GUITERAS i Vilanova (Barcelona, España)


Santoral Católico:
La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo


Además de que en este domingo celebramos la Festividad de Cristo Rey del Universo, en el calendario litúrgico el día 21 de noviembre corresponde a la celebración junto con toda la Iglesia, de la Presentación en el Templo de la niña Santa María.

Es en una antigua y piadosa tradición que encontramos los orígenes de esta fiesta mariana. El relato cuenta que cuando la Virgen María era muy niña sus padres San Joaquín y Santa Ana la llevaron al templo de Jerusalén y allá la dejaron por un tiempo, junto con otro grupo de niñas, para ser instruida muy cuidadosamente respecto a la religión y a todos los deberes para con Dios.

Históricamente, el inicio de esta celebración fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén en el año 543. Estas fiestas se vienen conmemorando en Oriente desde el siglo VI, inclusive el emperador Miguel Comeno cuenta sobre esto en una Constitución de 1166.

Más adelante, en 1372, el canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.


Palabras de Juan Pablo II

"Creer en el Hijo crucificado significa 'ver al Padre',
es aceptar que el amor está presente en el mundo
y que ese amor es más poderoso que cualquier mal
en que están envueltos los individuos, la humanidad o el mundo.
El amor puede cambiar al mundo"


Tema del día:
Cargar con la cruz


El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que el Reino de Dios no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, de amor y de entrega total para rescatar al ser humano del mal, del pecado y de la muerte.

Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", nosotros corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo. Es el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y “cargar con la cruz” consiste sencillamente en seguir los pasos de Jesús de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.

El teólogo católico Juan Bautista Metz viene insistiendo en un peligro: que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de los que viven hoy crucificados. Según Metz, en el cristianismo de los países ricos está ocurriendo un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad; más bien, libera al creyente de toda responsabilidad".

¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?

José Antonio Pagola


Nuevos videos y artículos

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Meditación breve


Padre nuestro que estás y reinas en el cielo, que estás también y quieres reinar en la tierra; ayúdanos a ser y vivir como hermanos.
Que tu nombre sea bendito, santificado, respetado; que todos te conozcan, y que nosotros te demos a conocer en nuestra vida.
Que venga tu Reino: que venga la justicia, la solidaridad, la paz; que nadie muera de hambre, ni de sed, ni de odio; que nadie sea explotado, oprimido, que nadie sea excluido, marginado, discriminado.
Que venga tu Reino, tu Espíritu, y se adueñe de nuestros corazones y empiece en ellos a reinar con fuerza, para que nos empeñemos ya en hacer tu voluntad en la tierra, como se hace en el cielo; para que anticipemos ya en el suelo el reino de solidaridad que hay en el cielo.
José Enrique Galarreta


Nunca nos olvidemos de agradecer


Alguna vez leí que en el cielo hay dos oficinas diferentes para tratar lo relativo a las oraciones de las personas en la tierra:
Una es para receptar pedidos de diversas gracias, y allí los muchos ángeles que atienden trabajan intensamente y sin descanso por la cantidad de peticiones que llegan en todo momento.
La otra oficina es para recibir los agradecimientos por las gracias concedidas y en ella hay un par de ángeles aburridos porque prácticamente no les llega ningún mensaje de los hombres desde la tierra para dar gracias...
Desde esta sección de "Pequeñas Semillitas" pretendemos juntar una vez por semana los mensajes para la segunda oficina: agradecimientos por favores y gracias concedidas como respuesta a nuestros pedidos de oración.


Desde Guatemala, nos agradecen las oraciones hechas para Doña Chinda, y nos hacen saber que Dios la llevó con El hace ya una semana.


Nuestra amiga Silvia G., de Rosario, Argentina, agradece a todas las personas que en su momento oraron por empleo para su hijo Rodrigo, el cual ya ha quedado efectivo en su trabajo. Damos gracias a Dios por esta gracia.


Elsa S., de Argentina, nos escribe para compartir su alegría por el exito de los exámenes de su hija María de los Angeles, agradeciendo a Dios y a todos los amigos que muchas veces hen elevado oraciones por ella.


Desde Cuba, nuestra lectora amiga Gisela R. quiere elevar una oración conjunta de acción de gracias por los 18 años que ha cumplido su querida hija Gisela Gabriela el pasado día 17 de noviembre. Que el Señor la colme de bendiciones y María acompañe siempre su camino.


Ven Espíritu Santo...!


María, tú siempre fuiste en esta vida, sencilla y pobre, ignorada y despreciada hasta por tus parientes en el momento en que eran más necesarios, en Belén; pero tu confianza en Dios no tuvo nunca ningún titubeo; concédenos cultivar como tú esa esperanza en Dios firme y segura, como un don especial del Espíritu Santo. Así sea.
P. Florentín Brusa cmf


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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