martes, 16 de noviembre de 2010

Pequeñas Semillitas 1216

PEQUEÑAS SEMILLITAS


Número 1216 ~ Martes 16 de Noviembre de 2010
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)


Hola !!!
Jesús nos anima a mirar hacia delante, a recorrer el Camino que nos lleva a la felicidad verdadera, construyendo un mundo más humano, más cristiano. El final de los tiempos no es inminente. Pero sí es serio y comprometido. Mirar al mañana no es olvidarse del hoy, sino vivirlo con mayor compromiso, valentía, confianza, entusiasmo y esperanza activa y serena. Jesús siempre es Buena Noticia. Más importante que el miedo ante el futuro es el ánimo para el presente.


La Palabra de Dios:
Evangelio del día


En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.
Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».
(Lucas 19, 1-10)

Comentario
Hoy, Zaqueo soy yo. Este personaje era rico y jefe de publicanos; yo tengo más de lo que necesito y quizás muchas veces actúo como un publicano y me olvido de Cristo. Jesús, entre la multitud, busca a Zaqueo; hoy, en medio de este mundo, me busca a mí precisamente: «Baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa» (Lc 19,5).
Zaqueo desea ver a Jesús; no lo conseguirá si no se esfuerza y sube al árbol. ¡Quisiera yo ver tantas veces la acción de Dios!, pero no sé si verdaderamente estoy dispuesto a hacer el ridículo obrando como Zaqueo. La disposición del jefe de publicanos de Jericó es necesaria para que Jesús pueda actuar; y, si no se apremia, quizás pierda la única oportunidad de ser tocado por Dios y, así, ser salvado. Quizás yo he tenido muchas ocasiones de encontrarme con Jesús y quizás ya va siendo hora de ser valiente, de salir de casa, de encontrarme con Él y de invitarle a entrar en mi interior, para que Él pueda decir también de mí: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,9-10).
Zaqueo deja entrar a Jesús en su casa y en su corazón, aunque no se sienta muy digno de tal visita. En él, la conversión es total: empieza con la renuncia a la ambición de riquezas, continúa con el propósito de compartir sus bienes y acaba con la resolución de hacer justicia, corrigiendo los pecados que ha cometido. Quizás Jesús me está pidiendo algo similar desde hace tiempo, pero yo no quiero escucharle y hago oídos sordos; necesito convertirme.
Decía san Máximo: «Nada hay más querido y agradable a Dios como que los hombres se conviertan a Él con un arrepentimiento sincero». Que Él me ayude hoy a hacerlo realidad.
Rev. D. Enric RIBAS i Baciana (Barcelona, España)


Santoral Católico:
Santa Margarita de Escocia


Margarita era hija del rey San Eduardo. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, quien al reparar en las cualidades de la joven, se casó con ella, convirtiéndose en Reina de Escocia. Durante su reinado, se dedicó ardorosamente a las labores caritativas, especialmente con los más necesitados y pobres.

Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir a los pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.

Hizo numerosos donaciones que permitió la construcción de conventos y templos, y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las parroquias. A sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos, y puso bastante esmero y énfasis en conseguir sacerdotes fervorosos y preparados para las parroquias.

Santa Margarita falleció el 16 de noviembre del año 1093. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.


Pensamiento


“Cree en ti mismo y hallarás la respuesta,
tal vez tu felicidad ha estado tan cerca
que ha pasado junto a ti tantas veces
y aún no te has dado cuenta”


Tema del día:
Los que escogieron el amor


Casi todas las parejas estarán de acuerdo en que un matrimonio feliz exige una inversión de tiempo y energía. Las parejas más felices, giran en torno de estos preceptos:

1. Los buenos matrimonios no son producto de la casualidad. Casi todos crecemos creyendo que el amor es algo mágico y que, en última instancia, está fuera de nuestro control. No "decidimos" amar; simplemente, nos enamoramos. Empero, si deseamos cosechar los frutos del amor con constancia, debemos hacer algo. Ante todo, hemos de prestar cuidadosa atención a la persona amada, para comprender verdaderamente sus deseos. En segundo lugar, debemos actuar en armonía con ese conocimiento.

2. El amor no se destruye fácilmente. Secretamente, casi todas las parejas temen que su relación llegue a estancarse y marchitarse. Sin embargo, el amor rara vez muere. Sólo parece ausente, porque permitimos que otros sentimientos lo eclipsen. Cuando en un matrimonio ocurren desavenencias, ambos cónyuges necesitan protegerse. Por temor a que se les hiera o rechace, se retraen y ocultan tras una máscara de indiferencia. Pero quienes viven un buen matrimonio comprenden que la dulce calma volverá después de la tormenta. Con base en esta apreciación, logran sobrevivir a crisis que destrozan a otras parejas de casados.

3. El matrimonio no es una panacea. Los beneficios de la unión conyugal son tan elogiados, que algunos llegan a creer que es el antídoto para todas las viejas heridas, de la niñez o de otros amores. No es así: el matrimonio no es la solución de los problemas personales. Por muy armónico que sea su vínculo matrimonial, usted y su cónyuge son individuos, antes de constituir una pareja. Las parejas mejor integradas saben que, para que su connubio dure, ambas partes deben aprender, ante todo, a amarse a sí mismas. De lo contrario, nunca se sentirán dignas de ser amadas.

4. Amar es aceptarse mutuamente. Con demasiada frecuencia, creemos incesantemente que el amor nos autoriza a remodelar la manera de ser de la persona amada. Tratamos de anular los rasgos de personalidad desagradables de nuestra pareja, incluso si en este proceso disminuimos las cualidades mismas que nos inspiran tanto cariño. Las parejas en verdad dichosas entienden que amar significa aceptar los defectos de nuestro cónyuge. Saben que el deseo de cambiar de una persona surge de la conciencia de ser aceptada tal como es.

5. Quienes se aman no pueden ser adivinos del pensamiento. Una de las fantasías del amor es que, por alguna misteriosa razón, nuestra pareja está armonizada con nuestros pensamientos y sueños más íntimos. Cuando un cónyuge falla en esto, el otro suele sentirse triste, desilusionado o incluso traicionado. Mas no es razonable esperar que otra persona adivine qué pensamos. Los hombre y las mujeres que se sienten comprendidos por sus parejas saben que, a la postre, la responsabilidad de darse a entender es asunto de cada quien. Así, cuando decimos a nuestra pareja lo que necesitamos, y él o ella responden a esa solicitud, presenciamos una auténtica manifestación del amor.

Gracias Pipi


Meditación breve


Estoy en paz al dejar el pasado atrás y avanzar libremente.
El perdón es un acto de liberación. Al dejar ir los resentimientos del pasado, abro mi corazón a experiencias nuevas de gozo y satisfacción. Creer que me han hecho mal me lleva a la ira y a la animosidad. Dicha creencia no me edifica; por el contrario, evita que sea la persona que deseo ser. De modo que resuelvo con firmeza dejar ir todo pensamiento negativo.
Siento verdadera paz cuando perdono. El lienzo está en blanco y creó una nueva vida, una vida de libertad y paz interna. Así como la hoja es llevada suavemente por el viento, dejo ir la negatividad y veo que se disipa en la nada.
Al dejar ir cualquier resentimiento por medio del perdón, disfruto de paz interna.
Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. Colosenses 3:13


Pedidos de oración


Pedimos oración por la niña Bárbara Mariana M. O. que tiene once meses de vida y está internada en el Hospital de Pediatría de Guadalajara, México, por una grave afección de piel, por lo que rogamos a la Virgen de Guadalupe que sea mediadora e intercesora ante Jesús para conseguir su curación.


Pedimos oración por Karina V. que tiene 37 años, vive en Guatemala y ha sido diagnosticada con cáncer de lengua. Que el Señor la socorra en estos momentos de dura prueba y de confusión, y le allane los caminos que conduzcan a la curación de su cuerpo y de su alma.


Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén


Ven Espíritu Santo...!


Espíritu Santo, Tú puedes repetir los reflejos de santidad de Jesús infinitamente y siempre distintos, sin que pretendamos ser santos como San Antonio María Claret, o San Juan Bosco, o Santa Teresa de Jesús. Tú nos santificarás a cada uno de un modo distinto, porque nos hiciste diferentes; porque quieres poner en nuestra vida un reflejo de Jesús, que todavía no habías puesto en los demás. Haz que tendamos siempre a lo que dijo Jesús: “Sean perfectos como mi Padre celestial es perfecto” Así sea.
P. Florentín Brusa cmf


Felipe de Urca
-Jardinero de Dios-


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