viernes, 24 de noviembre de 2017

Pequeñas Semillitas 3511

PEQUEÑAS SEMILLITAS

Año 12 - Número 3511 ~ Viernes 24 de Noviembre de 2017
Desde la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
"Nadie va hoy, ni irá mañana por el mismo camino que voy, para cada hombre guarda un rayo de luz el sol y un camino virgen, Dios, sentenciaba un poeta español.
Indudablemente cada persona transita de forma original y única su proyecto vital. No hay dos historias ni dos vidas iguales.
Por otra parte, tampoco "hay nada nuevo bajo el sol", acotaba un sabio judío. En ese sentido, los caminos espirituales y las experiencias creyentes dejan lecciones.
Los amigos de Dios se convierten en maestros espirituales que auxilian a los novatos y despistados a deletrear "el rumor de pasos" con el que Dios se acerca discretamente a nosotros.
La Verdad Católica

¡Buenos días!

Sentirnos hermanos
La comunicación te abre a las riquezas de las personas, mientras dejas que también ellos se enriquezcan con tus propios dones. Sin la comunicación, que es abrirse a los demás y aceptarnos mutuamente tal como Dios nos hizo, no puede haber verdadero amor. Encerrarse en uno mismo es muerte, en cambio abrirse fraternalmente es vida, libertad y madurez.

El Papa San Juan XXIII —José Roncalli era su nombre de nacimiento— poseía al parecer un instinto rápido y certero para hacer que los demás se sintieran cómodos en su presencia. Recibió una vez una delegación de judíos y usando entonces su nombre de pila, recurrió a una cita del Antiguo Testamento para saludarlos. Abrió los brazos y les dijo: —Yo soy José, el hermano de ustedes.

Aquí tienes una acertada oración: “Señor Jesús, maestro de fraternidad, dame la convicción y el coraje de abrirme. Rompe en mí los retraimientos y temores que obstaculizan la corriente de la comunicación. Dame generosidad para lanzarme sin miedo a ese juego enriquecedor de abrirme y aceptar. Dame la gracia de la comunicación”. El Señor te bendiga y asista.
* Enviado por el P. Natalio

La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En aquel tiempo, entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: «Está escrito: ‘Mi casa será casa de oración’. ¡Pero vosotros la habéis hecho una cueva de bandidos!». Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y también los notables del pueblo buscaban matarle, pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios. (Lc 19,45-48)

Comentario:
Hoy, el gesto de Jesús es profético. A la manera de los antiguos profetas, realiza una acción simbólica, plena de significación de cara al futuro. Al expulsar del templo a los mercaderes que vendían las víctimas destinadas a servir de ofrenda y al evocar que «la casa de Dios será casa de oración» (Is 56,7), Jesús anunciaba la nueva situación que Él venía a inaugurar, en la que los sacrificios de animales ya no tenían cabida. San Juan definirá la nueva relación cultual como una «adoración al Padre en espíritu y en verdad» (Jn 4,24). La figura debe dejar paso a la realidad. Santo Tomás de Aquino decía poéticamente: «Et antiquum documentum / novo cedat ritui» (Que el Testamento Antiguo deje paso al Rito Nuevo»).
El Rito Nuevo es la palabra de Jesús. Por eso, san Lucas ha unido a la escena de la purificación del templo la presentación de Jesús predicando en él cada día. El culto nuevo se centra en la oración y en la escucha de la Palabra de Dios. Pero, en realidad, el centro del centro de la institución cristiana es la misma persona viva de Jesús, con su carne entregada y su sangre derramada en la cruz y dadas en la Eucaristía. También santo Tomás lo remarca bellamente: «Recumbens cum fratribus (…) se dat suis manibus» («Sentado en la mesa con los hermanos (…) se da a sí mismo con sus propias manos»).
En el Nuevo Testamento inaugurado por Jesús ya no son necesarios los bueyes ni los vendedores de corderos. Lo mismo que «todo el pueblo le oía pendiente de sus labios» (Lc 19,48), nosotros no hemos de ir al templo a inmolar víctimas, sino a recibir a Jesús, el auténtico cordero inmolado por nosotros de una vez para siempre (cf. He 7,27), y a unir nuestra vida a la suya.
P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)

Santoral Católico:
San Andrés Dung-Lac
y compañeros mártires en Viet Nam
Son los 117 mártires de Vietnam canonizados por San Juan Pablo II el 19 de junio de 1988. En el siglo XVII comenzaron las persecuciones contra los católicos, que habían ido creciendo en Vietnam desde el siglo anterior. Los cristianos martirizados en distintas fechas y regiones fueron cerca de 130.000, de los que se ha introducido la causa de beatificación de casi 1500. Entre los 117 canonizados hay 8 obispos, muchísimos sacerdotes seculares y religiosos, y un gran número de laicos de ambos sexos y de toda edad y condición. 96 son vietnamitas, 11 españoles y 10 franceses. San Andrés, hijo de padres paganos muy pobres, llegó a sacerdote con la ayuda de un catequista, ejerció el ministerio en diferentes localidades y murió decapitado en Hanoi el 21 de diciembre de 1839. Los once españoles, todos ellos dominicos, son los siguientes: Mateo Alonso de Leciniana, de Nava del Rey (Valladolid), decapitado el 22 de enero de 1745. Francisco Gil Federich, de Tortosa (Tarragona), decapitado el 22 de enero de 1745. Jacinto Castañeda, de Játiva (Valencia), degollado el 7 de noviembre de 1773. Ignacio Clemente Delgado, de Villafeliche (Zaragoza), obispo, falleció a causa de los malos tratos el 21 de julio de 1838. Domingo Henares, de Baena (Córdoba), obispo, decapitado el 25 de junio de 1838. José Fernández, de Ventosa de la Cuesta (Valladolid), decapitado el 24 de julio de 1838. Jerónimo Hermosilla, de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), obispo, degollado el 1 de noviembre de 1861. José María Díaz Sanjurjo, de Santa Eulalia de Suegos (Lugo), obispo, decapitado el 20 de julio de 1857. Melchor García Sampedro, de Cortes, parroquia de Cienfuegos (Oviedo), obispo, descuartizado el 28 de julio de 1858. Valentín de Berrio Ochoa, de Elorrio (Vizcaya), obispo, decapitado el 1 de noviembre de 1861. Pedro Almato, de San Feliu Saserra (Barcelona), martirizado el 1 de noviembre de 1861.
Oración: Oh Dios, fuente y origen de toda paternidad, tú hiciste que los santos mártires Andrés y sus compañeros fueran fieles a la cruz de Cristo, con una fidelidad que llegó hasta el derramamiento de su sangre; concédenos, por su intercesión, que difundamos tu amor entre nuestros hermanos y que nos llamemos y seamos de verdad hijos tuyos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
© Directorio Franciscano - Aciprensa    

Pensamiento del día

“Cuenta tu jardín por las flores,
no por las hojas caídas.
Cuenta tus días por las horas doradas
y olvida las penas habidas.
Cuenta tus noches por estrellas, no por sombras.
Cuenta tu vida por sonrisas, no por lágrimas.
Y para tu gozo en esta vida,
cuenta tu edad por amigos, no por años.”
(Roger Patrón Luján)

Tema del día:
La Misa según Francisco
Este es el texto de la predicación del Papa Francisco en la catequesis de este miércoles en la plaza San Pedro:

Prosiguiendo con las Catequesis sobre la Misa, podemos preguntarnos: ¿Qué cosa es esencialmente la Misa? La Misa es el memorial del Misterio pascual de Cristo. Ella nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte, y da significado pleno a nuestra vida.

Para esto, para comprender el valor de la Misa debemos sobre todo entender el significado bíblico del “memorial”. Esto «no es solamente el recuerdo – el memorial no es solamente un recuerdo –, de los acontecimientos del pasado, sino estos acontecimientos se hacen, en cierta forma, presentes y actuales. De esta manera Israel entiende su liberación de Egipto: cada vez que es celebrada la Pascua, los acontecimientos del Éxodo se hacen presentes a la memoria de los creyentes a fin de que conformen su vida a estos acontecimientos» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1363). Jesucristo, con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo ha llevado a cumplimiento la Pascua. Y la Misa es el memorial de su Pascua, de su “éxodo”, que ha realizado por nosotros, para sacarnos de la esclavitud e introducirnos en la tierra prometida de la vida eterna. No es solamente un recuerdo, no, es algo más: es hacer presente aquello que ha sucedido hace veinte siglos atrás.

La Eucaristía nos lleva siempre al ápice de la acción de salvación de Dios: el Señor Jesús, haciéndose pan partido por nosotros, derrama sobre nosotros toda su misericordia y su amor, como lo ha hecho en la cruz, para así renovar nuestro corazón, nuestra existencia y el modo de relacionarnos con Él y con los hermanos. Dice el Concilio Vaticano II: «La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, por medio del cual Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmolado» (Constitución Dogmática, Lumen Gentium, 3).

Toda celebración de la Eucaristía es un rayo de ese sol sin ocaso que es Jesús resucitado. Participar en la Misa, en particular el domingo, significa entrar en la victoria del Resucitado, ser iluminados por su luz, abrigados por su calor. A través de la celebración eucarística el Espíritu Santo nos hace partícipes de la vida divina que es capaz de transfigurar todo nuestro ser mortal. Y en su paso de la muerte a la vida, del tiempo a la eternidad, el Señor Jesús nos lleva también a nosotros con Él para hacer la Pascua. En la Misa se hace Pascua. Nosotros, en la Misa, estamos con Jesús, muerte y resucitado y Él nos lleva adelante, a la vida eterna. En la Misa nos unimos a Él. Es más, Cristo vive en nosotros y nosotros vivimos en Él: «Yo estoy crucificado con Cristo – dice San Pablo – y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Gal 2,19-20). Así pensaba Pablo.

Su sangre, de hecho, nos libera de la muerte y del miedo a la muerte. Nos libera no sólo del dominio de la muerte física, sino de la muerte espiritual que es el mal, el pecado, que nos toma cada vez que caemos victimas de nuestro pecado y del de los demás. Y entonces nuestra se contamina, pierde belleza, pierde significado, muere.

Cristo en cambio no devuelve la vida; Cristo es la plenitud de la vida, y cuando ha afrontado la muerte la ha derrotado para siempre: «Resucitando destruyó la muerte y nos dio vida nueva». La Pascua de Cristo es la victoria definitiva sobre la muerte, porque Él ha transformado su muerte en un supremo acto de amor. ¡Murió por amor! Y en la Eucaristía, Él quiso comunicarnos su amor pascual, victorioso. Si lo recibimos con fe, también nosotros podemos amar verdaderamente a Dios y al prójimo, podemos amar como Él nos ha amado, dando la vida.

Si el amor de Cristo está en mí, puedo donarme plenamente al otro, con la certeza interior que si incluso el otro debiera herirme yo no moriría; de lo contrario tendría que defenderme. Los mártires han dado la vida justamente por esta certeza de la victoria de Cristo sobre la muerte. Sólo si experimentamos este poder de Cristo, el poder de su amor, somos verdaderamente libres de donarnos sin miedo. Y esta es la Misa: entrar en esta pasión, muerte, resurrección, ascensión de Jesús. Y cuando vamos a Misa, es como si fuéramos al calvario, lo mismo. Piensen ustedes: si nosotros vamos al calvario – pensemos con imaginación – en ese momento, y nosotros sabemos que ese hombre ahí es Jesús. Pero, ¿nosotros nos permitiríamos hablar, tomar fotografías, hacer un poco de espectáculo? ¡No! ¡Porque es Jesús! Nosotros seguramente estaríamos en silencio, en el llanto y también en la alegría de ser salvados. Cuando nosotros entramos en la iglesia para celebrar la Misa pensemos esto: entro en el calvario, donde Jesús da su vida por mí. Y así desaparece el espectáculo, desaparece las habladurías, los comentarios y estas cosas que nos alejan de esta cosa tan bella que es la Misa, el triunfo de Jesús.                                                 

Pienso que ahora sea más claro como la Pascua se haga presente y obrante cada vez que celebramos la Misa, es decir, el sentido del memorial. La participación en la Eucaristía nos hace entrar en el misterio pascual de Cristo, donándonos pasar con Él de la muerte a la vida, es decir, al calvario, ahí. La Misa es rehacer el calvario, no es un espectáculo.

Meditaciones
«Mi experiencia con María comenzó cuando era pequeño. Nací en una familia profundamente católica. Todos los días, después de la cena, la familia (abuelos, tíos, padres, hermanos y hermanas) se reunía para la oración del Rosario y las Letanías de Nuestra Señora. También recibimos la visita de la Virgen Peregrina conocida entre nosotros con el nombre de "Pequeña Capilla de Nuestra Señora" y que recorría hogares como el nuestro.
El ejemplo de mis padres, abuelos, tías y tíos fue esencial para el desarrollo de mi experiencia con María. Pero mi devoción mariana también creció mucho en la comunidad de mi parroquia de San José (São José), donde recibí el bautismo y fui ordenado sacerdote y luego obispo.
Tenía 13 años cuando entré al seminario en el que se vivía una profunda devoción mariana. Fueron los religiosos de la Congregación de San José, fundada por el Padre Murialdo, quienes nos enseñaron a amar a Nuestra Señora. Le debo mucho a María mi vocación religiosa, sacerdotal y episcopal. Debo decir que aquí en Belém (Brasil) la devoción a Nuestra Señora de Nazaret es muy fuerte.»
Monseñor Ireneu Roman, CJS   

Pedidos de oración
Pedimos oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María;  por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo, el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio. 

Pedimos oración por la tripulación del submarino argentino ARA San Juan, y sus familiares. Estamos junto a ellos.

Pedimos oración por la unión de Jairo C. O. y Liliana O., cuya pareja ha venido en un proceso de deterioro progresivo; pensamos que sólo con la Santa Voluntad del Señor y con la intercesión de nuestra Señora, la Virgen María, podrán sanarse las heridas y lograr la reconciliación que merece la familia.

Pedimos oración para Karinna, de España, que mañana tiene un examen importante para conseguir un trabajo. Que la Virgen de Lourdes la acompañe para que lo haga serena e iluminada por el Espíritu.

Pedimos oración para dos personas de Argentina que son: Victoria, que rinde su última materia para recibirse de arquitecta; y María Ester, operada por tercera vez de desprendimiento de retina y no se encuentra bien. Que el Señor atienda generosamente las necesidades de ambas.

Continuamos unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades, poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que están en peligro de ser abortados.  Paz para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y sigamos haciéndolo.

Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén

Los cinco minutos de María
Noviembre 24
Vivir en gracia de Dios es vivir ya en el cielo, pues es vivir en Dios, que es la causa eterna de la felicidad.
A María Santísima la invocamos como “Madre de la divina gracia”; de ella esperamos conseguir la santidad de vida y la pureza de costumbres que nos hagan merecedores de la gracia divina, don sobrenatural otorgado por la infinita bondad del Señor del que la celestial Señora puede disponer y capacitar nuestra alma para recibir tan privilegiado regalo.
Nuestra Señora, que esperaste con toda la Iglesia la plenitud del Espíritu Santo, que apreciemos y hagamos crecer sus dones en nosotros.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el más pequeñito de todos)

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