PEQUEÑAS
SEMILLITAS
Año
12 - Número 3507 ~ Lunes 20 de Noviembre de 2017
Desde
la ciudad de Córdoba (Argentina)
Alabado sea Jesucristo…
Un
alpinista, ardiendo en deseos de conquistar una altísima montaña, inició su
travesía después de años de preparación. Pero, como quería la gloria sólo para
él, subió sin compañeros. Su afán por subir lo llevó a continuar cuando ya no
se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, visibilidad cero, la luna y
las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a
solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire. El
alpinista solo podía sentir la terrible sensación de la caída en medio de la
total oscuridad. En esos momentos de angustia, le pasaron por su mente todos
los episodios gratos y no tan gratos de su vida. De repente, sintió el
fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas
en la roca de la montaña.
En
ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar:
—¡Ayúdame, Dios mío! De repente, una voz grave y profunda de los cielos le
contestó: —¿Qué quieres, hijo mío?
—Sálvame, Dios mío. —¿Realmente crees que yo te pueda salvar? —Por supuesto,
Señor. —Entonces, corta la cuerda que te
sostiene. Aquel alpinista, aterrorizado, se aferró más aún a la cuerda. Al día siguiente el equipo de rescate
encontró al alpinista muerto, colgado de la soga… a tan solo dos metros del
suelo. ¿Y tú? ¿Confías en Dios cuando te pide lo que parece contrario a tus
intereses?, ¿Cortarías la cuerda?
¡Buenos días!
Jesús perdona siempre
Entre
los modos de orar hay uno muy simple y coherente: pedir perdón de lo que
sabemos no agradó a Dios. Es razonable expresar nuestro pesar, cuando ofendemos
a una persona. David cuando cometió gravísimos pecados, se apresuró a
reconciliarse con el Señor. En esa ocasión compuso un salmo muy sincero:
“Reconozco mi culpa, Señor, cometí la maldad que aborreces” (51). Dios lo
perdonó y sintió la alegría de la reconciliación.
Sor María Noelia Magdolna, religiosa húngara,
fallecida el 24 de abril de 1992, nació en 1901, recibió muchos mensajes
celestiales. He aquí uno de ellos: “Una vez Jesús me llevó al juicio de un alma
muy pecadora, a quien le perdonó sus pecados. Satanás estaba furioso. —¡Tú no
eres justo! —gritaba —¡Esta alma fue mía toda su vida! Éste cometió muchos
pecados, mientras que yo cometí sólo uno y tú creaste el Infierno para mí.
—¡Lucifer! —le contestó Jesús con
infinito amor —¿Tú, alguna vez, me pediste perdón? Entonces Lucifer, fuera de
sí, gritó: —¡Eso nunca! ¡Eso nunca lo haré! Entonces Jesús se volvió hacia mí,
diciéndome: —Ya lo ves, si él me pidiera perdón tan solo una vez, el Infierno
dejaría de existir”.
La
oración de perdón te ayudará a modelar tu vida con absoluta fidelidad a la
voluntad de Dios. Será un momento diario para enfrentarte a tus males
espirituales, reprobarlos y corregirlos. Esta oración te atraerá la fuerza de
Dios para liberarte de cualquier mal hábito. ¿Por qué no pruebas?
* Enviado por el P. Natalio
La Palabra de Dios:
Evangelio de hoy
Texto del Evangelio:
En
aquel tiempo, sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado
junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era
aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar,
diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante
le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David,
ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se
hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». Él dijo: «¡Señor, que
vea!». Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la
vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a
Dios. (Lc
18,35-43)
Comentario:
Hoy,
el ciego Bartimeo (cf. Mc 10,46) nos provee toda una lección de fe, manifestada
con franca sencillez ante Cristo. ¡Cuántas veces nos iría bien repetir la misma
exclamación de Bartimeo!: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» (Lc
18,37). ¡Es tan provechoso para nuestra alma sentirnos indigentes! El hecho es
que lo somos y que, desgraciadamente, pocas veces lo reconocemos de verdad.
Y..., claro está: hacemos el ridículo. Así nos lo advierte san Pablo: «¿Qué
tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como
si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7).
A
Bartimeo no le da vergüenza sentirse así. En no pocas ocasiones, la sociedad,
la cultura de lo que es “políticamente correcto”, querrán hacernos callar: con
Bartimeo no lo consiguieron. Él no se “arrugó”. A pesar de que «le increpaban
para que se callara, (...) él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión
de mí!’» (Lc 18,39). ¡Qué maravilla! Da ganas de decir: —Gracias, Bartimeo, por
este ejemplo.
Y
vale la pena hacerlo como él, porque Jesús escucha. ¡Y escucha siempre!, por
más jaleo que algunos organicen a nuestro alrededor. La confianza sencilla —sin
miramientos— de Bartimeo desarma a Jesús y le roba el corazón: «Mandó que se lo
trajeran y (...) le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» (Lc 18,40-41). Delante
de tanta fe, ¡Jesús no se anda con rodeos! Y... Bartimeo tampoco: «¡Señor, que
vea!» (Lc 18,41). Dicho y hecho: «Ve. Tu fe te ha salvado» (Lc 18,42). Resulta
que «la fe, si es fuerte, defiende toda la casa» (San Ambrosio), es decir, lo
puede todo.
Él
lo es todo; Él nos lo da todo. Entonces, ¿qué otra cosa podemos hacer ante Él,
sino darle una respuesta de fe? Y esta “respuesta de fe” equivale a “dejarse
encontrar” por este Dios que —movido por su afecto de Padre— nos busca desde
siempre. Dios no se nos impone, pero pasa frecuentemente muy cerca de nosotros:
aprendamos la lección de Bartimeo y... ¡no lo dejemos pasar de largo!
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del
Vallès, Barcelona, España)
Santoral Católico:
San Edmundo
Mártir
Nació
de familia sajona en torno al año 841, y siendo aún muy joven fue coronado rey
de la Inglaterra oriental (condados de Norfolk y Suffolk). En el gobierno
mostró un gran sentido de la justicia, una enorme equidad y responsabilidad en
sus decisiones, a la vez que una profunda piedad cristiana. En la guerra con
los daneses, paganos, cayó prisionero. Le exigieron, para quedar en libertad,
que firmara un tratado contrario a la justicia y a la religión, y que renegara
de su fe. Él se negó y lo decapitaron. Era el año 869.
© Directorio Franciscano
Pensamiento del día
“No existe la falta de tiempo.
Existe la falta de interés…
porque cuando la gente quiere,
siempre hay tiempo.”
Tema del día:
El Gran Regalo
1) Para saber
Hay
un refrán que dice que “A caballo regalado no se le mira el colmillo”, y mucho
menos tratándose de un regalo maravilloso. Cabría preguntarse por qué algunos
no aceptan el don de la salvación.
Hay
una parábola de Jesús que trata del hombre que invita a una gran cena gratis,
pero uno a uno los invitados se niegan a asistir poniendo excusas. Cada uno
reduce su felicidad a un aspecto limitado de la tierra. Por ejemplo, unas
vacaciones en un lugar maravilloso, pero tienen que terminar.
El
Papa Francisco comentó: quienes rechazan la invitación se han encerrado en sí
mismos y no comprenden el amor gratuito de Dios, y “si no se entiende la
gratuidad de la invitación de Dios, no se entiende nada”. Porque Dios es Amor y
nos ofrece una felicidad eterna.
El
hombre pretende tener la llave de su felicidad, sin pensar que la llave de la
verdadera y eterna felicidad solo la tiene Cristo, quien la ganó con su
sacrificio y nos la ofrece de manera gratuita.
2) Para pensar
Se
cuenta que un hombre murió y se encontró en las puertas del Cielo con San
Pedro. El hombre pregunta: “¿Qué se necesita para entrar?”. San Pedro le
respondió: “Se requieren al menos cien mil puntos. ¿Cuánto traes?”. El hombre
optimista dice: “Si tomamos en cuenta que fui buen esposo y padre, estudié y
trabajé mucho, ¿cuántos puntos me dan?” San Pedro toma su calculadora y hace la
cuenta, y responde: “Son mil quinientos puntos”. El hombre se sorprende: “¿Tan
pocos? y ¿si sumamos que no engañé a mi esposa, no robe ni me drogué, y siempre
pagué mis impuestos?” Volviendo a sumar le responde San Pedro: “Eso te dan dos
mil puntos…” El hombre cada vez más nervioso, dice: “Recuerdo que di limosnas,
ayudé en una labor social, respeté señales de tránsito...” Haciendo la cuenta,
San Pedro le comunica: “Sí, ello te da dos mil quinientos puntos, y eso que no
te quito algunos puntos de pecados, pero para cien mil que se necesitan…” El
hombre casi al borde del pánico exclama: “Me rindo, eso es todo, me abandono a
la misericordia de Dios”. “Excelente, ¡estás adentro!”, dice San Pedro y
mientras le abre la puerta lo recibe: “¡Bienvenido a casa!”
Sin
dejar de ser ficticio, muestra que la vida eterna, el Cielo, se lo debemos
totalmente a la misericordia de Dios. No significa que de nada valieron las
buenas obras, más bien es gracias a ellas por las que nos disponemos a recibir
la misericordia de Dios.
3) Para vivir
Hay
el peligro de que nuestro trato con Dios se vuelva “comercial”, como decirle:
“Yo hago esto, y tú me pagas”. En vez de ser una relación de amor, como la que
ha de haber entre un padre y su hijo.
El
Papa Francisco recordó cómo el hijo pródigo de la parábola se acercó sin ningún
mérito y su Padre le perdona al ver su arrepentimiento, no por los méritos,
sino por su amor. La salvación no se compra.
Aquellos
que no quieren entrar en el banquete “se sienten “salvados a su manera… Han
perdido una cosa más hermosa y esto es algo muy feo: han perdido la capacidad
de sentirse amados… Pidamos al Señor que nos salve de perder la capacidad de
sentirnos amados”.
© Pbro. José Martínez Colín
Meditaciones
En
una carta a un sobrino sacerdote (carta del 4 de abril de 1970) sor Lucía,
vidente de Nuestra Señora de Fátima (Portugal), le daba consejos para su
apostolado:
“Debemos
rezar el Rosario todos los días. ¡Es la oración que Nuestra Señora nos ha
recomendado con insistencia! El demonio sabe que nos salvaremos por la oración.
Así que es contra ella que realiza su campaña para nuestra perdición. Rece el
Rosario todos los días. No tenga miedo de exponer el Santísimo Sacramento y de
recitar el Rosario en su presencia.
Es
falso decir que esto no es litúrgico, ya que las oraciones del Rosario son
parte de la Sagrada Liturgia; y ellas no desagradan a Dios cuando las rezamos
en su presencia, cuando está expuesto para nuestra adoración. Al contrario, es
la oración que Le agrada más ya que es con ella que Lo alabamos mejor (…)
¿Por
qué la oración que Dios nos recomendó será rebasada? Es fácil reconocer la
astucia del diablo y de sus seguidores que quieren alejar las almas de Dios,
separándolos de la oración. (…) No se deje engañar.”
Pedidos de oración
Pedimos
oración por la Santa Iglesia Católica; por el Papa Francisco, por el Papa
Emérito Benedicto, por los obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas,
catequistas y todos los que componemos el cuerpo místico de Cristo; por la
unión de los cristianos para que seamos uno, así como Dios Padre y nuestro
Señor Jesucristo son Uno junto con el Espíritu Santo; por las misiones; por el
triunfo del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María; por la conversión de todos los pueblos; por la Paz en el mundo; por los
cristianos perseguidos y martirizados en Medio Oriente, África, y en otros
lugares; por nuestros hermanos sufrientes por diversos motivos especialmente
por las enfermedades, el abandono, la carencia de afecto, la falta de trabajo,
el hambre y la pobreza; por los niños con cáncer y otras enfermedades graves; por
el drama de los refugiados del Mediterráneo; por los presos políticos y la
falta de libertad en muchos países del mundo; por las víctimas de catástrofes
naturales; por la unión de las familias, la fidelidad de los matrimonios y por
más inclinación de los jóvenes hacia este sacramento; por el aumento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas; y por las Benditas Almas del Purgatorio.
Pedimos
oración para que se resuelvan los problemas judiciales en favor de Virginia M., de Costa Rica.
Pedimos
oración por la bebita Isabella, que
está todavía en el vientre materno de Nikole
G., en California. Y también por la salud de Carla K., de California. Encomendamos estas personas a la
protección divina de Jesús.
Pedimos
oración para Beatriz C., de Córdoba,
Argentina, que tiene cáncer y va a ser operada. La encomendamos al Sagrado
Corazón de Jesús, confiando en que recibirá la curación.
Continuamos
unidos en oración por medio del rezo del Santo Rosario poniendo en Manos de
Nuestra Madre Bendita todas nuestras preocupaciones, alegrías y necesidades,
poniendo al mundo entero en Manos de nuestra Madre y pidiéndole a Ella paz para
el mundo, al rezar por la paz; rezamos por todo, por la paz en el mundo, en los
corazones, porque la violencia sea desterrada, por la paz para los niños que
están en peligro de ser abortados. Paz
para los jóvenes que no encuentran el camino, paz para los deprimidos. Paz para
los que no han tenido la dicha de conocer al Amor. En fin rezamos por la paz, y
sigamos haciéndolo.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras
debilidades,
para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y
la paciencia;
escucha las plegarias que te dirigimos por nuestros
hermanos enfermos
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la
aflicción o la enfermedad,
la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu
hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la
redención del mundo.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén
Los cinco minutos de María
Noviembre 20
La
devoción que tengas a la Virgen María, y a la seguridad de su protección, no
pueden eximirte de poner tu esfuerzo personal, apartándote del pecado y
ejercitando tu alma en todas las virtudes.
La
devoción a la Virgen potenciará y elevará tu acción personal; haz tu esfuerzo
personal y ofrécelo a la Virgen; deja que lo demás corra por su cuenta.
Virgen María, me pongo bajo tu protección materna y
te ruego que bendigas mi esfuerzo por ser fiel al Evangelio de tu Hijo Jesús.
* P. Alfonso Milagro
FELIPE
-Jardinero de Dios-
(el
más pequeñito de todos)
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